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CAPÍTULO 13

En el año 1840, el reino de Avalon vivía una época de relativa paz, aunque las amenazas no siempre eran visibles. Los rumores de una criatura mítica, un dragón, comenzaron a circular por las aldeas cercanas a las Cordilleras del Dragón, una vasta cadena montañosa al oeste del reino. Los relatos hablaban de desapariciones misteriosas de ganado y de ruidos extraños provenientes de las montañas, y algunos valientes cazadores aseguraban haber visto una sombra gigantesca al amanecer, justo antes de que el sol saliera tras las cumbres nevadas.

El rey, un hombre decidido y de carácter fuerte, preocupado por los informes que llegaban de los pueblos cercanos, convocó a sus consejeros y, junto con sus mejores caballeros, decidió tomar medidas. Sabía que un dragón en las montañas podría significar una amenaza para su reino. Aunque sus consejeros más prudentes le recomendaron esperar y estudiar más a fondo el fenómeno, el rey, impaciente, decidió actuar rápidamente y organizar una expedición para cazar o eliminar a la criatura antes de que pudiera causar más estragos.

Con una fuerza militar bien entrenada, el rey y sus caballeros marcharon hacia las Cordilleras del Dragón. El viaje fue arduo, ya que las montañas eran traicioneras y el clima se volvía cada vez más severo. Sin embargo, la determinación del rey y su deseo de proteger su reino los empujaron hacia adelante, a pesar de los obstáculos.

Tras varios días de marcha, llegaron a la base de la cordillera. El terreno era escarpado y difícil de atravesar, pero las huellas del dragón eran claras. Árboles carbonizados, rocas astilladas y signos de destrucción indicaban que la criatura había estado rondando la zona. Al llegar a una cueva cercana, encontraron un nido. Al principio, parecía vacío, pero al acercarse, descubrieron lo que parecían ser varias crías de dragón, pequeñas y vulnerables, descansando en el interior.

En ese momento, algunos de los caballeros, temerosos de que el dragón adulto pudiera regresar para proteger a sus crías, comenzaron a debatir sobre qué hacer. El rey, cegado por la urgencia y la idea de eliminar cualquier amenaza futura, ordenó a sus hombres que destruyeran a las crías. Algunos de los caballeros, reacios pero obedientes, comenzaron a ejecutar la orden. El sacrificio de las pequeñas criaturas se realizó rápidamente, y el silencio que siguió a la matanza fue perturbador.

Pero el rey no había considerado las consecuencias de sus acciones. La madre dragón, al percatarse de la matanza, irrumpió en la cueva en un arranque de furia incontrolable. Su tamaño colosal, su furia y su poder resultaron abrumadores. El rugido del dragón resonó por las montañas, y en un abrir y cerrar de ojos, comenzó a atacar con una violencia ciega, destruyendo todo a su paso.

Los caballeros lucharon con valentía, pero la criatura era demasiado poderosa. Las espadas de los hombres chocaban contra las escamas del dragón, pero no lograban herirlo, y su aliento de fuego abrasaba todo lo que tocaba. En poco tiempo, el grupo se vio superado. El rey, herido y atónito por la magnitud de la fuerza del dragón, intentó organizar la retirada, pero la batalla estaba perdida. La furia de la bestia parecía interminable.

Con la ayuda de algunos caballeros leales, el rey fue arrastrado fuera de la cueva, gravemente herido, mientras el dragón continuaba destruyendo todo a su alrededor. Al final, apenas unos pocos de los soldados sobrevivieron al ataque. Los que pudieron escapar regresaron al castillo con la noticia de la derrota. El dragón había demostrado ser mucho más temible de lo que cualquiera hubiera imaginado.

Con la partida de los sobrevivientes, el rey regresó al castillo con el peso de la derrota sobre sus hombros. La noticia de la masacre en las Cordilleras del Dragón se extendió rápidamente por todo el reino, y la gente comenzó a temer aún más a la bestia. El dragón, ahora furioso por la muerte de sus crías, comenzó a atacar más frecuentemente, y las aldeas cercanas fueron las primeras en sufrir las consecuencias.

