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EXTRA 2

DOBLE LLEGADA

Cuando supe que estaba embarazada realmente tuve muchísimo miedo, y aunque mi vida ahora mismo es totalmente diferente a lo que fue ocho años atrás, no me quitó el sentimiento de que posiblemente este embarazo sea como el de los trillizos.

Cuando se lo revelé a Alan fue un momento único e inolvidable, y aunque tenía miedo, desde ese momento supe que todo sería diferente, empezando porque no recibió la noticia por otra persona.

—Insisto en que deberíamos ir mañana a la clínica —lleva diciendo esto desde que llegamos a casa.

—Y yo insisto que esperes tres días. ¿Qué te cuesta esperar tres días más?

—Quiero saber cómo está todo —hace un puchero que me es irresistible.

—Todo está bien, además apenas tengo tres meses de embarazo —digo con cautela.

Los resultados de la prueba de sangre decían que tenía aproximadamente ocho semanas y ha pasado casi un mes desde que me la hice, pero lo mejor sería ir al ginecólogo y comprobarlo con él.

—¿Sabes todo lo que intenta embarazarte? Llevo ocho años intentando.

—Pero llevas esos ocho años disfrutando de tus tres hijos. ¿Te parece poco eso?

—Pero esto es diferente, podremos estar juntos en todo el proceso, juntos.

Sus ojos brillan al hablar del bebe, su emoción y felicidad es palpable, la ilusión de ser nuevamente padre desborda por todos sus poros. Y yo no voy a mentir, estoy aún más feliz que él por llevar una nueva vida en mi vientre.

—¿Debería quedarme con ustedes el día de mañana? —pregunta, pero parece preguntárselo él —me quedaré con ustedes y creo que no deberías volver al estudio hasta que nazca él bebe.

Lo miro mal y me levanto de la cama con la intención de ir a la habitación de mi hija, es hora de guardar su libro y apagar las luces de su habitación.

—Ni lo pienses, no quiero volver a esos tiempos —digo mientras me acerco a la puerta —iré a darle las buenas noches a mis hijos y cuando regrese espero que te hayas replanteado la idea de que yo no vuelva a mi trabajo.

Salgo rumbo a la habitación de los niños, primero les daré su beso de todas las noches a ellos y luego iré con Aria.

—¡Mis bebes! —me acerco a la cama de Kai lentamente.

—No soy un bebe, madre —dice Kai antes de acostarse nuevamente.

—Para mí siempre van a ser mis bebés, pueden tener cincuenta años y mientras yo viva seguirán siendo mis bebés, incluso si muero —digo.

—Yo si quiero ser tu bebe para siempre —se acerca rápidamente Ian y deja un sonoro beso en mi mejilla.

—Los amo —acaricio a ambos al mismo tiempo.

—¿Ya la mocosa se durmió? —habla Ian de su hermana.

—La mimada de papá querrás decir —lo corrige Kai.

—¿Qué voy a hacer con ustedes? —son tan distintos, en todo, lo único que comparten es su sangre, padres y día de nacimiento.

—Llevarnos a ver a él bebe —habla Kai cambiando el tema.

—Les prometo que en la segunda cita iremos todos, cuando sea hora de saber el sexo del bebe —les digo.

Hablo un rato más con ellos para después marcharme «obvio, después de darle un casto beso a Kai e innumerables a Ian», voy con dirección a la habitación de mi princesa y me quedo a medio caminar cuando escucho su suave voz y la de Alan.

—¿Me cambiarás por el nuevo bebe? —pregunta ella en un tono de voz baja.

—Nunca, sabes que eres mi princesa.

Siempre le recalqué a Alan que no debía tener favoritismo con sus hijos, que tratara a todos por igual, y aunque le demuestra el mismo amor a todos, no deja de ser más apegado a su «princesa».

—¿y mamá, ella me dejará por el bebe? No quiero tener más hermanos.

—Claro que no te cambiaré —digo interrumpiendo su conversación —eres mi princesa y la hermana mayor de todos ellos —acarició su mejilla.

—Pero no quiero más hermanos, suficiente tengo con esos dos.

