CAPÍTULO 65
Por favor leer la nota final, es importante.
ALAN
Ava planea algo, lo sospecho por la manera en la que hablo y me miro, sus ojos reflejaban que lo que estaba a punto de hacer no era nada bueno, pero quise confiar en ella, quise creer que solo quería estar sola.
—¿Debería ir tras ella? —le pregunto a todos.
—No, déjala estar, está agobiada —responde Fernanda.
—Sospecho que hará algo de lo que se arrepentirá —digo.
—Esperemos hasta que vuelva, hablaremos con ella —dice Miguel.
Hago un par de llamas a Brisbane donde siguen buscando al jodido psicópata, pero no han sabido nada, su familia lo único que ha dicho es que no saben dónde se escondió y todo esto es una mierda, los lugares donde posiblemente podía estar ya los han revisado y nada, el jodido tenía un buen plan.
La hora que le dije a Ava ya paso y ella aún no llega, empiezo a preocuparme porque algo me dice que está metida en problemas, que algo va a pasar con ella y no estaré para protegerla como se lo prometí.
—Estoy desesperado —me pongo de pie y subo a mi habitación.
Los bebes siguen en su cuna y la habitación está igual que siempre, no hay algo que me indique a donde se fue esta mujer.
—Ya ha pasado más de una hora y ella no llega —digo cuando estoy de vuelta a la sala.
—La llamaré —habla Fernanda saliendo de la sala.
No sé si sea paranoia por todo lo que está pasando, pero presiento que Ava se enteró dónde estaba mi hija y fue a por ella sin decirnos nada.
—No contesta —dice Fernanda.
—No debe estar muy lejos, posiblemente este en el parque que hay cerca —habla alguien —ella no llevo auto.
—No creo que esté cerca —digo —presiento que ella se enteró dónde está Lukas.
—No lo considero —habla mi amigo.
—Ava es muy terca, estaba dispuesta a cualquier cosa —digo entrando en desespero.
—Ella sabe que debe hablar antes de hacer una tontería —dice su madre.
—No es ninguna tontería, si ella se fue a por la niña es porque estaba desesperada, les aseguro que yo estando en el lugar de ella haría lo mismo, por cualquiera de mis hijos —me alejo de ellos y subo las escaleras como loco.
¡Dios! Que nada le pase, ella y mis hijos son todo lo que tengo, por lo que lucho día a día.
Busco por todos lados por si ella dejó alguna pista donde puede estar, pero nada, no veo nada y la jodida angustia ya no es por una, sino por dos. ¿Qué haré sin ellas? Si les pasa algo no me lo perdonaré nunca, hubiera dejado que vinieran al viaje conmigo, no estaríamos pasando por todo esto.
Me quito la camisa y entro al baño, me mojo la cara, pero esto no baja mi desespero, golpeo la pare una y otra vez hasta que mis nudillos estás hecho mierda como mi cabeza.
Salgo del baño y agarro mi celular para llamarla, pero los mensajes que tengo que me dejan a tónico, bajo las escaleras como loco.
—Lo sabía, ella fue tras él —grito esas palabras —la va a matar, la matará —digo mientras veo las fotos.
El primero en acercarse es Miguel que arrebata mi teléfono, luego los demás se acercan a él y ven las fotos. Esta Ava en el suelo y tiene una pierna herida, eso lo deduje por la sangre que tiene en ella, el loco está sobre ella presionando un arma en su cabeza.
—La matará —son las únicas dos palabras que salen de mi boca.
—Cálmate —dicen.
—¿Cómo quieren que me calme? No me pidan eso.
—Hay que pensar las cosas antes de actuar, hablemos con la policía —dice mi padre.
—La policía no sirve, no han hecho nada en estos cuatro días, ahora él tiene a Ava y me las arrebatará —mi cuerpo tiembla y mi vista se nubla.
—Cálmate, debes estar calmado para todo lo que se va a hacer.
Me siento tratando de que todo esto pase.
