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Jamás lo entenderás

Sintió su cabeza dar vueltas al momento de despertar.

Frío. El lugar donde estaba apoyada su mejilla era duro, frío, gris. Olía a oxidado. No tardó demasiado tiempo en levantarse de golpe.

Y tan pronto como quiso incorporarse su cabeza chocó contra un techo metálico, dejando escapar un ruido sordo; acarició el lugar del impacto para intentar aliviar el dolor e intentó revisar su cuerpo. En todo momento sólo su sentido del oído y del tacto habían estado al cien por ciento de su capacidad, más no había conseguido ver absolutamente nada.

-¿Zhan-ge?

Levantó la mirada tras escuchar una voz familiar.

-¿Bo-di...?

Intentó aclarar su visión, y a pesar del dolor de cabeza, a pesar de todo, logró enfocar el lugar que se encontraba: rodeado por gruesos barrotes de metal, en una jaula con voluminoso techo de aluminio, dentro de lo que parecía un tétrico y abominable laboratorio.

Pero estaba solo.

La poca luz que parpadeaba al fondo le permitió darse cuenta de aquello. Rio para sus adentros sabiendo que escapar de allí sería sencillo. Él era un ángel, uno real. La fuerza de sus alas era suficiente como para pulverizar esos gruesos tubos de acero que lo contenían, así que las extendió creando chispas al momento y si tardar mucho, volvió a guardarlas de nuevo.

Al intentar romper la jaula se activó un sistema que de manera inmediata hizo sudar el techo y barrotes secretando una sustancia que quemó las alas del ángel, al tiempo que le daba una fuerte descarga eléctrica. La unión de sus alas con la espalda ardió de manera inimaginable, y las plumas que tocaron el acero se quemaron al instante. Aquella sustancia se condensó en algunas gotas y estas cayeron en la espalda de Xiao Zhan.

Gimió de dolor, pero no gritó. Era un ángel de naturaleza noble y espíritu fuerte, no se permitió llorar.

-Tardaste muy poco en darte cuenta -habló una voz profunda-, creí que como la criatura de pureza que eres no serías narcisista. Que decepción.

La puerta rechinó cuando se abrió completamente, e ingresaron dos figuras a la habitación. El más alto de los presentes se acercó a la lámpara parpadeante y la golpeó haciendo que se apagara, dos segundos más tarde tres botones rojos fueron presionados generando luz de manera inmediata, que iluminó el laboratorio.

Era mucho más grande de lo que pensó.

-¿Quién eres? -inquirió Xiao Zhan- ¿Por qué me trajiste aquí?

-Verás... Los seres humanos somos personas muy curiosas... -dijo el hombre- Cualquier cosa que jamás hayamos visto, y que nos parezca impresionante, lo tomamos...

Musitaba cada palabra, mientras se acercaba a él.

-Lo estudiamos...

Llegó finalmente a la jaula.

-Y revisamos si podemos replicarlo en un humano común -terminó de hablar, lleno de sorna.

Xiao Zhan tragó saliva mientras observaba a aquel hombre, de rodillas.

-La criatura más extraordinaria que he visto en mi insignificante vida, eres tú, un ángel. Te he observado. Y ni siquiera te admiro por tus imponentes alas blancas, o la capacidad de curación que tienes, aunque también voy a estudiarlo a fin de cuentas.

Pasó una de sus manos callosas por entre los barrotes, tomándolo del mentón, y acercando su rostro a las barras de metal, que comenzaron a quemarle inmediatamente.

-Tú, mi querido Xiao Zhan -promulgó-, tienes algo que ningún otro ser en el universo lograría igualar...

Su aliento era terrible, tenía un mal aspecto, sucio y descuidado. Pero no podía alejarse, el ángel sentía cómo poco a poco su piel se calcinaba sin que aquel hombre accediera a dejarlo ir.

-El alma y corazón tan puro que posees... tu ingenuidad... todo tu ser es extraño...

