Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•CAPÍTULO 5•

____________________________

THE BLACK SISTERS³
AVADA KEDAVRA
V. Viejos amigos.
___________________________

—Buenos días —saludó Andrómeda a su colega —¿Qué tal el día? ¿Han habido muchos ingresos nuevos?

—Buenos días, sanadora Black—respondió —, la verdad es que no tanto, ahora justamente llegó un hombre con una cortada en la pierna izquierda, ¿quieres que lo termine de ver o lo atenderás tú? No tengo inconveniente en quedarme un rato más para dejarlo listo mientras tú lees los expedientes.

—Oh, no. Debes de estar cansada. Puedo ponerme al corriente después de atender al hombre que mencionas —comentó mientras se colocaba la cofia y el uniforme.

—Pues es bastante joven y guapo —mencionó la sanadora —ten su ficha es esta, hay que suturar, tiene una historia algo extraña, señaló que venía de un viaje y que tuvo una caída en unos roqueríos.

Andrómeda frunció el ceño y negó con la cabeza, amarró su delantal y tomó la carpeta del paciente, sintiendo un vuelco en el estómago al leer el nombre del aludido. Sin despedirse de su compañera se dirigió de inmediato a la sala donde se suponía que debía estar esperando atención.

Le reconoció de inmediato.

Divisó sus facciones y su tez clara, todavía mantenía su cabello ondeado algo largo. Tenía la vista fija en el techo, por lo que no la vio ingresar a la sala donde se encontraba tendido en la camilla.

—Aiden Parkinson, pero qué ingrata sorpresa —saludó la bruja con un susurro melancólico.

El mago se incorporó en la camilla y su expresión se hizo un poema. No recordaba que ella trabajaba allí cuando llegó a San Mungo, hace tiempo que intentaba de que Andrómeda no estuviera constantemente en sus pensamientos.

Por ende, fue realmente una sorpresa verla allí frente a él. Se quedó en silencio durante unos instantes, contemplándola.

—¿Acaso no me saludarás? —preguntó con una sonrisa cálida.

—Andy, no esperaba encontrarte aquí —respondió luego de unos minutos, correspondiendo a la sonrisa—, de verdad es una sorpresa, una grata sorpresa.

La hubiese abrazado, pero se intimidó al percibir la presencia de otras sanadoras en las camas contiguas a las de él; además, la pierna le dolía bastante y le habían indicado no moverla.

—Creo que la sorpresa fue mía al leer este archivo y notar que mi amigo se encontraba aquí, malherido— comentó analizando su pierna.

Aiden sonrió de medio lado, tragando saliva.

—¿Me contarás qué pasó?—le increpó levantando una ceja —Debo suturarlo, mientras lo hago podrías contarme qué es lo que haces en Londres, no tenía idea de que estuvieses por aquí, te hacía en Alemania.

Había algo en la expresión del mago qué intrigaba a la bruja, había pasado bastante tiempo desde la última vez que habían compartido, él estaba cambiado, crecido o vivido experiencias que al parecer habían curtido su alma.

Ella también había vivido cosas durante el tiempo en que su amigo estuvo lejos. Solamente que no era el sitio indicado para conversarlas, no delante de todas esas personas.

Fue por los implementos, pociones y ungüentos que necesitaba. Acercó un taburete a la camilla y se colocó los guantes.

—Pues vine de Alemania porque tenía que sacar dinero de Gringotts —mencionó —, no es que tenga mucho que hacer aquí. Al llegar aquí quise dar un paseo por la bahía y pues caminé por las rocas de una forma algo descuidada.

—¿Y?

—Pues el oleaje estaba algo intenso, quise apartarme y tropecé, era mi pierna o mi cabeza. Mi instinto de supervivencia todavía funciona al parecer.

—Oh, osea que estuviste a punto de llegar a la morgue.

—Exacto—concluyó el mago—, no recordaba lo ácida que podías llegar a ser.

—Pues aunque no lo quiera, tengo en mi interior sangre Black. Hay cosas que no se pueden evitar ¿no crees? Además, la vida suele ser una perra y hace que te vuelvas más dura, asumo que también te habrás dado cuenta.

