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EXTRA 3

Los gemelos decidieron que era hora de nacer cuando sus padres estaban trabajando en otra cosa. Pero debo agradecer que nacieron sanos y fuertes; que mi parto, aunque doloroso, fue muy especial.

Aparte de que el parto no tuvo ninguna complicación, los bebés son los niños más hermosos que he podido ver, son tan iguales a los trillizos.

La estadía en el hospital fue corta porque todo estaba bien y no había necesidad de estar allí. Así es como llevo una semana en casa con toda la familia reunida.

Alan no ha asistido a la empresa y mis trillizos no se han despegado de mí y los gemelos.

—Mami, son muy pequeños —menciona Aria mientras acaricia la mejilla de San.

—Tu era mucho más pequeña —sonrió al recordar.

—Parecías una ratica —le dice Alan y todos reímos al instante menos ella.

—¡Oh! Papá. Las ratas son feas —dice.

—Pero tú eres hermosa, en lo único que te parecías a ellas era en el tamaño —le explica él.

—Aria es muy hermosa, por eso Oliver se enamoró de ella —habla Ian.

—Lástima que no podrá tener novio hasta que tenga cincuenta años —menciona Kai.

—Mentira. Nuestra madre tuvo novio a los quince años —habla con seguridad —mi abuela me lo contó.

—Porque yo lo haya hecho no significa que tú también puedas.

—¿Qué haces tú pensando en novio? —le pregunta Alan —apenas tienes ocho años.

—Pero... —intenta hablar, pero su padre la interrumpe.

—No puedes. —asegura Alan.

—Papá, déjame hablar —lo mira para después continuar —Oliver me propuso ser su novia.

Alan me mira buscando una respuesta, pero yo niego. No tenía conocimiento sobre eso.

—¿Qué le respondiste? —le pregunta con seriedad.

—Que sí —responde mientras acaricia sus manos con nerviosismo.

Yo lo veo como cosa de dos niños, pero Alan parece que no le gusto lo que acaba de decirle su hija, ya que se puso de pie y salió de la habitación.

—¿Mi padre se enojó? —habla y su labio le tiembla.

—No cariño, nunca podría.

Aria puede tener todos los rasgos de Alan, pero es tan sentimental como yo y mucho más cuando se trata de su padre. La pequeña mira hacia la puerta por donde salió su padre. Alan no volvió en la siguiente hora. Los niños se quedaron dormidos.

Decido ir a buscarlo y hablar con él, no puede tener esta actitud con unos niños de ocho años y mucho menos delante de los niños. Está siendo muy inmaduro y si actúa así con algo que es de niños no quiero imaginar cuando Aria crezca y consiga un novio de verdad.

Me dirijo hasta el jardín, seguramente esté allí. No me equivoque, al salir lo vi sentado en una de las sillas fumando.

—Ya habías dejado eso —le digo señalando el cigarrillo.

Al verme lo apaga de inmediato para luego dejarlo caer.

—No deberías estar aquí —dice.

—¿Dónde debería estar? —pregunto.

—Con los niños —menciona.

—Están durmiendo. Ahora tú y yo debemos hablar.

—No deberías dejar a los gemelos solos —desvía el tema.

—los veo desde aquí —le enseño la imagen del celular.

—Tampoco debes dejar solo a los trillizos —excusas.

—¿Y tú si puedes dejar a tu hija así? —le pregunto.

—No quiero hablar de eso, Ava.

Está muy enojado y no solo por como se ve si no por la forma en la cual me habló, hace muchos años no me llamaba por mi nombre.

—¿Te estás escuchando?

—¡Te he dicho que no quiero hablar! —levanta la voz más de lo normal —¿no soy claro?

—Muy claro —retrocedo un poco —eres un jodido inmaduro. Son solo unos niños que lo máximo que harán es darse un beso en la mejilla.

—No sigas.

—¿Sabes el dolor que le causaste a mi hija cuando la dejaste allí en la habitación?

Remueve un poco su cabello y luego se acerca hasta donde estoy, pero yo retrocedo.

—Hermosa —me habla —lo siento —se disculpa.

—Conmigo no, debe ser con ella.

Alan está siendo demasiado inmaduro, porque no le puedo llamar protector a eso. Esos niños son solo eso, niños y estoy segura de que pronto dejarán esas cosas.

