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CAPÍTULO 62

Lo sé, me demore mucho sabiendo que ya el capitulo estaba en borrador, pero comenten. 😆


Siento que los días han pasado volando, los bebes cumplieron un mes y hoy tienen su cita de revisión, Aria a estado mejor que sus hermanos, de solo verla sé que será más activa que ellos, siempre está despierta y atenta a cualquier ruido, mientras que los otros la pasan durmiendo.

—¿Deberíamos empacar esto? —pregunta Alan.

—Cariño, eso no lo vamos a necesitar —respondo, no creo que sea necesario llevar un juguete con el cual ninguno de mis hijos juega.

—Pero tal vez lo necesitemos —insiste —además estaremos un buen rato en casa de mis padres, allí esto puede ser una distracción para ellos.

—¡Alan! —lo miro —los niños apenas tienen un mes y no considero que eso —señalo la maraca que tiene en la mano —sea distracción para ellos.

—Bueno, bueno. Entonces voy a empacar los teteros.

—Que no se te olvide ninguno —le advierto.

Antes de empezar a alimentar con tetero a los bebes, le pregunté a la pediatra que nos asignó el hospital, ya que no puedo alimentar a los tres en el mismo momento; tengo mi banco de leche donde guardo lo que utilizaré en la semana para estar preparada en todo momento.

—¡Amor! Por favor lleva esto al carro —le entrego a Alan las pañaleras mientras termino de vestir a Ian.

Alan lleva las dos pañaleras y sube al instante para empezar a llevar a los bebes.

—¿Sabes que acaba de hacer tu hijo?

—Te acaba de dar un regalo —se ríe sonoramente mientras agarra a sus otros dos hijos.

—Siempre me hacen esto a mí, estoy empezando a creer que no seré la preferida de ninguno.

—Eres la preferida, mira que te ha dado un enorme regalo —señala el pañal y sale riendo.

Ya me ha pasado varias veces y no solo con Ian, los tres me han dado estos regalos como los llama Alan. Lo cambio en un tiempo récord y no me sorprende nada, cada día aprendo algo nuevo con estos pequeños.

—Te admiro mucho —dice Alan cuando llego al auto.

—¿Por qué?

—Eres la mejor mamá que conozco, haces todo sin renegar y con tanta pasión —dice sonriendo.

—Son mis hijos, cada cosa que hago con ellos lo hago por y con amor —digo y le entrego al pequeño Ian.

Nos subimos al auto después de asegurarnos que los niños estén cómodos y seguros; los bebes están dormidos y la verdad deseo que se mantenga así hasta llegar al hospital, o por lo menos Aria no despierte porque ella es la más revoltosa, aunque debo ser una madre agradecida, ya que los bebes no son como otros que lloran casi que todo el día.

—¿Hasta qué hora estaremos en casa de tus padres? —le pregunto a Alan.

—No lo sé, tal vez hasta las cinco, para que no lleguemos muy tarde a casa —me responde.

Seguimos hablando de cosas triviales mientras el camino hacia el hospital se hace un poco largo. Las calles de Canberra en las mañanas las odio, siempre hay más carros de los que he podido ver en mi vida, es un milagro cuando se ven «vacías», cosa que casi nunca pasa.

Alan estaciona el auto cerca a la entrada del hospital y nos bajamos para coger a los bebes.

—Tú llevas a Aria y yo a los niños —dice entregándome a mi niña.

—Dame la pañalera pequeña —digo, pero él niega.

—Yo lo llevo —insiste.

—Pero vas un poco incómodo.

—Créeme que no voy para nada incómodo.

No digo nada más y entramos al hospital, por primera vez supongo que llegamos a una cita con tiempo y sin afán, debería ser diferente, ahora debería llegar tarde a todo, pero mis horarios los he sabido acomodar «igual es la primera vez que salimos de casa desde que nacieron los trillizos».

Llegamos hasta el área de pediatría donde nos recibirá primero la pediatra para después ir con el señor Smith «el cardiólogo que lleva el caso de nuestra pequeña». Llegamos hasta recepción y nos registramos, como llegamos casi veinte minutos antes, nos toca esperar hasta que llegue nuestro turno.