Hubo un silencio momentáneo.

—Creo que sí. Me he percatado.

Andrómeda le echó una mirada rápida y cogió el frasco con la poción anestésica, luego cogió una aguja e hilo estéril para suturar la herida que tenía en el muslo.

—Voy a comenzar, así que ponte cómodo.

—Jamás pensé que encontrarías formas nuevas para torturarme, Andy.

Siempre había existido complicidad entre ellos, pero hacía mucho que estaban separados. Aiden le confesó sus sentimientos hacia ella antes de que huyera de casa años atrás, después les facilitó un lugar seguro para mantenerse unos meses hasta que compraron la casa y botica en Escocia, él se fue al extranjero y si bien se comunicaban por cartas, no era suficiente como para saber en profundidad lo que sucedía en la vida del contrario.

—Pues hay que evolucionar, ya no estamos en la escuela. Ha pasado mucha agua bajo el puente como dicen los muggles —acotó levantando las cejas.

—Cuéntame ¿Cómo está Ted? —le preguntó con interés.

—Se encuentra muy bien, actualmente está trabajando como fabricante de escobas deportivas en una tienda en el Callejón Diagon—expresó —. Fue su sueño desde niño, antes de participar del ejército.

—¿Y Dora?

—Creciendo, imaginando y causando mucho revuelo con sus ideas y caprichos. Está es aquella agotadora edad.

El mago suspiró y asintió complacido por saber que la familia de Andrómeda estuviese bien y feliz, uniéndose cada vez más y trabajando en oficios dentro del mundo mágico.

—Estás listo. Al menos no chillaste como una gallina de campo.

El aludido sacó sus piernas de la camilla para mover la pierna suturada, la flexionó con cuidado y después se colocó de pie, quedando varios centímetros por sobre Andrómeda.

—Debes tomar esta poción para ayudar a la cicatrización y que esta no se adhiera a tus ligamentos.

El hombre tomó el frasco y luego de eso sonrió.

—¿Te callarás un momento para que pueda saludarte apropiadamente? ¿O seguirás dando ordenes como una histérica?

Andrómeda dejó de lado su instrumental médico, Aiden la estrechó entre sus brazos con fuerza debido a que realmente la había extrañado mucho, a pesar de todas las vivencias incurridas en Alemania, Andy siempre había sido su mejor amiga, su confidente y una compañera con la que podía contar en cualquier momento; pudo sentir la calidez de su cuerpo y el aroma suave de su cabello.

—¿Dónde estás quedándote? Podrías ir conmigo y quedarte el tiempo que necesites pasar aquí antes de volver al trabajo.

—No es necesario. Me quedo en un hotel, no quiero ser una molestia en tu casa o generar incomodidad con tu familia.

—¿Molestia? Eres parte de la familia, eres el padrino de Dora.

Pudo ver la expresión dubitativa de su amigo, pero tendría que aceptar al menos alguna de sus atenciones.

—Mira, quizás no quieres perder la independencia de un aventurero quedándose en cuartos de hotel y lo que eso implica —bromeó con picardía—, tengo turno nocturno ahora, estoy recién llegando. Pero tu alta tendrá lugar cuando esté saliendo de aquí y podrías ir a comer a casa para ese entonces ¿qué dices? —ofreció con la expresión adorable.

—Creo que no puedo decirte que no. Jamás he podido hacerlo— manifestó Aiden con una sonrisa melancólica.

—Entonces aprovecha de dormir ¿o acaso tienes hambre? Puedo pedir que te traigan algo para que te sirvas antes de dormir.

—Estoy bien, creo que intentaré descansar un poco.

—Nos vemos por la mañana, Aiden.

Andrómeda tomó los implementos y con un movimiento de varita los hizo levitar hasta los estantes, caminando hacia otras camillas con pacientes que necesitaban que ajustaran las dosis de las medicinas, realizaran una curación o cambiaran las vendas de alguna herida.

Ver a Aiden sí que había sido una sorpresa.

Una grata sorpresa.

