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EPÍLOGO

7 años después

Han pasado 7 años y en ellos han pasado muchas cosas... cosas buenas; me casé con Alan un año después de la propuesta y todo fue exactamente como lo vi en aquel sueño, como lo dijo mi abuela, ese era mi futuro y debía volver para vivirlo; Mis hermanos también se casaron y mientras que Danniel y Tania recorren el mundo en un viaje indefinido, Miguel y Luciana cambian pañales.

Los niños ahora tienen ocho años y siento que crecen de una manera desenfrenada, Ian es un niño silencioso como lo ha sido desde que nació, es observador y calculador, aunque apenas tiene ocho años es muy inteligente, Kai es todo lo contrario a si hermano, habla hasta por los codos como le dice su padre y ni qué decir de Aria, es habladora y la mejor amiga de su padre como él lo dice.

El peligro ahora se ha ido, ya no vivimos con el temor de que uno de nuestros ex o psicópata llegue a hacernos daño.

—Madre, ¿puedo quedarme en casa de Oliver cuando termine la clase? —pregunta Aria con ilusión.

—No creo, sabes que hoy iremos a visitar a tu padre —no quiero desilusionarla, pero en realidad habíamos planeado sorprender a Alan en su oficina.

—No creo que papá le guste que quieras ir a casa de Oliver —dice Kai —además Oliver me cae mal.

—Papá no sabrá que iré a su casa —dice ella muy convencida —madre, podemos ir más tarde con papá.

—No cariño, entiende que vamos a ir cuando terminen las clases, otro día puedes ir con Oliver —insistió.

Voy conduciendo con dirección a la escuela donde los niños estudian, Kai y Aria discuten por si puede o no ir donde su amigo Oliver, Ian como siempre los ignora y se dedica a mirar el paisaje «tráfico», mientras avanzamos.

—Estaré aquí cuando salgan —digo cuando llegamos a la puerta del colegio.

Cada uno besa mi mejilla como siempre lo hacen y luego corren hacia donde lo que supongo son sus amigos.

Regreso al auto y esta vez con dirección mi estudio de arte, sí, como lo dijo Alan, era mejor y menos agotador trabajar para mí, abrí mi estudio donde sigo pintando retratos y una que otras veces doy clases a personas que se interesan y les apasiona el arte como a mí.

Aunque no es muy grande, es acogedor y a mis hijos les encanta, por eso es que cada tanto los traigo a que se distraigan e inicien su vida como futuros artistas, ellos dibujan precioso, o eso creo yo, porque su padre, aunque los ama demasiado, reconoce que sus dibujos son terribles; yo no pierdo la esperanza de que sean artistas.

—Madrugaste —le digo a Luciana cuando he llegado.

Luciana y Miguel tienen una hermosa niña de dos años, que es la pequeña más consentida por la tía; aunque pensé que Miguel cambiaría con mi Aria cuando naciera, Vera no pude estar más equivocada, sigue siendo el mismo tío e incluso más intenso.

—¿Cómo está la sobrina más hermosa? —digo cuando la sostengo en mis brazos; la pequeña sonríe al verme y ese gesto me derrite, ella me recuerda a mis hijos cuando tenían esa edad.

—Dando lata como todos los días —responde su madre por ella.

—Agradece que es solo uno —río al ver su gesto.

—No sé cómo le haces con esos terremotos —dice ella —aunque Ian es todo lo contrario a sus dos hermanos.

—Créeme, todos son iguales, Ian puede ser muy silencioso, pero tiene sus momentos —sus momentos son las peleas con sus hermanos.

Entramos al estudio y nos acomodamos, Luciana vino porque quiere un retrato de la pequeña Vera y yo como la mejor tía se lo daré como uno de sus regalos de su cumpleaños número tres.

Hablamos por un rato y ella me indica como lo quiere mientras yo le doy algunas sugerencias; la mañana pasa ligero y se acerca la hora para ir por mis niños.

—Eso es todo —digo.

El boceto quedo divino y es agradable que a Luciana le haya gustado.

—¿Ya le dijiste a Alan? —que chismosa que es mi amiga.

—Aún no, no sé cómo le daré esta noticia —digo —aunque es lo que hemos anhelado todo este tiempo, me da mucho terror.

—¿Terror por qué? Él se pondrá super feliz —dice —puedes darle eso como regalo de cumpleaños.

—Porque ya mis niños están grandes y yo tengo treinta años, tener un hijo a esta edad es algo... —la pienso —complicado.