Intento llamar y enviar mensajes al teléfono del que llegaron las fotos, pero parece que lo han apagado. El desespero y el dolor que tengo en este momento nunca en mi vida lo había sentido ni cuando Natalia me dijo que mato a mi hijo, sentí algo así.
Van casi cuatro horas desde que recibí ese mensaje y el desgraciado no se ha comunicado nuevamente, hemos hablado con la policía, están mirando las cámaras cerca de casa para ver quien recogió a Ava.
Nuevos mensajes entran a mi celular y siento que mi mundo se acaba al verlos, quiero tener a ese hombre frente a mí para matarlo, acabar con él con mis propias manos.
Ava cuelga desde un techo y todo su cuerpo está cubierto de sangre, está solo en sostén y las heridas de su cuerpo son evidentes, su rostro está completamente blanco, lo único de color que tiene en su cuerpo es toda la sangre que tiene sobre él, en la otra foto está mi hija flotando en una bañera llena de agua.
—Las ha matado —pego un grito que desgarra mi garganta —ha matado a mi hija, las mato —caigo sobre mis rodillas llevando la mano a mi pecho, tratando de quitar el dolor que siento en él.
Todos me miran horrorizados y se acercan rápidamente cogiendo el celular, unos lloran, otros gritan y otros se abrazan buscando calmar el dolor.
—Sabemos dónde se encuentran —entra un policía a casa.
Empieza a hablar y es poco lo que escucho, pero el nombre del edificio lo reconozco al instante, ahí está el apartamento donde solía vivir Ava, donde tantas veces la visite, donde el maldito estuvo a punto de matarla, ahora lo logro.
Salgo de casa como loco y me subo al auto sin importar los gritos y las palabras de los demás, necesito acabar con él antes de que se escape, antes de que se salga con la suya.
Conduje como loco y estuve a punto de chocar varias veces, pero no me importo nada de eso, mi objetivo en estos momentos es llegar a ese lugar y matar al hombre que acabo con parte de mi vida.
Detrás de mí vienen varios autos que supongo son los demás, también vienen unos de la policía, pero yo voy mucho más adelante que ellos, yo llegare primero.
Llego al edificio y me bajo del auto sin importarme donde he estacionado, entro al edificio y el vigilante trata de pararme, lo reconozco de inmediato, es ese tipo al que Ava le salvo de ser acribillado por unos maleantes.
—Señor, no puede ingresar así —insiste mientras corre tras de mí.
—Me importa una mierda lo que pueda o no hacer en estos momentos.
No subo por el ascensor porque sé que eso me retrasara, así que subo por las escaleras; no sé en qué momento llegue a la puerta del apartamento con el vigilante aun siguiéndome.
—Apártate —le indico cuando se acerca.
Derribo la puerta y él trata de detenerme, pero lo empujo en el momento, ingreso al apartamento y la imagen que veo es desgarradora; esta Ava aun colgada del techo y un charco de sangre bajo sus pies, mientras que Lukas le apuntaba con el arma.
Me acerco a él sin importarme el arma que tiene en sus manos, forcejeamos y caemos al piso, el arma cae a un lado y yo aprovecho para lanzarla más lejos, me pongo encima de él y golpeo su rostro repetidas veces.
—Eres un maldito —es lo que digo.
—Por fin acabé con esa perra, por fin le cumplí a mi hermana —escupe sus palabras con una sonrisa.
—Maldito loco —mis golpes no se detienen.
—Tu preciosa hija está muerta como su madre —dice aun riendo, es como si mis golpes no hicieran efecto.
No sé con qué fuerzas, pero ahora es él quien golpea mi rostro, pero no siento ese dolor, el dolor que tengo es distinto, nuestra batalla llega hasta donde está el arma y él alcanza a coger, nuevamente forcejeamos y esta se dispara.
Un silencio agónico se ve interrumpido por un llanto.
Quise correr hasta el lugar de donde provino ese melodioso sonido, pero primero debo acabar con la existencia de él, el disparo no hirió a nadie, pero alcance a quitarle el arma, disparo en su pierna y luego en su abdomen.
—Esto es por Ava —grito.
—Qué buen regalo me das, morir junto a ellas —dice.
