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CAPÍTULO 43

Voy a volver costumbre dejarles en el inicio del capitulo que comenten, asi no se les olvida, jajaj...

Luego de que Alan se marchara me acosté un rato, teniendo mi mente llena de pensamientos, ninguno malo, al contrario, todos buenos, logro conciliar el sueño.

La felicidad invade mi cuerpo, que Alan esté tan feliz por los bebes, me pone aún más.

Creo que he dormido toda la tarde porque cuando desperté ya estaba oscuro y para ser sinceros me levante con muchísima hambre, como si no hubiera comido en días.

Tratando de alcanzar mi teléfono, pero lo único que hice fue arrojar unas bolsas que estaban en la mesita de noche, de las cuales salieron tres mamelucos completamente blancos en los cuales dice «Te amamos, mami» ¿Quién los trajo? No sé, cuando llegue no estaban aquí.

—Veo que ya despertaste —dice mi madre mientras entra a la habitación —esos los trajo Alan.

—¿Regreso? —pregunto algo sorprendida.

—Dos horas después volvió con las bolsas, no quiso despertarte, se ve la ilusión que tiene por los bebes.

—Está muy ilusionado con ellos.

—Mis nietos no han nacido y ya están rodeados de personas que los aman.

—Alan, de verdad los amo desde que se enteró, nunca dudo de mí.

—No tiene por qué dudar, él sabe que lo amas, solo que los dos son muy tercos.

—Él piensa que ustedes ya no lo aprecian.

—Eso me dijo, aunque no te voy a decir que el terco de tu padre y Miguel no estén muy de acuerdo que regreses con él y mucho menos por lo que les sucedió.

—Pero él no tiene la culpa, todo es culpa de esa loca.

—Sabes que si ella llega a saber que tendrás tres bebes y que estás delicada, hará hasta lo imposible para que ellos no nazcan.

—Los protegeré con mi vida, nunca dejaré que ella se nos acerque, nunca más.

—Por el momento debes cuidarte mucho, así que levanta tu trasero y ven a cenar que tienes tres cositas que alimentar —acaricia mi vientre.

—Como ordene señora Meyer —digo riéndome un poco.

—No estés muy feliz, muy pronto yo te llamaré señora Zablah —mi sonrisa se borra en el instante.

—¿Qué te dijo? —preguntó muy enojada.

Le dije que no quería casarme y ahora viene a llenarle la cabeza a mi madre de tonterías, realmente no quiero casarme, no en estos momentos.

—Él quiere casarse... ¿Por qué no le das el sí? —dice mi madre.

—No quiero casarme en estos momentos y sé que, si me caso, muchos creerán que nos casamos por los bebes, no quiero eso.

—Que importan los demás, solo importa lo que tú sientes —dice ella.

—Exacto, lo que yo siento y ese sentimiento es de no querer casarme —me levanto un poco irritada —él sabe perfectamente mi posición y debe respetar eso.

—Yo no tengo nada que ver en eso, es decisión de ustedes —responde mientras me sigue —solo que...

—Solo que nada madre, no me voy a casar con la excusa de que estoy embarazada.

Dejamos la conversación ahí porque llegamos al comedor y estaban todos sentados, cuando digo todos, incluye a Alan.

—Buenas noches —digo cuando me siento y todos responden al mismo tiempo.

Todos iniciamos nuestra cena en un silencio un poco incómodo hasta que mi padre decide iniciar la conversación.

—¿Cómo te sientes? —pregunta.

—Mucho mejor, me sirvió mucho dormir, realmente estaba un poco cansada —le respondo.

—¿Y cómo fue que terminaste en el hospital el día en que regresaste?

—Un accidente papá —según yo, accidente, según los demás, un intento de asesinato.

—Sabes lo que te dije esta mañana —habla Miguel.

—Si, lo sé, llamar las cosas por su nombre —se ríe por el gesto que hago y sé que el ambiente está tomando otro rumbo.