El sujeto le miraba con deseo y avaricia, como una bestia esperando devorar a su presa pieza por pieza, lentamente. Por fin le liberó las mejillas, permitiéndole alejarse, abriendo paso a la rápida autocuración. Xiao Zhan se armó de valor.

-Eso es algo que seguramente nunca comprenderás -declaró el ángel, ufano, como si estuviera lleno de egocentrismo.

-Es algo que espero me hagas comprender, para eso le pedí a Wang Yibo que te trajera aquí.

-¿Le pediste a...?

El mencionado dio un paso al frente, dejando de ocultarse tras la espalda de su mentor.

-¿Bo-di...? -masculló al borde del llanto- Tú... ¿me engañaste...?

Yibo dirigió una mano a su barbilla, fingiendo pensar.

-Hum... ¿Cómo te lo digo? Sí, lo hice.

Xiao Zhan sintió su mundo derrumbarse en unos cuantos segundos. Lo que le habían advertido, jamás fiarse de un humano, aún peor, nunca enamorarse de uno.

Y él cometió ese terrible error.

Sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, su labio inferior tembló, soportó el terrible sentimiento de que el alma salía de su cuerpo. Era un sufrimiento inexplicable, más que sus mejillas calcinadas, más que cada nervio en sus alas electrocutadas.

El corazón se le detuvo momentáneamente, dejó de respirar.

Todo ello, hasta que escuchó el estridente golpe de un bate estrellándose contra el techo de aluminio, sacándolo del trance.

-¿Ves por qué te digo que eres demasiado ingenuo? ¿O quizás mi chico es un excelente actor? -revolvió el cabello del menor con orgullo.

-Creo que es ambas, maestro -respondió Yibo-. Ahora que está aquí, podremos estudiarlo más a fondo, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, chico.

-Te explicaré la dinámica, Zhan-ge -dijo el apodo con ironía, antes de acercarse a la jaula recargándose de ella-. Mi maestro se encargará de estudiarte psicológicamente, y yo lo haré físicamente. Es una buena forma de dividirnos el trabajo con un solo espécimen tan extraordinario como tú.

Xiao Zhan solo pudo tragar saliva. Era incapaz de articular palabras, sentía su corazón tan dolido que se olvidó del habla, pudo entender lo que le decían, más no responder.

-Ya que conoces a mi chico, debería presentarme -expresó sonriente-. Soy el científico Bai WuXiang, y bueno... sin más preámbulos, deberíamos comenzar. Estoy ansioso por confirmar mis teorías.

El chico Wang activó de nueva cuenta el mecanismo de defensa en la jaula, la sustancia se condensó con una mayor velocidad, cayendo sin piedad sobre el cuerpo semidesnudo del ángel. Esto provocó que su cuerpo entrara en shock y se desmayara luego de soltar un grito desgarrador.

Cuando despertó por segunda vez, le cegó la penetrante luz blanca de lámparas led, así que cerró sus ojos con fuerza, antes de abrirlos lentamente, intentando acostumbrarse a la iluminación. Se encontraba en un cuarto de techos altos y una gran área, casi todo lo que había allí era de colores albos a excepción de los instrumentos y máquinas que variaban en tonos plateados, verdes, entre otros.

Escuchó el sonido de una compuerta desbloqueándose. A través de ella ingresaron Wang Yibo y Bai WuXiang, vestidos con batas largas de laboratorio, guantes azules, preparados para su procedimiento.

Xiao Zhan siseó al levantarse, ahora estaba en una jaula más grande, pero su cuerpo no había terminado de regenerar el tejido calcinado de su espalda. Las imponentes alas níveas que solía lucir se redujeron a solo un montón de plumas quemadas, adheridas a cartílago semi-incinerado.

-Veo que ya despertaste -comentó burlón aquel viejo científico-, tardaste menos que la vez anterior. Eso es un récord.

El cautivo escuadriñó la situación, a pesar de la mezcla de sensaciones en su cabeza, debía buscar una forma de escapar de allí.

