Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 64

Cumplieron la meta muy rápido, de verdad que me sorprenden. Interactuar bastante con este capitulo por favor.



Entro a mi habitación con el corazón en la mano, sintiendo un dolor que aumenta cuando llego a la cuna de los bebes y Aria no está, trato de no preocuparme.

—Posiblemente, la tenga Marga, sí, debe ser, lo digo más para mí y me dirijo al cuarto de ellos, pero lo que veo me perturba aún más.

Marga está tirada en el suelo con un evidente golpe en su cabeza, empiezo a desesperarme aún más, siento que el aire me falta. ¿En qué momento se la llevo? Estoy segura de que fue él.

Bajo las escaleras y agarro la caja mirando si posiblemente hay alguna nota, algo que me diga donde se la llevo, que va a hacer con ella.

¡Dios! Mi pequeña, todo estaba bien, estábamos bien, ya se había solucionado todo esto, él estaba preso ¿Cómo es que llego a mi casa? ¿Cómo es que supo que estábamos solos? Y la pregunta que más ronda es ¿Cómo salió de la cárcel?

Marco el número de Alan, pero no contesta, posiblemente este descansando u ocupado, insistió varias veces hasta que decido llamar a mi madre; es la segunda persona en quien pienso.

—¡Cariño! —atiende de inmediato mi llamada.

—¡Madre! Él... —no salen palabras, tengo un nudo en mi garganta que me está impidiendo hablar.

—¿Le paso algo a los niños? —pregunta.

—Madre... se la llevo —logro decir y siento como salen las lágrimas de mis ojos, un sollozo sale de mí, mis piernas tiemblan y no logro estar de pie —se llevó a mi hija.

—Por favor cálmate —indica, pero no sé cómo hacerlo, me siento perdida —¿Quién se llevó a la pequeña?

—Madre Lukas volvió... volvió como lo había dicho y se llevó a mi pequeña, mi hija no está.

—Ya voy para allá, por favor no salgas y hagas nada, asegura a los niños, ya vamos para allá —sugiere, escucho como mueve cosas y habla, pero no entiendo nada.

No me colgó el teléfono en ningún momento, logre escuchar como mi padre maldice y trataba de hablar con Miguel, mi madre me sigue hablan, trata de calmarme, pero no lo logra.

—Ya vamos llegando —dice ella.

Subí donde están mis niños y no he separado mis ojos de ellos, me olvide completamente de Marga, parece egoísmo, pero siento que si despego el ojo de ellos una va a desaparecer o incluso los dos, de solo pensarlo el vacío incrementa.

—¡AVA! —escucho claramente la voz de Miguel y me levanto.

—Aquí —grito para que pueda verme.

Estaba en una esquina de mi cama con los niños recostados en mis piernas.

—¿Cómo es que él logró llegar hasta aquí? —me pregunta y no sé ni un carajo.

—¡NO LO Sé! —grito desesperada —crees que si hubiera sabido hubiera dejado a mis hijos solos.

—¿Cómo qué solos? —dice.

Le explico en medio de mi agonía donde estaba y porque no estuve junto a mis hijos, relativamente estaban con Marga...

—Marga... Marga está herida en la habitación de los niños —digo y él va hacia ella.

Mis padres llegan hacia mí y mi padre es el primero en abrazarme, su calor me invade, pero aún siento la presión en mi pecho.

—Debemos llamar a la policía —dice mi padre.

—¿Cómo es que él está fuera de prisión? —digo.

—Vamos a averiguarlo, no permitiremos que le haga algo a Aria.

Mi madre intenta agarrar a uno de los niños, pero se lo impido, no los quiero separados de mis brazos.

—¿Hablaste con Alan? —pregunta Miguel.

—Intente, pero no responde —digo.

—Joder, llamaré a Danniel —Miguel sale de la habitación con su teléfono en mano.

Marga ya despertó y les contó a mis padres como fue que un hombre se llevó a la niña, ella no sabe quién es porque nunca lo había visto, pero estoy segura de que fue él, sus flores son la evidencia.