—Todos sabemos qué paso, sabemos el por qué... —dice mi padre —y aunque yo no esté muy convencido respetaré tu decisión, si quieres seguir con este muchacho no me meteré en eso, pero una cosa tengo muy presente, algún error por más mínimo que sea no estará presente para contar la historia —dice mi padre señalando a Alan.

—Papá, ya no soy una niña, tengo 22 años, casi 23 y estoy segura de que puedo defenderme muy bien.

—Puedes tener 60, 70 años y para mí siempre serás mi pequeña, una pequeña indefensa, mi pequeña a la cual con solo soplar sus heridas ya no dolían.

Amo a mis padres por encima de muchas cosas, siempre han estado para mí hasta en el infierno, y he podido salir de ahí gracias a ellos, a su apoyo y amor.

—Así que ya está dicho, este muchacho —señala nuevamente a Alan y eso me causa un poco de risa, tal vez sea por su mirada de miedo —vuelve a cometer un error, no volverá a ver la luz del sol.

—Le aseguro, señor Daniel, que ni su hija, ni mis hijos volverán a pasar algo como lo de ayer, eso téngalo por seguro.

—Lo quiero ver.

La cena continua con un ambiente mucho más agradable donde de vez en cuando le tiraba una mirada a Alan, aunque estuviera muy enojada por haberle dicho a mi madre sobre la propuesta de matrimonio, no podía negar que verlo aquí compartiendo con mi familia y conmigo me hacía muy feliz y más por lo sexy que se veía en ese traje que sabe me encanta.

Terminamos de cenar y me despido de mi familia para subir a mi habitación en compañía de Alan, no sin antes escuchar uno de los chistes malos de Miguel en compañía de mi padre.

—Recuerda que te estamos observando —grita Miguel y escucho como todos se ríen. Mi familia está loca.

—No cierres la puerta —grita mi padre.

—Papá... —grito muy apenada y puedo jurar que mis mejillas pasaron de un tono claro a un rojo muy intenso.

Subimos hasta mi habitación y hago que Alan entre primero, luego de entrar cierro la puerta y de inmediato le hecho seguro. Muy por obvio omitiendo lo sugerido por mi padre.

—Sé lo que me vas a decir, pero... —no lo dejo soltar una palabra más.

No sé cómo, pero estoy enredada entre sus brazos, nuestra charla puede esperar, pero lo que siento entre mis piernas no creo. Llevo mucho tiempo sin estar con él y las ganas me pueden más, además verlo con ese traje me dejo un poco caliente.

Lo beso con tanta intensidad y él me sigue, aunque tardo un poco en reaccionar, no puedo estar más de acuerdo con el beso que me devolvió.

—Espera, no podemos hacer esto —dice mientras sujeta mis manos, las cuales habían empezado a quitar su corbata.

—Claro que podemos, es mi casa —digo mientras me suelto de sus manos, y continuo lo que estaba haciendo.

—Toda tu familia está aquí.

—No demoraran en irse, los únicos que quedaran son mis padres.

—Peor aún, no quiero que tus padres sepan lo que hacemos, además necesitamos hablar.

—Ellos saben lo que hacemos —digo besándolo de nuevo.

—No podemos hacer esto.

—¿No podemos o no quieres? —me aparto un poco irritada, estas hormonas de mierda me tienen como en una montaña rusa.

—Claro que quiero, no sabes cuanto te deseo, pero créeme que con tu familia allí afuera no puedo hacerlo.

Camino hacia la cama resignada, eso según yo, pero es que realmente lo necesito, lo quiero y deseo en este preciso momento.

—Créeme que, si tú no me das lo que quiero, posiblemente alguien más lo haga —literal lo digo para provocarlo, no sería capaz de estar con alguien más.

—¿Me estás amenazando? —pregunta mientras se acerca.

—No lo sé, solo te estoy avisando —digo mirándolo a los ojos y con una sonrisa en mis labios de posible ganadora.

—Estás jugando muy sucio —se para justo frente a mí, haciendo que levante mi cabeza para mirarlo —¿harías eso? —pregunta mientras recorre desde mis mejillas hasta el inicio de mis pechos.

—¿Hacer qué? —me hago la desentendida mientras él sigue con sus caricias.