—No puedes ser egoísta, él bebe será tu hermano y verás como lo amaras tanto como lo haces con tus hermanos.

—Tú siempre vas a ser nuestra princesa —le dice Alan llevándola a sus brazos —siempre serás mi princesa.

Posiblemente, Alan sea así con ella, ya que ella pasó por momentos turbios con apenas unos meses de nacida. Ahora mismo mi hija cuenta con buena salud, pero no deja de tomar sus medicamentos y esa cicatriz en su pecho.

—Serás la mejor hermana cariño, así como lo has hecho todos estos años —acarició su cabello y dejó un casto beso en su mejilla.

Alan se despidió de ella y besa repetidas veces su mejilla hasta hacerla reír. Llegamos nuevamente a nuestra habitación y después de una larga conversación decidimos dormir.



Así como lo dijo Alan la noche anterior, no fue a trabajar y decidimos que los niños podrían pasar toda la tarde con nosotros, divertirnos un poco en familia.

Tomamos la opción de ir a un parque y pasar una tarde divertida y dejar que los niños cambiaran un poco la rutina de todos sus días.

—Sin libros Aria y Kai —saco los libros que llevaban en sus maletas.

—¿La pelota si la podemos llevar? —Ian hace sus ojos de gato que siempre pone y me convence de inmediato.

Aunque me gusta leer y apoyar el hobby de mis hijos, hoy lo mejor sería jugar en el parque.

—¡Voy a guardar la cuerda y el Twister! —grita Alan desde la parte trasera de la casa.

—Mi padre está muy animado —dice uno de los niños.

—Por el bebe —menciona Aria con irritación.

¿Cómo una niña de ocho años puede estar celosa de un bebe que no ha nacido?

—¡¿Celosa, mocosa, mimada?! —le grita Ian y luego sale corriendo siendo perseguido por ella.

—Tú —alcanza a agarrarlo de la camisa —debes respetarme desde ahora, soy tu hermana mayor.

—Y una enana —se burla él, y luego se suelta del agarre.

—Dile, madre, dile que debe respetarme.

—Ian, debes respetar a tu hermana mayor —Aria sonríe.

Me siento una madre afortunada, tengo hijos realmente inteligentes.

—¡Nos vamos! —grita, esta vez Alan desde la salida y los niños lo siguen.

Cada uno nos subimos en nuestro respectivo asiento y después de asegurarnos que los niños están completamente seguros, Alan emprende el viaje hacia el parque para divertirnos.

Al llegar al parque sacamos todo lo que llevamos y no demoramos mucho en empezar a jugar; luego de un rato comimos los sándwiches que habíamos llevado, Alan le compro unas paletas a los niños mientras que yo me comía una manzana con un poco de arequipe «rica no estaba, pero la necesitaba».

Todo el día la pasamos jugando y comiendo, mis hijos no pararon de reír y disfrutar cada momento como yo lo hice con ellos. Cuando ya estaba empezando a oscurecer decidimos que era hora de regresar a casa.



—¿Preparado para conocer a tu hijo? —le preguntó a Alan mientras conducía.

Mi madre llegó a casa para quedarse con los niños y que nosotros pudiéramos venir a la cita con el obstetra.

—Desde que me lo dijiste —responde.

Como si fuera un milagro, el doctor que siguió mi embarazo de los trillizos aún está en esa clínica y decidimos que queríamos que él llevará los controles de este.

—Aún me pregunto como no me di cuenta —acaricia su barbilla mientras habla.

—Porque eres un poco lento —río al decir eso —pues está muy chiquito y nadie podía notarlo —digo al final.

—Desde que lo dijiste te he visto con más caderas, tienes el culo más redondo y puedo jurar que tu abdomen está un poco hinchado.

—Estás exagerando demasiado —le digo.

—Ha pasado un mes desde que lo revelaste y estoy seguro de que tu vientre ha crecido.

—Claro que creció, pero es una leve hinchazón.

Hablamos hasta llegar a la clínica; luego de anunciarnos y facturar nos dirigimos al consultorio del doctor, ya que él nos está esperando.

