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CAPÍTULO 59

Comente hasta cansarse :) el próximo capítulo esta. 🤭

Casi dos semanas han pasado desde que nos dijeron de Aria no mejoraba; los resultados de los exámenes no salieron tan buenos, a pesar de que me alimento y duermo bien la anemia no ha querido abandonar mi cuerpo, mi presión ha estado en el nivel estable. Alan me ha cuidado como se lo prometió a la doctora.

Hoy estoy en la oficina porque tuve que encargarme de algo que necesitaban con urgencias, al principio Alan se negó, pero después de insistir tanto acepto con la condición de que él sería quien me traería a la oficina y que Luciana seria quien me llevaría a casa «ella se ofreció según él, cosa que no creo».

—El extremista de tu esposo te dejo salir —dice Daren.

—No es extremista, solo que se preocupa por nosotros.

—Necesito que Dios me premie con uno así —dice sonriente.

—Tu novio es una buena persona, solo que tú no lo aprovechas.

—Si lo aprovecho solo que —suspira, mira mi vientre y después habla —puedes creer que me dijo que quería formar una familia.

—Eso es bueno, no hay muchos así en estos tiempos —le respondo.

—Quiere tener hijos —dice con algo de burla.

—¿Qué tienen los hijos? Yo tendré tres y soy la mujer más feliz en estos momentos.

—Siempre he dicho que te admiro, yo no podría tener hijos, mucho menos tres.

—Entonces sepárate de él, tú no le darás lo que él quiere.

—No puedo, lo amo demasiado —dice haciendo un puchero que se vio muy gracioso.

—Entonces habla con él y dile lo que tú quieres —digo.

—Eso haré.

Seguimos hablando por un largo rato mientras espero a Luciana, ya terminé, lo que vine hacer que no se demoró mucho.

—Los espero mañana en mi casa, recuerden que es algo sencillo —digo al despedirme de ella —trae a tu novio y que Mateo venga con Patrick.

—Allí estaremos —me abrasa y salgo de la empresa.

Me subo al carro de Luciana que estaba esperándome justo en la entrada.

—Demoraste un poco —digo.

—Estaba terminando algo en la empresa —dice —el jefe quiere una reunión contigo.

—Que no me insista, no voy a retratar a ese loco amigo de él —digo nuevamente, quiere contratarme para una pintura, un amigo de su familia que tiene muy malas mañas con las trabajadoras y para colmo quiere que lo retrate desnudo.

—Nadie quiere hacerle esa pintura.

—Por qué es un loco, si fuera para el jefe lo haría, pero ese loco no —digo.

Hablamos mientras nos dirigimos a mi casa, mañana es la fiesta donde les diremos el nombre de los bebes, lo habíamos retrasado por la salud de nuestra niña, pero como ahora me siento un poco mejor, decidimos hacerlo antes de que nazcan o el parto se adelante.

—Muchas gracias por traerme —digo al bajar del auto.

—No es nada, nos vemos mañana —dice antes de irse.

—Nos vemos.

Entro a casa con la intención de ir a mi habitación, pero algo se roba mi atención, la caja rosa que me entregaron hace unas semanas que no pude abrir en ese momento, me dirijo a ellas, pero Marga me llama.

—¡Niña! Su madre la está esperando en la habitación de los bebes —dice.

—Muchas gracias Marga.

Me acerco, le doy un abrazo en forma de saludo y me dirijo a la habitación de mis bebes ignorando nuevamente esa caja.

—¡Madre! —la llamo mientras me acerco a donde se encuentra destapando unas cajas.

—¡Cariño! —besa mi mejilla y acaricia mi vientre —perdón por venir sin avisar, pero necesitaba traerte esto.

Una silla mecedora, mi madre está loca. ¿En qué momento trajo eso y lo armo?

—Madre, ¿En qué momento trajiste y armaste eso? —señalo la silla, es grande y a la vez bonita, se acopla a la decoración del lugar.