*

A la mañana siguiente, ambos magos aparecieron afuera de la botica mágica que era propiedad de Andrómeda. Los rayos del sol apenas eran visibles entre la bruma matutina, estaba haciendo frío y las tierras altas solían tener una temperatura aún más baja y lluviosa que el resto del Reino Unido.

—Me alegro que todavía tengas la botica—comentó Aiden —, sin duda fue tu sueño hecho realidad.

—Por supuesto, puedo seguir ayudando a las personas que viven por acá cerca cuando necesiten que alguien les oriente en temas de medicina, además pude darle trabajo a alguien para que la atendiera. Es algo mío, propio.

—¿Cuando Dora crezca tendrá que atenderla de forma gratuita?

—Oh, no. Ella podrá hacer con su vida lo que le venga en gana cuando sea mayor. No tiene porqué vender los frascos con hierbas y artilugios mágicos de la loca de su madre.

—Me alegro de que porfin estés asumiendo de que te encuentras completamente loca.

Andrómeda lo condujo a través del camino de gravilla que conducía al pórtico de la casa de la joven. El mago pudo notar el orgullo que sentía su amiga de haber podido tener aquellos bienes por su cuenta, sin tener que haber recurrido al dinero de su familia ni nada por el estilo.

—Entra —dijo tras quitar los hechizos de protección correspondientes —, debes estar hambriento. Estás en tu casa.

Andrómeda colgó sus cosas en el perchero junto a la puerta y rápidamente entró al cuarto de baño para lavarse las manos.

—Cariño, llegue. Adivina a quién he traído conmigo —habló unos tonos más altos con su voz, haciéndole saber a Ted que se encontraba en casa —Baja ¿Estás con Dora?

Edward bajó lentamente las escaleras con la finalidad de no hacer tanto ruido. Fijó su vista en Aiden y le saludó contento, acercándose a darle la mano. Ted no era particularmente su amigo, pero estaría siempre agradecido por todo lo que había ayudado a Andrómeda cuando huyó de casa para hacer que se reuniera con él.

—¡Cuánto tiempo ha pasado, Aiden! Es muy bueno verte—Se dieron un abrazo apretado y cordial —, luces bien—acotó.

—Bueno, lo encontré en el hospital—declaró Andrómeda —. No sé qué tan bien luzca, además creo que está mucho más viejo.

Aiden le echó una mala mirada, mientras observaba la pared con las fotografías que asumía qué su amiga había tomado durante el transcurso del tiempo en que se instaló en Escocia.

—Tienen una casa muy acogedora, es muy bonita. Sin mencionar los paisajes que la rodean, saliste ganando tras salir de la posilga donde vivían tus padres—dijo refiriéndose a la mansión Black— ¿y el trabajo, Ted?

—Muy movido, no pensé que me convertiría en un fabricante de escobas. Hablando de eso, creo que tendré que dejarlos cariño, debo irme a trabajar —señaló acercándose a su esposa y dejar un beso tierno sobre sus labios.

—Dime que desayunaste, o no te dejaré salir de aquí.

—Sí, quedó pan horneado para que coman algo. Dora está durmiendo tranquilamente arriba, podrán conversar y ponerse al día sobre lo que ha pasado con sus vidas —murmuró —. Ha sido un gusto verte, Aiden—Ted salió dejándoles a solas.

De pronto el aludido se sintió abrumado debido a la hermosa vida familiar que su mejor amiga había conseguido entablar.

—Te sugiero que compartas con tu ahijada en cuanto despierte, no querrás tener que cargarla mientras chilla como una mandrágora —dijo sonriendo al momento en que la chica traía a la mesa algunos bollos, caramelos y menjunjes para acompañar las masas, además de dos tazas de café humeantes.

Hubo un silencio entre ellos y él negó con la cabeza al notar que estaba mirando a Andrómeda de forma poco adecuada.

—¿Qué? —preguntó ella con inquietud.

—Nada, sólo veía lo mucho que has cambiado.

—¿Y eso? No digas mentiras, debo estar igual, a lo más con algunas ojeras.

—No, estás linda. Mucho más linda de lo que te recordaba.