—Qué felicidad tenerlos nuevamente por aquí —menciona el doctor.

—No se imagina cómo nos sentimos nosotros —hablo.

—Emocionado de que por fin pude lograr mi cometido —se ríe y vuelve hablar —tarde ocho años, pero la recompensa es que vienen cuatro.

El doctor suelta una carcajada y Alan lo sigue, miró totalmente molesta a Alan, no creo ni pienso tener cuatro bebés —si estoy embarazada de cuatro lo debido es tenerlos— me niego a tener cuatro hijos.

—¿Cómo vas a alimentar siete hijos? —preguntó escandalizada —estás loco si crees que tendré cuatro bebés.

Empezamos una discusión, porque él insiste que son cuatro y yo me niego a eso. No lo había visto por ese lado ¿Cuatro bebés?

Chuchito bendito, amo a mis hijos y los que posiblemente vaya a tener, pero que no sean cuatro bebés. Si casi me enloquezco con tres, no quiero imaginarlo con cuatro.

—Bueno, vamos a ver cómo están los cuatro bebés —se ríe el doctor al repetir las palabras de Alan —aunque posiblemente solo sea uno.

Me pongo de pie y caminó hacia la camilla y me acuesto como lo hice muchas veces. Subo mi blusa y el doctor no tarda en aplicar ese líquido que eriza mi piel al instante.

Alan por intuición sostiene mi mano y dirige su mirada al monitor donde en un momento podremos ver a nuestro hijo.

—Bueno, aquí vamos —dice el doctor mientras pone el aparato en mi vientre.

Esto es como si fuera nuevo para mí, veo la pantalla y solo veo una mancha grande; mis nervios están desbordados y no es porque vaya a ver nuevamente una bolita en mi vientre, es por lo que dijo Alan, para ser sincera no quiero tener cuatro bebés, agradezco a Dios por las bendiciones, pero no quiero cuatro hijos en un solo parto.

—Los bebés están sanos, todo parece ir bien —habla el doctor y siento como si mi corazón saliera de mi pecho.

No quiero verme desagradecida, no quiero discutir los planes de Dios y mucho menos quiero rechazarlos, pero no me siento en la capacidad de cuidar cuatro bebés y tres niños.

—Nunca más en tu vida te acostarás conmigo —digo en un susurro —¡Joder Alan! —me altero más de lo debido —¿Qué tienes en las pelotas que causa que esté embarazada de cuatro niños?

—¿Son cuatro? —le pregunta al doctor.

—No —responde él de inmediato.

—No me salga con que voy a tener cinco hijos de un parto, ahora si moriré.

—Permítanme hablar —dice el doctor llamando la atención de los dos —no tendrá cuatro y mucho menos cinco bebés. Tendrán dos bebés.

Es como si mi alma hubiera vuelto a mi cuerpo, dos bebés no son malos, puedo con ellos. Dos son una gran diferencia a cuatro.

—¡Oh! Por Dios, tendremos dos bebes —habla Alan emocionado —no son cuatro, pero con dos me conformo.

—Como ven aquí —señala la pantalla el doctor— los bebés están en la misma bolsa, eso significa que son gemelos los que esperas.

Perdóname Dios por ser tan egoísta, ¿Cómo pude pensar el no querer tener a los bebés? Los que tuviera en mi vientre los amaría igual, sean dos o cuatro. Esto se siente perfecto, las caricias de Alan y el latido de los bebés llevan el mismo ritmo. Soy la mujer más bendecida.

—Aunque los exámenes que te hiciste mostraban dos meses, creo que hubo fallas en ellos, la verdad es que estás llegando a las dieciséis semanas —dice él apartando el aparato de mi vientre.

—Eso quiere decir que en cinco meses tendremos a nuestros bebes.

—¿Desean saber el sexo?

—Sí —respondo con ilusión.

—Tendrán dos niños —dice él sin más.

—¿No está equivocado? Puede que uno de ellos sea niña —digo con ilusión, quería otra princesa para la familia.

—Sí, son dos niños los que están creciendo en su vientre —me extiende una toalla con la que limpio mi vientre.