—Ya la policía viene en camino —dice mi padre.

—Danniel tampoco responde —dice Miguel entrando a la habitación.

—Podemos comunicarnos con Simón o Lina —digo en un susurro.

Efectivamente, inician a llamarlos a ellos, pero ninguno responde ¡Joder, estoy desesperada! Miguel sigue insistiendo y yo le marco nuevamente a Lina, pero nos rendimos, ninguno contesta; seguramente están en una reunión.

—Yo llamaré a los padres de Alan y tú te tomarás este té —me indica mi madre y sale de la habitación.

En estos momentos ya no lloro, no habla, me dedico a mirar a los niños y notar que falta algo, que el vacío que hay en mi pecho es enorme y que las ganas que me han entrado de matar a alguien nunca antes las había tenido.

—Ya llego la policía y está hablando con Marga —escucho a lo lejos, aunque sé que están muy cerca de mí.

—A ti también te van a hacer preguntas —hablan nuevamente y sigo perdida.

Bajo con mis bebes en los brazos y hablo con los policías, digo todo lo que creí había terminado, enseño las rosas y la tarjeta y ellos anotan y hablan entre sí.

—¿Cómo que ese hijo de puta se escapó y no nos habían avisado? ¿Ustedes saben el peligro que corre mi sobrina en estos momentos? —dice Miguel luego de escuchar a los policías.

—Cálmese, señor, es algo que apenas nosotros sabemos, no sabemos por qué no les avisaron a las víctimas que el señor había escapado —dice el policía.

—No me puedo calmar, observe como está mi hermana en estos momentos, su hija necesita un medicamento y con él no lo tendrá —insiste Miguel.

Los padres de Alan llegan y se acercan a hablar con los policías mientras yo sigo al pendiente de mis niños y mi teléfono, tal vez Lukas llame, envié un mensaje o de señales de que quiere devolverme a mi hija, no me importa que pida, si no involucra a mis hijos le daré lo que quiera, lo que me pida, incluso si quiere mi vida se la daré al cambio de la de mi hija.

Mi teléfono suena y me saca de mis pensamientos, veo el nombre de Alan en la pantalla y nuevamente siento el nudo en mi garganta. ¿Cómo le voy a decir que por mi culpa su princesa no está?

—¡Hermosa! Tanto me extrañas que estuviste a punto de quemar mi teléfono —dice con tono divertido, pero yo no hablo, mis lágrimas bajan silenciosas por mis mejillas, pero un sollozo me delata —Joder Ava, me estás asustando ¿Qué pasa?

—Alan, yooo... —tartamudee al hablar —lo juro que yo no quería que pasara esto.

—No me asustes, ¿con quién estás? —pregunta —¿está Marga ahí? —pregunta nuevamente.

—La niña —sale en susurro —él se llevó a mi hija —por fin lo digo.

—¿Él quien? —se altera un poco en preguntar.

—Lukas cumplió, se escapó de la cárcel y vino... vino por mi hija —digo mediante sollozos.

—Si no quedo contento con lo que le hicieron en prisión, no va a quedar existencia de él para contar lo que le haré —lo escucho, maldecir y gritar, puedo jurar que su voz tembló un poco al mencionar esas palabras —¿los niños, donde están ellos?

—Conmigo —respondo.

—¿Te hizo algo a ti? —no quiero que pregunte eso, quiero que regrese y me ayude a encontrar a nuestra hija.

—No. ¿Puedes volver? —pregunto.

—No tienes que preguntarlo, haré hasta lo imposible para llegar lo más pronto —dice.

No hablamos más porque él empieza a hablar con Miguel y luego su padre, quienes siguen aquí en mi casa y no han abandonado la habitación en la que estamos; la noche ha corrido relativamente rápido, pero para mí se hace eterna al no saber de mi hija, al no saber ¿Dónde y cómo está? ¿Si tiene frío o hambre? ¿Dolor o esté asustada?

La mañana llega y con ella más gente, policías y detectives a mi casa, lo único que hacen es seguir invadiéndome de preguntas con las que no se puede hacer nada porque ninguno sabemos dónde o con quien pueda estar Lukas.