—Me sorprende lo bien que se comportan —digo mientras miro a mis niños.

—Yo también me sorprendo, estos niños son muy silenciosos, podría decir que nunca los he escuchado llorando —dice Alan.

—No es para tanto, si lloran, no mucho, pero lo hacen. ¿Se te olvido la noche que casi lloras porque Kai y Aria no se calmaban? —le recuerdo la noche que pasamos unos días después de llegar del hospital, mientras Kai y Aria lloraban, Ian solo los observaba.

—Bueno, fue el único día que los escuche llorar —lo miro entrecerrando los ojos.

—Tus hijos pueden ser muy juiciosos y silenciosos, pero lloran como lo hacen todos los bebes.

—Esos pequeños ruidos que hacen no se les puede llamar llanto, son melodías para mis oídos.

Nuestra pequeña discusión por el llanto de nuestros hijos se vio interrumpida por el llamado de la doctora.

Alan agarró a los niños y yo nuevamente cogí a la pequeña Aria.

—Buenos días, papás —nos saluda la doctora y ambos respondemos al mismo tiempo —les voy a hacer unas preguntas y luego vamos a revisar a estos pequeños —sonríe cuando ve a los niños.

Empieza a hacer las preguntas que creo son de rutina, ¿Cómo han estado los bebes? ¿Algo raro que hayamos visto este mes?, revisión en el carnet y algunos papeles que nos entregaron cuando nos dieron el alta.

—Buenos papás, vamos a ver cómo está el peso de los bebes. Vamos a iniciar con el más grande —dice mientras agarra a Kai. —en los documentos dice que este chico fue el segundo en nacer.

—Sí —respondo —es el segundo de sus hermanos, pero parece el mayor.

Ella le quita toda la ropa que le había puesto incluyendo el pañal, menos mal no se había ensuciado aún en el pañal.

—Este bebe está muy grande y saludable —lo coge de sus dos manitos y lo levanta, mi instinto me hace acercarme, pero ella me detiene —tranquila mamá que no le va a pasar nada a este grande —dice ella.

Sigue revisándolo, lo mide, pesa, escucha su corazón y sus pulmones, yo estoy atenta a cada movimiento que hace.

—Este bebe está muy sano; mide 53 cm y pesa 4 kilos, tiene las medidas perfectas para un niño de su edad, aunque si está un poco más grande, pero no es nada malo.

Dice y me lo entrega para que yo misma lo vista, lo hago rápido mientras ella desviste a Ian.

—Casi siempre las niñas son las menores, pero resulta que en este caso es diferente, su pequeña es la mayor entre estos caballeros —dice ella mientras repite el procedimiento con Ian —cada vez que los levanta de esa manera me asusto y siento que los va a dejar caer.

—Sí, la pequeña Aria fue la primera en llegar al mundo —digo.

Cuando la doctora nos dijo quién era la mayor me sorprendí, porque al ver a Aria tan pequeña creí que ella era la menor, pero me equivoqué.

—Aunque sea la mayor de mis hijos, para mí va a ser mi chiquita —dice Alan llamando nuestra atención.

—Las niñas siempre serán las chiquitas para sus padres —dice la doctora y la verdad que lo entiendo perfectamente.

—Entiendo perfectamente eso —digo ya que mi padre aún me ve como una niña.

—Bueno, este pequeño también está muy sano, mide 52,5 cm y pesa 4 kilos, es un poco más pequeño que su hermano, pero no es mucha la diferencia, estas medidas son buenas para un bebe de un mes como los suyos —dice ella entregándome esta vez a Ian para vestirle nuevamente —llevan muy bien a los bebes.

¿Cómo no? Le dedicamos casi que todo nuestro tiempo a los bebes, ahora que Alan regresa a la empresa debo estar un poco más al cuidado de ellos, aprovecharé cada segundo con mis hijos.

—Ahora vamos a revisar a esta pequeña que sería la mayor entre sus hermanos —dice y Alan le entrega a Aria —yo daré mi diagnóstico como pediatra, pero teniendo en cuenta que ella está en un proceso con el especialista, él les dará un mejor diagnóstico —dice ella.

