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XI: Reconstruyendo el Amor Propio.

El suave resplandor del atardecer filtraba a través de las cortinas entreabiertas, pintando sombras en la habitación de Kevin. Austin, sentado en el borde de la cama, sostenía una pluma entre sus dedos, mientras miraba fijamente un papel en blanco sobre la mesa de noche. A su lado, una pila de cartas selladas esperaba pacientemente.

—Kevin se recostó en la almohada, observando a su novio con una mezcla de curiosidad y preocupación.—¿Estás bien, Austin?

El joven asintió, pero su expresión delataba una lucha interna.—Sí, solo estoy tratando de empezar estas cartas como el doctor sugirió. Es más difícil de lo que pensaba.

Kevin se enderezó en la cama, acercándose a Austin.—¿Qué te parece si lo hacemos juntos?, tal vez sea más fácil si nos apoyamos mutuamente.

—Gracias. Eso sería genial.—dijo el pelirrojo con una sonrisa de gratitud que se dibujaba en el rostro de Austin mientras miraba a Kevin con ternura.

Juntos, se sentaron frente a la mesa de noche, compartiendo la carga emocional que había surgido después de su terrible experiencia. Con cada palabra escrita, sentían un peso levantarse de sus hombros.

—"Querido yo mismo"—comenzó Kevin.—"Sé que has pasado por momentos difíciles últimamente. Pero quiero que sepas que eres valiente y fuerte".

Austin asintió, sumándose a la declaración.—"Tienes el poder de superar cualquier obstáculo que se interponga en tu camino. Eres digno de amor y respeto, incluso cuando te resulte difícil creerlo".

La pluma de Austin se deslizaba sobre el papel con renovada confianza, mientras Kevin añadía sus propias palabras de aliento. Juntos, estaban escribiendo un mensaje de autocompasión y fortaleza que necesitaban recordar cada día.

Después de terminar sus cartas, se miraron el uno al otro con una sensación de alivio compartido. Sabían que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero también entendían que tenían el poder de sanar sus heridas emocionales.

Con las cartas en mano, se abrazaron, reconociendo el vínculo especial que compartían como pareja. Aunque el camino hacia el amor propio sería una tarea ardua, sabían que mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

La noche se cernía sobre ellos, envolviéndolos en un manto de oscuridad que parecía fundirse con el silencio de la habitación. Kevin y Austin permanecían abrazados, sintiendo el latido de sus corazones como un eco en la quietud de la noche.

Solo el suave murmullo de sus respiraciones rompía el silencio, mientras se aferraban el uno al otro, buscando consuelo y apoyo mutuo después de las turbulentas experiencias que habían atravesado juntos.

El aroma de cada uno llenaba el aire, impregnando la habitación con su esencia única. Era como si sus esencias se fusionaran en un abrazo más profundo que el físico, una conexión íntima que trascendía las palabras.

En ese momento de complicidad, una chispa se encendió entre ellos, tan delicada como poderosa. Era como si la energía que los rodeaba se volviera tangible, electrificando el aire con una nueva sensación de entendimiento y ternura.

Fue entonces cuando Kevin rompió el silencio con un susurro apenas audible, pero cargado de sinceridad y emoción. —Quiero que olvidemos lo que pasó en aquel lugar.—dijo con voz temblorosa, sus palabras llevando consigo un deseo ferviente.—Y quiero que solo me recuerdes a mí como tu máximo amor.

Sus palabras resonaron en el aire, llenando la habitación con una promesa de renovación y esperanza. Austin sintió un nudo en la garganta, pero también una oleada de gratitud y amor por el hombre que tenía entre sus brazos.

Sin decir una palabra, simplemente asintió con la cabeza, aferrándose aún más a Kevin como si quisiera fusionarse con él por completo. En ese abrazo, en medio del silencio, encontraron la fuerza y la determinación para dejar atrás el pasado y abrazar el futuro juntos, como dos almas destinadas a encontrarse y amarse en cada momento de sus vidas.