Disparo a todo su cuerpo innumerables veces hasta que veo su cuerpo agonizando, sus ojos llenos de dolor que solo buscan el cuerpo de mi mujer.
Intente caminar, pero la imagen de la rubia con mi hija en brazos me detiene, ¿Cómo ella está con este tipo?
—Te daré a tu hija, pero déjame ir —dice —yo no quería que esto llegara a tanto.
No veo ni una pizca de arrepentimiento en su mirada, así que no me tiemblan las manos ni los pies al acercarme rápidamente a ella y de un momento a otro quedar con mi hija en brazos.
—Te veo en el infierno Natalia —disparo justamente en su cabeza.
Su cuerpo cae inerte con los ojos abiertos. Creyendo que todo el peligro paso, le entrego la niña al vigilante y corro hacia el cuerpo de mi mujer, la descuelgo y dejo sobre el piso, su cuerpo aún está tibio, esto es una buena señal, sí, debe estar vivía.
—Llama a una ambulancia —grito desesperado.
Muevo el cuerpo de ella fuerte, le grito, la llamo, quiero que despierte y me diga que va a estar bien, que ella se va a salvar esta vez. Sé que muchas veces ha luchado por su vida, quiero que luche esta vez también, por los niños, por ella, por mí, por nuestra familia.
—Por favor no me dejes —la apego más y más a mi cuerpo —lucha por nosotros —insisto.
La policía llegó junto con los demás hombres y la madre de Ava, el grito y dolor de sus padres al verla fue desgarrador.
—Ella aún tiene pulso —dice él para-médico que la está atendiendo deme espacio, por favor —insiste el joven, pero no puedo, no puedo separarme de ella.
—Apártate Alan, deja que ellos hagan su trabajo, no retrases las cosas —me sujetan entre varios para poder alejarme de ella.
La suben a una de esas camillas de emergencia y terminan de hacer todos los procedimientos, todos salimos detrás de ellos, cuando estamos frente a la ambulancia yo me subo para ir con ella.
Ellos hablan cosas que no entiendo y lo único que puede hacer en estos momentos es sostener su mano, mano que cada vez se siente más fría.
—Su pulso está bajando mucho —hablan ellos y veo como quitan su sostén lleno de sangre.
En la pantalla se muestra una línea y no puedo creer que ella se esté yendo, se esté rindiendo, que nos esté dejando solos. Ellos hacen reanimación una y otra vez hasta que su pulso vuelve.
Llegamos al hospital y desaparecen con ella; mi Aria está bien, gracias a Dios, le realizaran unos exámenes y la dejaran en observación toda la noche para descartar cualquier cosa.
—Solo espero que ese hijo de puta se pudra en el infierno —dice.
Sí, mate a Lukas y a Natalia y créanme que no tengo ni una pizca de arrepentimiento, tengo satisfacción porque hice lo que debí hacer hace mucho, pero no puedo sentarme a lamentar por esto, debo estar fuerte para cuando despierte Ava, debo ser fuerte por mis hijos.
Todo está vuelto un caos, mis hijos están al cuidado de mi madre y mi hermana, mientras que aquí en el hospital estamos los hermanos de Ava, sus padres y mi padre, la señora Fernanda, en estos momentos está en una sala recuperándose, el impacto fue tan fuerte que no resistió y tuvo un bajón de azúcar que la hizo perder el conocimiento.
Camino de un lado al otro tratando de que mi nerviosismo baje un poco, pero no lo logro; tengo un fuerte dolor en mi pecho que no me ayuda estar calmado o pensar las cosas claras.
En este año hemos estado dos veces aquí y todo ha sido culpa del maldito loco, espero que Ava despierte y pueda disfrutar de su vida tranquila, ya ningún peligro nos acecha.
—Esta espera me desespera, siento que lleva una eternidad ahí metida —el tiempo para mí se detuvo, es como si un minuto fuera una hora y una hora, un día entero.
—Estaba muy mal cuando la trajeron, debemos ser positivos y esperar a que nos digan algo —me habla mi padre.
