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CAPÍTULO 55

Dije que les publicaría dos capítulos hoy pero para eso les dejo la meta, (yo se que lo cumplen) 85 comentarios y publicó el otro capítulo. ❤️


Sentí un aroma extraño en Alan, juro que ya lo había sentido en alguna persona, pero no logre recordar quien era, le reste importancia, aunque ese olor estaba muy adherido a su ropa.

La noche fue increíble, a pesar de que tuvimos una fuerte discusión en la mañana, eso no afecto nuestro resto de tarde, he aprendido que lo que no me guste debo hablarlo de inmediato para que luego no sea peor, también voy aprendiendo a confiar más en las personas y sobre todo y lo más importante hasta el momento, cuando esté en peligro no quedarme callada.

—¿Qué tanto piensas? —pregunta Alan sacándome de mis pensamientos.

—En lo bien que estamos, en lo feliz que me siento al estar a tu lado.

—El sentimiento es mutuo, hermosa, no sabes lo completo que me siento cuando estoy junto a ti.

—Y también los bebes, ellos me hacen sentir cosas diferentes, cosas que nunca había sentido —el amor que siento por ellos es algo a lo que no logro dar explicación.

—Es un sentimiento que no tiene explicación.

—Compartimos el mismo sentimiento —finalizo.

Como todas las noches, nuestra rutina para conciliar el sueño, Alan besa y acaricia mi vientre; desde que el inicio a quedarse conmigo esa ha sido su rutina, no hay un día que no lo haga. Se ve especial y diferente cada vez que le habla a los bebes.

Mentiría si les digo que hoy nos levantamos temprano «por lo menos yo no» hoy es de esos días que el cansancio me vence y lo único que quiero es estar todo el día en mi cómoda cama recibiendo mimos y caricias de parte de Alan, pero lastimosamente hoy no puedo hacer eso, después de batallar un buen rato me levanto y voy directo al baño.

Admiro mis nuevas curvas, de verdad que el embarazo ha hecho crecer partes de mi cuerpo y no solo mi barriga, podría jurar que mi culo está casi del tamaño que mi barriga «exagero un poco, pero así lo siento», mi piel se ha estirado en gran cantidad, pero no tengo ni una marca en mi cuerpo, de aquellas que salen en los embarazos.

Con esta barriga de casi 7 meses se me hace difícil hacer algunas cosas, «es tan grande que no logro ver mis pies, no puedo hacer algo tan simple como atar mis cordones».

—¡ALAN! —grito desde la habitación.

No me contesta, pero sé que viene por cómo se escuchan sus pasos.

—¿Te pasa algo? —pregunta un poco preocupado y yo sonrió.

Lleva puesto un delantal el cual lo hace ver muy gracioso, nunca se había puesto eso o mejor, nunca lo había visto con eso.

—Te ves muy sexy con eso —señalo el delantal y río a carcajadas.

—Creí que te había sucedido algo, con ese grito me asustaste mucho —dice mientras ignora lo que acabo de decir.

—Te necesito para que me ayudes en algo, pero créeme que no podre contener mi risa por mucho tiempo —se quita el delantal y lo pone a un lado.

—Ahora sí. ¿En qué soy bueno?

—Quedaría corta diciéndote en todo lo que eres bueno, pero ahora necesito que por favor me ayudes con esto —levanto un poco mi pie y le señalo los cordones.

—¡A sí! —ata mis cordones de manera ágil y sumamente rápido —¿Esta es una de las cosas en la que soy bueno? —sube su mano lentamente desde mi pie hasta mi pierna, llevándola lentamente debajo de mi vestido.

¡Dios! El calor que siento en estos momentos y lo que está haciendo Alan debería ser ilegal. Llevo mi cabeza hacia atrás cuando sus dedos hacen contacto con mi sexo, separo un poco las piernas para darle más comodidad a su acción.

No sé en qué momento una atada de cordones paso a un momento tan erótico, pero esto lo estoy disfrutando demasiado; bien, dicen que las mujeres embarazadas tienen incremento en su apetito sexual.

—No pares —digo mediante mis jadeos, pero él parece escuchar todo lo contrario.