Sé que no quiere que le pase nada a ninguno de sus hijos, pero está limitando de una manera sofocante a Aria.

Entramos juntos nuevamente a la casa y subimos hasta la habitación donde siguen los niños dormidos. En este punto vivo agradecida por la enorme cama que tenemos porque con cinco hijos lo que necesitamos es espacio.

Alan levanta a Kai y yo hago lo mismo con Ian. Los llevamos hasta su habitación y como todas las noches, dejamos un casto beso en sus mejillas.

Mientras Alan cubre a los niños y se despide de ellos, yo voy por Aria y hago lo mismo con ella, la dejó en su cama y vuelvo a mi habitación para acostar a los gemelos en su cuna.

Una tarde agradable la dañó Alan con sus celos de papá. Alan entra al baño y al rato sale con su pijama y se acerca a mí.

—Te prometo que hablaré con ella y cambiaré un poco mi actitud —me abraza por la cintura.

—No quiero imaginar cuando crezca y quiera casarse.

—Debo hacer muchos esfuerzos, no solo con Aria. Tampoco quiero que los niños tengan novia.

—Eso será imposible.

—No hay nadie que esté a la altura de nuestros hijos.

—Claro que los hay.

—Pareciera que tú si quieres que ellos tengan pareja.

—Cariño, todo es un ciclo y una oportunidad. No les negaré nada a mis hijos y si algún día deciden tener pareja respetaré su decisión.

—Quiero un poco de tu sensatez.

—La necesitas urgente.

Nos acostamos con intención de dormir, pero los gemelos nos tuvieron despiertos casi toda la noche, solo espero que se les regule los horarios.

Como debo atender a los gemelos, Alan ha decidido hacer el desayuno y llevar a los niños al colegio.

—¡Chao, mamá! —gritan los tres cuando se suben al auto.

—Nos vemos por la tarde —digo antes de que el auto se ponga en marcha.

Subo a la habitación y empiezo a arreglar a los pequeños, hoy no tengo mucho que hacer, ya que viene la señora que nos ayuda con la casa. Además, aún estoy en la llamada cuarentena que dice mi madre.

ALAN

Voy de camino a llevar a los niños al colegio. Me siento un poco arrepentido de cómo le hablé ayer a mi hija y mucho más como le levanté la voz a Ava en el jardín. No existen palabras para disculparme con ellas y menos con mis niños. ¿Qué ejemplo les doy como padre?

Aunque yo los siga viendo como bebés, debo cambiar eso, ellos están creciendo rápido y entre más pase el tiempo, debo hacerme a la idea de que es un hecho de que tengan una pareja. Pero les aseguro que no son celos, es más el miedo de que algo les pase.

Tanto Ava como yo sufrimos mucho con nuestras antiguas relaciones y aunque eso no nos asegura que nuestros hijos pasaran por eso, no dejo de temer que Aria consiga un hombre como Lukas y mis hijos novias como Natalia. Ese tipo de personas que solo se acercan a ti con el propósito de hacerte daño.

—Llegamos —aviso cuando me estaciono frente a la escuela.

—¿Mi madre vendrá por nosotros? —pregunta Kai.

—No cariño, recuerda que ella debe cuidar a los gemelos —respondo —yo vendré por ustedes.

—Entonces nos vemos, papá —los niños corren mientras Aria sigue para frente a mí.

Acaricia sus manos y sé perfectamente que está nerviosa, esa acción la repite una y mil veces cuando quiere decir algo que la tiene nerviosa.

—Llegarás tarde —la incito a que entre al colegio.

—Terminaré con Oliver —menciona —no quiero que estés enojada conmigo.

La carita que tiene en estos momentos me arruga el corazón, esa niña.

—Nunca me enojaría contigo —me sincero con ella.

—Estabas enojado cuando abandonaste la habitación —afirma.

—Pero no contigo, nunca me enojaría con ustedes —le explico.

—¿Entonces no debo terminar con Oli? —sonríe mientras menciona al niño.

Debo aceptar que son unos niños y que esto es pasajero, que son solo amigos y que, como dice Ava, no pasara nada más que un beso en la mejilla.

—No cariño.

Me abraza lo más que puede y luego corre hacia la entrada.