La bruja pudo notar cómo sus mejillas se prendían de calor. Hace mucho tiempo atrás, él le había confesado sus sentimientos hacia ella, sin embargo pensaba que era algo que se había extinguido con el pasar de los años.

—No lo creo...

—No te abrumes, quiero decir que veo que has crecido mucho, para bien. Estás... como decirlo, realizada. Te has realizado en distintos aspectos y eso me hace feliz, me pone muy contento de que estés logrando lo que siempre quisiste. Me pone nostálgico pensar en el pasado, en lo cercanos que éramos, el tiempo que pasamos juntos y...

Aiden prefirió mantenerse en silencio.

Lo que pudo haber sido no existía.

Porque si bien, él había amado a Andrómeda siempre, ella no correspondía a sus sentimientos, por lo que esa posibilidad sólo existía en su cabeza, en sus ideas y en sus fantasías.

—¿Y?

—En lo que compartíamos, extraño cuando no existían los problemas ni las preocupaciones.

Tras tomar el café, ambos magos salieron  a sentarse al pórtico, el sol estaba calentando un poco más, por lo que pudieron contemplar el clima cálido de aquella particular mañana.

—Supe que murió tu madre, no te mandé mis condolencias, no creí que fuera necesario.

La muchacha asintió e intentó contener la risa que ese comentario le hacía. No tenía ninguna tristeza por el hecho de que ella ya no existiera.

—Pues el infierno de vez en cuando debe reclamar algún alma maligna para volver al fuego eterno —concluyó.

—Además he visto a tu hermana en los periódicos.

—¿A cuál? ¿A la que es dueña de casi la mitad del sureste de Inglaterra o la loca maniática en prisión?—se burló nuevamente.

—Debo admitir que Cissy se ve muy adorable con su barriga de embarazo.

Andrómeda suspiró, su familia sí que daba qué hablar.

—Pues Narcissa se ha puesto en campaña para agrandar la familia, hemos ido desapareciendo como por selección natural; Regulus, la loca de mi tía Walburga, ahora Druella. Es como si quisiera que más estrellas pusieran sus nombres en nuestras semillas.

Nuevamente hubo un silencio y ella frunció el ceño mirando a Aiden.

—¿Te sucedió algo?

—He sido padre, tuve una hija.

Andrómeda sintió felicidad y sorpresa al mismo tiempo y su rostro lo reflejó evidentemente.

—¡No te creo! ¿Por qué no me lo habías dicho antes? ¿Con quién? ¡Tampoco dijiste que tenías novia!

Él tragó saliva y ella entendió un poco de lo que sucedía. Probablemente ellos no eran novios y no estaban juntos cuando sucedió.

—¿Cómo se llama?

Frunció los labios y la observó con algo de vergüenza.

—Se llama Andy Rose. Tiene un año.

—Es un bello nombre —recalcó ella, acariciando la mano de su amigo—, ¿dónde está?

—En Alemania, con su madre. He venido a Londres porque quería sacar dinero para poder enviarle, pretendo viajar un tiempo.

—¿Y tú empleo?

—Viajaré por mi empleo, a eso me refiero. Debo ir a Rumania al Santuario que se halla allí.

—¿Y su madre? ¿Ella trabaja contigo?

—No, ella no necesita trabajar para nada. Su familia es como la tuya, pero en Alemania —comentó.

Andrómeda se percató de que él se sentía avergonzado. No entendía el porqué.

No obstante, ella se sentía bien por él, de que estuviera tomando sentido su vida, teniendo en cuenta de que él también se había alejado de su familia.

Le alegraba que él estuviera formando su camino.

—¿Tu hija te hace feliz, Aiden?

Él la recordó.

—Es la bebé más hermosa que haya visto, es preciosa.

—Me hace feliz que haya algo que te haga muy feliz a tí —señaló.

Andrómeda apoyó su cabeza en el hombro de su amigo.

Él correspondió, realmente tener a Andy Rose le hacia feliz.

Sólo que hubiese preferido haberla tenido con Andrómeda y tener una familia con ella.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro