CAPÍTULO 22
Estoy como niño cuando sabe que lo sacaran de paseo, me desperté muy temprano porque hoy iré a comprar mi auto y estoy tan nerviosa porque Alan será quien me acompañe, pareciera que nunca nos hubiéramos visto, pero en realidad lo que me tiene tan nerviosa es lo que le voy a decir.
Después de probarme casi toda la ropa de mi closet, decidí ponerme ropa muy cómoda, pero que a la vez me hace ver bien. Estoy usando unos vaqueros que resaltan mis caderas, una camisa de botones blancas y unos tacones del mismo color de la camisa, con esto me siento sexy, decidí maquillarme muy poco y llevar mi cabello en una cola alta con unos mechones por fuera. Me miro en el espejo y admiro lo que veo.
Me sirvió la levantada tan temprano, ya que pude hacer todo sin prisa y quedar lo mejor posible, voy bajando las escalas cuando escucho el timbre y sé quién es, no hay necesidad de abrir para saber quién hay detrás de esa puerta.
—Hola —digo al abrir la puerta y me sorprendo al ver a Alan tan guapo e impecable como siempre, aunque hoy se ve más guapo que nunca.
Lleva un pantalón negro, una camisa azul cara y zapatillas del mismo color que sus pantalones.
—Hola... ¿Puedo pasar? —pregunta y yo me hago a un lado para que pase —estás hermosa.
—Tú no te ves nada mal —digo —¿Quieres tomas algo? —le pregunto, pero él niega.
—Deberíamos irnos ya.
—Espera agarro mi bolso y las llaves —mientras me dirijo por mis cosas, él decide ir saliendo.
Lo observo y pienso que Alan es todo lo que necesito en estos momentos.
Llegamos a un centro comercial que hay en el centro de la ciudad, Alan estaciona el auto y me dice que espere adentro, baja del auto y lo rodea para así mismo abrirme la puerta.
—Que caballero, así saldría contigo a cualquier parte —le digo dedicándole una sonrisa.
—Sería un honor para mí poder salir contigo —dice y me da un beso en la mejilla.
Él sujeta mi mano y nos dirigimos a un concesionario que, según él, ahí venden los mejores autos del mercado, durante todo el camino estuvimos agarrados de la mano y me sorprendió que no la soltara en ningún momento «Cuando salía con Lukas muy rara vez nos agarrábamos de la mano y el acto de Alan me ha sorprendido».
Llegamos y empezaron a enseñarnos los autos, quiero un auto no muy grande ni muy pequeño, no importa cuánto valga, solo quiero que sea perfecto para mí, mi antiguo carro no tenía mucho tiempo de haberlo comprado, pero para ser sincera no me gustaba tanto como el carro que tengo en casa de mis padres.
—¿Qué color te gustaría? —me pregunta Alan.
—Lo quiero gris o blanco, no me gustan los autos negros —le respondo.
—Por eso vendiste el que tenías... ¿Sabías que fui yo quien escogió ese auto? —dice mientras me mira directo a los ojos.
—Podría ser, no sabía que tú lo habías escogido. —respondo.
Miramos uno que otro auto y a la final me decidí por un Mercedes-Benz de color blanco muy bonito y para ser sincera muy el estilo de Alan. Cada vez que nos acercábamos, lograba conocer más de él.
Salimos del concesionario con dirección a un restaurante que estaba muy de moda estos últimos días, leí unas reseñas donde aseguraban que en sitio tenían platos muy deliciosos, así que decidí agradecerle a Alan trayendo aquí.
—Aquí es —le digo a Alan señalando el lugar.
—No creo que consigamos mesa, está muy lleno este sitio —responde mientras observa todo el sitio.
—Eso no es problema, yo hice una reserva —digo guiñándole el ojo e invitándole a pasar.
—Cada vez me sorprendes más —dice avanzando hacia la recepción.
Le indico al recepcionista que tengo una reserva a mi nombre, él verifica y llama a una chica quien nos acompaña hasta la mesa que sería la de nosotros.
Para resumirles el sitio es precioso, suena una melodía de fondo, la cual hace más agradable el sitio. Llegamos hasta la mesa y la chica nos deja la carta de menú seguida de la de vinos.
—Ya sabes que vas a pedir? —le pregunto a Alan después de ver la carta.
—No lo sé. ¿Qué me recomiendas? —pregunta él.
—Dicen que el Margaret de pato y granada es muy rico, te lo puedo recomendar.
—No se diga más, seguiré tu recomendación. —no he probado este plato, pero ruego a chuchito que si sea bueno —¿Tú que pedirás? —pregunta.
—Yo ordenaré una Corvina con salsa de chile dulce acompañada con espárragos —le respondo y llamamos a la chica que nos está atendiendo.