—Te amo papá —grita desde la puerta.

—Te amo mucho más.

Como Tere estará en la casa ayudando un poco, decido asistir a la empresa y arreglar unos asuntos que deje pendientes antes del nacimiento de los gemelos. También debo hablar con Simón, estamos a punto de firmar un contrato importante para las dos empresas, el cual posiblemente nos deje una buena ganancia. Con eso pienso salir del país con Ava, siento que necesitamos un descanso y divertirnos los dos.

(***)

Llego unos minutos antes de que salgan los niños, el tiempo en la oficina pasó volando.

Los tres salen corriendo y me abrazan como si lleváramos tiempo sin vernos, les respondo de inmediato y beso la mejilla de cada uno. Ian y Kai hablan entre ellos y ríen cuando ven a otro pequeño de cabello rubio acercarse hasta nosotros.

—Papá —me habla Aria —quiero presentarte a Oli.

¿Cómo dañarte la tarde? Conociendo el novio de tu hija de ocho años, así de fácil.

—Buenas tardes, señor —me saludó el rubio.

Nunca había visto un niño tan feo en mi vida, el rubio de su cabello es espantoso y los dientes que le faltan lo hacen ver aún más feo. ¿Cómo mi hija pudo aceptarlo? Lo único que le resalto es que parece educado.

Una mujer con una niña en brazos se acerca hasta donde estamos y me saluda amablemente.

—Los niños dijeron que Oliver podía ir a su casa —menciona ella.

«Ese niño a mi casa no entra» fueron mis pensamientos, pero no podía hacerle el desplante a mi hija y mucho menos verme grosero con la mujer.

—Claro. ¿Usted lo recoge?

—Mi esposo irá por él.

Cuatro niños van en la parte trasera del carro, me aseguré que Oliver quedara a un lado de la ventana mientras que Aria en la otra. El viaje a casa fue corto, pero incómodo.

¿Un crío de ocho años me incomodo? Qué gran hombre soy.

Al bajar del auto, Ava no pudo aguantar su risa y se burló de mí como cualquier otra persona lo hubiera hecho.

—Espera que Ian y Kai te presenten sus novias —menciona ella cuando entramos.

—Aún no quiero volverme loco —digo.

Almorzamos en el jardín, los niños se pusieron a jugar llevándose toda mi atención, no despegué mi mirada de ellos en ningún momento. Oliver cada que me miraba sonreía y a veces me sentía mal porque estaba molesto por un niño.

El resto de la tarde pasó rápido, Oliver se fue con su padre y mis hijos se ducharon para dormir, fue una tarde agotadora para ellos porque apenas tocaron la cama, quedaron profundos.

—¿Un encanto de niño? —habla Ava.

—Muchísimo —respondo con sarcasmo.

—No puedes negar que es muy respetuoso —dice.

—Lo es.

—Pero estate tranquilo, ese pequeño no será tu yerno —me confirma.

—Ruego porque no, su padre me cayó muy mal —ese hombre habla más de la cuenta.

—Lo bueno es que tu hija siempre te pondrá de primero ante cualquier persona —declara.

—Lo único que quiero es que consigan a alguien que los haga feliz.

—Es lo que deseamos todos.

Quiero que ellos sean felices, que llegue alguien que los ame sinceramente, como yo amo a su madre.

—Aunque aún faltan muchos años para eso —digo.

—No te creas, siento que fue ayer que nacieron, pero están a poco de cumplir nueve años.

Nueve años desde que llegaron a ser parte de nuestras vidas y cambiaron el sentido de ver todo, los trillizos y los gemelos son nuestro regalo más grande.

—Eres un muy buen papá —me besa cuando habla.

—Y tu la mejor madre. Te amo.

—Te amo.



NOTA DEL AUTOR 

Alan un padre muy celoso con todos sus hijos, pero yo lo entiendo. Tiene miedo d que alguno le pase algo malo.

Este extra es por agradecimiento a todo el apoyo que le dan al libro, también para celebrar que AVA está cumpliendo su primer año en plataforma. 

Muchas gracias por estar ahí acompañándome en esta travesía y por tenerme tanta paciencia «ni en mi casa me tienen tanta». 

Por apoyarme a pesar de todos los errores que puedan encontrar aquí.Muchas gracias. 

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