Yibo se acercó a él y sonrió, mostrando un bisturí.

-Zhan-ge -le llamó con voz aterciopealada-, ¿Te importaría darme una muestra de tu sangre? Daremos inicio con algo sencillo.

Tuvo que detener a su corazón. Este le exigía ceder, obedecer al chico de sonrisa brillante, acercarse, tender sus manos para dejar que hiciera lo que deseara con él. Alguna vez le juró que sería suyo por toda la eternidad. Pero ahora las circunstancias eran diferentes, esto le hizo retroceder y caminar al otro lado de la jaula.

-No. No haré eso.

-¿Estás seguro, Zhan-ge?

El ángel se envalentó de nueva cuenta.

-Estoy seguro de que no quiero. Bo-di... ¿Por qué me haces esto...? Yo...

Wang Yibo hizo una mueca de molestia, antes de negar con la cabeza activando por tercera vez el mecanismo de la jaula. De manera inmediata Xiao Zhan soltó un alarido que hizo eco en todo la habitación, se retorció por el dolor cayendo de rodillas protegiendo su rostro, la sustancia quemó la piel recién sanada en la espalda del ángel. Yibo rio divertido, desactivando el artilugio.

-Será mejor que cooperes, Zhan-ge. Realmente te tomé cariño y no quiero herirte. Al menos... no de gravedad...

Aquel celestial prisionero continuó en su posición.

-No, Bo-di -respondió firme-. Si vas a herirme, hazlo, me regeneraré. Pero no dejaré que saques nada de mí.

Bai WuXiang se carcajeó con ironía mientras se acercaba a su aprendiz.

-Mi pequeño chico, creo que no te he enseñado bien a cómo someter a algo o alguien... -comentó burlón mientras retiraba el bisturí de las manos del menor.

El ángel observó con terror la manera en la que el científico sometía a Wang Yibo en el suelo, arrodillado, con el bisturí apuntando a su cuello.

-¿Maestro...?¡¿Qué haces?! -exclamó el pupilo con sorpresa.

-Dar rodeos no es lo mío, así que hablando con honestidad, solo te traje aquí porque me aseguraste que podrías hacer que él te obedeciera. Pero ya que él no te sigue del todo, no me eres útil.

Xiao Zhan corrió inconscientemente hacia el extremo de la jaula que estaba más cerca de su amado, olvidó por algunos segundos que los barrotes iban a quemarle pasando así sus brazos entre los espacios vacío,s intentando alcanzarlos.

-¡Detente, por favor! ¡Haré lo que quieras, solo déjalo ir...!

-Eso no suena muy convincente, ¿verdad, chico? -preguntó a Yibo.

-Maestro, usted me prometió algo si lo traía...¡U-Usted me traicionó...!

-Bueno, el favor con favor se paga. Tú lo traicionaste, te he pagado el favor, estamos a mano.

El joven Wang levantó su cabeza y miró de reojo a quien lo sometía, antes de estallar en llanto, volteando a ver a Xiao Zhan.

-Perdóname, Zhan-ge -imploró-. Perdóname, yo...

-Claro que te perdono -musitó el ángel-, no tengo nada de qué perdonarte... tu fuiste manipulado... no tienes la culpa.

Bai WuXiang golpeó con fuerza a su aprendiz, exigiéndole que callara. Ambos guardaron silencio, esperando a que la situación no empeorara y sin embargo, en lugar de mejorar, el viejo científico acomodó el bisturí e hizo un corte a lo largo de la espalda de Wang Yibo.

El acto fue respondido por gritos de dolor. Xiao Zhan reaccionó de forma apresurada e impulsiva, trató de atravesar su cuerpo por entre los barrotes para detener al hombre que hería a su amado; sus tejidos se calcinaron y pegaron en las barras de acero, estaba sufriendo pero aún así quería salir con el único propósito de salvar al chico. Sangre carmesí salpicó por todos lados mientras Bai WuXiang continuaba tajeando la piel de su pupilo.

