CAPÍTULO 61
La escritora de Ava nació un 24 de junio, así que como regalo, espero un lindo comentario.
Voy camino a ver a mi princesa, los bebes se quedaron en compañía de Dahiana y mi madre, quienes desde que llegaron no se han despegado de ellos, están felices, ¿cómo no? Son hermosos, tranquilos y fuertes.
Mentiría si digo que no estoy nerviosa ¿No debería estarlo? Eso no lo sé, pero mis nervios están ahí, solo pienso en la carita de mi niña, en el primer y último momento en que la vi, en sus ojitos cafés, con un brillo diferente al de sus hermanos.
—Deben desinfectarse las manos, utilizar esas batas y ponerse tapabocas —nos indica la enfermera al momento de llegar a una sala.
Alan me ayuda a ponerme de pie, aún estoy muy, pero muy adolorida y se me complica un poco hacer algunas cosas, sobre todo por el dolor en mi vientre bajo.
—¡Hemos terminado! —le digo a la enfermera.
—Listo, por aquí por favor —abre una puerta donde se ve claramente una incubadora. Mi corazón empieza a latir desenfrenadamente en cuanto veo la manta blanca.
—Ahí está nuestra princesa —dice Alan mientras sonríe.
Él se acerca y yo por los nervios quedo un poco alejada, no soy capaz de caminar hacia donde se encuentra ella.
—Acércate Ava —me extiende su mano y la sostengo —mira a nuestra princesa —sus ojos brillan cuando mira hacia la incubadora. El brillo que tienen sus ojos cuando ve a sus hijos es mágico.
—¡Es hermosa! Como la recuerdo —digo cuando ya estoy junto a ella.
—Es muy hermosa —resalta él.
—Es igual a ti —la pequeña se remueve un poco y me sorprendo.
Ella parece escucharnos, parece saber que estamos aquí por ella y a pesar de todo esos cables que tiene encima nos responden con ese pequeño y sutil movimiento.
—Ahora ya se mueve, nos sorprende mucho lo rápido que se recupera —dice la enfermera llamando nuestra atención.
—Mi pequeña se aferra a la vida como yo me aferro a ella —respondo mientras miro a mi hija.
—De eso no tengo dudas, los dejaré solos, su esposo sabe cómo pueden tocarla —dice ella, pero mi corazón se siente diferente cuando menciono la palabra esposo, nuca había sentido algo así cuando llamaban a Alan como mi esposo.
—Muchas gracias —dice Alan.
Alan me muestra como debo meter mis manos para poder tocar a la bebe; es una sensación tan reconfortante poder acariciarla y sentir su piel tal como lo hice con sus hermanos, ahora me siento completa, plena y feliz, la compañía de mis hijos y Alan no la cambiaría por nada en el mundo.
—Veo que estás mucho mejor —habla el doctor sorprendiéndome.
—Ahora que la veo, me siento mucho mejor —digo, porque es verdad.
—Eso es bueno y estarás mucho mejor —dice él acercándose.
—¿Cómo es el estado de mi hija? —pregunta Alan con un tono de voz un poco alta.
—La pequeña está bien, ahora mismo podemos decir que se encuentra fuera de peligro —dice —si sigue así en las próximas 48 horas podemos llevarla a la habitación de la señorita, pero teniendo algunos cuidados.
Me emociono mucho al oír eso, es posible que mis tres pequeños estén conmigo en la misma habitación, que estén a mi lado.
—Escuchaste eso Alan —lo miro a los ojos —nuestra pequeña podrá estar con nosotros.
—Lo escuché claramente y al igual que tú me emociona mucho —me da un casto beso y luego mira al doctor —por favor cuénteme bien sobre la cirugía de mi hija —dice aún con su tono de voz alto.
—Bien, como le habrá comentado la doctora, la bebe nació con un defecto cardíaco, esto debido a que su corazón no se desarrolló bien durante la gestación —empieza explicar él mientras ponemos toda nuestra atención en lo que nos dice.
—¿Qué consecuencia deja en su vida? —pregunto yo esta vez.
—Hasta el momento hay muchos niños que han nacido con la misma condición que la bebe y han tenido una vida estable, por el momento recomendaré unos medicamentos que deben darle a la pequeña, estos los iremos cambiando de acorde a su crecimiento y evolución.
—¿Pero mi hija tendrá una vida normal? Es decir, ¿Podrá hacer las mismas actividades que otros niños? —pregunta esta vez Alan.
—Claro, ella podrá llevar una vida normal, si su evolución sigue como va y reacciona bien a los medicamentos.
—Muchas gracias, doctor —agradezco de corazón.
—No hay nada que agradecer, es mi trabajo y quiero ver a esta pequeña recuperada —dice antes de salir.
Nos quedamos casi que dos horas contemplado a nuestra princesa, es que parece irreal, parece una muñeca con solo pañales, tiene la piel igual de suave a sus hermanos; Alan dice que hoy tiene más color, que cuando él la vio, dice que tenía sus manos y labios morados.
—Yo creo que estos pequeños tienen hambre —dice mi madre mientras me acerca a Kai.
—Pueden dármelo a los dos, sé cómo alimentarlos —digo, la enfermera me mostró como podía darles pecho a los dos.
—Claro —responde.
Dahiana me acerca a Ian y me alcanza unas almohadas donde los acomodamos y de inmediato los empiezo a alimentar.
—Esto duele como el demonio —me quejo cuando ellos empiezan a succionar.
—Y eso que apenas estás empezando —dice mi madre sonriendo.
—Madre, no me digas eso —digo haciendo una mueca de dolor.
—Cariño, pero es la verdad —Dahiana apoya sus palabras.
—Pues me tendré que acostumbrar —digo esta vez mirando a los bebes —el dolor pasa cuando veo sus caritas.
Sigo alimentando a mis hijos mientras hablamos de trivialidades, ninguno ha mencionado nada de lo ocurrido la tarde de la celebración, han pasado casi dos días desde ese entonces y nadie ha mencionado ni una palabra, en el fondo lo agradezco porque eso logra desestabilizarme un poco; ahora quiero darles toda mi atención a mis pequeños.
Ya han pasado más de las 48 horas que dijo el doctor y han pasado cuatro días desde que los bebes nacieron y si me preguntaran cuáles han sido los mejores días de mi vida, sin dudarlo diría que estos, mis niños, son la luz que necesitábamos en nuestras vidas; Alan ha estado en cada momento junto a nosotros y al pendiente de cada cosa que podamos necesitar.
—Traje fruta para la niña de papá —me cubro el rostro cuando escucho a mi padre.
—¡Padre! —digo un poco avergonzada —no soy una niña, tengo veintitrés años y tres hijos.
—Para mí siempre serás mi niña, no hay objeción en eso —dice —¿te queda claro? —dice acercándose.
—¡Pero padre! —quiero protestar, pero él no me deja.
Saca un bol lleno de fruta picada y me lo entrega.
—Come todo, estaré mirándote desde ahí —señala donde están los bebes.
—Como diga señor Meyer —empiezo a comer la fruta, realmente necesitaba esto, la comida de este hospital es horrible.
Mientras como la fruta observo a Alan, quien está hablando con mi padre como dos amigos mientras miran y acarician a los niños «estoy segura de que tendrán una buena relación de suegro-yerno». Estoy a punto de terminar toda mi fruta cuando entran unas enfermeras.
—Buenas tardes —saludan ellas y todos respondemos al instante —vamos a organizar algunas cosas, ya que a la bebe la traerán en un rato.
Me emociono de solo escuchar eso, me pongo de pie sin importarme el dolor que siento, esta es la mejor noticia que me han dado en estos momentos.
—¿Necesitan ayuda en algo? —pregunto emocionada.
—No —responde una de ellas —solo haremos espacio, vamos a poner la cuna de los niños a este lado y la de la niña a este lado —señala ella ambos lados de mi camilla.
—Perfecto —digo —los tendré aún más cerca.
Dos de ellas cogen a los niños mientras que las otras empiezan a organizar todo, no demoran mucho en ello.
—El doctor vendrá en un momento —dicen para luego salir.
—Nos la traerán, eso quiere decir que ella ha despertado —digo emocionada.
—Y que está mucho mejor —dice Alan.
Como si ellos estuvieran a fuera, entra el doctor seguido de dos enfermeras arrastrando la incubadora donde está mi pequeña.
—Buenas tardes —saluda el doctor y todos respondemos.
Empieza a darnos indicaciones de lo que podemos y no hacer con la bebe; ya la podemos cargar y yo puedo alimentarla desde mi pecho.
—La enfermera vendrá tres veces al día para el medicamento, si necesitan algo ya saben cómo llamar —dice él —la bebe en estos momentos esta dormida, pero no tarda mucho en despertar porque no la han alimentado.