—Tengo mis trucos —dice guiñándome el ojo —esta silla será tu cama mínima por seis meses.

—No lo creo madre, como tampoco creo que mis hijos vayan a dormir aquí.

La cama que tenemos con Alan es realmente grande y la compramos así por los niños, él sabe que yo no me despegaré de ellos por un tiempo considerable.

—¡Hija! No los puedes acostumbrar a estar en tu cama —dice ella mientas, saca unas almohadas que va acomodando en la silla —ustedes necesitan privacidad.

—Madre, yo dormí con ustedes hasta que tenía como ocho años —le recuerdo ese pequeño detalle que parece está olvidando.

—Era diferente —le resta importancia.

—No, es igual o más importante porque tendré tres niños que crecerán a la par, los necesito lo más cerca posible a mí para darles él todo el amor que les tengo.

—Ya esa es decisión tuya, pero te aconsejo que no los acostumbres porque te va a ser difícil traerlos aquí —dice —¿Cómo está la princesa? —acaricia mi vientre.

—Igual madre, sus latidos aún son pausados —cada que pienso en ella un miedo me invade.

Aunque me he cuidado y seguido las recomendaciones, mi niña sigue con su corazón delicado, lo bueno es que cumplí los ocho meses y si en las próximas dos semanas no mejora podrán hacerme una cesaría.

—Ella es fuerte, está luchando.

—Lo sé, mi niña ha resistido mucho.

Mi resto de día fue tranquilo como lo han sido estos últimos días; mi madre se fue después de pasar un rato y yo decidí descansar, ya que mañana será un día largo por la fiesta, queríamos hacerla otro día, pero con la condición en la que estamos decidimos adelantarla porque los bebes pueden nacer en cualquier momento.

Hemos pasado toda la mañana terminando los arreglos; aunque no me toco hacer mucho, por el hecho de que Alan contrato una empresa para que se encargaran de todo esto, él quiere que no me canse y esté tranquila, en el fondo se lo agradezco porque mis pies no dan para tanto.

—¡Hermosa! —lo veo acercarse mientras grita.

—No tienes que gritarme, estoy justo frente a ti —digo.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando.

—Aunque mis pies no den para tanto necesito hacer algo, no puedo estar todo el tiempo en la cama.

—Pues es lo recomendable, que descanses y no te canses.

—Quiero estar pendiente de todo esto, no quiero perderme esto también —digo mientras acaricio sus mejillas —quiero decir dónde va tal cosa, como lo fueron esas mesas —señalo aquellas mesas que estaban en el lugar incorrecto.

—Solo no hagas esfuerzos innecesarios, si necesitas mover algo, por favor pide ayuda.

—No lo haré —me inclino un poco y doy un beso leve en sus labios.

—Estaré pendiente.

—Como digas.

Me acerco nuevamente a Sara «la organizadora y vieja amiga de los padres de Alan», entre las dos hicimos algo precioso, mi jardín parece otro sitio, todo está perfectamente decorado con globos blancos, rosa y azules los cuales los complementan rosas blancas por todo el sitio; hay unas seis mesas repartidas por todo el jardín.

—Mi gente terminará la comida y los últimos detalles, durante ese tiempo iré a la repostería por los postres —dice Sara.

Como adelantamos todo, se tuvieron que encargar los postres en otro sitio, Sara dice que ahí la repostería es como si fuera hecha por manos de dioses.

—Yo voy contigo —digo.

—No hay necesidad, uno de mis muchas viene conmigo —me responde.

—Déjame acompañarte, quiero salir un rato, antes de que comience la fiesta.

—Sé que eres muy persistente, si Alan lo permite te llevamos.

—No necesito su permiso —camino hacia la puerta junto a ellos —¡Cariño! —grito porque no sé dónde se encuentra —voy a salir con Sara, no demoramos.

