CAPÍTULO 15
Era la noche del gran baile, la velada en la que se decidiría el futuro de Jungkook. El palacio resplandecía con la luz dorada de los candelabros y los adornos de lujo, mientras los ecos de la música suavemente recorrían los pasillos. Los sirvientes se movían rápidamente, ultimando detalles y ajustando el último de los decorados para que todo estuviera perfecto. Había una sensación de expectativa en el aire, un murmullo que parecía recorrer las paredes del castillo, donde la aristocracia, los nobles y la realeza de distintos rincones del reino se habían reunido. Todos esperaban una ocasión memorable.
El salón principal estaba vestido con largas cortinas de terciopelo morado, los pisos de mármol brillaban bajo la luz de las velas y en el centro del gran salón se alzaba una pista de baile perfecta, rodeada por mesas decoradas con delicados arreglos florales. Los anfitriones habían planeado todo meticulosamente, como siempre, pero había algo más en el ambiente que hacía que esa noche fuera especial: la presencia de un príncipe destinado a tomar una decisión que marcaría el rumbo de su vida y, tal vez, de todo el reino.
El príncipe Jungkook estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia el jardín iluminado por las estrellas. A través de los ventanales, veía cómo los primeros invitados comenzaban a llegar. Una procesión de nobles, cortesanas, y dignatarios de tierras lejanas se dirigían hacia la entrada del castillo, algunos con caras serias y otras con sonrisas calculadas, todos intentando impresionar al joven príncipe que, de alguna manera, ya era consciente de la presión que recaía sobre sus hombros.
En ese momento, Namjoon, su leal asistente y confidente, se acercó con paso firme. A pesar de su aire calmado y su seriedad, había algo en sus ojos que reflejaba también el peso de la noche.
ㅡ Su alteza...ㅡ comenzó Namjoon con su habitual tono respetuoso ㅡ...todo está preparado. Las invitadas están comenzando a entrar, y la música está por comenzar. Los nobles de la región del norte han llegado, al igual que los embajadores de las tierras de Rivernia. ¿Está listo?
Jungkook no respondió de inmediato. Se quedó allí, mirando cómo una caravana de elegantes carruajes se estacionaba frente al castillo, mientras los sirvientes se apresuraban a recibir a los invitados. Las risas y las conversaciones se escuchaban a lo lejos, como un presagio de lo que se avecinaba.
ㅡ No estoy seguro de estar listo, Namjoon ㅡ dijo Jungkook en voz baja, más para sí mismo que para su asistente. Su tono era distinto al usual, cargado de incertidumbre ㅡ Mañana seré un hombre comprometido. Al menos eso es lo que todos esperan. Y yo... no estoy seguro de lo que quiero. Me han dicho tantas veces lo que debería hacer, lo que debo sentir... pero ahora, con todas estas mujeres frente a mí, siento que todo está fuera de mi control.
Namjoon, que ya había anticipado la inquietud de su príncipe, caminó junto a él, mirando hacia el salón de baile mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para calmarlo.
ㅡ Jungkook, lo entiendo ㅡ dijo con suavidad ㅡ El peso de ser el heredero, de tomar una decisión tan importante... pero sabes que no estás solo en esto. Hoy es solo un paso. Solo una oportunidad para conocer a las personas que podrían acompañarte en tu vida. No tienes que tomar una decisión ahora mismo.
El príncipe suspiró, sin poder despojarse de la ansiedad que lo envolvía ㅡ No es solo eso. Las mujeres que están aquí... todas son hermosas, inteligentes, y dignas. ¿Cómo puedo elegir entre ellas? ¿Qué si elijo mal? ¿Qué si termino condenando a alguien... o a mí mismo?
Namjoon sonrió con una pequeña inclinación de cabeza, el rostro reflejando la comprensión de quien había estado junto al príncipe durante años.
ㅡ Jungkook, no necesitas ver esto como una condena. No es una sentencia. Es una oportunidad para ti. Hoy, no estás eligiendo a alguien para siempre, solo estás conociendo a alguien con quien podrías compartir tu vida. Piensa en ello como un primer paso, no como un salto al vacío.
El príncipe asintió lentamente, aunque la duda seguía siendo un peso en su pecho. Finalmente, se giró hacia Namjoon, su rostro decidido a pesar de todo.
ㅡ Tienes razón. Hoy es solo el comienzo, pero... es difícil no sentir que todo esto cambiará mi vida para siempre.