—Muchas gracias doctor, de verdad muchas gracias —digo nuevamente.
—No hay nada que agradecer, es mi trabajo.
Sale luego de darnos las últimas recomendaciones. Le digo a Alan que coja a uno de los bebes mientras que yo cojo al otro y los acercamos hasta donde está Aria, les hablo y después los acercamos hasta donde está ella, los tres juntos se ven perfectos.
—Se notan que son tus hijos —dice mi padre —son igual de hermosos a ti.
—Concuerdo contigo, mis hijos son preciosos —digo.
—Llevan la belleza de la familia Meyer —dice mientras se ríe a carcajadas.
Su risa parece haber sido el despertador para la pequeña Aria porque empezó a mover sus manitos y mover sus pequeños párpados mientras sus ojos se acostumbraban a la luz.
—Sus ojos son preciosos —escucha hablar a Alan, aún no había visto los ojos de la pequeña.
—Como te dije, igual a los tuyos.
Le entrego a Ian a mi padre para poder cargar, a Aria, la sostengo en mis brazos y lo primero que hace es mirar a su padre «nueve meses en mi vientre y lo primero que mira es a su padre».
—¿Ves lo que acaba de hacer tu hija? —le pregunto a Alan con una sonrisa.
—No —responde.
—Te ha mirado a ti en vez de a mí que fui quien la cargo —Alan se ríe sonoramente y Aria instintivamente levanta uno de sus brazos por un corto tiempo.
—Que ingrata mi hija, ya veo a quien va a preferir.
—Te dije que creamos una conexión desde el vientre —dice el aun riendo.
—Espero ser la preferida de estos chicos —señalo a mis niños.
Pasamos un rato así, hablando y dejándonos envolver en nuestra burbuja. Ahora estoy alimentando a la bebe quien está devorando mi pecho, tiene más apetito que sus hermanos.
—Tus hermanos vendrán el sábado —dice mi madre que llego hace un momento.
—Pensé que no vendrían —digo.
—No han venido porque querían darles su espacio, que ustedes disfrutaran de sus hijos, escucharon que, en los primeros días de nacido, los hijos con sus padres crean una conexión y no querían romper eso.
—Creen todo lo que leen —digo con una sonrisa.
—Pero es verdad, la conexión de los padres e hijos se crea los primeros días —resalta ella.
—Bueno, espero verlos el sábado por aquí, con Lucí y Tania.
—También los hermanos de Alan vendrán, me lo dijo Dahiana —dice mi madre.
—Gracias a Dios que la habitación es amplia para que todos puedan entrar.
Llevamos casi siete días aquí en el hospital y ya empiezo a desesperarme, los hospitales no me gustan mucho que digamos; lo que me emociona es que ya pronto podremos irnos para casa, los cuatro, Aria está mucho mejor y el doctor dijo que el miércoles podría darle el alta.
Hoy viene solo Danniel y Tania, ya que como el miércoles regreso a la casa los demás decidieron que nos verían allí.
—¿Cómo están los frijoles gigantes del tío? —dice Danniel mientras entra a la habitación, seguido de Tania.
—Ellos ya no son frijoles, créeme que no se parecen nada a ellos.
—Como siempre hablabas de frijoles gigantes, creí que aún los llamabas, así —se acerca y besa mi mejilla.
—Ahora no puedo llamarlos así —respondo.
—Estos son mis sobrinos —pone sus manos en su boca con sorpresa —pero son más preciosos de lo que habían dicho —se acerca y levanta a uno de ellos, por lo que logro ver es Kai.
—¡Dios! Pero si es igual a ti, así te veías tú cuando naciste.
—Eso dijo mi madre cuando lo vio.
—Hermana lo que tienes es una fotocopia, es igualito a ti —lo deja nuevamente en la cuna y esta vez levanta a Ian.
—Él se parece a los dos —me adelanto a sus palabras.
—Pero se parece más a ti, tiene tu mirada, los dos tienen tu mirada —los niños estaban despiertos cuando él llegó.
—Ahora sorpréndete con Aria —cruza y llega hasta la cuna de ella.
—Ava, cuéntame la verdad, tienes la opción de sacar copias, ¿verdad? —pregunta —Aria es la versión de Alan, pero en mujer.
Todos los que han pasado por aquí dicen lo mismo y no puedo negar eso, los niños se parecen a nosotros «obvio, somos sus padres».