Las gotas de agua salada caían de los ojos del ángel, producto del dolor y desesperación. Su cuerpo colapsó, arrodillándolo, sin haber logrado nada.

Todo se sumió en un silencio sepulcral por algunos segundos. Luego, dos carcajadas resonaron en las paredes albas.

Wang Yibo se levantó riendo con sorna mientras estiraba sus músculos. Xiao Zhan lo observó sin entender. Acto seguido, el científico se acercó a una mesa y anotó algo en su bitácora.

-Es muy gracioso ver cómo eres capaz de sacrificarte a ti mismo solo por salvarlo a él, porque se disculpó una vez, porque aún piensas que él te preferiría y es inocente.

El cautivo se alejó de las barras de acero, cayendo al suelo conmocionado. Divisó con incredulidad al joven Wang retirando su bata de laboratorio. Al interior del forro de la tela, se había colocado una bolsa delgada con sangre falsa y aproximadamente dos centímetros de piel sintética.

Se maldijo mentalmente.

-¿Te había dicho que fui cirujano alguna vez? -presumió pasando ropa limpia al menor- Sé cuánto y cómo cortar a una persona.

-Y complementando esa extraordinaria habilidad de mi maestro, solo hacía falta un buen actor. ¿Te gustó mi actuación, Zhan-ge? -completó Wang Yibo con burla.

Xiao Zhan suspiró llorando de nuevo, esto había sido demasiado para él.

-Y bien, esta fue la primera prueba psicológica que quería aplicarte. La titulé "Innocence". Un nombre perfecto, ¿no crees?

Aquel ser celestial se incorporó con extremo dolor, volteando su cabeza hacia el lado donde no podía verles. Escuchaba las voces a lo lejos, huecas, sabía que su cuerpo no estaba respondiendo, así que suspiró por segunda ocasión, dejándose vencer y así, se desmayó de nuevo.

Día tras día era sometido a pruebas extremas, mentales y físicas. Resisitía debido a su habilidad de autosanación, eso aplazó su calvario por meses. Hacían experimentaciones hasta dejarlo inconsciente, sus alas nunca se recuperaron pues el hueso y cartílago que sostenía las plumas estaba tan dañado que generó un daño permanente, estas no volvieron a crecer.

El peor daño se lo llevaba su mente. Bai WuXiang lo torturaba psicológicamente. Lo hizo hasta volverlo loco.

Xiao Zhan era una especie extraña de serafín, él mantenía su eternidad y juventud a base de su estabilidad emocional, amor, bondad. Era algo que le nacía. Cuando conoció a Wang Yibo se enamoró, sus alas se hicieron incluso más grandes y níveas, símbolo de su amor.

Por supuesto, aquel científico no sabía lo que estaba haciendo. No sabía cómo funcionaba el cuerpo de un ser celestial como el que estaba estudiando, quizás por eso le dio tanta curiosidad. Jamás tomó en cuenta el sufrimiento que causaría.

Con un poco de atención habría notado que a pesar de la vitalidad eterna que aparentaba tener, Xiao Zhan estaba muriendo.

Luego de tocar el infierno por un año, aquel ángel tocó fondo. No quería continuar. Sus esperanzas estaban despedazadas, sus deseos pulverizados, era incapaz de sentir algo.

Una mañana nevada, a inicios del periodo invernal, Xiao Zhan despertó con plumas de suave ceniza cubriendo su pecho, justo encima del corazón. Ni siquiera él mismo era conocedor de lo que se avecinaba, se levantó y sentó en posición de loto, esperando lo que fuera. Sus latidos se hicieron lentos y, por primera vez luego de varios meses, sintió una inexplicable tranquilidad abrazarle el pecho.

Wang Yibo entró casualmente al lugar cargando su bata blanca sobre los hombros. Era extraño que él estuviera allí tan temprano, de hecho, no lo había visto en las últimas semanas. En su rostro había una mueca de tristeza, preocupación, dolor y miedo; suspiró antes de rascarse la nuca, preparándose para hablar.

