CAPÍTULO 16
01 de Diciembre 1850.
Han pasado dos días desde el baile, y el reino seguía a la espera de una decisión que, aunque aparentemente ya había sido tomada, aún no se había concretado. Jungkook había pasado las últimas 48 horas sumido en la incertidumbre y el malestar, con una sensación cada vez más profunda de que las expectativas de su familia no coincidían con lo que él deseaba para su vida. El baile había sido un fiasco. Ninguna de las mujeres que había conocido allí le había despertado interés genuino, y aunque el respeto y la admiración por su título eran evidentes, sentía que la conexión real con ellas era inalcanzable.
Su padre, el rey, había sido claro en sus intenciones: no pensaba esperar más. Al parecer, el tiempo de su hijo ya había llegado, y la presión sobre Jungkook aumentaba a cada día que pasaba. El rey, tras una larga conversación con la reina, había decidido que lo mejor era que el príncipe se comprometiera lo antes posible, y había seleccionado a una de las solteras más influyentes de la aristocracia para presentársela oficialmente.
El nombre de la joven era Lady Eleanor Hargrove, una duquesa conocida por su elegancia, su inteligencia, y sobre todo, su estatus.
Ella había sido invitada a la corte no solo por su belleza, sino por su alianza con las casas más poderosas del reino. En sus cartas, Lady Eleanor había expresado siempre su admiración por el príncipe Jungkook, y el rey estaba convencido de que sería una unión perfecta para asegurar la estabilidad política del reino.
Cuando Jungkook se enteró de que su padre ya había tomado la decisión, no pudo evitar la oleada de frustración que lo invadió. Era la gota que colmó el vaso. Se sentó en su habitación, mirando el retrato de la joven duquesa con una expresión vacía, mientras su mente solo podía pensar en lo que realmente quería: escapar de esa vida de expectativas ajenas.
Esa misma noche, cuando su padre, la reina, y su asistente Namjoon estaban reunidos en la sala del trono discutiendo el asunto, Jungkook aprovechó un momento de distracción para salir a escondidas. Se cambió rápidamente de ropa, vistiéndose con atuendos simples y oscuros para pasar desapercibido. Su túnica de príncipe fue reemplazada por una chaqueta de cuero y pantalones oscuros, y una capa que ocultaba parcialmente su rostro. Con pasos rápidos y sigilosos, se dirigió al vestíbulo, y sin decir una palabra, abandonó el palacio.
El aire fresco de la noche lo recibió con la libertad que tanto deseaba. Dejó atrás los altos muros del castillo y se internó en las callejuelas del pueblo. Se dirigió directamente al bar, un lugar oscuro y bullicioso, alejado de la pompa de la corte. Allí, se sentó en una esquina apartada y pidió un vaso de licor fuerte, buscando en el alcohol una forma de ahogar sus pensamientos y aliviar la tensión que lo había estado atormentando.
Las horas pasaron lentamente mientras Jungkook bebía en silencio, observando a los aldeanos que reían y hablaban entre ellos, sin reconocerlo, sin saber quién era realmente. En ese momento, el príncipe sentía que podía ser simplemente un hombre más, sin el peso del reino sobre sus hombros, sin las expectativas de ser algo que no deseaba ser.
Sin embargo, esa paz momentánea pronto se vio interrumpida. Un par de hombres, claramente ebrios, comenzaron a mirarlo con desconfianza. Jungkook, acostumbrado a que todos lo trataran con respeto, no estaba preparado para la rudeza de las miradas de los aldeanos. En poco tiempo, los dos hombres se acercaron a su mesa, lanzando comentarios altisonantes.
ㅡ ¿Qué tenemos aquí? Un noble perdido en el pueblo, ¿eh? ㅡ dijo uno de ellos con una risa burlona, mientras el otro lo miraba fijamente ㅡ Seguro que tienes monedas en esos bolsillos de lujo, ¿verdad? ¿Qué tal si compartes un poco con los que realmente trabajamos?