Danniel y Tania cargan a los bebes mientras hablamos y yo alimento a Aria <es una devoradora>, es la que más aprovecha de mis pechos.
—Miguel le compro un regalo así de grande a su ahijada —dice Danniel imitando el tamaño del regalo —pero yo no me quede a tras y le compre un más grande a Kai —dice con orgullo.
—Esperemos que Marcos no te haya ganado con el tamaño de su regalo para Ian —decidimos que ellos serian los padrinos de los bebes.
—Es imposible, ese niño no tiene dinero.
—No te equivoques, Marcos puede tener más dinero que tú —dice Tania.
—No lo creo, pero esperemos a ver.
Se quedan un gran tiempo con nosotros hasta que llega Alan y ellos deciden retirarse.
—El miércoles nos darán el alta en la mañana —dice mientras arrulla a Ian.
—No veo la hora en que llegue ese día.
—Ya verás como pasa el tiempo de rápido.
—Siento que está pasando muy rápido, pero nada que salgo de aquí, ya mis hijos tienen siete días y siento que han crecido un montón.
—Nuestros hermosos, nuestros hijos —corrige él —ya tendremos tiempo para disfrutar cada segundo con ellos, además no han crecido mucho.
—Acuesta a Aria y dame a Ian —le digo, ya está princesa, se durmió y es hora de alimentar al menos cómelos.
Alan ha estado casi que todo el tiempo con nosotros, es muy poco el tiempo que se ha tenido que ausentar, Amador tomo las riendas de la empresa por un tiempo, según él le ayudará a su hijo hasta que sus nietos estén en casa «eso significa que Alan tendrá que volver pronto a la oficina».
Hoy por fin nos dan el alta y no he podido estar más emocionada por eso, pasamos casi quince días aquí y ya estaba empezando a agobiarme estas cuatro paredes, no hay como estar en casa y disfrutar mi habitación, mi baño, mi jardín y sin mentir mi cocina, no creí que hasta la cocina la extrañaría.
El doctor, la doctora y dos enfermeras están aquí dándonos unas recomendaciones para poder abandonar este hospital y no regresar a él por un buen tiempo «eso considero yo, nos toca regresar en quince días para la revisión de los bebes».
—La revisión de los bebes es para dentro de quince días —dice la doctora.
—Para Aria es lo mismo, con la condición de que si se pone mal la traigan inmediatamente a la clínica —dice esta vez el doctor Smith.
—¿Usted nos dará la receta de los medicamentos? —pregunto ya que no ha mencionado nade de eso.
—Ya la fórmula la tiene la enfermera con los papeles del alta, son solo tres medicamentos y se los tiene que dar en la noche preferiblemente, y no se vaya a saltar ninguno que esos son para la recuperación de ella.
—No nos saltaremos ninguno —menciona Alan.
—Bueno, eso es todo, con eso les damos el alta y les deseamos lo mejor a ustedes y a los bebes —dice la doctora antes de salir.
—Tienen unos hijos hermosos y una hija muy valiente —dice el doctor para también salir.
Terminamos de empacar algunas cosas y salimos del hospital con dirección nuestra casa. Alan lleva a los niños mientras que yo llevo a Aria, los tres van dormidos así que no va a ser tan difícil subirlos al auto.
—En casa están todos —menciona Alan después de que acomodamos a los bebes en sus sillas y nosotros nos subimos.
—¿Todos, todos? —pregunto.
—Todos, incluso Simón, él vino con Lina.
—Esto si es nuevo —digo —¿Simón no estaba con otra chica?
—Sí, pero Lina es diferente, es lo que él dice.
Nos enfundamos en una conversación mientras escuchamos música en un volumen moderado para no despertar a los pequeños y aprovechar que duerman hasta llegar a casa porque seguramente estarán de mano en mano.
Aunque el hospital está lejos de nuestra casa llegamos rápido, gracias a Dios el tráfico de esta mañana no era tan terrible como en otras ocasiones.
Sin entrar a casa un olor maravilloso llega a mí y sin tener la necesidad de entrar, sé que mi madre ha preparado mis pastas favoritas, se lo agradeceré toda la vida.
—Llegamos familia —grita Alan cuando entramos.
—Se estaban tardando —se acerca Dahiana a saludarnos.
—Fueron muchas recomendaciones las que nos estaban dando, además los papeles se hicieron eternos —aclara Alan.