-Xiao Zhan... -escuchó el ángel a lo lejos, su oído no funcionaba bien- yo... he venido a pedirte perdón... de verdad...

El cautivo lo miró sin expresión alguna en sus facciones, Yibo supo que no le creyó.

-El mae- -se interrumpió- No. Bai WuXiang ha hecho contigo más de lo que yo pensé que haría...

No recibía respuesta. Observó al contrario, sabía que lo escuchaba, más no lo comprendía. Sin saber cómo comunicar lo que traía en mente, detalló culpable el cuerpo torturado de Xiao Zhan, deteniéndose en el enorme lunar de plumas grises que había tenía este último en el pecho.

-¿Qué es eso? -se acercó- Déjame verte...

El ángel se alejó de él por inercia, el joven Wang sabía que le tenía terror.

-No te haré daño, voy a revisarte...

-Ya lo hiciste muchas veces... -respondió finalmente, con voz neutra- ¿O me equivoco...?

-S-Sé lo que hice... e-esta vez quiero ayudarte...

-Ya no caeré de nuevo, no lo haré -declaró el mayor.

-Por favor... voy a ayudarte a escapar, podrás irte al fin y...

-Si quisieras hacerlo, ya lo habrías hecho. Hubieras pensado en eso, inicialmente, antes de traerme aquí...

Wang Yibo exhaló pesadamente. Lo traicionó en múltiples ocasiones y ahora llegó al punto en el que no confiaba en él, justo ahora que deseaba sacarlo de allí.

-Zhan-ge...

-No me llames así. No quiero que me vuelvas a llamar así... -dijo Xiao Zhan.

El menor dirigió sus ojos de nuevo al pecho del otro, la mancha había crecido, se extendió hasta las clavículas y hombros. ¿Cómo sucedió eso tan rápido? Comenzó a imaginar lo que estaba sucediendo.

-Zhan-ge... ¿Estás muriendo...?

-¡No me llames así, maldición! Y no lo sé... quizás es producto de lo que han hecho en mi cuerpo...

Yibo imaginó lo peor, buscó las llaves de la jaula y la abrió.

-¡Vámonos, Zhan-ge! -rogó- No quiero que mueras aquí...

Xiao Zhan rio, irónico.

-Ahora que ves la gravedad de las circunstancias quieres solucionarlo... -comentó amargamente- Es tarde, Wang Yibo. Y si voy a morir, qué más da si es aquí o en el fondo de un precipicio.

El ángel sintió de nueva cuenta la sensación de tranquilidad y calidez, de pronto le invadieron unas ganas enormes de dormir, así que se recostó sobre el suelo ante la mirada atónita del chico Wang. Desde la perspectiva de este, había logrado ver cómo el abdomen del contrario se coloreó de gris.

Asustado, corrió dentro de la jaula y cargó al inconsciente Xiao Zhan. Le cubrió con su bata mientras huía a través de los pasillos.

Bai WuXiang se carcajeó desde la habitación en la que estaba, una llena de pantallas que mostraban las grabaciones de las cámaras de seguridad que instaló en el laboratorio. Sacó de su cajón un revólver y lo cargó, para después salir del lugar.

Wang Yibo sabía por dónde debía caminar para salir más rápido, apresuró el paso. Segundo tras segundo la piel del ángel que llevaba en brazos se transformaba en plumaje de ceniza, y contrario a lo que pensaba, no estaba desmoronándose entre sus dedos, eso le hacía creer que aún estaba a tiempo.

A punto de llegar al último de los pasillos de la tercera planta se escuchó el estruendoso sonido de una pistola disparando. Yibo cayó de rodillas ante un enorme ventanal hecho de un solo cristal, aún sosteniendo el cuerpo de Xiao Zhan.

-Tardaste mucho tiempo en traicionarme -alguien vociferó-, creí que no serías tan persistente pero mírate, duraste un año. Es admirable.