Me pongo de pie y nos dirigimos nuevamente a las sillas donde el doctor nos da recomendaciones y la fórmula de los medicamentos y vitaminas que necesito.

—Nos vemos en un mes —dice cuando nos despedimos de él.

Alan inicia a conducir nuevamente a casa. Quería que los niños estuvieran cuando nos dijeran el sexo de los bebes, pero ya son cuatro meses los que tengo y no me resistía a esperar un mes sabiendo que ellos se mostraron a nosotros.

—Me voy a operar cuando nazcan los gemelos —suelto las palabras sin un gramo de anestesia o aviso.

—Deberíamos tomar esa decisión juntos, por eso somos un matrimonio ¿No? —pregunta después de detener el auto.

—Alan, debemos ser objetivos, si seguimos así, cuando tenga cuarenta años tendré veinte hijos. Creo que ya estamos bien con los que tenemos y los dos que vienen en camino.

—Tenemos buena economía —empieza a enumerar lo que para él son ventajas —tenemos nuestra casa, tenemos una empresa que genera mucho al año.

—No se trata de eso, si seguimos teniendo hijos no disfrutaremos de ellos, tendremos que trabajar todo el tiempo y ellos crecerán con nuestra ausencia.

Aunque tengamos dinero, debemos seguir trabajando para acumular, también soy consciente de que los niños apenas están creciendo y en el futuro necesitarán mucho más y no quiero que mis hijos carezcan de nada.

—Hablemos de eso después, ahora disfrutemos de la noticia —acaricia mi vientre mientras conduce.

No toco el tema hasta que llegamos a casa y los niños saltan hasta nosotros, mi madre se acerca y nos saluda a ambos.

—¿Muy inquietos? —pregunto más por Ian y Aria.

—Mis nietos son unos angelitos —acaricia el cabello de Aria.

—Madre, yo sé que tengo en casa y esos dos —señalo a los anteriormente mencionados —son un terremoto.

—Para mí son lo más juicioso que existe. Cambiando de tema ¿Cómo les fue? —pregunta con ilusión.

—Te lo diremos, pero por favor no digas nada hasta el sábado —sé que puedo confiar en mi madre.

—Seremos padres nuevamente de gemelos —suelto la noticia.

—Eso es muy emocionante hija, muchas felicidades —me abraza con su esencia maternal y puedo apreciar que está tan emocionada como nosotros.

—Lo escucharon chicos, serán hermanos de, gemelos, dos niños hermosos —habla Alan.

—Madre, dijiste que nos llevarías para saber el sexo —habla Ian con enojo.

—No creímos que hoy supiéramos el sexo, pero en la próxima cita serán los primeros en verlos —menciono.

—¿Niños, papá? —pregunta Aria con una sonrisa.

—Niños, princesa, serás la hermana mayor de cuatro niños —le responde su padre.

—Tendré dos hermanos con los que puedo jugar —sale corriendo por toda la sala y empiezo a entender cuál era su miedo hace unas noches.

Lo que Aria no quería era otra niña en casa, estaba celosa por la atención de su padre.

—Entonces. ¿Nos vemos el sábado? —pregunta mi madre mientras termina de recoger sus cosas.

—Nos vemos el sábado suegra querida —La despide Alan.

ALAN

Saber que tendríamos gemelos fue emocionante, regocijante y me lleno de una felicidad inmensa; ver a los bebés juntos fue aún más gratificante. Cuando el doctor dijo que eran niños no me decepcioné, más bien lo agradecí, desde que Ava me reveló en la fiesta que estaba embarazada, siempre rogué para que fueran niños.

Amo a todos mis hijos por igual, pero la conexión que tengo con mi hija es diferente, la valoro aún más porque es una niña inteligente, fuerte y muy capaz. Ahora mismo estamos terminando de preparar la mesa porque recibiremos a toda la familia y daremos la noticia.

Danniel y Tania no pueden venir, desde que se casaron decidieron viajar por todo el mundo y ese viaje aún no termina. Miguel vendrá con su esposa y la pequeña Vera —mi ahijada—.