Namjoon lo miró con respeto y simpatía, reconociendo la carga que su amigo llevaba ㅡ Lo sé, su alteza. Pero confío en que tomarás la mejor decisión para ti. Ahora, si me lo permite, debería asegurarse de estar preparado para la llegada de la corte. Hay mucho por hacer antes de que el baile comience.
Jungkook asintió una vez más y, con un último vistazo al jardín que lo había visto crecer, se giró para ir al salón de baile, donde lo esperaba un mar de caras elegantes, vestidos brillantes y la música que ya comenzaba a sonar en el aire.
A medida que los primeros compases de la música se alzaban, los invitados comenzaban a llenar la pista de baile, y las mujeres que buscaban captar la atención del príncipe se presentaban ante él con sonrisas calculadas, gestos suaves y elegancia perfecta. A lo lejos, la figura de las reinas y duquesas que dominaban el salón podía verse claramente, mientras se aseguraban de que la noche fuera un éxito, no solo para ellos, sino también para el futuro de sus hijas.
Jungkook se encontraba rodeado, pero a pesar de la multitud, se sentía más solo que nunca. Algunas mujeres se acercaron, pero él las observaba con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Cada una de ellas se presentaba con una sonrisa, pero sus ojos, aunque llenos de belleza y gracia, tenían la misma presión: un deseo insaciable de ser la elegida.
De repente, un murmullo recorrió la sala. La música se detuvo momentáneamente mientras una nueva invitada entraba. Era una mujer con una mirada intensa, su porte elegante y su vestido color esmeralda reflejando las luces del candelabro. Jungkook la observó por un momento, sus ojos atrayéndose hacia ella sin poder evitarlo. Había algo diferente en su presencia, algo que rompía con el molde de lo que había esperado. La mujer caminó hacia él con una suavidad que parecía desafiar el aire cargado de la noche.
ㅡ Su alteza, es un honor estar aquí esta nocheㅡ dijo ella con una voz suave, pero firme. Jungkook la miró con una curiosidad creciente, sin saber aún qué pensar.
ㅡ El honor es mío ㅡ respondió él, intentando controlar el nerviosismo que lo embargaba. Aunque su respuesta era cortés, no podía dejar de preguntarse si esa mujer, entre todas las demás, podría ser la que cambiara su destino.
El baile continuó, pero para Jungkook, el verdadero desafío apenas comenzaba.
La noche avanzaba en un vaivén de risas, música y pasos de baile perfectamente sincronizados. Jungkook, vestido con su elegante traje de gala, se movía por la pista de baile, llevando de la mano a varias de las jóvenes aristócratas que se habían acercado a él, cada una con una sonrisa forzada, pero marcada por la clara intención de ganar su favor. Los trajes de las mujeres brillaban bajo la luz de los candelabros, con los colores más ricos y los bordados más exquisitos, pero sus ojos, aunque hermosos, parecían vacíos de genuino interés. Eran todas iguales, como piezas de un tablero de ajedrez, movidas por la misma ambición, la misma esperanza: ser la elegida por el príncipe, no por quién era, sino por lo que representaba.
Cada una de ellas lo miraba con una mezcla de adoración y respeto, sus gestos pulidos y sus palabras siempre medidas, temerosas de parecer demasiado atrevidas, pero sin duda pensadas para agradarle. Sus risas eran suaves, casi inofensivas, y sus conversaciones, siempre corteses, giraban únicamente en torno a lo que el príncipe esperaba escuchar: elogios a su realeza, al reino próspero que gobernaba su padre, y a la fortuna que él algún día heredaría.
Jungkook, mientras la música lo envolvía, sentía una incomodidad creciente. Cada paso de baile era más pesado que el anterior, como si cada movimiento lo alejara más de sí mismo. Las mujeres eran agradables, sí, pero no lo tocaban en lo más profundo, no despertaban en él nada más allá de una vaga sensación de aburrimiento. Le hablaban de sus intereses, pero él sabía que todo era superficial. Había algo en sus miradas, una falta de verdadera conexión, que lo hacía sentir aislado, aún rodeado de tantos.
Era como si todas hubieran sido entrenadas para ser sumisas y admirar su riqueza, como si la idea de ser parte de su vida fuera solo un privilegio al alcance de unas pocas. No veía pasión en sus ojos, ni una chispa de individualidad. Solo veían un futuro cómodo y lleno de lujos, y no había nada en ese trato que le pareciera genuino.