—Eso es lo que no quiero, no quiero esperar.
Los hermanos de Ava siguen aquí mientras que su padre este haciéndole compañía a su esposa.
Las horas pasan y cuando veo ya la luz del sol está entrando por las ventanas del hospital, ha sido una noche agotadora, mejor dicho, han sido unos días de mierda y seguramente serán igual los próximos.
—Familiares de Ava Meyer —dice un doctor al salir.
—Somos nosotros —hablamos al mismo tiempo mientras nos acercamos a él.
—¿Cómo está mi hija? —pregunta su padre y es como si estuviera repitiendo la escena de cuando nacieron los bebes.
—La paciente está en estado crítico, es un milagro que aún este viva con toda la sangre que perdió, algunos de sus órganos estaban muy dañados, siendo el caso que perdió uno de sus riñones —habla —tuvimos que hacer reanimación dos veces, su corazón está muy débil, así que la inducimos en un coma, para que su recuperación sea más rápida.
—¿Pero ella despertará? —pregunto con miedo.
—No aseguramos nada, pero ella sigue luchando, esperemos como es su recuperación estos dos días —dice él.
—¿Podemos verla? —preguntamos todos a la vez.
—En estos momentos no, tal vez mañana, ahora donde está no se aceptan visitas —dice —no siendo más me retiro, cualquier cosa les estaré informando.
—Muchas gracias.
No es que sean buenas noticias, pero por lo menos ella lo está intentando, está luchando por su vida, no nos abandonara.
El día transcurre igual que siempre, pero con la diferencia que esperamos que ella se salve; estoy en la habitación donde tienen a mi pequeña. Ella se ve bien, el doctor dijo que tal parece estuvieron aplicando sus medicamentos con regularidad, su corazón está bien y se ve llena de vida.
—Tu madre te salvo —hablo con ella como si me entendiera —es muy fuerte.
Sigo hablándole y ella me observa como siempre lo hace, me enseña sus encías en lo que parece ser una sonrisa, ella sabe cómo derretirme, como tenerme a sus pies.
—Ya el alta de ella está preparada —dice una enfermera.
—¿No le harán más exámenes? —pregunto.
—No, el doctor hablo con la abuela y todo está bien, debe reposar, aunque no es necesario, la niña está bien —indica ella.
Salgo con ella en mis brazos y me acerco hasta donde están todos, no quiero alejarme de Ava, pero debo llevar a la pequeña a casa y asegurarme que los niños están bien, también debo darme una ducha y quitarme toda esta sangre de encima.
—¿Te vas? —preguntan.
—Sí, llevaré a mi hija a casa, me aseguraré que los niños estén bien, me daré un baño y regresaré —digo —no tardaré mucho.
—Deberías descansar un poco, si sabemos algo te informaremos, nosotros nos quedaremos aquí —dicen los padres de Ava.
—No podre descansar sabiendo que ella está aquí luchando por su vida.
Me despido de todos y cuando estoy a punto de marcharme, Tania me detiene.
—Yo te acompaño —dice ella —no voy a aceptar tus no, dame a la niña para que puedas conducir.
Para ser sincero me sirve mucho de ayuda porque en el auto no están las sillas de los bebes y no hubiera podido dejar a Aria expuesta.
El viaje a casa estuvo en silencio, Tania no menciono ni una palabra y se lo agradecí, ya que no tengo ganas de hablar con nadie, lo único que quiero hacer es llegar a casa y asegurarme que mis hijos están bien.
Llegando a casa bajo del auto y le recibo la niña a Tania, entro y lo primero que veo es a mi madre y mi hermana con mis hijos en sus brazos, un suspiro sale de mí, aunque sabía que con ellas no les pasaría nada, tenía que asegurarme de que están bien, que estarán aquí para cuando llegue su madre, porque ella volverá, estará con ellos nuevamente.
—¡Cariño! —se levanta mi madre con miedo en su rostro.
Aunque ella ya estaba al tanto de todo, imagino que su miedo es por toda la sangre que tengo en mi ropa y parte de mi cuerpo en estos momentos.