Kevin avanzaba con delicadeza, respetando cada gesto y suspiro de Austin mientras exploraba su cuello, absorbiendo el aroma que impregnaba su piel suave y cuidada. Cada caricia parecía disipar los fantasmas del pasado que habían atormentado a Austin, dejándolo libre para entregarse al presente, donde solo existía él y Kevin, su salvador y alma gemela.

Los labios de Kevin se posaron con suavidad sobre los de Austin, transmitiendo amor y tranquilidad en cada beso. Austin se abandonó al momento, permitiendo que la ternura y el deseo se entrelazaran en una danza íntima y apasionada.

Con manos hábiles, Kevin exploró bajo el suéter de Austin, acariciando los pectorales bien definidos que emergían debajo de la tela. Austin se estremeció ante el contacto, entregándose por completo al toque reconfortante de su pareja.

El suéter cayó al suelo, revelando el torso desnudo de Austin, una obra de arte esculpida por la naturaleza. Kevin admiró cada centímetro con reverencia, depositando besos suaves y reconfortantes mientras descendía hacia la parte baja de sus pantalones.

Con manos expertas, Kevin desabrochó los botones y liberó a Austin de la tela que lo aprisionaba, dejándolo solo en sus boxers. En ese instante, el pasado y el futuro se desvanecieron, dejando únicamente la conexión intensa entre dos almas que se habían buscado y encontrado para sanarse mutuamente.

El tiempo se detuvo mientras Kevin y Austin se perdían en el éxtasis de su amor, dejando atrás el dolor y abrazando la promesa de un futuro lleno de amor y esperanza. Austin, sintiendo la necesidad de también reconfortar a Kevin, continuó explorando con ternura los labios y la piel del rubio. Aunque percibía cierta angustia en su pareja, cada roce, cada beso parecía disipar poco a poco las sombras del tormento que lo acosaban.

Kevin, entre suspiros entrecortados, dejaba que las manos y los labios de Austin lo llevaran a un lugar de calma y seguridad, alejándolo del dolor que había experimentado. Con cada caricia, cada contacto, sentía cómo los fantasmas de la tortura se desvanecían gradualmente, dejando espacio para la luz cálida del amor y la confianza.

Juntos, en la intimidad de aquel momento, Kevin y Austin se convertían en anclas el uno para el otro, navegando juntos las aguas turbulentas del pasado hacia la serenidad del presente. En sus brazos, encontraban consuelo y fortaleza, reafirmando el vínculo que los unía como compañeros de vida.

El tiempo continuaba su marcha, pero para ellos, en ese momento, solo existía el presente, donde el amor y la esperanza brillaban más intensamente que nunca. Austin, con manos temblorosas pero determinadas, despojó a Kevin de sus prendas con la misma pasión con la que había sido liberado de las suyas. Ambos quedaron solo en ropa interior, pero ese no sería el final de su desnudez.

El deseo ardiente entre ellos los impulsó a cruzar esa última barrera de intimidad que el secuestro había erigido entre ambos. Con una mezcla de nerviosismo y anticipación, Austin tomó la iniciativa, devorando los labios de Kevin con besos cálidos y apasionados que ahogaban cualquier pensamiento negativo. 

Con habilidad y ternura, deslizó los boxers de Kevin, revelando su desnudez con reverencia y devoción. Kevin, embriagado por el ardor del momento, encontró el coraje para seguir el ejemplo de Austin.  Con manos temblorosas pero decididas, liberó al pelirrojo de la última prenda que cubría su cuerpo, revelando su propia desnudez en un acto de entrega total.

Una vez desnudos, entre pasos cuidadosos y miradas llenas de deseo, se tumbaron juntos sobre la cama, entregados por completo al momento. Kevin, con las manos entrelazadas con las de Austin, se dejó llevar por la audacia de sus movimientos, sintiendo el palpitar acelerado de su propio corazón en sincronía con el ritmo excitado del pelirrojo.

Con cada caricia, cada roce, la temperatura de la habitación parecía elevarse, envolviéndolos en un aura de pasión y desenfreno. Kevin exploraba el cuerpo de Austin con avidez, deleitándose en la suavidad de su piel y la calidez de su tacto, mientras las sensaciones electrificantes recorrían cada fibra de su ser.