Con Aria es un poco más cuidadoso e imagino que es por la cirugía que tiene, de igual manera estoy cerca de ellas por si algo llega a ocurrir; lo sé, parezco paranoica, pero prefiero prevenir que lamentar.

—Bueno, aunque su peso está en lo que se puede llamar normal, su talla es un poco baja para el mes que tiene —dice ella.

—Pero ella come bien, pues, come más que sus hermanos —digo un poco afligida.

—Es posible que sea porque su desarrollo durante el embarazo no fue muy bien, pero esperemos a los resultados de los exámenes que yo hago y los que posiblemente haga el especialista para descartar cualquier cosa —yo creí que mi niña ya estaba recuperada. <es obvio que en un mes no estará 100% bien, pero por lo menos deseaba que me dijeran solo cosas buenas>.

—¿Cuándo estarán listo los exámenes? —pregunta Alan.

—Para mañana estarán listo, los pondré como prioritarios, los analizaré con el cardiólogo y luego les daremos un diagnóstico, los niños están bien, pero por rutina también haremos los exámenes —dice ella.

—Desde que volví a Canberra solo me dieron malas noticias sobre la salud de mi hija —a veces pienso que los culpables de todo esto son Lukas y Dora, en otras ocasiones pienso que es solo mi culpa por no cuidarme más.

—Yo estoy seguro de que la evolución de nuestra hija ha sido la mejor y ahora mismo está fuera de peligro, mira que su peso está bien —dice Alan mientras acaricia mi mejilla.

—Eso quiero creer.

La enfermera le aplica las vacunas a los bebes y juro que casi lloro, cuando escuche sus pequeños llantos, puedo ser un poco extremista, pero es como si hubiera sentido su dolor. Después de hablar por un rato, la doctora nos da unas últimas indicaciones y salimos de su consultorio con dirección el consultorio del doctor que lleva el caso de nuestra pequeña.

—Casi muero cuando les aplicaron esas inyecciones a los niños —digo cuando salimos.

—Tus ojos se cristalizaron, por poco, y lloras junto a ellos.

—Es que no soporte ver su mirada, sentí que les dolió mucho.

—Pero mira qué valiente son, ya se calmaron —de verdad que admiro a mis pequeños, nunca había visto niños tan calmados como ellos.

—Estoy segura de que en la noche no nos dejaran dormir, llevan toda la mañana durmiendo, solo despertaron en la consulta y mira, ya se volvieron a dormir —los señalo y luego a Aria —diferente a su hermana, que ha estado despierta desde que llegamos al hospital.

Como había dicho, Aria es tranquila, pero duerme muy poco en las tardes, y duerme menos cuando Alan está cerca, creo que se enamoró de su padre.

Nos dirigimos al tercer piso donde está el consultorio del doctor; espero que el sí nos dé buenas noticias y que la baja talla de nuestra pequeña no sea por algo relacionado con su corazón, hemos seguido las recomendaciones al pie de la letra y no hemos dejado sus medicamentos.

—Buenos días —saludamos al doctor cuando ingresamos a su consultorio.

—Buenos días —nos responde él con una sonrisa.

Nos hace casi que las mismas preguntas que hizo la pediatra antes de comenzar a revisar a la bebe, escucha su corazón con su estetoscopio; él también le quito la ropa a la bebe, pero la dejo con su pañal.

—Nunca había tenido un caso como el de esta pequeña —dice entregándome a la bebe.

—¿Por qué? —pregunto un poco preocupada.

—No tiene de que preocuparse —responde, posiblemente vio el temor en mi rostro —lo digo por la recuperación que ha tenido, su corazón se escucha bien, se ve bien, pero vamos a hacer los exámenes de rutina para confirmar lo que veo —dice y siento como el alma vuelve a mi cuerpo.

—Pero la doctora dijo que no la veía tan bien, que su peso está en el límite y su talla es pequeña —habla esta vez Alan.

—Ella si está pequeña, pero no tanto para decir que es un problema. Hay que entender que ellos nacieron antes de terminar la gestación, además siempre entre los trillizos hay uno más pequeño que los otros, este puede ser el factor de su baja talla —aclara nuestras dudas —con los exámenes nos aseguraremos que la pequeña está bien.