Después de ordenar nuestra comida, la cual acompañaremos con una botella de vino blanco, nos perdemos en una conversación muy interesante donde Alan decide contarme un poco más acerca de su trabajo.
—¿Sabes que es lo más chistoso? —dice el mientras le da otro sorbo a su copa.
—¿Qué? —pregunto yo aun con la sonrisa en mis labios, sí que me estoy divirtiendo con él.
—Creí que de verdad podía ser igual de rápido como flash y a la final termine golpeándome con un gran árbol el cual causo esta cicatriz —Levanta un poco su cabello y muestra una pequeña cicatriz que sale de su cabeza y conecta con su frente.
—Eso debió doler —digo esta vez más calmada.
—Si dolió, pero más me dolió saber que nunca sería tan rápido.
Terminamos nuestra comida, todo estaba tan delicioso como lo decían y claramente valió la pena venir hasta aquí, no solo por la comida sino porque pase un rato muy agradable con Alan, hace mucho no me divertía tanto.
Vamos de camino a nuestra casa y me pierdo en mis pensamientos de nuevo; no pude decirle a Alan mis sentimientos porque me siento muy insegura y no por él, ya que me ha demostrado que realmente tiene sentimientos por mí, me siento insegura de mí de no poder seguir adelante y confiar de nuevo en alguien.
El camino se me hizo más corto de lo que es, con mis pensamientos y la suave música que se escuchaba de fondo mientras Alan conducía era el ambiente perfecto.
—Llegamos —dice Alan sacándome de mis pensamientos.
—Lo siento —digo al bajarme del auto, él imita mis movimientos y de un momento a otro está justo frente a mí.
—¿En qué tanto piensas? Todo el viaje estuviste muy distraída —hace silencio un momento, pero luego continúa —¿Hubo algo que no te gustara? —pregunta.
—¿Cuál quieres que conteste primero? Me has hecho muchas preguntas —le digo en un tono divertido para que note que no pasa nada.
—No lo sé, estuviste muy callada en todo el viaje.
—Estoy pensando en muchas cosas —le digo.
—¿Entre esos pensamientos estoy yo? —me pregunta y me sorprende un poco.
—¿Por qué debería pensar en ti? —le pregunto, pero con la intención que me responda justamente lo que creo.
—No lo sé, ¿Qué me darás una oportunidad? —pregunta acercándose a mí quedando separados por unos centímetros.
—Podría ser —digo y él sonríe.
Rompe la poca distancia que nos separaba y me besa, primero deja sus labios unidos con los míos, pero luego empieza a besarme muy lento, me besa con tanto cariño y a la vez tan delicado como si fuera una obra a la cual debe cuidar y proteger, me derrito con solo este simple tacto, es como si nunca lo hubiera sentido.
Nos separamos porque uno de los vigilantes paso y nos vio, no quería darle un espectáculo. Al separarnos no pude mirar a Alan a los ojos, así que entré a mi casa de inmediato, dejándolo ahí parado con la palabra en la boca.
Ya dentro y con el corazón en la mano repasé todo lo que había pasado y lo que sentí al besarlo ¿Qué más quiero para entender que ese hombre ha despertado sentimientos en mí por él? No necesito saber más, ya que estoy completamente segura de que siento más que una simple atracción por él.
Luego de darme una ducha me acuesto, pero el ruido de los mensajes entrando no me dejan conciliar el sueño.
—Pase una tarde muy agradable y espero se pueda repetir, aún más si es con un beso incluido.
Pero Alan está loco, es lo primero que pienso al leer el mensaje, bueno, loco no, la loca, soy yo al desear que el este aquí a mi lado y no lo digo en forma sexual, me gustaría que estuviera conmigo acostados mientras nos abrazamos y él acaricia mi cabello "La imagen perfecta llega a mi mente".
—Yo también la pase muy bien —le respondo.
—¿Repetirías el beso? —responde al instante.
—¿Por qué no? —le respondo con otra pregunta.
—Ábreme, estoy afuera de tu casa —no demora en contestarme, pero su respuesta me ha dejado con una sonrisa en los labios —me congelaré aquí y créeme, no será nada bueno.
Salgo de mi habitación y bajo las escalas, estoy justamente a punto de abrir cuando escucho un fuerte ruido y todas las luces de la casa se apagan, quedo a oscura y abro la puerta de inmediato y ahí está él y agradezco de que esté ahí, ya que si el apagón hubiera ocurrido mientras estaba en mi habitación hubiera tenido un ataque de pánico al instante.
—¿A dónde vas? —pregunta.
—Venía abrirte la puerta —le respondo.
—¿Por qué apagaste todo? —me pregunta y en ese momento me doy cuenta de que la única casa sin luz es la mía.