—Debemos darnos prisa, tenemos el tiempo límite para llegar a lo que será nuestro hogar —dice mientras se pone de pie.

—¿Es real esto? —pregunto con irritación, no creo que me vaya a dejar así.

—¡Hermosa! Esto puede esperar —me da un casto beso para salir de la habitación.

Esta me las pagarás, lo repito en mi mente ¿Cómo se le ocurre dejarme así? Esas manos van a estar alejadas de mí por un buen tiempo «si aguanto».

Desayunamos super rápido ya que como lo había mencionado Alan, el tiempo se nos limitó y casi que vamos tarde por no decir que vamos extremadamente tarde.

—¿Aparte de lo que habíamos hablado quieres hacer otros arreglos a la casa? —pregunta Alan mientras conduce.

—Hasta el momento no se me viene nada a la mente, pero no descarto nada, esperemos a ver que nos propone el arquitecto —la verdad la casa está muy bien ubicada y su construcción es moderna, por lo tanto, no necesita tantos arreglos, lo que queremos por el momento es agregarle zonas para los bebes.

—Bien, ellos ya tienen la idea de lo que queremos, a lo que vamos es a indicarles cuáles espacios son, donde deben trabajar.

El viaje se hizo un poco largo, el tráfico en esta ciudad es un infierno, cuando las calles están solas deberíamos preocuparnos; la casa está lejos de nuestra residencia actual.

Llegamos al lugar y mis ojos brillan como la primera vez, definitivamente este lugar estaba reservado para nosotros porque es perfecto y tiene su toque único.

Saludamos al arquitecto y el ingeniero mientras entramos a la casa, se ve un poco diferente, ya que está completamente vacía, pero eso no le quita la belleza que tiene. Recorremos nuevamente los pasillos mientras vamos indicando los sitios donde se harán las modificaciones; uno de ellos la sala de estar, las puertas de la cocina que dan salida al patio trasero «estas las queremos más amplias».

Vamos hasta la segunda planta a lo más importante, la habitación que será de los bebes, aquí ellos no tienen mucho que hacer porque Luciana y yo nos encargaremos de la decoración y otras cosas, pero necesitamos que derriben dos paredes para que el sitio se vea más amplio.

Así sucesivamente terminamos de mostrar donde se iba a realizar cada remodelación y cambio.

De aquí vamos para la casa de mis padres, nos han hecho una invitación y obvio no íbamos a rechazarla porque tanto Alan como yo amamos la comida de mi madre ¿Es que quien se resiste a tan deliciosos platos?

—Vamos a donde tus padres y luego regresamos a descansar, has tenido unos días muy agitados y debes estar tranquila para el juicio del martes. Sabes que eso te genera mucho estrés. ¿Lo sabes? —dice mientras lo escuchó atentamente.

—Lo sé, estas últimas semanas han estado bastante cargadas, también sé que el juicio estará algo pesado, pero estoy muy feliz, estoy feliz de que es la última vez que lo veré —aunque aún tenemos la amenaza con las malditas flores que llegan día a día sin falta, alguna de ellas llega donde yo este.

—Me gusta verte de esta manera, me gusta saber que estás tranquila.

Puedo decir que de todos los juicios en los que he estado este es el que me genera mayor paz, estoy segura de que esta vez la ley estará a mi favor.

Llegamos rápido a casa de mis padres, relativamente estamos a casi treinta minutos de distancia; bueno, eso contando de que no haya mucho tráfico como el que había en la mañana que salimos de casa.

—¡Llegaron! —dice mi madre cuando nos abre.

—No madre, somos unos fantasmas —digo en un tono divertido y moviendo mis manos.

—Tú y tus malos chistes —dice —¿Cómo la aguantas? —le pregunta a Alan.

—Porque me ama madre, por eso me aguanta —respondo por él —también, así como tú aguantas a mi padre, sabes que somos iguales.

—Buenas tardes, señora Fernanda —saluda Alan interrumpiendo nuestra pequeña e infantil discusión.

—¡Querido! —mi madre lo abraza emocionada.

La relación que tiene mi madre con Alan desde el inicio fue muy buena, comparándola con mi padre, que siempre ha estado muy alerta a cualquier mal movimiento que haga Alan para crucificarlo, como él mismo lo dice.