—Esto nos quita un peso de encima —digo —realmente estaba preocupada, creí que estábamos haciendo algo mal —me sincero.

—Son unos excelentes padres, son primerizos con trillizos y lo estás llevando bien, sus hijos se ven saludables.

—No somos los mejores, pero tratamos de serlo —respondo.

—¿Los medicamentos han generado alguna reacción en la bebe? —pregunta cambiando el tema.

—Hasta el momento no, no hemos evidenciado nada raro —responde Alan porque él es quien se encarga de ello.

—Bueno, vamos a cambiar uno de los tres medicamentos y se lo vamos a dar tres veces a la semana, los dos que quedan deben darlo todos los días como ya lo venían haciendo —dice él mientras redacta la fórmula.

Hace unas últimas preguntas antes de entregarnos los documentos.

—Recuerden que si llega a suceder algo deben traerla al hospital —dice como última sugerencia.

Agradecemos todo y salimos del consultorio; Aria hizo su primer berrinche de bebe, cuando le aplicaron la vacuna no dejo de llorar hasta que Alan la sostuvo entre sus brazos.

—¿Quieres que pasemos por alguna repostería antes de llegar a casa de mis padres? —pregunta él mientras subimos al auto.

—Tal vez para llevarle algo a tu familia, ya ves que esto haciendo dieta —digo mientras me termino de acomodar.

—¿Dieta para qué? —pregunta.

—¿No lo ves? Aún tengo como diez kilos de más —respondo señalando todo mi cuerpo —debo hacer dieta y ejercicio, tal vez operarme para volver a tener mi cuerpo.

Realmente quede gorda, no he bajado más que unas simples libras, en el embarazo comí de todo y no me cuide, ahora es que lo noto, mi barriga aún está flácida y creo que ese ha sido lo que me impide estar desnuda frente a Alan; nunca había tenido complejo sobre mi cuerpo, pero ahora me aterra que deje de gustarle por cómo me veo.

—¿Cirugía? ¿Estás loca? —dice mientras detiene el auto frente a una tienda.

—Sí, tal vez así pueda bajar estos kilos que tengo de más —respondo.

—Sé perfectamente que es tu cuerpo y tu decisión, pero no considero que necesites eso, ante mis ojos estás perfecta, eres la más preciosa, amo tu cuerpo tal y como esta —dice.

—Solo que no me siento cómoda —digo mientras juego con mis manos.

No sé cómo llegamos a este tema, pero después del embarazo, llegar a casa y ver mi cuerpo en el espejo, me hizo sentir mal.

—Sabes, siento que podrías espantarte en cuanto me veas —digo revelándole mi verdadero miedo.

—Es eso —responde —por mí no te preocupes, desde el embarazo y antes de él te lo dije, amo tu cuerpo en todas las facetas; además no veo la hora de degustar nuevamente ese rico culo que quedo después del embarazo.

Terminamos de hablar y Alan baja del auto, yo me quedo aquí por los niños, no seriamos tan irresponsables de dejarlos solos y mucho menos en el auto.

Llegamos a casa de los padres de Alan y nos recibieron igual que siempre, esta familia siempre me ha brindado mucho amor, cuando estoy con ellos es como si estuviera con mi familia.

—Toda la mañana en el hospital, muchos exámenes y revisión —dice Alan cuando estamos en la sala.

—¿Pero los bebes están bien? —pregunta Dahiana.

—Más que bien, para tener un mes y haber nacido antes de tiempo están muy saludables, aunque Aria está unos centímetros más abajo que sus hermanos, pero el doctor dice que se está recuperando muy bien —digo, sintiéndome feliz por ello.

—Es una buena noticia, eso quiere decir que va a ser una niña muy fuerte —dice nuevamente Dahiana.

—No lo dudo, será como Ava —habla Alan.

—¿Puedo cargarlo? —pregunta marcos.

—No lo dejes caer —habla Alan antes que él pueda cargar al pequeño Ian.

—Deja de ser paranoico —digo.

