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No lo malentiendan, Calum era un chico normal pero también las personas tienden a enojarse. Y a él solo le enojaba que aquel chico seguía sentando en el mismo lugar.
Esta vez, en cambio de las otras, si tomó asiento donde siempre acostumbra a sentarse, aunque aquel chico se sentara a su lado.
Sólo miraba la ventana tratando de ignorar al chico desconocido. Durante todo el viaje ninguno de los dos habló hasta que Calum tuvo que bajar.
─¿Me das permiso?─sonó serio volteando a ver al chico.
Él chico le regreso la mirada y pudo apreciar mejor sus ojos, esos si eran cafe pero tenían ciertos puntos verdes. Pero eso no fue suficiente y se bajo enojado en su parada.
El ver lo ojos del chico y saber que eran hermosos le molesto.
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