Austin, por su parte, se abandonaba al placer de sentir a Kevin tan cerca, dejando que su respiración entrecortada y sus movimientos audaces le indicaran el camino hacia la cima del éxtasis compartido. Cada caricia era una invitación a perderse en la intensidad del momento, a entregarse por completo al amor y la pasión que los unía.

En la intimidad y deseo, los cuerpos de Kevin y Austin se fundían en un baile sin tiempo ni límites, donde solo existían ellos dos y el ardor del deseo compartido. Cada susurro, cada gemido, era una melodía de placer que los llevaba hacia una explosión de éxtasis y satisfacción.

En ese instante mágico, la habitación se convirtió en su propio universo, y las preocupaciones se desvanecieron, dejando solo espacio para el amor, la pasión y la entrega mutua. Juntos, Kevin y Austin exploraban los límites del placer, fundiéndose en un eterno deseo y satisfacción.

Dentro de la intimidad de la habitación, Kevin y Austin se habían entregado a la exploración minuciosa de sus cuerpos, dejando que sus manos se convirtieran en guías hábiles de placer y deseo. Kevin, con manos temblorosas pero decididas, trazaba un sendero de caricias por la piel suave y cálida de Austin, cada toque despertaba sensaciones eléctricas que recorrían su cuerpo con una intensidad embriagadora.

Con una suavidad casi reverencial, Kevin acarició cada contorno y curva de Austin, dejando que sus dedos se deslizaran con delicadeza por la piel de su pecho, sus costillas y su abdomen, explorando cada rincón con devoción. Cada roce era un tributo al deseo compartido, un susurro silencioso de la pasión que ardía entre ellos.

Mientras tanto, Austin correspondía a las caricias de Kevin con la misma intensidad y ternura, sus manos expertas explorando con devoción el cuerpo del rubio. Cada contacto era una invitación a la entrega mutua, a perderse en el placer del momento y dejarse llevar por la corriente del deseo.

Kevin y Austin, tenían sus cuerpos ejercitados y cuidados, eran testamentos vivientes del esfuerzo y la dedicación que dedicaban a su bienestar físico y mental. Kevin, de constitución atlética, exhibía músculos bien definidos que se delineaban bajo su piel bronceada. 

Cada línea y curva de su cuerpo hablaba de horas dedicadas en el gimnasio, de entrenamientos intensivos y una disciplina rigurosa. Sus brazos, firmes y fuertes, mostraban la fuerza que residía en su interior, mientras que su abdomen marcado revelaba la dedicación que ponía en su rutina de ejercicios.

Por otro lado, Austin, con su cabello pelirrojo y piel pecosa, tenía una apariencia más esbelta pero igualmente atlética. Su cuerpo estaba esculpido con la misma precisión que una obra de arte, con músculos tonificados y definidos que hablaban de una dedicación igualmente ferviente al cuidado de su físico. Cada movimiento de sus músculos era una sinfonía de gracia y poder, reflejando la armonía entre fuerza y agilidad.

Ambos jóvenes se cuidaban meticulosamente, desde su dieta hasta su rutina de ejercicios. La salud y el bienestar eran prioridades para ellos, y se reflejaba en la vitalidad y energía que irradiaban en cada momento. A medida que se entregaban el uno al otro en la intimidad de la habitación, sus cuerpos ejercitados y cuidados se convertían en lienzos para el deleite y la exploración. Cada músculo tenso y cada curva suave era una invitación al tacto y la caricia, una expresión física del amor y la pasión que compartían.

Con movimientos cada vez más intensos y frenéticos, Kevin y Austin se sumergieron en el vértigo del placer compartido. Cada caricia, cada contacto, era como una descarga eléctrica que recorría sus cuerpos con una excitación abrumadora. Las manos de Kevin exploraban con avidez cada centímetro de la piel de Austin, trazando líneas de fuego sobre su espalda, sus hombros, y sus muslos.