Alana se lleva a Kai y yo alimento a Aria mientras sigo conversando con Dahiana; Alan se fue hace un rato con su padre al despacho porque deben solucionar unas cosas de la empresa porque él vuelve el lunes a su puesto.

—¿Cómo te fue en tu primer mes como madre? —me pregunta Dahiana después de que nos quedamos solas.

—No puedo decir que ha sido mal o duro, los bebes son muy tranquilos y con Alan a mi lado todo se hace más fácil —respondo sinceramente.

—Se ve que es un buen padre —dice ella aludiendo a su hijo.

—El mejor que he visto, se preocupa mucho cuando los bebes lloran, aunque quiera mostrar lo contrario.

—Ser padre siempre fue su sueño y tú se lo cumpliste.

—Deseo cumplir todos sus sueños —espero tener esa oportunidad.

—Estoy segura de que lo harás, eres una excelente mujer —dice ella —no se equivocó en elegirte.

—Y yo no me equivoque en elegirlo a él, casi lo pierdo, pero el amor que nos tenemos prevaleció en todo.

—Pero mírate, ahora tienen tres preciosos bebes y son felices —responde ella.

—De eso no me cabe duda.

Hablamos hasta que me traen a los niños y parece que Kai está un poco inquieto, seguramente es que tenga hambre porque su hora de comida paso «no los alimento todo el tiempo porque mi madre dijo que no era recomendable».

—Ya el almuerzo está listo —informa la señora que ayuda a Dahiana en las cosas de la casa.

Dejamos a los niños en la habitación que era de Alan «ellos compraron dos cunas y las pusieron en esa habitación para que los niños puedan descansar cada vez que vengamos», todo huele delicioso y ni decir de la pinta que tiene ese pollo con esas salsas.

—Puedes darme menos —le digo a Simona cuando empieza a servir mi plato.

—¿Estás comiendo menos? Debes alimentarte bien —dice Dahiana cuando ve lo que hay en mi plato.

—Estoy evitando las harinas —digo omitiendo lo de mi dieta.

—Quiere hacer dieta —me delata Alan y lo miro mal.

—No deberías hacer eso, debes alimentarte bien, ya sabes, los bebes solo toman tu leche —sugiere Dahiana.

—Solo necesito bajar un poco de peso —digo —¿Cómo has estado, Alana? —trato de cambiar el tema.

Desde que hable con ella nuestra relación mejoro mucho.

—Bien, todo ha mejorado —dice y entiendo perfectamente de lo que habla.

—Me alegra mucho que todo esté mejor entre ustedes —es cierto, ella conoció a alguien que la complementa.

Nos enfundamos en una conversación hasta que escucho el pequeño llanto de uno de mis hijos, sin llegar hasta ellos puedo adivinar que es Aria la que despertó.

—Pequeña revoltosa —digo cuando la levanto —¿También quieres que mamá haga dieta?

Los dos niños están completamente dormidos y empiezo a sospechar que mi noche será muy larga.

—¿Ella es la más activa? —pregunta Amador.

—Es la que todo el tiempo está alerta y pendiente a cada movimiento —respondo.

—Pero es bueno, así comprueban que está bien —dice.

—Sí.

Terminamos nuestro almuerzo y volvemos a la sala donde nos la pasamos hablando durante un tiempo; el tiempo paso rápido y me entretuve bastante, los niños despertaron hace un momento y ahora la que duerme es Aria.

Nos despedimos de la familia luego de acomodar a los bebes en sus sillas, los niños están más que despiertos. Todos estuvieron muy atentos a los bebes y amo eso, amo ver todo el amor que le tienen y dan a mis pequeños.

Vamos de camino a casa, creímos que llegaríamos temprano a casa, pero salimos de noche de donde los padres de Alan, insistieron en que nos quedáramos, pero como excusa puse a los pequeños, Alan supo de inmediato que no me agrado para nada la propuesta porque no me acostumbro a dormir en esa casa.

—Disfrutaré este fin de semana con ustedes, no me despegaré ni un segundo de mis hijos —dice llamando mi atención.

—Puedes hacer eso todos los días —digo.