—Uno, tus hijos aún están pequeños y dos, tener treinta años no te impide o limita tener hijos.

Hace un mes me enteré de que estaba embarazada y aún no se lo digo a Alan, mejor dicho, la única que sabe que una bolita crece dentro de mí es Luciana y le agradezco que guarde mi secreto.

—Además, ya se empieza a notar —señala mi vientre.

—Estás imaginando cosas —le digo.

—Faltan dos semanas para el cumpleaños de Alan, puedes decirle ese día, no lo pospongas, porque él puede enterarse y no creo que le guste —dice.

—Debes ayudarme a buscar una forma de como decirle —digo —sabes que yo te ayude cuando Vera venía en camino.

Recuerdo, cuando me contó que estaba embarazada, el pánico en su rostro era evidente, pensaba que tendría tres bebes como yo.

La hora de ir por mis hijos llega, así que salimos juntas del estudio, pero nos despedimos en la puerta porque cada una tiene cosas diferentes por hacer.

—Ya sabes, no lo pienses tanto que ya se te está notando —dice luego de estar en el auto.

—Será su regalo —digo —como lo sugeriste hoy y en su cumpleaños número 28.

Su carro coge para un lado mientras yo doblo en una esquina para llegar al colegio de mis hijos; casi tres meses son los que tengo de embarazo y agradezco a mi cuerpo de que aún lo reserve para nosotros.

Bajo del auto y me dirijo hasta el salón de mis hijos «los tres estudian juntos, pero eso solo será por ahora».

—¡Madre! —Aria se acerca corriendo hasta donde estoy.

Mi Aria a pesar de que paso por tantas cosas siendo tan pequeña es muy fuerte, su corazón ahora late con normalidad y aunque aún tome medicinas todo nos indica que llevara su vida con normalidad, igual a la de niños de su edad.

—Señora —me habla un niño que reconozco al instante.

—Dime cariño —le sonrió al hablarle.

—¿Aria puede venir a mi casa? —se acerca y en un movimiento logra agarrar la mano de mi pequeña.

Alan morirá cuando le cuente.

—Cariño, debe ser otro día, hoy tenemos planes con su padre —me inclino un poco y acaricio su mejilla.

¿Cómo es que un niño de ocho años muestra desilusión en su rostro? No lo sé, pero el gesto que hace el pequeño me descompone, pero no puedo ceder, tenemos un compromiso.

—Mañana nos vemos —le dice Aria y besa su mejilla.

Esta niña está buscando que su padre la encierre por unos cuantos siglos. Mis dos niños se acercan y besan mi mejilla como siempre, son adorables.

Empiezo a conducir hasta la empresa de Alan y estaciono el auto al lado del de él. Los niños bajan e intentan correr, pero los detengo.

—Saben que es una sorpresa, así que más despacio —les digo.

Rápidamente, entienden y esperan hasta que yo llegue donde se encuentran para que entremos juntos a la empresa. En el camino saludamos al personal que vamos encontrando en el pasillo.

Cuando llegamos al piso de Alan le digo a su secretaria que no nos avise porque se trata de una sorpresa de parte de sus hijos.

Me acerco hasta la puerta y la abro de imprevisto, los niños entran gritando, Alan se pone de pie y llega hasta ellos, es una hermosa imagen.

—Papá, mi madre quería sorprenderte —dice Kai.

—¿Yo? —lo cuestiono —tú eres quien planeo todo esto —digo.

—Sea quien haya sido, me alegraron la tarde —dice.

Se acerca y me da un beso que dura unos segundos.

—¿Ya almorzaste? —le pregunto al separarme.

—Aún no —responde.

Sin preguntarle algo más, saco las cosas que compre durante nuestra trayectoria y todos iniciamos a comer, hablamos de cómo va nuestro día, todo iba también hasta que Kai decidido delatar a su hermana.

—Sabes papá —lo toca para tener toda su atención —mi hermana tiene novio.

Dice como si sus palabras fueran reales, la cara de Alan es un poema, mira a su hija y con esa mirada ya le ha hecho miles de preguntas.

—Oliver no es mi novio —dice con enojo —es solo mi amigo.

—Quería ir a su casa y no venir —sigue delatando a su hermana.

—¿Es eso verdad? ¿Prefieres irte con el tal Oliver que venir donde tu padre? —Alan está realmente serio.

—Es solo un amigo, ya te había hablado de él —intervengo —además tu hijo también tiene una amiga muy cercana.