—Estoy bien —digo antes de que inicié con sus preguntas —solo vine a dejar a la niña y cambiarme para regresar al hospital.
—Deberías descansar —dice, no sé por qué se empeñan en que descanse, sabiendo que no lo podré hacer.
—Madre, no puedo, debo estar con ella, a su lado para cuando despierte —digo.
Todo lo que está pasando en estos momentos es tan absurdo, es como si fuera una escena repetitiva que nunca acabara.
—Madre, déjalo, si tú o yo estuviéramos en su lugar harías exactamente lo mismo —le agradezco con la mirada a Alana cuando habla.
Subo hasta la habitación aun con Aria en mis brazos y decido ducharla primero a ella, quitarle ese horroroso vestido con el que la vi ayer. No tardó mucho en darle un baño y un tetero improvisado que me ha traído mi madre.
Ellas se llevan a mis hijos y me quedo solo en la habitación, por primera vez estoy completamente solo y puedo dejar salir todo lo que siento, puedo liberar esta presión que tengo en mi pecho, aunque sea fuerte, entiendo perfectamente la condición de Ava, entiendo perfectamente que nos puede dejar en cualquier momento y aunque eso me destruye trato de mostrarme bien.
Entro a la ducha y mientras el agua limpia las manchas de sangre de mi cuerpo, mis lágrimas se van junto a ellas; llevo casi una hora en la ducha y no es porque las manchas no hayan salido, es porque necesito terminar con esta presión antes de llegar ante ella.
Cuando creo estar listo salgo de la habitación y me dirijo hasta la habitación de mis hijos, donde mi madre me dijo que iban a estar.
—Estoy listo para irme —llamo la atención de ellas.
—Deberías comer antes de irte, llevas mucho sin alimentarte bien —habla mi madre con preocupación.
—Comeré algo en el hospital —miento, mi cuerpo se ha empeñado en no recibir alimento.
—Debes estar bien para cuando ella despierte —amo tanto que todos estén positivos.
—Lo estaré, créeme que lo estaré —repito —cuiden de mis hijos, si llega a pasar algo no duden en llamarme.
Mi madre me da un abrazo que para mí dura un siglo, pero que me reconforta, los abrazos de mi madre en tiempos de dificultad son como ese polo que te devuelve a la realidad, pero te hacen sentir que todo estará bien.
Me acerco hasta mis hijos que parecen estar dormidos y doy un beso a cada uno, los miro por un rato, un poco más a Kai porque es la perfecta imagen de Ava, a fuerza de voluntad me alejo de ellos y me despido de mis familiares.
Voy de regreso al hospital, el día le está abriendo paso a la noche y mi mente divaga, en lo que podría estar haciendo con Ava y mis hijos en este preciso momento si nada de esto hubiera pasado.
Al llegar al hospital me encuentro con Miguel y Luciana, quienes me dicen que aún no han dado información y que los demás se fueron a descansar para volver mañana.
—Si quieren pueden ir a descansar ustedes, yo les avisaré si me dan alguna información.
—No dejaré a mi hermana sola —habla Miguel.
—Deberíamos aceptar, se te ve el agotamiento, mañana podemos venir más temprano —le habla Luciana pacientemente.
Él divaga un momento, pero al final toma en cuenta las palabras de su mujer, realmente él es uno de los que más al pendiente ha estado y su agotamiento es evidente.
—Debes avisarnos si pasa algo —insiste y yo asiento.
Ellos se van y así me quedo yo solo aquí. El tiempo va pasando y lo único que puedo hacer es observar todas las personas que pasan, los enfermeros y doctores que corren de un lugar a otro.
La noche pasa rápido y hubo un momento en el que el sueño me venció y logre dormir, no por mucho tiempo, pero ahora mismo me siento menos cansado y con un poco más de energía.
—¿Usted es el esposo de la chica que está en cuidados intensivos? —me pregunta una enfermera de avanzada edad.
—Sí, soy yo —respondo —¿paso algo con mi mujer? —pregunto con miedo.