Jungkook se mantuvo en silencio, con la mirada fija en su vaso, sin querer causar más problemas. Pero los hombres no se dieron por vencidos. Uno de ellos, más embriagado que el otro, empujó la mesa de Jungkook, derramando su bebida.
ㅡ ¡Eh, príncipe! ¿No vas a defender tu honor? ㅡ gritaron con burla, mientras comenzaban a rodearlo.
En ese momento, Jungkook sintió una oleada de impotencia y rabia. ¿Qué había hecho él para merecer esto? No era solo el desprecio de los nobles o la falta de interés de las mujeres. Ahora también había que lidiar con el desprecio de los suyos, de aquellos a los que nunca había considerado su gente. Su corazón se aceleró, y sin pensarlo, se levantó de su asiento, preparado para enfrentarse, aunque la situación no lo favoreciera.
Justo cuando parecía que las cosas se pondrían violentas, una figura misteriosa apareció de la nada. En un solo movimiento, el hombre se interpuso entre Jungkook y los aldeanos, bloqueando sus caminos. Su presencia era imponente, su rostro cubierto con una capa que dejaba ver solo sus ojos, brillando con intensidad en la penumbra del bar.
ㅡ Déjenlo ㅡ dijo el extraño con voz grave, sus palabras cortas y autoritarias. Los hombres dudaron, pero el tono de su voz era tan firme que, por un momento, vacilaron.
ㅡ ¿Y quién eres tú para mandarnos? ㅡ replicó uno de los hombres, levantando la mano como si fuera a golpear al misterioso salvador.
Antes de que pudiera hacerlo, el extraño dio un paso hacia él y, con un rápido movimiento, tomó su muñeca, girándola con fuerza. El hombre dejó caer su brazo, atónito, sin poder reaccionar ante la habilidad del misterioso salvador. El otro aldeano, al ver la rapidez con la que su compañero había sido desarmado, retrocedió, el miedo visible en sus ojos.
ㅡ Te lo diré una vez más. Déjalo ㅡ dijo el hombre, su mirada fija y penetrante.
Los dos hombres, derrotados por la inesperada intervención, murmuraron algo incomprensible antes de retirarse rápidamente del bar, dejándolo en un silencio absoluto.
Jungkook observó al extraño con una mezcla de sorpresa y gratitud, pero también con curiosidad. ¿Quién era este hombre que había intervenido con tanta destreza? ¿Por qué había hecho todo esto por él, un desconocido en ese momento?
El hombre se giró hacia él, revelando por fin una sonrisa apenas perceptible.
ㅡ Parece que no todos te reconocen, príncipe ㅡ dijo con ironía, antes de darse vuelta y caminar hacia la salida del bar, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Jungkook se quedó allí, con el corazón aún acelerado, sus pensamientos confusos. ¿Quién era ese hombre? Y más importante aún, ¿por qué sentía que su vida de alguna manera, había tomado un giro imprevisible esa noche?
Jungkook apenas pudo reaccionar ante el primer empujón. En un abrir y cerrar de ojos, varios hombres del bar, que previamente se habían reído y burlado de él, comenzaron a rodearlo. La atmósfera que antes había sido de diversión y música se tornó pesada, llena de hostilidad. Los aldeanos, visiblemente molestos, comenzaron a mostrar su desprecio hacia él, un príncipe que, a pesar de estar vestido de manera sencilla, aún llevaba consigo el peso de su estatus y su riqueza.
Los aldeanos, aunque en su mayoría hombres y mujeres humildes, ya no podían soportar la humillación. La paciencia se les había agotado, y poco a poco, el descontento fue creciendo hasta que estalló. Un grupo de ellos, liderados por un hombre mayor que había perdido a su hijo a causa de las injusticias del reino, comenzó a gritarle al príncipe, acusándolo de ser un tirano. Otros se unieron, y antes de que los soldados del príncipe pudieran llegar, los aldeanos rodearon al joven príncipe en la plaza central.