Sin obtener respuesta de Alan me voy con ellos. Tardamos casi cuarenta minutos en llegar a la tal repostería, la cual tiene un cartel grande con el nombre —dulce tentación N&A— por fuera se ve muy hermoso.

—Buenos días —nos saluda un chico cuando entramos.

—Venimos por un pedido que se hizo —le habla Sara al chico.

Yo por mi parte estoy observando todo el lugar, todo se ve impecable y los postres se ven deliciosos, sobre todo el de chocolate.

—Deme un momento, llamo a mi jefa —dice el chico y se pierde por una puerta.

Ese olor llega de golpe, giro apenas escucho esa voz.

—¡Lily! —habla Sara.

—Ya todo tu pedido está listo, mi hermana tuvo que ayudarme porque era mucho para hacerlo en tan poco tiempo.

—Te agradezco por tener en cuenta mi pedido, sé que tienes muchos clientes.

—Sí, hemos crecido mucho, parece que a las personas les gustas mis postres —dice ella con una sonrisa, sonrisa que se le borra en cuanto me ve —¿Se te ofrece algo? —pregunta con arrogancias, es obvio que me reconoció.

—¡Oh! Ella viene conmigo —le indica Sara —ella es la anfitriona de la fiesta, bueno sus bebes.

—Si hubiera sabido que todo esto era para ella, créeme que no hubiera aceptado tu pedido —destila veneno al hablar.

—No deberías tratar así a tus clientes —dice Natalia cuando sale por la misma puerta —perdona a mi hermana —dice sonriéndome «hipócrita».

—No tengo nada que perdonar, si ella no hubiera aceptado nuestro pedido, seguramente otras reposterías lo hubiesen hecho, créeme que no es la única en la ciudad.

—Yo estoy feliz de poder hacerle los postres a Alan, ya arreglamos nuestras diferencias y ahora somos amigos —sonríe con arrogancia y sé que lo que está diciendo lo hace para provocarme —últimamente nos hemos reunido mucho.

Me hierve la sangre y no porque Alan la vea, sino porque no me lo dice, porque está dañando la confianza que nos tenemos, porque me mintió cuando le mencione esa fragancia a frutilla; ya recuerdo porque decía que la había sentido en alguien, fue en ella.

—Es bueno que se lleven bien, espero que te haya invitado a la fiesta —digo.

—Si me invito, solo que, ya sabes, todo esto me impide ir —lo voy a matar, que haya arreglado sus diferencias con ella, no le da el derecho de invitarla a mi casa.

—Es una lástima —digo.

Salgo de ahí seguida de Sara, no quiero escucharla más; Alan y yo tendremos una larga conversación cuando llegue a casa.

Mala idea al ir con Sara, si me hubiera quedado en casa mis manos no estarían sudando en estos momentos y no estaría imaginando cosas que no son, pero si me hubiera quedado en casa no hubiera sabido que Alan me esconde cosas y que se ha estado viendo con su ex novia.

Tardamos esta vez menos, pero no tanto como para estar en casa antes que mis padres, quienes siempre llegan de primero a todo.

—Mi niña —mi padre me da un intento de abrazo —me preocupé cuando no te vimos, pero el muchacho nos dijo que habías salido.

—Padre —doy un beso en su mejilla cuando nos separamos —estaba recogiendo los postres.

—Hemos dejado los regalos en la habitación de los bebes.

—¿Mi madre? —pregunto al no verla.

—Está en su lugar favorito, la...

—Cocina —termino la palabra por mi padre.

—La conoces muy bien.

—Es mi madre.

Voy hasta la cocina y saludo a mi madre. Subo a mi habitación para cambiarme el atuendo por una especial; Alan y yo vamos vestidos de blanco.

—El vestido te queda precioso —se acerca y acaricia mi vientre.

—Tú no estás nada mal —digo tratando de ocultar mi enojo, no quiero discutir con él en estos momentos.

—Vamos, que ya llegaron todos y nos están esperando.