—Sí, pero no algo malo, quería informarle que en estos momentos la están trasladando a la unidad de cuidados intermedios —dice ella.
—¿Qué diferencia tienen esas unidades? —pregunto, realmente no tengo mucho conocimiento sobre esto.
—Que ahora ya la podrán ver, no pueden entrar todos, pero la podrán ver —dice.
—¿No me está mintiendo?
—No, el oxígeno en su cerebro es regular y los latidos de su corazón son estables, por eso el doctor ha decidido cambiarla de unidad.
Qué bueno despertar con excelentes noticias, lo que me ha dicho empieza a calmarme un poco.
—Sígame —dice ella.
Camino detrás de ellas con algo de miedo, pero con ilusión, la imagen que quedo en mí de ella hace dos noches no son buenas.
Me desinfecto y me pongo la bata que ella me entrega para después entrar a una habitación donde puedo ver perfectamente a Ava, está conectada a muchos cables, me recuerda la primera vez que vi a mi hija, estaba casi que, en la misma condición, la diferencia es que Ava no está en una incubadora y tiene algunos cables más.
—Preferiblemente, no la toque, pero como sé que lo hará, por favor no la mueva o sea brusco con ella —dice la enfermera.
—Seré, como siempre, delicado, pero no me privaré de tocarla.
Cuando la enfermera sale término de acercarme a ella y de inmediato me acomodo a su lado, su piel está más que blanca, sus labios están rajados y las manchas bajo sus ojos son impresionantes.
Levanto la cobija que cubre su cuerpo y puedo ver los parches que cubren su cuerpo, en total son cuatro, dos de ellos están ubicados en sus cicatrices, el hijo de puta la hirió nuevamente en los mismos lugares.
Me acomodo a su lado evitando tocarla mucho, agarro su mano y la acaricio por un tiempo, me encargo de solo observarla. ¡Dios! Su rostro es tan perfecto, no importa las condiciones en las que este sigue siendo una mujer preciosa.
Luego de mucho tiempo, pero para mí poco, salgo de la habitación con la intención de informarles a todos, pero al llegar a la sala de espera me encuentro con toda su familia.
—Nos dijeron que la cambiaron de unidad —dice su madre —pero como vimos que estabas con ella no quisimos interrumpir.
—Muchas gracias por darnos tiempo —digo sinceramente —si quieren pueden pasar a verla, pero no la pueden tocar —digo de inmediato —yo haré unas llamadas y regresaré, no demoraré mucho.
Ellos se pierden por el pasillo que dirige a la habitación de Ava y yo salgo al jardín del hospital a llamar a mis padres, les aviso que ella está mejor, que, aunque no ha despertado, su pronóstico es alentador. Ellos me informan sobre mis hijos y me siento algo más tranquilo.
Me quedo por un rato más en este jardín para darle privacidad a su familia, para que puedan asegurarse que ella se está mejorando.
Los días han pasado rápido y Ava lleva aquí una semana, la mejoría de ella es sorprendente para algunos, pero yo sé que ella es fuerte y está luchando por sus hijos y seguramente por mí.
Ya la desconectaron de algunas máquinas, pero aún no despierta, dicen que posiblemente los sedantes aun estén en su sistema, que lo mejor sería esperar hasta que ella decida despertar por su voluntad.
Mi madre viene en camino con los niños porque el doctor lo sugirió, dice que tal vez al sentirlos a ellos pueda despertar, que posiblemente necesite un estímulo que la haga volver.
—Llegamos —habla la madre de Ava —había mucho tráfico.
La señora Fernanda se ve mucho mejor, ella y yo hemos estado todos estos días junto a Ava.
—No es nada nuevo —respondo acercándome a ellas.
—Aria ha estado muy molesta —dicen a la vez.
—No es nuevo en ella —digo —seguramente sabe que vienen a ver a su madre.
—Seguramente.
Las tres se acercan con los bebes y yo le recibo a Ian, a Alana, «debo agradecerle mucho a mi hermana porque ha estado al pendiente de mis hijos», nuestras madres y yo nos acercamos hasta ella y ponemos los bebes a su lado, quise ponerle a Ian en su pecho, pero la herida aún es muy reciente.