—Dora... —sale su nombre de repente, no confió en esa tipa.

—Cariño, por ella se comenzó, pero después del juicio con Alan, ella se fue a Inglaterra, quiso alejarse de todo esto y se fue dispuesta a sanar —dice Dahiana.

—Eso no nos asegura que ella esté con él —insisto.

—Investigamos a la señorita y efectivamente se encuentra en Londres y hace más de cinco meses no tiene comunicación con nadie de Australia —dice el detective.

Así mismo trascurre la tarde y llega la noche, he alimentado a mis hijos con la leche reservada que está a punto de culminar, los he bañado y no me he separado de ellos. Si preguntan cómo me siento en estos momentos, mi respuesta sería qué perdida, aunque mis dos niños me dan una esperanza, no puedo evitar el vacío que se instaló en mí la noche anterior.

Mi madre y Alana son las que se encuentran conmigo en la habitación mientras los hombres hablan en la sala; aún no sabemos nada y la desesperación se ve en el rostro de todos.

Alan hace algunas horas, tomo su vuelo y posiblemente llegue en la madrugada.

—Debes comer algo —dicen —no has comido nada en todo el día —insiste mi madre.

—No tengo hambre —digo con mi mirada perdida en la cuna donde descansa Ian y Kai.

—No te hagas esto, debes ser fuerte —dice ella sosteniendo mis manos.

—¿Cómo se puede ser fuerte? Mi hija está en manos de un jodido psicópata y tal vez... tal vez... —no logro decirlo, algo comprime mi pecho y me impide respirar.

—Respira, respira, por favor —indica mi madre y no logro hacerlo, el aire no entra a mis pulmones.

—Le está dando un ataque de pánico —alcanzo escuchar a Alana, pero no la veo porque mis ojos están nublados.

Solo escucho pasos y cuando entran a la habitación, todo mi cuerpo tiembla y suda, mi mente está en blanco, no puedo respirar. Pierdo completamente la visión, pero soy consciente de las personas que me rodean, no las veo, pero las escucho.

—Hay que llamar al doctor —grita mi madre saliendo de la habitación.

—Esto se veía venir, ella se ha visto calmada, está almacenando todo el dolor y así está reaccionando su cuerpo —dice Alana.

Mi cuerpo está temblando demasiado, pero no siento nada de frío, solo siento unos cuantos pares de mano sujetando mi cuerpo.

Mi cuerpo empieza a reaccionar y es por la luz que entra por la ventana, me levanto un poco desorientada, como si hubiera estado soñando toda la noche, siento mi cuerpo liviano.

Alcanzo una bata mientras me levanto, froto mi rostro y me decido a acercarme a la cuna de los niños, pero un miedo me invade cuando no los veo, ninguno está en la cuna, salgo de la habitación como loca con el corazón en la mano, también se los ha llevado a ellos, se llevó a mis hijos a todos.

—Se los llevo a todos —grito cuando llego al comedor.

—Cálmate, están aquí, no se los ha llevado, no permitiremos eso —dice mi madre poniéndose de pie.

—¿Por qué los sacaron de la habitación? Tienen prohibido agarrar a alguno de mis hijos —digo mientras los sujeto con dificultad.

Puede parecer egoísta, pero no quiero que nadie se acerque a ellos.

—Cálmate —dice alguien.

—Así no podrás hacer nada, debes calmarte un poco, todos estamos para ayudarte —vuelven hablar y no identifico quien es.

—No están ayudando en nada, por mí pueden largarse que yo misma buscaré a mi hija, así tenga que dar mi vida, la encontraré —desaparezco de la vista de ellos y llego nuevamente a mi habitación.

Creí que todo era un sueño, que mis tres hijos estaban conmigo, pero cuando no vi a ninguno me asuste mucho, sé que estoy siendo grosera, pero la desesperación por no saber nada de mi hija en estos casi dos días me vuelve loca.

