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III: Metrobús.

Desde la ventana de la habitación donde Austin dormía plácidamente, los rayos del sol pintaban el panorama de la ciudad con tonos dorados y cálidos. La luz se filtraba entre los edificios altos y las copas de los árboles, creando un espectáculo visual que invitaba a despertar y disfrutar del nuevo día. Sin embargo, para Austin, esos rayos solares no eran más que un intruso que lo sacaba bruscamente de sus sueños ilusorios, y con una mano se tapaba el rostro para protegerse de su intensidad.

Al revisar el reloj en su móvil, Austin notó con alarma que llegaría sumamente tarde a su empleo, lo que lo impulsó a salir de la cama con rapidez. Se vistió a toda prisa, optando por un buzo del mismo color que su cabello y un pantalón de vestir oscuro que combinaba a la perfección con las botas que completaban su atuendo. Se perfumó con la misma fragancia que la noche anterior, aunque esta vez no encontró a nadie en la casa excepto el personal de limpieza, indicio de que su madre ya había salido temprano hacia la oficina del nuevo intendente.

Al intentar poner en marcha su automóvil, se encontró con los típicos problemas de los nuevos automóviles eléctricos, una elección respaldada por gobiernos anteriores en aras de proteger el medio ambiente. Ante la frustración de no lograr que el motor arrancara.

—Maldición.—exclamó Austin, pero sin pensarlo demasiado decidió tomar el Metrobús, era su única opción.

El Metrobús, implementado por primera vez en el municipio en 2015 durante el mandato del partido social-demócrata de "Cambiemos", había experimentado notables mejoras desde entonces. Los autobuses, más grandes y rápidos, ofrecían ahora un servicio eficiente y rápido. En cuestión de minutos, el transporte de Austin apareció frente a él, listo para llevarlo directamente al centro del distrito en un viaje que prometía ser rápido y sin contratiempos.

Mientras tanto, Kevin despertaba en uno de los departamentos de su familia en Ciudad Evita, pronto rebautizada como "Ciudad Roca". La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando su habitación con tonos dorados y cálidos. Al levantarse de la cama, notó de inmediato la ausencia de su automóvil en el garaje del edificio, lo que lo desconcertó aún más al no recordar los sucesos de la noche anterior después de su visita al shopping de San Justo.

Decidió volver al lugar en busca de pistas, pero al darse cuenta de que no tenía su coche disponible, optó por tomar el metro como alternativa más rápida y conveniente. En el departamento, buscó entre las prendas disponibles y seleccionó cuidadosamente una playera de seda blanca, unos jeans negros ajustados y unos zapatos de charol azulados que le dieran un aspecto casual pero elegante. Peinó su cabello dorado y rebelde con rapidez y aplicó protector solar antes de salir apresuradamente del edificio, con la esperanza de encontrar alguna pista que le ayudara a reconstruir los eventos perdidos de la noche anterior.

En la estación del autobús, no esperó más de diez minutos hasta que abordó uno con espacio suficiente. Al subir, se sentó junto a un chico pelirrojo que le pareció vagamente conocido, aunque los dolores de cabeza persistentes le dificultaban pensar con claridad. Sin embargo, decidió no prestarle mucha atención y se enfocó en su propio viaje, con la esperanza de encontrar respuestas una vez llegara a su destino.

Esperó en la estación del autobús no más de diez minutos hasta abordar uno con espacio suficiente. Al subir, ocupó un asiento junto a un chico pelirrojo que le pareció conocido, aunque los dolores de cabeza no le permitían pensar con claridad.

Kevin, al abordar el metro, se sintió algo desconcertado por la situación. Vaya, pensó, justo él, tomando el servicio público. Se sentía disperso y abrumado, pero al reconocer a Austin a su lado, decidió no decir nada. Sin embargo, después de unos minutos, se quedó dormido, y fue entonces cuando su cabeza cayó sobre el hombro izquierdo de Austin.

Austin se sorprendió por la situación, pero decidió no despertarlo. Cuando llegó el momento de bajar, intentó llamar la atención de Kevin para que se levantara.

—Disculpa. —Austin intentó despertarlo con suavidad, pero no recibió respuesta.

—¿Qué ocurre? —Kevin, al recobrar sus sentidos, se disculpó por su descuido.

—Necesito que te levantes para dejarme bajar del metro. —Austin mantuvo la calma y la paciencia.

Kevin reconoció el rostro de Austin y, antes de que este pudiera bajar, lo detuvo.

—Espera. —Kevin sujetó el brazo de Austin. —Austin Pellegrini, ¿no es cierto?

—El mismo. Pero ya que me tienes sujetado del brazo, bajas conmigo ahora o pierdo la estación. —respondió Austin sin dudarlo, y Kevin lo acompañó fuera del metro.

Una vez en el Starbucks, Austin pidió disculpas por la demora y preparó un desayuno para Kevin.

—No debiste molestarte. —dijo Kevin.

—Para nada, además, te debía una charla. Ayer rechacé tu paseo y mira cómo te encuentras. —respondió Austin.

—No es tu culpa. —aseguró Kevin.

—Tengo un amigo que nos podrá ayudar. —propuso Austin, pensando en Gatie.

—Seguro van a venir tus escoltas a asistirnos, ¿no? —bromeó Kevin.

—No eres tan gracioso. Llamaré a Gatie Illia, ayer estuvo en mi casa y creo que podría ayudarnos en esto. —sentenció Austin.

—¿Hallo? —respondió Gatie al teléfono.

—Escúchame atentamente. —explicó Austin la situación a Gatie, esperando que pudiera ayudar.

—Por lo que me cuentas, podría haber sido drogado. ¿Pero en qué momento? —se preguntó Gatie.

—¿No recuerdas nada más? —preguntó Austin a Kevin.

—¡El antro! ¡El antro! —exclamó Kevin con un destello de recuerdo repentino, su voz resonando con urgencia en la cafetería. Recordó que la noche anterior había asistido a una fiesta en un local nocturno conocido como "El Antro", donde se encontraba su exnovio, el nuevo intendente de la ciudad. La atmósfera estaba cargada de emoción y anticipación, ya que se celebraba el triunfo político del exnovio de Kevin, quien ahora ocupaba un cargo importante en el gobierno local.

En la fiesta, Kevin recordaba haberse encontrado con algunos descendientes de las familias adineradas de la región, quienes eran habituales en los círculos sociales de la élite política. La música retumbaba en el local, las risas y los brindis llenaban el aire mientras la élite celebraba su victoria. 

Sin embargo, los recuerdos eran borrosos y fragmentados, como si estuvieran envueltos en un velo de niebla. Kevin luchaba por recordar los detalles exactos de lo que sucedió esa noche, pero su mente seguía nublada por los efectos del alcohol y las drogas que se habían consumido en la fiesta. Aun así, el recuerdo de haber estado en "El Antro" era un punto de partida crucial en su búsqueda de respuestas sobre lo que realmente había ocurrido esa noche.

CONTINUARÁ...

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