—Pero ya llegamos, con estas preciosuras —señalo a los niños.
—Vamos, que todos están en el jardín esperando.
Caminamos hacia el jardín y efectivamente está toda la familia aquí, incluyendo a Simón con la rubia que nunca había visto.
—Por fin trajeron a mi ahijada —se levanta Miguel mientras camina hacia donde estoy.
—¡Hola hermano! ¡Yo estoy bien! —digo moviéndome para que no alcance a la bebe.
—Bien, bien, me disculpo —dice llevando sus manos al aire —¿Cómo estás? Me dijeron que eras una fotocopiadora —dice riendo —ahora quiero ver y cargar a mi ahijada, luego a mis sobrinos —mira a Alan después de coger en sus brazos a Aria.
Todos los otros se acercan a saludar y a poder cargar los niños que estaban en brazos de Alan. Hablamos por un rato hasta que mi madre nos llama porque la comida está lista para ser servida y le agradezco con la mirada, realmente tengo el hambre acumulada, ya que la comida del hospital era pésima y no lograba comerla toda.
Antes de llegar al comedor subo con Alan y dejamos a los bebes en la cuna, porque aún siguen dormidos; desde nuestros celulares los veremos porque insistí en que era bueno poner cámaras en su habitación.
—Ava —habla Luciana —te felicito por tus bebes, están hermosos.
—Muchas gracias —digo sinceramente —todos me han confirmado lo que ya sabía —ahora sonrió.
—Mis hijos tienen a quien salir lindos, Ava es preciosa —dice Alan mientras acaricia mi pierna.
—Y tú no te quedas atrás —digo y doy un beso fugas en sus labios.
—Bueno, dejemos tanta cursilería y comamos que hace hambre —habla Miguel.
La comida fue rápida, pero nos la pasamos hablando todo el tiempo, me hicieron miles de preguntas que fui respondiendo al paso del tiempo. La tarde fue agradable junto a todos, las felicitaciones llegaron a su fin al igual que la visita, todos se fueron y ya quedamos nosotros con nuestros hijos.
—¡Ava! —grita Alan desde la sala.
—Ya voy —digo —estoy preparando algo.
—¡Dios! Cariño, creo que tu hijo acabe de ensuciar su pañal con algo verde —dice mientras me acerca a Kai.
—¿Ahora es solo mi hijo? —pongo las manos en la cintura mientras hablo —también es tu hijo, así que tú cambiaras ese pañal.
—Ava, esto es en serio, necesitas cambiar al niño.
—Y yo también te hablo en serio, cámbialo tú, porque yo voy a alimentar a estos pequeños —señalo a Ian y Aria.
—Te estás saliendo con la tuya —dice cuando sale de la cocina con el niño en brazos.
—Así quieres tener seis, eso es lo que te espera por un largo tiempo.
Levanto a los bebes y camino hacia mi habitación para poder alimentarlos «hicimos instalar una cuna en nuestra habitación para que ellos estén junto a nosotros hasta mínimo los tres meses».
Al entrar a la habitación no pude aguantar mi risa, Alan estaba luchando con el pañal, embarro las piernas del bebe de popo y ni hablar de su camisa y brazos, es un desastre total.
—Eres un desastre realmente —dejo a los bebes en la cuna y me acerco hasta donde está él.
—Esto no es lo mío, lo mío es solo hacerlos.
—Esto también es lo tuyo, como los haces, así mismo los limpias, bañas, alimentas y demás.
Hago que me mire y empiezo a señalarle paso por paso como debe cambiar al bebe sin tener que ensuciar todo su cuerpo y de paso el suyo.
—Eso es todo —digo cuando le pongo el pijama al bebe.
—Lo haces ver tan fácil —intenta acercase, pero retrocedo.
—Ahora tú —señalo todo su cuerpo —debes darte un baño.
No protesta y se mete al baño mientras yo vuelvo a coger a los pequeños para alimentarlos.
NOTA DEL AUTOR
Estoy muy emocionada porque ya vamos entrando al final.
Disfruten los momentos buenos 🙊
Spoiler
(En el próximo capítulo Alan hace un viaje de negocios y Ava recibe una sorpresa). ¿Qué creen que pueda ser?
El siguiente capituló me quedo muy largo, así que estoy pensando en si dividirlo o subirlo así. ¿Qué me recomiendan?
VOTE, COMENTE Y COMPARTA, LOS AMO.
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