Después de otro baile, cuando las mujeres se dispersaron para dar paso a nuevos compañeros de baile, Jungkook, incapaz de soportar más la frialdad de la noche, decidió retirarse. Con un saludo cortés a las personas cercanas, se alejó de la pista, sintiendo que la opulencia que lo rodeaba se le pegaba a la piel como una capa pesada e incómoda. Subió rápidamente por las escaleras, buscando refugio en su habitación.
Se encerró con un suspiro profundo, dejando que la puerta se cerrara detrás de él con un ruido sordo. Recargado contra la madera de la puerta, cerró los ojos por un momento, buscando alivio en la quietud de la oscuridad. El pesado ruido del baile y la música se desvanecieron en el pasillo. Finalmente, se permitió exhalar, su cuerpo tenso por la presión que había sentido durante toda la velada.
Pero antes de que pudiera relajarse completamente, escuchó el sonido suave de unos pasos acercándose. La puerta de su habitación se abrió sin previo aviso, y ahí estaba su madre, la Reina, con una mirada preocupada en su rostro.
ㅡ Jungkook ㅡ dijo ella con voz suave, pero con una autoridad que solo una madre podía tener. ㅡ ¿Qué haces aquí? El baile apenas ha comenzado. Todos te esperan.
Jungkook se giró hacia ella, sintiendo que las palabras se atoraban en su garganta. Sabía que su madre lo había seguido, y aunque quería contarle lo que sentía, había algo en su mirada que le daba la sensación de que ella ya lo sabía todo. Solo necesitaba escucharlo de su boca.
ㅡ Es todo falso, madre ㅡ dijo él finalmente, su voz cargada de frustración ㅡ...todo este espectáculo... estas mujeres... me tratan como si fuera un trofeo, como si mi valor estuviera en lo que tengo y no en quién soy. Nadie parece interesarse en mí, solo en mi dinero, en mi título. No puedo soportarlo más.
La Reina lo observó en silencio por un momento, sus ojos se suavizaron, pero había una sabiduría en ellos que Jungkook apenas podía comprender. Se acercó lentamente a su hijo y, con una calma que parecía contrastar con el caos que él sentía en su interior, le colocó una mano en el hombro.
ㅡ Jungkook, lo entiendo ㅡ dijo con ternura ㅡ...sé que es difícil para ti. Pero también sé que este es el camino que debes recorrer. Yo también pasé por esto, por lo que estás sintiendo. El matrimonio no es algo que se elige solo por el corazón, no siempre. A veces, lo que importa es la familia, el reino. Tu padre y yo... nosotros fuimos un matrimonio arreglado, ¿recuerdas? Un matrimonio que no comenzó con amor, pero que con el tiempo encontró su propio equilibrio. Funciona, hijo, aunque no siempre lo entiendas.
Jungkook la miró, un nudo formándose en su garganta ㅡ No quiero que mi vida sea así, madre. No quiero vivir una mentira. No quiero que alguien se acerque a mí solo por lo que soy o lo que represento. Quiero que alguien me mire... y vea algo más. Quiero ser amado por mí mismo, no por lo que puedo dar. ¿Es eso demasiado pedir?
La Reina lo miró por un largo rato, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y comprensión ㅡ No, Jungkook, no es demasiado pedir. Pero la vida no siempre es como queremos que sea. No puedes esperar que todo se alinee a tu voluntad, pero eso no significa que no haya un lugar para el amor verdadero. Yo, por ejemplo, encontré algo en tu padre que fue más allá de lo que pensaba. Quizá no fue amor a primera vista, pero con el tiempo... descubrí que se puede construir una relación, incluso cuando comienza de la manera menos esperada.
Jungkook frunció el ceño, sin estar del todo convencido ㅡ Pero, ¿y si no funciona? ¿Y si todo esto es solo una farsa?
Su madre suspiró y se acercó a él, dándole un abrazo breve pero reconfortante ㅡ Nadie puede garantizar el futuro, Jungkook. Lo único que puedes hacer es seguir adelante, con valentía. Tienes un futuro brillante frente a ti, un futuro que te pertenece. No dejes que las apariencias nublen tu juicio. Si alguna vez encuentras a alguien que vea más allá de tu título, más allá de tu dinero... entonces sabrás que ha valido la pena.
Jungkook la miró, algo de consuelo en sus palabras, pero el nudo en su pecho seguía ahí. Se sentó en el borde de su cama, mirando hacia la ventana, donde la luz del baile seguía iluminando el castillo. Fuera de ese espacio, en el vasto mundo, él sabía que su vida estaba a punto de cambiar irrevocablemente. Pero aún no sabía si estaba preparado para esa verdad.
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