Merecemos algo mejor
Debo admitir que tuve varios sentimientos encontrados por el mensaje que había recibido de la chica del boliche. ¿Por qué me estaba escribiendo? ¿Qué era lo que quería ella de mí?
Por el pánico, me puse de pie y comencé a dar varias vueltas por mi pieza y por mi casa, hasta que mi mamá me pegó un grito para que dejara de hacer tanto ruido y me fuera a dormir de una vez.
Solté un buen suspiro y me senté nuevamente en mi cama. Me quedé viendo el teléfono que estaba a mí lado un buen rato antes de tomarlo y finalmente abrir el mensaje que me había dejado Agustina. Un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo mientras leía con detenimiento lo que decía:
@aguustinnaa
Hola, discúlpame por el mensaje.
¿Vos sos la novia de Martín?
Necesito hablar con vos, si no te molesta.
Creo que es importante, porque quiero decirte algunas cosas. Yo sé que no nos conocemos de nada pero,
¿te jode si nos vemos mañana?
Estaba completamente segura de que ella me buscaba por Martín, sino no habría otra razón para escribirme. Lo único que me intrigaba era lo que podría decirme sobre él. ¿Acaso había otra cosa que yo tuviera que enterarme de él? Al menos tenía la posibilidad de saber por cuánto tiempo me había estado engañando y, si es que Agustina tocaba el tema, saber de lo que tanto hablaban, más allá de lo que había logrado ver en la casa de Julián cuando discutí con Martín.
Lo pensé un buen rato. Demasiado. Incluso llegué a querer decir que no y simplemente bloquearla porque me negaba a tener que verla en persona, pero terminé aceptando. Consideré mucho el hecho de que quizás me serviría para decidir lo que sucedería a continuación.
Terminé quedando con Agustina para encontrarnos en la Avenida Corrientes, después de que ella saliera de trabajar, e inexplicablemente, terminé acompañándola a "Guerrin". Era algo tarde y, según me había dicho, no había almorzado nada, así que tenía muchísimas ganas de cenarse una buena pizza. Cuando había intentado decirle que no hacía falta que pagara algo por mí, ella se había girado a verme y me había dado una cálida sonrisa:
─ No me jode, tranqui. ─ se encogió de hombros. ─ Además, fue de último minuto venir acá porque fue idea mía, así que... Es lo mínimo que puedo hacer.
Agustina era muy bonita, sin importar por dónde la viera; su pelo rubio, en esa ocasión, estaba recogido en una colita alta con gel, llevaba aros de oro muy delicados y su ropa formal de trabajo la cual la hacía lucir muy preciosa y elegante. Me quedé viéndola un buen rato, embobada por su imagen.
En cierta forma, teníamos un estilo o un aspecto similar, pero ella tenía una energía y una belleza natural que ni yo era capaz de conseguir con un kilo de maquillaje, lo cual me hacía sentir un poco inferior a su persona. Quizás por eso Martín la siguió eligiendo. ─ pensé, sintiendo un pequeño escalofrío. Me aferré un poco más a mi abrigo. No era momento de compararme con ella.
A pesar de que hacía algo del frío común del otoño, nos sentamos a comer afuera porque estaba un poco más tranquilo. Ahí íbamos a poder hablar más tranquilas las cosas, sin que hubiera alguien parando la oreja o que nos interrumpiera. Cuando llegó nuestra pizza, Agustina empezó a comer un poco en silencio mientras observaba los autos pasar por la calle.
─ ¿Ya habías venido a "Guerrin"? ─ fue lo primero que me preguntó. A juzgar por cómo daba ligeros golpecitos con sus botas negras, reconocí que estaba nerviosa.
─ No, es la primera vez que vengo a probar pizza acá. ─ sonreí de forma suave. ─ Pero sé que es la pizzería favorita de mi mejor amigo.
─ Ah... ─ ella se limpió las manos con una servilleta de las que estaban en la mesa y suspiró.
Se tomó un buen rato antes de volver a hablar así que, en todo momento, decidí mirar hacia otra dirección para no hacerla sentir nerviosa o algo parecido. Le dí su espacio tanto como pude, hasta que carraspeó su garganta para que la viera.
─ La verdad que quería hablar con vos... Sobre Martín. ─ soltó finalmente, mientras juntaba sus manos y las dejaba sobre la mesa.
Martín. Escuchar su nombre era lo peor. Sentía como si alguien estuviera golpeando mi corazón cada que lo nombraban, pero al mismo tiempo, sentía calidez, paz. Era totalmente ridículo.