—Baja, yo bajo en un momento —me besa para después salir.

Termino de arreglarme y bajo a donde ya todos se encuentran reunidos, recorro el sitio con la mirada y todos se ven muy felices, disfrutan de hasta el más mínimo detalle y eso me alegra.

—Hasta que te dignas en llegar —dice Tania con una sonrisa.

—Tenía que hacerlos esperar, pero ya estamos aquí —digo acariciando mi vientre.

Disfrutamos de todo, hemos disfrutado de un almuerzo maravilloso y ni decir de esos muffins de vainilla con chips de chocolates, no voy a negar que a esas arpías se les da muy bien esto de repostería.

—Bueno, bueno, ahora lo más esperado, queremos los nombres —dice Marcos, quien ha estado más ansioso que todos aquí.

—Calma hermano, te dije que los diré cuando nazcan —dice Alan sonriendo.

—No juegues conmigo, ya Ava me dijo que hoy los dirían.

—Sí, pero ustedes deben descubrirlo, en cada mesa hay nueve nombres, tres de ellos son los de mis hijos, ustedes deben adivinar cuáles son —Alan, quiso hacerlo en forma de juego y es un poco divertido.

—Nunca pensé que harían algo así, pero como conozco a mi amiga ya sé cuál serán los nombre, así que saquen los papeles, yo les digo —dice Luciana muy segura, lo que no sabe es que esos nombres que le dije alguna vez no se acercan a los de mis hijos.

—Vamos a ver si puedes, el primero que encuentre el nombre de mi princesa será el padrino o la madrina —digo y todos de inmediato sacan los papelitos.

Los nombres son de niñas son Isabella, Bea y Aria, mientras que los de niños son Alex, Ali, Kai, Ian, Max y Bruno; los nombres que siempre le decía a Luciana eran Bea y Ali, apuesto que estará segura de que son esos.

—¿Alguien los tiene? —pregunto con nerviosismo.

—Yo, yo los tengo —dice Daren con una sonrisa —los nombres son Ali, Bea y Max —muy segura para tener todos malos.

—No diremos, quieres, están en lo correcto hasta que tengamos la respuesta de tres.

—Yo sé cuáles son —dice esta vez mi madre —yo conozco a mi hija y los nombres que ella elegiría son Max, Kai y Bea —solo adivino uno.

—Última persona —digo con una sonrisa.

—Mi hermana es muy predecible y es obvio que aquí solo se ha dicho un nombre verdadero y eso lo supe por el brillo de sus ojos cuando lo nombraron —dice Miguel —mis sobrinos y ahijados se llamaran, Kai —que bien me conoce —Aria y el último lo voy a escoger a la de Dios, el otro bebe se llamara Ian.

Cuando menciona los tres nombres, los chicos de Sara quitan la tela que estuvo cubriendo el muro que tiene escrito el nombre de los bebes.

—Te conozco muy bien hermanita, sabía que eran esos —Miguel salta y celebra como un niño, me alza y gira conmigo en sus brazos.

—Bájala que puedes dejarla caer —dice Alan alarmado.

Miguel me baja y al hacerlo siento un leve tirón en la parte baja de mi vientre, lo ignoro porque fue algo pasajero.

—Son preciosos los nombres, Kai, Ian y Aria —dicen los padres de Alan mientras se acercan a abrazarnos.

—Te aseguro que nunca los hubiera adivina, cambiaste los nombre que te gustaban —dice Luciana.

—Estos me gustan más —la abrazo.

Todos siguen acercándose para felicitarnos y abrazarnos; la tarde se ha ido volando, todo ha sido tan especial, tal como me lo soñé, compartiendo con todas las personas que aprecio y me hacen felices.

El tirón que sentí cuando Miguel me bajo ha vuelto y esta vez se instaló, aún no le digo a Alan porque no quiero que esto acabe tan rápido, la estamos pasando bien.

—Voy al baño, no demoro —llamo la atención de Alan.