Ellos saben que es su madre quien está ahí, quien está a su lado, es como si supieran que no pueden moverse, la observan como siempre lo hacen, Ian monta su pequeña manito en uno de su pecho y yo sonrió.
—¿Extrañas la leche de mamá? —digo sonriendo.
—Eso parece —responde mi madre.
Los dejamos por un momento junto a ella, pero sin quitar la vista de encima, cuando empiezan a moverse más de lo querido los levantamos, creo que ha sido suficiente por hoy, puedo traerlos todos los días para que estén con ella.
Van diez días desde que Ava llego al hospital y aún no despierta, le han hecho algunos exámenes, pero todos han salido bien, el médico insiste en que tal vez despierte en el transcurso de esta semana, ya que los estímulos han funcionado.
Hemos traído a los bebes todos los días, tal como lo prometí y les aseguro que ha sido muy emocionante ver a los niños admirar a su madre, ahora ella tiene más color en su rostro, aunque aún se encuentran los parches en su cuerpo; yo me he encargado de limpiar sus heridas todos estos días.
—Debes despertar pronto —estoy junto a ella hablándole —no salvaste a tu hija para perderte su crecimiento —digo —debes despertar y ver que ella está bien.
Así paso toda la tarde, hablándole de lo mucho <según yo> que han crecido los niños en estas casi dos semanas.
Sus padres llegaron hace un rato y estamos platicando sobre lo que ha pasado esta última semana; tuve que ir a la fiscalía a testificar, al igual que Dorian, el vigilante que fue el único presente cuando mate a Lukas y Natalia, él dijo que todo fue en defensa propia, que si no lo hacía yo sería quien moriría, gracias a su testimonio ahora puedo estar libre, porque, aunque el haya sido el malo, según la ley nada me daba el derecho a matarlo.
Dorian no reconoció a Lukas porque él llevaba una cicatriz en su rostro, cicatriz que yo personalmente pague para que se la hicieran en su estadía en la cárcel, había dejado crecer su cabello, barba y bigote y sinceramente se veía diferente, por otro lado, a Natalia nunca la había visto, por eso no sospecho nada.
—Nosotros nos vamos —se levanta la madre de Ava —cualquier cosa nos llamas —dice.
—Te encargo a mi hija —habla esta vez mi suegro —cuídala.
—Hace mucho que cuido de ella —digo.
Ellos se acercan y besan las mejillas de Ava antes de alejarse, luego regresan a donde estoy y cada uno me da un abrazo para poder marcharse.
La noche trascurre normal, yo estoy como todas las noches al lado de ella sosteniendo su mano. Estaba logrando dormir cuando escuché su voz, creí que era un sueño hasta que la vi.
—Cásate conmigo —dice con lágrimas en sus ojos.
Estoy en trance y no por lo que acaba de decir, sino porque ha despertado, luego de tantos días ella despertó.
NOTA DEL AUTOR
He aquí el siguiente y penúltimo capítulo, si no me da mucho sueño les subo el otro porque solo es editarlo, pero es muy largo y lo voy a subir completo.
Quería aclarar unas cosas que me están frustrando de verdad:
Yo no actualizo seguido, no es por qué no quiera, chicos, yo soy una mujer que tiene 24 años, estoy en la universidad, trabajo y ajústele a eso que estoy en otros proyectos, actualizo de madrugada cuando tengo tiempo, y eso que debo estar levantada a las 4 am, entonces imaginen el tiempo que tengo para escribir.
Escribo porque me gusta, esto es algo que hago desde muy pequeña y no lo dejaré de hacer; recibí tres mensajes que solo destilaban, veneno, no sé cómo le hacen para ser así.
Agradezco a todas las personas que me dejan comentarios maravillosos y mensajes que no se imaginan, también agradezco aquellos lectores fantasmas, créanme que soy igual.
Espero que este capítulo les haya quitado el sabor amargo que traían después de la última actualización.
COMENTE, VOTE Y COMPARTA, LOS AMO.
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