—¿Mi padre? —pregunto cuando llegamos a la sala y no lo veo.

—Se está dando una ducha, estaba "haciendo deporte" —dice mi madre agregándole las comillas a la palabra deporte.

—Eso es raro en él —digo —el único deporte que hace mi padre son las cartas.

—Que dices niña —grita mi padre desde las escaleras —este viejo ha iniciado una vida saludable.

—Padre, eso ni tú te lo crees, tú eres de los que usa el carro para ir a la tienda de la esquina —no miento, mi padre es de las personas que menos camina, si por él fuera tendría algo o alguien que lo movilizara por toda la casa.

—Hija, tu padre ahora está viejo, así que decidió cambiar sus hábitos para vivir un poco más y poder disfrutar de sus nietos —termina de bajar y saluda a Alan para luego envolverme en un cálido abrazo.

—Hueles delicioso —digo cuando nos separamos.

—Tu sentido del olfato está más agudizado que nunca, solo me aplique un poco de crema —dice mi padre.

—Eso creo —le restó importancia —los olores los siento más fuertes que nunca.

Siempre he sido muy buena percibiendo olores, pero desde que estoy embarazada los percibo mucho más y el olor se queda en mis recuerdos, por eso es, por lo que estos últimos días he podido identificar un olor a frutilla en la ropa de Alan, es como cuando estaba con Dora, pero este es más intenso.

—Bueno, dejemos la charla para más tarde, que me imagino que deben estar hambrientos —dice mi madre cortando la conversación que estaba teniendo con mi padre.

—No te imaginas, estoy que caigo —digo mientras nos dirigimos al comedor.

Nos sentamos mientras mi madre empieza a repartir la comida, todo huele delicioso y ¿Cómo no? Fue la señora Meyer quien hizo este delicioso majar; se lució hoy mi madre, hizo palmitos en una salsa de ajo y pimentón, la cual acompaño con un delicioso arroz de vegetales.

—Señora Fernanda, esto está delicioso —dice Alan elogiando la comida de mi madre.

—Pueden llevarse algo cuando se vayan —dice mi madre entusiasmada.

—No vayas a decir que no —digo de inmediato señalando a Alan, siempre se niega cuando mis padres nos ofrecen algo.

—Estaríamos encantados —dice con pena.

—Creí que mis hermanos estarían aquí —digo cambiando de tema.

—No pudieron venir, tenían compromisos que no pudieron cancelar —responde ella.

—Muchacho —le habla mi padre a Alan.

—Alan, papá, sabes que tiene nombre —siempre es una lucha con él, siempre llama a Alan de la misma manera.

—Como sea, ¿Qué tal una partida de cartas cuando terminemos el almuerzo? —me sorprende el acto de mi padre porque no es de jugar con cualquier persona como dice.

—Sería un honor para mí —le responde Alan.

Y así es, terminamos de almorzar y nos dirigimos nuevamente a la sala; mi padre trae sus cartas mientras nos acomodamos las arregla para así repartirlas entre él y Alan, no decido intervenir ni mucho menos pedir juego porque esto es entre ellos, no creo que Alan le gane a mi padre.

Mientras ellos juegan yo me dedico a hablar con mi madre sobre la nueva casa y de lo emocionada que estoy por la nueva vida que nos espera en ella. Pasamos un buen rato charlando hasta que decidimos dirigir nuevamente la mirada hacia donde están nuestros galanes y lo que veo me sorprende.

Alan tiene una sola carta en mano, mientras que mi padre tiene cuatro y se debate entre cuál, de ellas votar, no consideré que Alan fuera bueno en esto, pero debí haberlo supuesto, probablemente Danniel le haya enseñado los trucos sucios de mi padre.

—Padre. ¿Te sientes perdido? —pregunto con gracia.

—Mocosa, no tenías que enseñarle los trucos —me señala indignado.

—No fue ella, señor —dice Alan defendiéndome.

—No me llames, señor —lo riñe mi padre —llámame, Daniel, o suegro, o padre, como sea —dice mi padre mientras le tira la carta.