Poco a poco empiezan a llegar todos y se acomodan en la sala a charlar y tomar mientras termina de llegar la familia.

—Si saben el sexo es porque el embarazo está avanzado —menciona Alana cuando Ava le dice los meses que tiene de embarazo.

—Mucho, más de lo que creíamos y aunque tengo el vientre muy pequeño, el médico dijo que era normal —habla sin mencionar que son dos bebés.

Yo le pregunté al doctor por lo pequeño de su vientre sabiendo que tenía cuatro meses y estaba esperando gemelos, pero él dijo que eso era normal, que, si los bebés estaban sanos al igual que la madre, eso no tenía complicaciones.

—¿Cuántos tienes? —le pregunta Luciana cuando se sienta junto a ella.

—Cuatro meses exactamente —responde con una sonrisa y con un brillo en sus ojos.

—Por Dios, pero es un renacuajo lo que tienes —menciona con sorpresa.

—Te sorprenderías —dice mi mujer antes de ponerse de pie.

Seguimos platicando por un rato hasta que termina de llegar toda la familia; caminamos hacia el jardín donde organizamos una mesa «agradezco haberla comprado porque mi familia crece cada día».

Empezamos a comer mientras seguimos con la plática muy a gusto; preparamos cerdo al curry con espárragos salteados y un puré de plátano y a decir verdad hicimos un muy buen equipo con Ava, nos quedó todo delicioso.

—Te sirvieron estos ocho años —menciona Luciana con burla —tus habilidades culinarias han mejorado demasiado.

—No te alcanzas a imaginar —responde ella con orgullo.

La cena sigue con temas triviales, empresa, pinturas, casa, bebés e hijos que se están malcriando.

—¿Cómo están mis hermanos mamá? —Aria se acerca a Ava y le acaricia el vientre.

—¿Hermanos? —preguntan todos en un coro.

—Tendremos cuatro hijos —digo y después me río, no la aguanto al ver los rostros de pánico de todos.

—Te compadezco amiga, deberías amarrárselas cuando duerman juntos —dice Luciana mientras mira a Ava con admiración —Joder, cuatro hijos, eso es muy tú.

—Ni yo me creo esa mentira, si tuviera un embarazo cuádruple te juro que estaría en el psiquiatra —suelta Ava dándole finalidad a mi chiste.

—Tienes el vientre muy plano para que sean cuatro —todos aquí opinan.

—Tendremos... —Ahora es ella quien le pone suspenso.

—Dos hermanos —de verdad que amo a mi hija, pero en esta ocasión desearía que se quedara en silencio por un momento.

—Sigo admirándote, tendrán una familia de siete —todos se levantan y empiezan las felicitaciones.

—Son gemelos —menciona ella cuando todos se van separando —dos niños para ser exactos.

Fueron muchas las felicitaciones, Danniel llamó desde el otro lado del mundo y me dijo que mi puntería la necesitaban en el FBI, mis padres están emocionados y ni qué decir de mis suegros, ellos están aún más.

La reunión se extendió hasta tarde. Cuando ellos se fueron hable con mi hija y le hice saber lo mal que había actuado, estuve a punto de caer ante su mirada, pero tuve que ser fuerte y reprenderla un poco, lo que hizo no estuvo bien.



CINCO MESES

Faltan algunos días para el nacimiento de mis hijos y doy gracias a Dios que planificamos las cosas muy bien.

Los niños pudieron acompañarnos a todas las citas y en cada una se veían muy emocionados; a Ava le creció el culo de una forma descomunal, debería ser prohibido que las mujeres en ese estado tuvieran el cuerpo de esa manera, no puedo verla sin que mi entrepierna duela y palpite.

—Hermosa —le hablo mientras me acerco a ella —¿No te gustaría tener una noche caliente antes de que ellos nazcan?

En este embarazo el que tuvo las hormonas a mil fui yo, no pude dejar mis manos quietas ni un minuto y menos cuando pegaba su trasero a mi cuerpo.

—¿Caliente? ¿Cómo? ¿Una fogata o algo así? —Sé que me entendió perfectamente.

—Sabes a lo que me refiero, yo entre tus piernas.