—Será difícil, ahora que retomo mi trabajo nuevamente, mi tiempo se recortara —dice un tanto afligido.

—Cuando estés libre y yo pueda te llevaré a los bebes, no dejaré que te pierdas ni un segundo con ellos —digo.

—No dudo de eso —responde.

Seguimos hablando mientras veo a los niños, aún siguen despierto y ninguno ha llorado ¿Alguien ha visto bebes más juiciosos que los míos? No lo creo.

Llegamos a casa y después de descargar todo y descansar un rato le damos un baño a los niños para que puedan descansar «no pienso que duerman, pero lo intentaré».

—¿Le pongo estas? —pregunta Alan mostrándome la pijama que le pondrá a su hija.

—Si quieres, es para dormir, ponle cualquier cosa.

Siento que a la hora de ponerle algo a mis hijos soy lo menos complicada, no los visto mal, pero no me mato la cabeza en eso, siento que hay cosas mejores en que ocupar mis pensamientos.

—Le pondré está a Ian —dice mostrándome la misma pijama que tiene Kai.

—Mientras terminas ahí yo alimentare a Kai, luego a Ian y tú le das el tetero a Aria.

Así termina nuestra noche, o mejor dicho empieza, ya que los bebes, como lo suponía, no me dejaron dormir lo necesario; al ellos estar despiertos debía estar al pendiente de cualquier cosa. Se vinieron a dormir casi que a las 5 am, ya cuando el sol estaba a punto de salir.



Tal como lo dijo Alan, el fin de semana paso volando y ya hoy regresa a su trabajo; debe ser responsable, ya que él es quien maneja todos los negocios de su familia, su padre nos ayudó un poco, pero dice que estar en una oficina todo el día ya no es lo suyo.

—Haré todo de lo que este a mi alcance para llegar temprano —dice mientras desayuna.

—No te preocupes, ten cuidado al manejar que te conozco perfectamente —sé lo imprudente que es cuando lleva prisa.

—Espero volver antes de que anochezca, no quiero que estés sola todo el día.

—No lo estaré, hoy viene mi compañera de trabajo —Daren viene a conocer a los bebes.

—No confió en extraños —dice.

—Deja la desconfianza, además también vendrá mi madre.

—Así quedo más tranquilo.

Termina su desayuno y lo acompaño hasta la puerta, ahí nos despedimos, me da un beso, el cual no quería acabar, pero el deber llama como dice él.

Sin Alan en casa se siente raro, pero debo acostumbrarme a que no estará como lo estuvo este mes; le digo a Marga que me ayude un poco con los niños mientras yo me arreglo «agradezco tenerla porque es de mucha ayuda», no demoro mucho porque debo arreglar a los bebes y enviar unos correos a la empresa.

Cuando es casi medio día suena el timbre, Marga abre la puerta y recibe a Daren, yo estoy en el comedor con los niños a un lado mientras terminaba de enviar los correos «aunque no voy a ir a la oficina por un tiempo, debo entregar algunas cosas que tenía pendiente».

—El tráfico de esta ciudad es terrible —dice mientras se acerca a saludarme.

—Totalmente de acuerdo, cuanto extraño a Brisbane, allí el tráfico es terrible, pero no tanto —esa ciudad es maravillosa.

—¿Cómo has estado? —pregunta mientras le digo que se siente.

—Muy bien, he disfrutado mucho mis días en casa con mis pequeños.

—Te ves divina, no parece que hayas tenido tres bebes —dice.

—No creo, me siento terrible, gorda y cansada —admito.

—¿De dónde sacas que estás gorda? Ya quisieran muchas verse como te ves tú —¡ay! Qué halagadora.

—Qué mala eres para animar a las personas —digo.

—Bueno, a lo que vine, ¿Dónde están? —pregunta.

—¿Se afectaron tus ojos? —pregunto con fingida sorpresa —están justo ahí —los señalo con la boca.

—Créeme que no los había visto.

—Aja, no puedo considerar eso.

Se acerca al mecedor mega gigante como lo llamo yo, Alan hizo magia y logro conseguirlo porque aquí no lo encontramos por ninguna parte.

—Son preciosos —dice ella.