─ Por más que no me creas, yo no sabía que estaba de novio con vos. ─ Agustina me vio con una cierta culpa en su mirada que no supe cómo tomar. ─ Sé que nos... Empezamos a seguir en el verano, después de que nos hablamos en un boliche y hablábamos cada tanto, cada que yo podía o cuando él podía... ─ como estaba algo inquieta, se sirvió un poco de gaseosa en su vaso. ─ Me decía que le pasaban un montón de cosas conmigo, quería verme, que estaba enamorado y que quería ser mi novio...
Yo hice una pequeña mueca al oírlo decir todo eso. Ella se rió de forma suave por mi expresión.
─ Sí, ya conozco esas mentiras... ─ bromeé un poco para no hacer evidente el hecho de que estaba algo dolida. La señalé con la cabeza para que continuara. ─ ¿Y entonces?
─ Algo no me cerraba de él. ─ ella se mordió ligeramente el labio inferior mientras pensaba. ─ Y sé que no es muy conveniente decirlo ahora, pero yo pensaba que estaba flasheando, quizás... Pero Martín nunca subía historias.
─ ¿A su Instagram?
─ Claro. ─ chasqueó sus dedos cuando me señaló para darme la razón. ─ Yo pensé por un momento que quizás era de esos que nunca subían nada, pero entonces una amiga mía lo empezó a seguir y me dijo que tenía una destacada con vos... Y ahí me dí cuenta que me ocultaba las historias.
─ Que hijo de puta... ─ logré decir, haciéndola reír de una forma un poco más sonora que antes. ─ La hizo re bien, la verdad.
Agustina negó con la cabeza antes de darle una buena mordida a su pizza.
─ Cuando me enteré... Hace unos días, lo fuí a confrontar y le corté las alas. ─ alzó ambos hombros, viéndome fijamente. ─ Sé lo que es... Ese sentimiento de que te engañen, así que no quería ser parte de eso, aunque yo tuviera ya una cercanía con Martín.
Yo bajé la mirada un instante. No sólo Martín me había mentido a mí, sino a ella por igual. Poco a poco iba abriendo los ojos en cada momento y cada situación que había pasado con Martín; él nunca había sido un buen chico y me daba muchísima pena el darme cuenta de ello recién ahora, aunque todos me lo hubieran advertido. Sentí la mano de Agustina sobre la mía, haciendo que alzara la vista para encontrarme con sus ojos azules.
Tenía una sonrisa reconfortante mientras acariciaba mi mano con su pulgar.
─ Quizás no sea de mucha ayuda, pero... ─ me sonrió de una forma más amplía. ─ Si fuera vos, no me estaría preocupando por él... Sos linda, simpática, por lo que veo...
Agustina logró robarme una sonrisa tímida.
─ Tranquilamente podés agarrarte al chico... O a la chica que quieras. ─ se rió de forma suave al verme un poco sonrojada por su comentario. ─ El punto es que Martín es un chico tonto más del montón, o sea, tuvo la oportunidad de estar con vos y prefirió mentirte, al igual que a mí... Nos merecemos algo mejor.
Y Agustina tenía razón. Muchas veces había escuchado aquel dicho de que "aceptamos el amor que creemos merecer", pero yo no sentía que me merecía lo que Martín me estaba dando. Aún así, no podía despegarme de él, ni siquiera ahora, a pesar de haber oído yo misma que me había estado mintiendo por mucho tiempo. Sin embargo, tenía que soltarlo por mí propio bien.
No era una decisión sencilla, porque sabía que a pesar de todo, yo seguía teniendo un cierto cariño por su persona, pero no podía permitirme seguir amando a una persona tan cruel como él. Ya era hora de que me empezara a querer un poco más a mí misma, a hacerme valer. Tengo que soltar. ─ pensé para mí misma.
Por un momento, creí que iba a llorar delante de Agustina, pero logré mantenerme fuerte. Le dí una sonrisa.
─ La verdad que sí... Merecemos algo mejor. ─ mantuve mi mano debajo de la suya por un momento antes de decirle: ─ Gracias, Agustina...
Ella ladeó la cabeza, viéndome con una ligera confusión, pero sin dejar de sonreírme.
─ ¿Por qué?
─ Por... Ayudarme a ver lo que no podía ver... ─ suspiré de forma suave. ─ Creo que ya sé lo que voy a hacer con Martín.
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