Bai WiXiang se acercó a paso lento, disparó una segunda vez. El menor de los presentes consiguió hacerse a un lado y el proyectil atravesó el vidrio. Hubo tal impacto que parte del ventanal se rompió, los cristales rotos cayeron sobre los jóvenes y Yibo se colocó encima del ángel para protegerlo.

-Estudiarlo de cerca te contagió de su bondad, mi chico. ¿No lo advertí al inicio? Te dije que procuraras no contagiarte.

-Maestro, él está muriendo...

-Aún tienes el cinismo de llamarme maestro -sonrió tétrico-, este no puede morir, es eterno. Quizás aplicaste mal algo en su cuerpo y eso le causó esta reacción.

-Sea lo que sea, no creo que resista esto... -suplicó, acto seguido recibió un disparo en el hombro que lo hizo alejarse algunos milímetros de Xiao Zhan.

-Cállate, cállate. Eso solo lo decido yo.

Por mera satisfacción acribilló la pierna sana de Wang Yibo, este último se mordió el labio interior hasta sangrar para evitar llorar. El científico se carcajeó divertido.

-Eres tan pequeño e inocente, como esta cosa -apuntó la punta de su revólver al ángel, señalándolo.

Estaban atrapados. Solo el rostro de Xiao Zhan aún conservaba parte de su piel blanca, Yibo se sintió arrinconado aún más. recordó entonces todo el esfuerzo que había hecho su Zhan-ge la primera vez, se calcinó los brazos solo por ayudarlo. Había llegado esa mañana a disculparse pero ya no pudo hacer nada.

Aún era tiempo de revindicarse.

Aunque Xiao Zhan no pudiera verlo.

Tomó como pudo al ángel y lo arrastró hacia atrás. Sus manos se cortaban con los vidrios rotos, dejó un camino de sangre mientras avanzaba, hacía su mejor esfuerzo por llevar a Zhan-ge, por defenderlo.

Aquel científico solo los miraba con una expresión de extrema felicidad en su rostro. La bestia se deleitaba con el olor y miedo de sus presas intentando huir.

Yibo llegó a la orilla. Aunque leve, escuchó el sonido de las olas chocando contra las rocas. Un risco. Finalmente cayó en cuenta de que el laboratorio había sido construido en la orilla de un precipicio. Lo había olvidado por completo.

El aire húmedo de la playa entró en sus pulmones, calmándolo. Supo lo que debía hacer.

-Zhan-ge no es una cosa. Es un ser perfecto, hermoso. Y como dijo alguna vez, eso es algo que tú nunca comprenderás.

Acto seguido, se levantó cargando al ángel de color gris y saltó por la ventana.










Se había tirado por la ventana, sosteniendo a su adorado Zhan-gege. Lo amaba. Ahora lo sabía. Su maestro le había trabajado psicológicamente para confundirlo y hacerle creer que solo sentía deseo hacia él. Pero no era así. estaba enamorado, enamorado de la sonrisa e inocencia de Xiao Zhan. Recordó su primer beso, la primera vez que se tomaron de las manos, la primera cena juntos. Todo lo que pasó con él no había sido solo un producto de su imaginación.

Y luego, cuando lo engañó y lo trajo hasta aquí. No se sentía bien, su Zhan-gege lo odió en el último día.

Lloró mientras el viento generado por la velocidad de la caída se filtraba entre su cabello. Abrazó con fuerza al mayor mientras divisaba el final de su camino acercándose.

Entonces, su abrazo fue correspondido. Las suaves plumas hechas de ceniza calmaron el dolor de su corazón, se lamentó aún más y susurró:

-Perdóname...

La mano de Xiao Zhan se posó sobre su mejilla.

-Te perdono...

En aquel momento el cuerpo del ángel se desintegró. El plumaje de ceniza se disipó. Zhan entrelazó sus dedos mientras estos se deshacían. Yibo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, llegando por fin al fondo del risco.















































































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