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Calum siempre tomaba el mismo autobus después de la escuela, a la misma hora, de lunes a viernes.
Era la misma rutina; entraba, pagaba y se sentaba en lugar pegado a la ventana, el segundo de lado derecho.
A él le gustaba ese lugar, no daba mucho sol, tocaba un poco de ventilacion y lo mejor casi munca alguien se sentaba a su lado.
Y así fue por semanas, hasta que un día vio el asiento de a lado donde habitualmente se sentaba ocupado.
Y a él no le gusto eso.
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