En un instante se sienta en la cama y me sienta encima de él, mientras siento como nuestras entrepiernas se ajustan perfectamente, como echas para la una para la otra.

—Has ganado hermosa —sonrió como tonta.

—Hemos ganado porque tú lo quieres tanto como yo.

Nos sumergimos en nuestro deseo, nuestro mundo en estos momentos. De verdad que extrañaba cada una de sus caricias, su toque en cada parte de mi piel.

Me muevo lento incitándolo a que él también lo haga, no demora mucho en mover sus caderas haciéndola chocar con la mía, es un acto que me prende cada vez más.

—Dios Ava, siente como me pones con esto —de verdad que ambos lo estamos disfrutando, pero creo que yo más que él.

—Quiero más, quiero sentirte dentro —digo sin ninguna pizca de vergüenza.

—¿Estás segura de esto?

—Alan, yo no me quedaré así, con mi entrepierna humedad y con ganas de sentirte.

—A ti lo que pidas.

Me gira posicionándome en la cama y él quedando encima de mí. Baja lentamente mis bragas y agradezco que tengo un vestido, esto hace las cosas más fáciles y rápidas. Se separa un poco y veo como se desviste lentamente hasta quedar completamente desnudo.

No hay nada que mirar en otros, aquí lo tengo todo, con Alan estoy completa. Se acerca nuevamente y me besa, un beso que desborda el deseo y la necesidad que tenemos el uno por el otro. Entra lentamente en mí, pero con las ganas que tengo le ayudo un poco empujándolo con mis talones, haciéndolo entrar de una vez, causándome la mejor sensación.

—Dios, necesitaba tanto esto —digo cuando inicia a moverse lentamente.

—Necesitábamos hermosa, lo necesitábamos —aumenta sus estocadas y no paro de ahogar mis gemidos en su boca.

Sus embestidas aumentaron de una forma triunfante, mis gemidos se intensifican más de lo deseado y a este punto puedo apostar que ya mi familia nos ha escuchado, pero no me importa, no por ahora, quiero disfrutarlo.

—Nos van a escuchar si sigues así —dice Alan en medio de sus jadeos.

—Entonces no te muevas así, no puedo evitar demostrar lo bien que lo estás haciendo.

—¿Qué tanto lo estás disfrutando?

—Creo que no hay nivel para decirte eso, de verdad me estás dando todo el placer que... aah Dios —no voy a aguantar mucho.

—Yo lo estoy disfrutando el doble.

—Dios Alan, no aguanto más —mi orgasmo se precipita y podría decir que es de los más intensos que he tenido, he descargado estos dos meses de verano.

Terminamos jadeantes, cansados y muy por encima de todo esto muy satisfecho, sobre todo yo, aunque le echó la culpa a mis hormonas, realmente necesitaba sentirlo, estar nuevamente así con él.

—No me quiero casar —digo mientras acaricio su pecho —no al menos ahora.

—Te esperaré lo que sea necesario —dice él mientas sonríe —solo no tardes mucho, no quiero casarme viejito.

—Tampoco quiero que pienses que no me quiero casar contigo, solo quiero que las cosas sean diferentes, que no allá ningún pasado impidiendo que seamos felices.

—Te aseguro que acabaré de raíz con tu pasado y el mío.

—Acabaremos juntos con ello, con todo lo que nos impida estar juntos.

—Con todo cariño —besa mi frente antes de volver hablar —mis padres quieren verte, arreglaron una cena para anunciar nuestro embarazo.

—Allí estaremos, juntos.




NOTA DEL AUTOR

¿Culpa de las hormonas? Qué opina el público.

Realmente yo amo a Miguel y sus locuras, aunque se tare un secreto muy...

Ava es un caso total, esperamos que este sea el inicio de una buena relaciona donde nada ni nadie logre separarlos.

Espero estén disfrutando este maratón y por favor espero ver muchos comentarios, si no comentan no vuelvo a actualizar... Mentiris, pero comenté, pues.

COMENTE, VOTE Y COMPARTA, LOS AMO.

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