Jungkook, aunque acostumbrado a ser adulado, no comprendía la magnitud de la furia que se cernía sobre él. El príncipe, desorientado, se encontró atrapado en un círculo de miradas desafiantes y cuerpos que lo empujaban, sin que pudiera defenderse. El tono de su hablar se hizo más fuerte, pero solo provocó más gritos, y cuando los aldeanos empezaron a acercarse, su postura altiva se desmoronó por completo. Ya no era el príncipe arrogante que recorría su reino, sino un joven vulnerable rodeado por la furia de un pueblo que había sufrido durante años.
Los golpes no fueron físicos al principio, pero las palabras fueron como dagas ㅡ ¡Tienes el poder y nos tratas como si fuéramos nada! ㅡ gritaba una mujer mayor ㅡ ¡Nos has explotado durante generaciones! ¡Hoy vamos a mostrarte que no eres nada sin nosotros! ㅡ Jungkook intentó reaccionar, pero cada palabra de la multitud lo empujaba más lejos de su confianza. Estaba solo, sin sus guardias que lo protegieran, la gente lo rodeó con tal determinación que pronto se vio superado, no solo la gente del bar estaba ahí, mujeres y ancianos, también habían llegado. Rápidamente la nariz del Jungkook comenzó a sangrar.
En medio del caos, cuando todo parecía que terminaría en una humillación total para el príncipe, una figura apareció entre la multitud. En el borde de la plaza, una sombra se recortó contra la luz de la noche. Era una figura enmascarada, vestida con una capa oscura que se movía con el viento, y su presencia calmó el ambiente por un momento. Nadie sabía quién era ni de dónde había venido, pero su postura erguida y su tranquilidad ante la situación eran suficientes para hacer que los pueblerinos se detuvieran, incluso por un segundo. Ese hombre del bar que lo había salvado minutos antes, había vuelto.
La figura se desplazó rápidamente hacia el centro del tumulto, sorteando a los aldeanos con una agilidad sorprendente. No usó palabras para frenar el alboroto, sino que, con un movimiento fluido y firme, apartó a los que se acercaban al príncipe, dejándolos atrás sin esfuerzo alguno. La multitud, asombrada por la destreza de esta figura desconocida, se hizo a un lado, dándole paso.
Cuando la figura llegó hasta Jungkook, lo miró en silencio por un momento, su rostro oculto tras la máscara, pero su presencia parecía decirlo todo. Con un solo gesto, levantó al príncipe que se encontraba casi inconsciente y quien ya no tenía fuerzas para reaccionar. La facilidad con la que lo hizo fue casi sobrenatural, como si la figura misma no fuera humana, sino una fuerza de la naturaleza. Era como si la autoridad del príncipe, su poder, no tuviera ninguna influencia en ese momento.
Los aldeanos, aunque atónitos, no se atrevían a avanzar. La figura, ahora tomando a Jungkook por el brazo, comenzó a caminar con firmeza con él a punto de desvanecerse en sus brazos. No había prisa, pero cada paso parecía desarmar a los aldeanos, que lentamente se retiraban, incapaces de hacer nada. La atmósfera, que había estado cargada de ira y tensión, ahora estaba impregnada de un silencio reverente.
En un abrir y cerrar de ojos Jungkook se desmayó por la cantidad de golpes recibidos por los pueblerinos, con destreza la persona misteriosa lo cargó en su hombro, para después dedicarle una mirada a la gente que había provocado sus lesiones. Después de eso se retiró con el príncipe en su hombro, totalmente inconsciente y sangrando de nariz, boca, ceja....
Los aldeanos, aún sin comprender lo que había sucedido, permanecieron en la plaza, en silencio, mientras la sensación de miedo se desvanecía poco a poco. Lo único que sabía Jungkook era que no sabía que era peor, que su pueblo lo quisiera muerto por lo mal que los llegó a tratar en algún momento o que él quería que el pueblo realmente lo matara.
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