—¿Te acompaño? —pregunta.

—No hay necesidad, estamos en nuestra casa.

Me levanto y dirijo al baño, pero me detengo al oír el timbre; no estamos esperando a nadie y tampoco creo que sean regalos, ya la noche está llegando y hoy nadie trabaja a esta hora, miro hacia la sala donde se encuentran todos reunidos, sonrió y luego me dirijo a abrir.

Abro y me encuentro a un repartidor con un enorme ramo de rosas, todas de ellas negras, son bastante, muchas de ellas, mis manos empiezan a temblar cuando las veo, hace mucho no las recibía, llegue a pensar que ya había desistido de eso.

—¿La señora Ava Meyer? —pregunta el chico.

—Soy yo.

—Aquí le envían —me entrega las rosas y se marcha al instante, ni siquiera me pedirá que firme.

Saco la dedicatoria que reluce en un papel rojo.

«Esto es un regalo por el nacimiento de tus hijos, felicitación por Ian, Kai y mi princesa Aria».

Te recuerdo que esto apenas comienza y por si perdiste la suma de las flores, con gusto te la recuerdo, van 299, faltan pocas, pero el tiempo lo alargaré, disfruta y cuida de nuestra princesa.

Está loco, completamente loco, ya esto no es venganza, esto es obsesión, no quiero esto, no lo quiero. Tiro las rosas al piso y las empiezo a pisar, mi miedo aumento, mis nervios también, siento que estoy sudando y el tirón en mi vientre aumento.

—¡Dios! —grito de desesperación y dolor, me agacho sosteniendo la parte baja de mi vientre, duele, duele mucho.

—¿Qué pasa? —pregunta Alan cuando me ve casi que en el suelo —cariño —me mira a los ojos y no lo veo bien, mis lágrimas me hacen ver borroso.

—¡Oh cariño! —se acerca mi madre.

Siento como voy perdiendo el conocimiento, como todo se nubla para después oscurecerse. Así de fácil se acercó él y logro poner mis nervios de punta, logro desestabilizarme nuevamente.

Lo que era un día maravilloso y feliz se convirtió en desagradable, quisiera que todo se hubiera quedado hasta el punto en que decidí ir al baño.

—Ella tiene la presión muy baja y los latidos de la bebe están aún más lento, lo mejor es programar la cesaría de inmediato —escucho la voz de la doctora a lo lejos.

—Hágala, ella dijo que se podía hacer, sálvelas a las dos, por favor que los cuatro estén bien —dice Alan y escucho como se le quiebra la voz.

—Esto es riesgoso para los tres, por la condición en la que está Ava, pero haremos todo lo posible para que los cuatro estén bien.

No he despertado del todo, sé que estoy en el hospital por el olor, por el ruido de las máquinas, el dolor en mi mano y los cables que tengo en mi vientre.

—Ava... —siento como me llaman —vamos a llevarte al quirófano, por favor si nos escuchas aprieta nuestra mano —dice la doctora y procedo hacerlo, aunque me siento débil —muy bien.

Siento como la camilla se mueve y personas caminan junto a ella.

—Sálvelos a ellos, por favor —digo casi que, en un susurro, me siento muy cansada.

—Todos estarán bien, vamos a hacer esto rápido, para que todos estén bien —niego y vuelvo hablar.

—Sálvelos a ellos, que nada les pase —siento como lágrimas corren por mis mejillas.

Unos enfermeros empiezan a conectarme a diferentes máquinas mientras otras sujetan mis brazos y ponen anestesia.

—Todo estará bien —dice la doctora en el momento que siento un ardor en mi vientre y pierdo el conocimiento.




NOTA DEL AUTOR

Se viene el nacimiento de los trillizos. Esperemos que los cuatro estén bien. 🥺

El próximo capituló lo tengo listo para editar, es decisión de ustedes si lo público esta misma semana.

VOTE, COMENTE Y COMPARTA, LOS AMO.

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