—Yo no apague nada, estaba a punto de abrirte cuando escuche un fuerte ruido y la casa se oscureció —le respondo mientras termino de salir.
—Es muy raro, nunca ha ocurrido algo así —escucho sus palabras y mis nervios salen, pienso que posiblemente sea Lukas, pero él no está en la capital y mucho menos sabe dónde vivo —¿Quieres que entremos? —me pregunta, pero yo niego.
—¿Qué hora son? —le pregunto
—Son las 10 pm —mira su celular y me responde.
—No puedo llamar a mis hermanos, está muy tarde y los podría preocupar ¿Puedes llevarme a un hotel? —le pregunto y él niega.
—Puedes quedarte en mi caso, no tengo ningún problema —ofrece su casa, pero no quiero incomodarlo —mañana puede venir un eléctrico temprano y arreglar todo.
—No quiero molestarte —le digo.
—Tú nunca me molestas, estaría muy feliz que estés conmigo —me dice.
—Te lo agradezco.
Alan cierra la puerta y nos dirigimos a su casa, no tardamos mucho, ya que estamos relativamente cerca. Después de estar adentro de su casa me ofrece un vaso de leche tibia y se lo agradezco.
Nos quedamos hablando por un largo tiempo; con él nunca me aburro y siempre encontramos un tema del cual hablar, el cual siempre resulta ser interesante para los dos.
Hablar con él trae tan paz y me llena de tanta confianza ¿Cómo no lo conocí antes? Me pregunto mentalmente, de haberlo conocido antes, no creo, pudiera haber sucedida algo entre nosotros porque yo estaba locamente enamorada de Lukas, aunque ahora podría creer en que no lo amaba tanto como pensé.
—Ava —me llama Alan.
—Dime.
—Sé que es muy rápido para ti, sé que no quieres una relación en estos momentos, pero —hace silencio un rato.
—¿Pero? —le pregunto, aunque probablemente sé que me va a decir.
—Tú me gustas y mucho, me gustas de una manera que quiero estar contigo en todo momento, me gustas de una manera que quiero protegerte y me gustas de tal manera que quiero algo formal contigo sin importar tu pasado, mi pasado o nuestro pasado junto —dice y se queda mirándome fijamente, esperando una respuesta.
—Alan, tú también me gustas —no creo que por fin se lo esté confesando —tú me gustas igual o más de lo que yo te gusto —él sonríe y se acerca —espera —digo y él se detiene —sabes todo lo que he pasado y tengo miedo, no solo por mí, sino por ti, miedo de arrastrarte a mi infierno.
—Estoy dispuesto a arder contigo —dice y yo me rió en carcajada, pero él está muy serio —lo digo en serio, estoy dispuesto a todo contigo.
—Prométeme algo —digo ante sus palabras.
—Lo que sea —responde.
—Si nos damos una oportunidad y vez que esto no funciona debes decírmelo, no me hagas pasar un mal rato, por favor —lo sé, sé que es la promesa más estúpida o ridícula que ustedes hayan escuchado, pero compréndanme.
—No tengo nada que prometerte, nunca te haría daño y mucho menos dejaría que pasaras un mal rato —dice mientras termina de acercarse.
—Solo prométemelo —digo en un hilo de voz.
—Te lo prometo —me responde.
La poca distancia que había entre nosotros se terminó, unimos nuestros labios en un beso cálido, delicado, con amor y mucha ternura; Este hombre me sorprende cada vez más.
Alan me alza y de un momento a otro estoy sobre su regazo, nuestro beso se intensifica y esta vez ya no es tan delicado, este beso está cargado de pasión, las manos de Alan recorren mis muslos hasta llegar a mi trasero el cual masajea y aprieta un par de veces. Nos separamos a falta de aire, pero yo decido bajarme de su regazo, no creo que sea el momento para ir más allá.
—Deberíamos ir ya a dormir —estoy parada frente a él, mientras hablo.
—Estoy de acuerdo contigo —dice poniéndose de pie y agarrando mi mano.
Subimos a su cuarto y nos acostamos, yo estoy dándole la espalda y él aprovecha e introduce uno de sus manos por mi camisa dejandola en uno de mis pechos.
—Estoy tan feliz de que me hayas aceptado —dice, pero estoy tan cansada que no le respondo, aunque también estoy muy feliz de poder iniciar algo con él.
NOTA DE EL AUTOR
Por fin, pienso que por fin Ava pueda tener un poco de felicidad, espero les guste esta pareja. Como lo prometido es deuda aquí, está el segundo de tres, espero estén disfrutando tanto como, les cuento que mi corazón sé apapacho cuando estos dos se confesaron, lo llevaba esperando hace mucho.
COMENTENMUCHO Y DEJEN SU ESTRELLA ME HACEN MUY FELIZ.
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