—Como la madre —me río sonoramente al decir eso.

—Repítelo hasta que te lo creas —dice ella.

Pasamos la tarde hablando sobre el trabajo y algunas cosas de su vida y la mía, mi madre llego tiempo después de que Daren llegara y fue tan amable de prepararnos el almuerzo «a veces siento que abuso de ella», todo el día estuvo igual que los otros, con la única diferencia que nos hizo falta Alan, digo nos hizo porque Aria estuvo más inquieta que nunca.

—¡Dios! Creo que había perdido la costumbre de estar todo el día de reunión en reunión —llega hasta donde estoy.

—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto mientras aflojo su corbata.

—Muy pesado y agotador —dice —lo único que me motivo es que llegaría a casa y encontraría a mi preciosa mujer junto a mis preciosos hijos.

—Se te nota, te ves cansado —digo —¿comerás algo? —pregunto.

—Me daré una ducha primero —dice —¿Dónde están los niños? —pregunta.

—Dormidos, tu hija estuvo un poco revoltosa, creo que te extraño tanto como yo —le doy un casto beso antes de que iniciemos a caminar.

—¿Te hice falta? —pregunta con coquetería.

—Como no te imaginas —palmeo su trasero y corro hacia la habitación.

Entramos y Alan se acerca hasta la cuna y le da un beso a cada bebe, sonríe cuando se aleja un poco de ellos.

—Siento que hace mucho no los veía —dice.

—Fueron... —hago gesto de estar pensando —casi diez horas.

—Creo que eran más.

Entra al baño mientras yo acomodo lo que imagino que se pondrá.

—¿Me estás seduciendo? —pregunto cuando sale del baño con apenas una toalla envuelta en su cintura.

—¿Quieres que te seduzca? —se acerca.

—No lo sé, ¿quieres seducirme? Porque lo estás logrando.

—Siempre —acaricia mi mejilla y luego me besa.

Un beso lleno de lujuria y deseo, desde que tuve a los bebes no hemos estado juntos, y eso ya hace más de un mes.

—Amo esa boquita —acaricia mi labio y vuelve a besarme.

Quito la toalla que llevaba y queda completamente desnudo, hago que se siente en la cama y luego me siento sobre él y esta vez soy yo quien lo besa.

—Esto es tan... —me dejo llevar por el deseo y un gemido sale de mi boca cuando me muevo sobre su erección.

—No sabes cuando extraño esto —sujeta mis caderas y hace un poco más de presión sobre su erección.

Todo está subiendo de temperatura, él alcanza a quitar mi pantalón de dormir y cuando está a punto de penetrarme uno de los bebes llora.

—¡Mierda! —exclama bajito y se aparta.

—Nos estábamos olvidando de algo —digo mientras acomodo nuevamente mi pantalón.

—Creo que deberíamos aceptar la sugerencia de tu madre —dice mientras se acerca a la cuna.

—¿Lo crees? —pregunto.

—Es necesario —dice —ellos no deben escuchar estas cosas.

Levanta a Kai quien es el que está despierto, lo arrulla hasta que el niño nuevamente se duerme.

—Espero que esta noche si nos dejen dormir —digo cuando Alan lo deja nuevamente en la cuna.

—Estoy seguro de que será igual que la noche anterior.

Bajamos al comedor para que el coma algo, le voy contando como estuvo mi día y él me cuenta parte de lo que hizo en la oficina.





NOTA DEL AUTOR

Primero: quiero agradecerles a todos por los mensajes tan lindos que me dejaron por mi cumpleaños.

Segundo: disculparme por no subirle el capítulo sabiendo que ya lo tenía.

Tercero: el capítulo lo dividí porque no alcance a editarlo todo, pero mañana estaré publicándolo.

Cuarto: Ya el final está en proceso y espero no me juzguen, pero todo lo que pasa es porque tenía que haber una solución a muchas cosas que están inconclusas.

Trataré en lo posible, si mi tiempo lo permite publicar los últimos capítulos, incluyendo el epílogo antes de la próxima semana.

Espero llenen de muchos comentarios este capítulo porque está lindo como les gusta, el siguiente es un poco agridulce.

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