El dragón, desbordado por la rabia, comenzó a arrasar los pueblos, utilizando su aliento de fuego para destruir casas, cultivos y vidas. Los pueblos cercanos a las montañas fueron los primeros en caer, y pronto las llamas comenzaron a extenderse hacia las tierras más bajas. Las aldeas fueron evacuadas, y los habitantes huyeron aterrados hacia otras regiones del reino, buscando refugio en ciudades más alejadas.

A medida que el dragón avanzaba, la gente de Avalon se vio obligada a abandonar sus hogares. El antiguo reino, una vez próspero y lleno de vida, se convirtió en una tierra desolada, marcada por las cicatrices de los ataques del dragón. Las aldeas fueron abandonadas, las casas reducidas a escombros, y los campos de cultivo, antes ricos en alimentos, ahora se encontraban en ruinas. Lo que había sido un lugar lleno de historia y tradición, ahora era un desierto inhóspito, incapaz de sustentar a aquellos que alguna vez lo llamaron hogar.

El rey, devastado por lo ocurrido y con su poder erosionado, vio cómo su reino caía lentamente. Los sobrevivientes del reino se establecieron en nuevas tierras, lejos de la furia del dragón, y las viejas fronteras del reino fueron olvidadas. El castillo de Avalon, que una vez fue un símbolo de poder, ahora era solo una ruina, y las antiguas tierras del reino permanecían vacías, destruidas por la ira de una criatura mítica.

Todo el reino se movió a otra localización para evitar que el dragón volviera a molestar, al parecer esto no estaba funcionando

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En el año 1850, Taehyung, un caballero del reino de Avalon, se encontraba a menudo sumido en sus pensamientos mientras paseaba por los pasillos del castillo, alejado de las reuniones y las disputas entre los nobles. A pesar de ser un hombre de honor, conocido por su destreza en el campo de batalla y su lealtad al rey, Taehyung tenía algo que muchos de los demás caballeros no compartían, una mente inquieta y un corazón que no se sentía completamente en sintonía con el tiempo en el que vivía.

Cada noche, después de las duras jornadas de entrenamiento y las comisiones reales, Taehyung retiraba un pequeño cuaderno de cuero gastado, su única posesión que lo conectaba con el mundo más allá de las montañas del reino. En su interior, con una caligrafía precisa y algo melancólica, anotaba sus pensamientos, sus observaciones y las reflexiones que, si bien podrían parecer intrascendentes para otros, eran su única forma de lidiar con la confusión que sentía sobre su entorno.

"28 de noviembre, 1850.

Hoy, como en tantos otros días, me encuentro atrapado en este ciclo sin fin. La vida de caballero parece haber comenzado a desvanecerse ante mis ojos, transformándose en una rutina que no me satisface. Cada día me levanto, entreno, lucho y sirvo a un rey que no entiende mi malestar. La lealtad a la corona es una carga pesada cuando la nobleza está más interesada en su propio poder que en el bienestar de aquellos que luchan por ellos.

Lo que más me atormenta es la comida. ¿Cómo puedo seguir soportando estos festines de carne pesada, sopas insípidas y pan rancio? A veces me pregunto si mi estómago se acostumbrará alguna vez, si mi cuerpo aprenderá a aceptar esta comida que siento como si fuera una burla a mis sentidos. No importa cuántas veces lo repita: nada me parece tan desagradable como esos guisos de caza, que siempre parecen mezclarse con una grasa insostenible que empalaga la lengua y deja un regusto amargo. Algunos de mis compañeros caballeros lo disfrutan, pero no yo. Quizás sea mi extraño apego a sabores más... modernos, aunque aquí, en este tiempo, no se entienda mucho de lo que eso significa.