—Magnífico —se levanta y se acerca hasta donde estoy.

No desaprovecho ni un segundo, tomo con posesividad sus labios y masajeo su culo, —esto es el cielo— la acercó hasta la cama y hago que se siente, empiezo mi trabajo y no me detengo hasta que estamos completamente desnudos.

Toco y beso cada parte de su cuerpo, su aroma invade mis fosas nasales y su cuerpo hechiza mis ojos; todo iba tan bien...

—¡Duele! —grita y me asusta.

—¿Te lastimé? —preguntó con preocupación.

—No... pero duele y mucho —sigue quejándose.

Me pongo un pantalón como puedo y caminó hacia la puerta, me devuelvo cuando la escucho gritar.

—¡Voy a morir! Te lo juro, me voy a morir.

Me río, pero sé perfectamente que es por nerviosismo, miro donde está sentada y toda esa parte de la cama está mojada ¿Un orgasmo? No, no alcance a tocarla hasta ese punto.

—Creo que vienen los bebés —dice y en ese momento tomo conciencia de lo que pasa.

Van a nacer mis hijos y yo estaba a punto de follar a su madre, me muevo de un lado a otro pensando que hacer, pero Ava parece más cuerda que yo.

—¡Joder Alan, coge el puto teléfono y llama a mi madre!

Hago lo que dice y sus gritos incrementan.

—Mejor, mejor vamos, lleva a los niños, este dolor me matará —su rostro está sudado y sus ojos muy dilatados.

Levantó a los niños y los subo al auto como puedo, guardo lo que tenemos preparado para los gemelos y por último ayudó a Ava a subir al auto.

Conduzco como un loco y sé que voy a arrepentirme, puedo perder a toda mi familia en esto, pero es que los gritos de Ava me tiene muy desesperado, no quiero verla en ese estado.

Llegamos a la clínica sanos y salvos, sin ningún rasguño, los niños bajan con las maletas y yo cargo a Ava, entramos a la clínica y empiezo a pedir ayuda, en estos momentos soy un hombre en apuros.

—Van a nacer —digo cuando llega una enfermera.

—Mamá, debe calmarse para poderla atender —le dice una enfermera.

—¿Calmarme? Voy a tener dos bebés y siento que me parto en dos —responde furiosa.

Mientras la enfermera habla con ella, llamo a la familia para avisar y pedir que alguien venga por los niños mientras nacen los gemelos.

—La sala está lista —habla la misma enfermera —podemos quedarnos con los niños mientras llega algún familiar, de igual manera estarán en la habitación asignada para la paciente.

Le agradezco a las enfermeras y dejó a los niños con ellas, me voy con Ava a la dichosa sala de partos.

Toda una emoción recorre mi cuerpo, estoy sosteniendo la mano de mi mujer mientras ella hace el esfuerzo para que salgan los bebés. Tardamos un tiempo para que nazca el primer niño, pero lo logramos, sale nuestro primer pequeño, el llanto es estruendoso, lo que nos hace saber que sus pulmones están bien.

Ava está sudada y pálida, tiene poca fuerza, pero está resistiendo para la salida del siguiente bebe; pasan unos minutos hasta que nuevamente empieza a pujar, varios minutos después sale la cabeza del siguiente bebe y por último su cuerpo.

Él también llora como lo hizo su hermano, hace un rato, los ponen en el pecho de Ava y ahí es donde los vemos, son hermosos como sus hermanos.

—Bienvenidos Liam y San —decimos al mismo tiempo.



NOTA DEL AUTOR

Gritos de perra loca... son 300k de lectura y esto es muy loco. ¿Cuándo llegamos a tanto?

Agradezco a los que están desde el inicio y a todos los que llegan acogerlo a esta familia que poco a poco crece.

¿No lo esperaban?

El extra se supone que iba a publicarlo ayer, pero estuve muy indispuesta, creo que me intoxique con el almuerzo en la universidad. :(

Un capítulo medio largo a mi parecer, así que disfrútelo porque posiblemente AVA no tendrá más extras.

Nuevamente gracias por todo el apoyo. 

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