Subo a los bebes a una carriola y los llevo hasta el baño donde me doy una ducha rápida sin quitarles la vista ni por un segundo.

—¿A dónde la pudo llevar? —me he estado haciendo esta pregunta muchas veces.

La tarde llega y con ella Alan, está a mi lado de donde no se ha levantado, tiene a uno de los pequeños en sus brazos mientras yo sostengo al otro, cada que intenta moverse, lo miro con miedo, con el mismo miedo que muestran sus ojos, pero que trata de disimular.

—¿La encontraremos? ¿Verdad? —pregunto más para mí que para él.

—La traeré a casa, cuésteme lo que me cueste, ella estará nuevamente en tus brazos.

Cuatro jodidos días donde la policía no ha hecho nada, no ha sabido en qué ratonera se escondió Lukas con mi hija, cuatro días donde él no ha dado señales de vida, mis nervios me juegan muy mal y los ataques llegan varias veces al día.

—No han servido para nada, lo que hacen ellos lo estamos haciendo mejor nosotros —escucho como Alan discute con alguien.

—Calma... —no deja que la otra persona hable.

—No puedo calmarme, joder, mi hija lleva cuatro días desaparecida, está en manos de un psicópata que hirió a su madre, Ava está a punto de colapsar y yo... —se le quiebra la voz —yo debo tragarme todo mi jodido dolor para darle las fuerzas que nadie me da a mí.

He sido egoísta con él, por sufrir y no ayudarlo, por dejarle toda la responsabilidad de esto a él, soy un desastre.

Regreso a mi habitación y es cuando veo un mensaje en mi celular, es él, un mensaje de Lukas con una foto de mi Aria, mi Aria está en brazos de él sonriendo, como si no estuviera en peligro.

—La princesa es un encanto, he disfrutado estos días con ella, pero nos haces falta, o, mejor dicho, le haces falta porque ha estado más inquieta de lo que imagine. Estoy donde casi termine con tu vida, donde nadie sospecha que estoy. Te estaré esperando, pero no traigas a nadie, pueden pasar cosas malas, como una princesa muerta...

—Por favor Lukas, hago todo lo que quieras, dime que quieres, pero no le hagas nada a mi hija —envió el mensaje con mis manos temblorosas.

—Ven donde te he dicho, no traigas a nadie y te aseguro que nada malo pasará, si no haces una estupidez ella estará bien.

Muerta... Muerta... resuena esa palabra en mi mente; donde casi termina con mi vida, la pienso, pues él en muchas ocasiones intento acabar con mi vida, en Brisbane hay muchos lugares, pero no creo que haya viajado, ya que en todas partes está su rostro.

Luego de pensarlo un rato, el único sitio donde casi me mata aquí en Canberra es el que fue un día mi apartamento, es la única opción que tengo; sí, debe estás ahí, me lo repito antes de salir de la habitación.

No dudaré ni un segundo en dar mi vida por la de mi hija «una madre nunca lo pensaría, una madre está dispuesta a todo», me pongo una sudadera y una camiseta sencilla, me calzo con los primeros zapatos que encuentro y me acerco a la cuna de los bebes.

—Perdonen a mamá por lo que hará —sonrió cuando los veo, puede ser la última vez que lo haga —no quiero dejarlos solos, pero su hermana me necesita —digo con un poco de nostalgia.

Los cargo por última vez y beso sus mejillas incontables veces hasta que me siento lista para recuperar a mi hija, bajo las escaleras y me acerco donde están todo; me siento junto a Alan y lo abrazo, él besa mi cabeza y también me abraza. Me embriago de su perfume que me alivia un poco.

Levanto mi cara y lo veo a los ojos, sus ojeras son muy evidente como las mías, sus ojos se ven apagados y lo entiendo perfectamente, beso sus labios, dos beses y luego me pongo de pie.

—Debo salir un momento —digo y todos me miran como si estuviera loca.

—No deberías salir, sabes que puede pasar algo —dice Alan.

—Necesito aire, pensar, tal vez saliendo pueda recordar donde puede estar Lukas con mi hija —me encojo de hombros mientras hablo, no soy buena mintiendo.