A veces, en medio de la comida y las celebraciones en el salón real, me encuentro mirando a través de la ventana, al cielo despejado, preguntándome cómo habría sido mi vida si no hubiera caído en esta época. Si mis conocimientos del futuro pudieran ayudarme a escapar de esta trampa. ¿Será posible alguna vez regresar? O, ¿es que he quedado atrapado aquí por alguna razón más allá de mi comprensión?

Los días se alargan en monotonía, pero me esfuerzo por mantenerme fuerte. A pesar de mi creciente desilusión con esta vida, hay momentos en que la espada en mi mano me recuerda quién soy y por qué estoy aquí. A veces, bajo el brillo de la luna en el campo de batalla, me siento libre. Pero esa libertad es efímera, como la luz de una vela a punto de apagarse. Soy un caballero, sí, pero mi alma grita por algo más."

Taehyung cerró la libreta con una sensación de incomodidad. Escribir no era una actividad que le viniera naturalmente, pero lo necesitaba. Necesitaba sacar esas palabras de su mente, necesitaba liberarse de las cadenas invisibles que lo mantenían atado a este tiempo tan lejano a su realidad.

A lo largo de los dias, había aprendido a adaptarse a la vida en el castillo, aunque su mente siempre divagaba hacia otros horizontes. Nadie sabía de su verdadero origen, ni de los conocimientos que poseía. Su corazón latía al ritmo de un tiempo que ya no existía, y aunque su vida como caballero era llena de honor y respeto, a menudo sentía que su verdadero lugar no estaba aquí, en este reino medieval, sino en algún futuro aún por descubrir.

A veces, en las noches más solitarias, Taehyung cerraba los ojos y soñaba con el futuro que conocía, un lugar de avances tecnológicos, ciudades llenas de luces y maravillas. No obstante, al abrir los ojos y ver las antiguas paredes de piedra del castillo, un sentimiento de impotencia se apoderaba de él. Los caballeros que lo rodeaban no tenían idea de lo que él sabía. Vivían en un mundo primitivo y desconocido, y él, Taehyung, estaba atrapado en medio de todo eso. Sin embargo, la nobleza del reino no era el problema, ni los entrenamientos implacables. El problema era que, en su interior, sentía que estaba destinado a algo más grande, algo más allá de las espadas y las batallas.

ㅡ Quizás haya algo más aquí, más allá de los campos de batalla y las intrigas del palacio ㅡ escribió una noche ㅡ...quizás la verdadera misión sea encontrar la forma de salir de esta época y regresar al futuro. O quizás, simplemente, es que debo aprender a encontrar la paz en el caos.

Taehyung cerró la libreta y la colocó sobre la mesa. En el profundo silencio de la noche, el eco de sus pensamientos llenaba la habitación, mientras las luces del castillo parpadeaban a lo lejos, tal vez tan distantes como el futuro al que pertenecía.

Taehyung dejó la libreta sobre la mesa de madera, respirando profundamente, como si al ponerla de nuevo en su lugar también pudiera liberar sus pensamientos, aunque sabía que la paz era efímera. A lo lejos, el viento soplaba a través de las rendijas del castillo, trayendo consigo el crujido de las antiguas vigas de madera. La penumbra de la habitación era un lugar familiar para él, un espacio donde sus pensamientos se arremolinaban como una tormenta interna, pero también donde sentía que podía encontrar un respiro, lejos de la realidad que lo rodeaba.

Mientras observaba la última página de su libreta cerrada, un destello de algo en el escritorio llamó su atención. Entre las páginas, había un trozo de papel doblado, cuidadosamente dejado sobre la superficie. Taehyung frunció el ceño, sintiendo una ligera inquietud. No había sido él quien lo había colocado allí.

Desdobló el papel con curiosidad, y cuando leyó las palabras escritas en él, el extraño nudo en su estómago se apretó más. La caligrafía no era desconocida, y el mensaje era claro:

"Nos vemos en el bosque a las 8, plebeyo americano"

Era de Jungkook.





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Llegó mi momento de escribir cosas taekook.

Podría llorar de emoción, se vieneeeeeeee. Pujaaaa ya vieneeeeee.

Tengan buen día ✨ Fer.

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