—Eso no es verdad, mamá —alega Kai —mira papá, Aria también...

Sus palabras quedan en el aire cuando me levanto rápido hacia el baño, justamente las náuseas tenían que llegar en este momento.

—¿Hermosa, estás bien? —se acerca Alan hasta el baño.

—Sí, posiblemente me callo algo mal.

Luego de limpiar mi boca y desviar la conversación de Kai nos concentramos en pasar una tarde agradable.



Hoy celebraremos los treintaicinco años de Alan, él es el claro ejemplo de que el vino cuanto más viejo más sabroso es. La celebración se hará en un salón porque no queríamos molestar a nuestras familias y la casa luego de una celebración es un desastre «eso lo hemos comprobado estos últimos años».

Llevo puesto un vestido color crema no muy ajustado; Aria lleva un vestido azul que combina muy bien con sus pequeñas sandalias blancas, los niños van vestidos con pantalones blancos y camisa azul; Alan tiene puesto un traje completamente negro y una camisa blanca, esta vez su cuello no lo adorna ninguna corbata.

El recorrido hasta el lugar no fue muy largo, ya que no está muy lejos de nuestra casa.

—Hasta que llega el anfitrión —dice Danniel cuando entramos.

—No creí verte aquí —le dice Alan.

—Pero ya ves, no podía perderme la celebración de tu vejez —dice.

Saludamos a todos los presente y los niños se dispersan; veo a Ian cerca de la hija de la pareja de Alana «la pareja de Alana tiene una hija unos cuantos años mayor que mis hijos».

Nos enfundamos en una conversación donde hablamos de trivialidades y algunas cosas sobre el trabajo y los niños.

Luego de la comida llegan las felicitaciones y con ella la sorpresa que le tengo preparada a Alan; el organizador llama la atención de todos y da las palabras que le indique.

—A continuación, veremos el regalo que tiene preparada la esposa del cumpleañero —dice él.

Todos aplauden y un vídeo empieza a reproducirse; soy yo en nuestra habitación.

—Imagino que el vídeo ya se está reproduciendo —se escucha claramente mi voz y todos ríen —esa risa me dice que sí.

Todos me miran como si no fuera real lo que escuchan, pero es obvio que sabía que iban a reírse de mis disparates.

Bueno... El amor de mi vida está cumpliendo años hoy, y nada mejor que compartir este momento en familia.

Alan, mi querido y sexy Alan...

Tengo tantas cosas por agradecerte que si las enumero nunca termino, hemos vivido cosas que muchos aún no creen, incluso yo que las viví siento como si fuesen mentiras.

Nos separamos, regresamos, nos embarazamos, sobrellevamos la enfermedad de nuestra hija y sobrevivimos a la muerte.

Llevamos más de nueve años juntos y te puedo asegurar que el amor que siento por ti se intensifica día a día; hace unos años una persona me sugirió darte este regalo, pero en ese tiempo no era conveniente, pero hoy... hoy quiero desearte el mejor cumpleaños con esto.

El organizador se acerca hasta Alan y le entrega una caja que él abre inmediatamente.

—¿Es en serio? —pregunta con sus ojos cristalizados.

—Sí —respondo con tono de voz baja.

—¿Voy a ser papá nuevamente? —se pone me pie y yo hago lo mismo.

—Vamos a ser padres, mi amor —respondo.

—Voy a ser papá, tendré un cuarto hijo —grita con emoción.

En su rostro puedo ver lo feliz que lo ha hecho esta noticia.

Así fue como viaje a una ciudad y conocí a un hombre que se robó mi aliento, me hizo romper mis reglas, creer nuevamente en el amor y me regalo los mejores momentos de mi vida.

Del deseo y la pasión nació un amor eterno.

FIN

NOTA DEL AUTOR

Con este nos despedimos de la historia, de corazón espero la hayan disfrutado como yo, me gocé y aprendí mucho escribiendo AVA, y aunque sé que tengo muchos errores día a día los iré mejorando.

Un agradecimiento grandísimo con ustedes por llegar hasta aquí y disfrutar de cada línea de este libro.

Pará, mi valen oro.

Los extras los iré publicando al paso del tiempo. Vienen extras de Luciana y Miguel, Ava y Alan y sin olvidarnos de Danniel y Tania.

Quería decirles que ya la historia de Isabella y Ronald (GRACIAS AL ACUERDO) se está publicando por si quieren ir a leerla, les agradezco el apoyo.

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