—Insistió en que no deberías —habla nuevamente Alan.

—No puedes decirme que hacer, solo estaba avisando que saldré, los bebes están en la cuna, por favor cuídalos mientras regreso —si es que regreso.

—Nosotras te acompañamos —hablan Luciana y Alana a la vez.

—No, quiero estar sola, quiero respirar —digo —solo déjenme estar por un momento —insisto.

—No hagas esto, estás actuando raro —dice Alan.

—Estoy cansada de estar aquí y no saber nada de mi hija, lo único que haré es salir por un momento —insisto —¿está bien?

—Bien, pero no demores mucho, una hora como mucho para que estés de regreso —dice Alan.

—Cuida de los bebes, no dejes que les pase algo —digo antes de alejarme.

Cuando estoy fuera de casa miro hacia donde están todos hablando con cara de preocupados, quisiera decirles donde están, pero no me quiero arriesgar a que les pase algo.

Susurro un perdón antes de alejarme.

No sé si levante alguna sospecha, pero deseo que no, sé que la última vez que enfrente a Lukas sola nada bueno salió, pero esta vez no soy solo yo, es mi hija la que está ahí con él, una pequeña indefensa que no es consciente de lo que sucede en estos momentos.

Camino unas cuantas cuadras hasta llegar a una esquina donde cojo un taxi que me llevara hasta el apartamento.

—¿Puede ir más rápido? —le pregunto al señor.

—Señorita, estamos al límite —responde él.

—Por favor conduzca más rápido, si hay multa créame que yo le pagaré.

Me mira como si estuviera loca, pero inicia a conducir más rápido. Mi mente está recreando miles de escenas de lo que puede suceder cuando llegue a ese apartamento y me encuentre con él y mi pequeña. Estoy tan perdida en mis pensamientos que no note cuando el taxi se detuvo.

—Señorita —habla en señor —hemos llegado.

—Muchas gracias —salgo del taxi, pero el señor me habla.

—Debe pagarme —dice.

—Lo siento —le entrego un par de billetes y me alejo.

Ahora empieza todo, recuperaré a mi hija sin importarme qué. Me acerco hasta la entrada del edificio donde logro identificar a uno de los celadores quien me sonríe amablemente.

—Ava —me llama el hombre.

—Dorian —lo saludo.

—Mucho tiempo sin verte —dice mientras abre las puertas —la pareja que vive en el que era tu apartamento me informo que vendrías.

Dorian siempre fue muy hablador y de todos los que trabajan aquí era con quien mejor me llevaba, así que no dudo en preguntarle.

—¿Tienen hijos?

—Sí, una niña muy linda, que por cierto no se parece a ninguno —dice sonriendo —aunque no la vi muy bien porque son muy reservados.

—¿Puedo pedirte un favor? —le hago otra pregunta después de asegurarme que la tiene aquí.

—Los que quieras, te debo mi vida —dice él.

—Si llegas a escuchar algo raro o los vecinos te dicen algo, ¿puedes llamar a la policía? —es lo mejor que se me viene en estos momentos.

—Me asusta, señorita —dice —pero lo haré.

—Solo hazlo.

Me despido de él y me subo al ascensor que me subirá hasta el piso donde está el apartamento, en este preciso momento mi mente ya no fórmula nada, estoy en una especie de submundo que no me deja pensar en las consecuencias de lo que traerá todo esto.

Bajo del ascensor y camino rápido hasta llegar a la puerta; toco varias veces hasta que la abren. Cuando entro me da una punzada en el pecho de ver todo lo que hay aquí, es como si él quisiera recrear lo que fue mi apartamento cuando yo estaba en él.

—Bienvenida —giro y él está ahí, tiene una cicatriz en su rostro que le hace perder la belleza que un día tuvo, lleva un arma en su mano derecha mientras que en la otra lleva un tetero.

—¿Dónde está ella? —me acerco hasta él sin importarme el arma.

—Tranquila belleza, todo a su tiempo —dice y se aleja —dame tu celular.