—Esto es nuevo señor Meyer, por primera vez en su vida va a permitir que alguien lo llame suegro —me río a más no poder, mi padre nunca ha permitido que alguien lo llame así, ni a Lukas le permitió llamarlo de esa manera, solo era señor.

Alan sonríe mientras me mira, sus ojos brillan y sé que es de alegría, está feliz de poder mejorar la relación con mi padre, es lo que siempre lo tuvo pensativo, llego a creer que mi padre nunca iba a estar de acuerdo con lo nuestro.

—Muchas gracias suegro —dice Alan tirando su última carta y ofreciéndole la mano a mi padre.

—Siéntate muchacho, esto apenas empieza —menciona mi padre mientras arregla nuevamente las cartas.

Así se nos va la tarde, mientras ellos juegan y debaten entre sí, mi madre y yo horneamos galletas, sí, esas que tanto amo, mis favoritas, aunque ahora estamos preparando unas de mantequilla que son las favoritas de Alan.

Estamos en la puerta despidiéndonos de mis padres y esta vez Alan y mi padre se despiden de un abrazo; mis ojos se cristalizan al ver tan bella imagen, juro que es lo más lindo que he visto el día de hoy, siempre recordaré esto.

—Nos llaman cuando lleguen a casa —nos dice mi madre antes de que entremos al auto.

—Claro, madre, se cuidan.

Pasamos todo el día en casa de mis padres, fue una tarde increíble y más con la nueva relación de suegro y yerno, a eso le sumo las galletas que llevo en la bolsa que nos empacó mi madre.

—¿Feliz? —le pregunto a Alan.

—No sabes cuanto —responde —con el nacimiento de mis hijos mi felicidad estará completa.

—Nuestros —resaltó la palabra —nuestros hijos.

—Nuestros —dice —tu padre es increíble, pero un mal perdedor, solo pudo ganarme una partida.

—Le ganaste con sus trucos, Danniel está en graves problemas.

—Pero gane.

Hablamos todo el trayecto a casa, fue un día increíble. Llegamos a casa y dejamos todo en la cocina, antes de salir mi madre nos hizo tomar la cena y yo sin hacerme de rogar aproveche.

—Voy a darme una ducha —le digo a Alan mientras subo las escaleras.

—Espérame —dice, y aquí es donde comienza mi venganza.

—Quiero ducharme rápido —le digo —contigo, me demoraré mucho y estoy cansada.

—Dale, te espero entonces en la cama.

Subo y de inmediato me meto al baño, no demoro mucho porque realmente estoy muy cansada. Me pongo una pijama muy seductora y sé que Alan adora esta específicamente.

—Te he dicho lo bien que te queda ese short —dice acercándose.

—Muchas veces —digo restándole importancia.

—Pues vuelvo y te lo digo, se te ve perfecto y remarca ese trasero que te cargas —muerde justamente mi trasero al terminar de hablar.

—No hagas eso —digo mientras me acomodo en la cama.

—Terminemos lo que dejamos iniciado esta mañana —dice mientras acaricia una de mis piernas.

—No, estoy muy cansada, creo que si reanudamos eso me quedaré dormida, apenas lo metas —digo mientras cierro los ojos y escondo una sonrisa.

—Me dejarás así —se pega más a mí y es donde siento su gran bulto.

—Querido tú me dejaste peor en la mañana, me faltaba poco para acabar y decidiste detenerte ahí —digo mientras aparto su mano de mi pierna.

—¿Es una venganza? —pregunta —tú muchas veces me has dejado peor.

—Esta vez es diferente —digo.

No dice nada y se acomoda en su lado de la cama dándome la espalda, esta vez no cederé, tendrá que quedarse igual que yo.




NOTA DEL AUTOR

Los tenía abandonados, pero ya no volverá a pasar, prometo que los capítulos que faltan no tardarán mucho en publicarse, pienso, no estoy muy segura, pero posiblemente la historia finalice esta semana.

Para los que me han preguntado si habrá segundo libro de AVA la respuesta es NO, la historia es acta para solo un libro, pero si quieren seguir leyendo mis obras, la próxima semana publicó dos capítulos de un libro que estoy escribiendo. 🤭🤭

Que Dios los bendiga y proteja.

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