Cada toque era una promesa de deleite, y Austin, a su vez, respondía con pasión a las caricias de su amante, dejando que sus manos se deslizaran con destreza por el cuerpo de Kevin, acariciando cada músculo tenso y cada curva tentadora con una reverencia ardiente.

Los movimientos se volvían más rápidos y frenéticos, llevándolos a ambos hacia la cima del placer absoluto. Cada embestida, cada arqueo de espalda, los acercaba más y más al precipicio del éxtasis compartido. Y entonces, en un estallido de pura satisfacción, alcanzaron juntos el clímax. Un gemido gutural escapó de los labios de Kevin mientras Austin se arqueaba bajo él, en el placer que lo inundaba como una ola imparable.

Sus cuerpos temblaban en el éxtasis del momento, la sangre hirviendo en sus venas mientras experimentaban la culminación del deseo mutuo. Los susurros de amor se mezclaban con los sonidos de su pasión compartida, creando una sinfonía de placer que llenaba la habitación con su intensidad abrumadora.

Después del éxtasis, se quedaron abrazados, sus cuerpos aún temblorosos por la intensidad de su encuentro. El sudor perlaba en sus frentes y sus cuerpos entrelazados, siendo una prueba tangible de la pasión desenfrenada que habían compartido.

En ese momento de intimidad compartida, se miraron el uno al otro con los ojos brillantes de satisfacción y amor. Sabían que habían alcanzado algo especial juntos, algo que trascendía el mero placer físico y se adentraba en las profundidades del alma.

Después de la intensidad de su encuentro, Kevin y Austin se acurrucaron juntos en la cama, sintiendo cómo la calidez de su abrazo los envolvía como una manta reconfortante. El cansancio los alcanzaba lentamente, pero no sentían ninguna prisa por apartarse el uno del otro.

La suave luz de la luna se filtraba por las cortinas entreabiertas, bañando la habitación en una atmósfera de paz y serenidad. Se sentían seguros y protegidos en los brazos del otro, como si nada pudiera perturbar su tranquilidad en ese momento.

La respiración de Kevin y Austin se sincronizaba en un ritmo tranquilo y constante, creando una melodía suave y armoniosa que llenaba la habitación con una sensación de serenidad. Cada latido de sus corazones era un recordatorio del amor profundo que compartían, una conexión eterna que los unía incluso en el descanso.

Mientras se dejaban llevar por la dulce brisa del la noche, se sumergieron en un estado de relajación total, dejando que las preocupaciones y los pensamientos se desvanecieran en el fondo de sus mentes. En ese momento, solo existía la calidez reconfortante de estar juntos, la sensación de pertenecer el uno al otro en cuerpo y alma. La calidez de su amor los envolvía como una luz protectora, brindándoles consuelo y paz en medio de la oscuridad de la noche.

Después de un momento en silencio, Austin rompió la quietud con un susurro suave.—¿Cómo descansas, Kevin?

Kevin sonrió, sintiendo el calor reconfortante de las palabras de Austin.—Me siento increíble, respondió con sinceridad.

Austin apretó ligeramente su abrazo, sintiendo el latido cálido del corazón de Kevin contra su pecho.—Me siento igual.—dijo con ternura.— Es como si el mundo entero se detuviera cuando estamos juntos.

Kevin acarició con dulzura el cabello de Austin, deleitándose en la suavidad de sus mechones pelirrojos.—Eres mi refugio.—admitió con voz quebrada.—No hay otro lugar en el que prefiera estar.

Austin levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Kevin, brillando con amor y gratitud. —Y tú eres el mío.—confesó con una sonrisa amorosa.—Estar contigo me hace sentir completo.

El suave susurro de sus palabras se desvaneció en el aire, pero el calor reconfortante de su amor llenaba la habitación con una sensación de paz y serenidad. En el abrazo del sueño, Kevin y Austin encontraron consuelo y felicidad, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara. Y así, en un dulce abrazo, se sumergieron en un mundo de sueños donde solo existía el amor incondicional que compartían, un amor que los acompañaría en cada paso de su viaje juntos.

Continuará...

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