Se lo entrego sin importarme que, solo quiero ver a mi hija en este preciso momento.

—Eres muy inteligente, no creí que vinieras sola —dice.

—Estoy haciendo todo lo que me dices, por favor déjame verla —insisto.

—Como hiciste lo que te dije, permitiré que la veas por unos minutos —dice y mira hacia la habitación que un día fue mía —trae a la princesa por favor.

Grita, me imagino que a su supuesta pareja.

Veo salir a la rubia de la habitación, nunca pensé que ella también estuviera detrás de todo esto, ¿Cómo fue que se conocieron? Nunca consideré que el peligro de Natalia fuera tan potente.

—¿Cómo... cómo es que ustedes se conocen? —mi voz tiembla al hacer la pregunta.

—Considero que no estás en la posición de hacer preguntas —habla por primera vez la rubia —pero fácil, investigue sobre ti y llegue a él.

—Eres una maldita perra —grito.

Lukas se acerca rápidamente a mí y golpea mi rostro fuerte, muy fuerte, quedo un poco aturdida, pero trato de no perder el control en estos momentos.

—No tienes derecho a nada —dice él —no hables, harás todo lo que yo te diga.

No digo nada, mi mirada está fija en mi hija, la pequeña ha empezado a llorar y mi pecho se comprime de dolor.

—¿Lo has entendido? Si no colaboras, ella —señala a Natalia —desaparecerá con la pequeña y tú y yo nos quedaremos solos.

—Lo entiendo, pero por favor dámela.

Natalia no tarda mucho en acercarse a mí y entregarme a la pequeña que se me calma cuando está en mis brazos. La reviso lo más que puedo y puedo notar que está en perfecto estado.

—Ella debe tomar unos medicamentos —digo.

—Por eso no te preocupes, tengo todo bajo control, ha tomado sus medicamentos todos los días.

Abrazo a mi pequeña y me embriago de su olor a bebe tan evidente, mi chiquita, estos días han sido un infierno al no haber sabido donde estaba.

—¿Qué quieres Lukas, que quieres de mí? —pregunto.

—Quiero tu vida, es lo único que quiero en este momento y hoy mismo la tendré, pero primero haré sufrir a toda tu familia.

—Eres un maldito loco, espero te pudras en el infierno —retrocedo un poco.

No estoy muy lejos de la puerta y sé que no tiene seguro, así que camino lentamente hacia ella. Lo que hago pasa como en cámara rápida, giro con la bebe aun en mis brazos y abro la puerta con la intención de salir.

Alcanzo a salir y corro hasta el ascensor, pero un fuerte dolor en mi pierna derecha me hace caer con la bebe.

—No creas que será tan fácil —Lukas se acerca y me quita a la pequeña.

—Ellos vienen por ti —salen las palabras de mi boca —te matarán, eso tenlo por seguro.

—Pero me iré contigo, y tal vez con tu dulce hija.

—A ella no la tocarás —trato de moverme —antes de que puedas tocarla, yo te mato.

Un golpe, dos golpes, pierdo la cuenta cuando para, esto es como si estuviera repitiendo lo de ese entonces.

Entramos nuevamente al apartamento y él me lleva hasta el centro de la sala, sujetan mis manos y me cuelgan de no sé dónde, pero solo logro tocar el piso con las puntas de mis pies.

—Como ellos ya vienen haremos todo más rápido y divertido, pero te aseguro que vas a rogar, que te mate —dice.

Se aleja y habla con la rubia que aún tiene a mi hija en sus manos, luego se alejan y no demoran mucho en llegar, él con un gran balde lleno de lo que parece ser agua y ella inicia a desvestir a la niña.

—No, no, no, a ella no, por favor, a ella no —forcejeo un poco creyendo que lograré soltarme, pero es imposible.

—Te dije que vas a rogar, pero no pensé que lo hicieras tan rápido.

El maldito no tiene corazón, sumerge a mi niña en esa agua y la deja por unos segundos hasta que ella empieza llorar desconsoladamente, la saca por unos segundos y repite la acción varias veces.

—Por favor, házmelo a mí, mátame a mí, no sigas —mis manos empiezan a doler al igual que mi garganta por los gritos, solo espero que Dorian o alguien pueda escucharnos.

—Ya que insistes —le entrega mi hija a la loca mayor y se acerca a mí.

Rasga mi camisa de un solo movimiento.

—¿Aquí fue? —aprieta la cicatriz que tengo, esa que fue hecha por él —esta vez será más profunda —dice en el momento que siento un fuerte dolor bajo mis costillas.

—Déjame la otra a mi —habla la loca sonriendo —quiero hacer la otra.

Se acerca y no tarda en clavar lo que sea que tengan a un costado de mis costillas, el dolor es terrible, la sangre sale frenéticamente.

—Son dos lugares que producen mucho dolor y si tardan mucho en atender las heridas puedes morir.

Me dejan ahí colgada y se van con la pequeña, mis ojos se cierran poco a poco, pero los obligo a mantenerse abierto, estar alertas para cuando ellos vuelvan.

Puedo jurar que he estado más de cuatro horas aquí, mi cuerpo es fuerte o eso creo yo, no sé si estoy imaginando cosas o aún sigo despierta, la sangre que está sobre mis pies es impresionante.

—Resistes mucho —escucho esa horrible voz.

—Mi hija —hablo casi en un susurro que se logra entender de milagro.

—Ya la verás —dice —estamos preparando algo para el final —dice.

—Por favor —ruego con el alma —no le hagas nada, ella no tiene la culpa de nada.

—Me enteré de que es la adoración de Miguel y él me debe algo, así que ¿por qué no vengar a luna con ella?

—Eres un maldito loco, tu jodida hermana se mató porque quiso, mi hermano no tiene la culpa de nada, deja a mi hija fuera de tu maldita venganza.

Joder, no sé dé donde saco fuerzas para hablar, mi cuerpo ya no me responde mucho y no sé cuánto tiempo más lograré resistir.

—Mi jodida hermana, como la llamas, lo era todo y por Miguel ya no está, así que tu hija pagara todo y tú te irás con ella por dañar mis planes y enviarme a la cárcel.

—Eres un maldito y jodido loco —escupo su rostro y él me devuelve el gesto con un golpe que me da con la pistola.

Un pito, eso escucho, ahora la sangre se desliza por mi mejilla y no entiendo de donde es que sale tanta sangre, yo juraría que ya mi cuerpo no tiene sangre.

—Ya ellos están en camino, por eso voy a terminar con todo esto, creo que a tu jodido marido no le gustaron las fotos.

—No hagas esto —insisto.

—Aunque te arrastres, haré todo esto, la satisfacción que sentí al saber el desespero de toda tu familia y el dolor que estoy causando y el que voy a causar, no lo cambiaré por nada.

—Maldito loco, eres un maldito loco, espero que te pudras en el infierno —digo.

Natalia sale con mi Aria la cual lleva un vestido completamente blanco, el vestido se ve como nuevo, pero su diseño es viejo, muy viejo.

—Era el mejor vestido de mi hermana, ahora tu hija morirá con él y mi hermana sabrá que hice justicia.

—Por favor no, NOOOO —doy un último grito, ciento dos punzadas más en mi cuerpo y pierdo todo el conocimiento.

Mi hija, mi pequeña, no la pude salvar, no pude salvarnos.




NOTA DEL AUTOR

Si no hay comentario, no hay capítulo final y epílogo.

No me culpen por lo que paso, todo pasa por algo.

Esperemos que puedan llegar a tiempo y que ambas estén bien, o que puedan salvar a una de ellas.

Ya solo falta el último capítulo y el epílogo.

Mis ojos se aguaron al escribir este y el siguiente capítulo.

¿Creen que Ava murió?

¿Alan mata a Lukas?

El próximo capituló será narrado por ambos.

Me disculpan por actualizar tan tarde, pero es el único tiempo que tengo.

COMENTE, VOTE Y COMPARTA, LOS AMO.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro