Capitulo 4
Los meses habían pasado y Aurora no noto ningún cambio en su vida. Pensó que luego de que Diana tuviera la atención de su padre quizá ella ya no podría verlo con la misma frecuencia, pero para su sorpresa aquello no habia sucedido.
Su padre seguía viéndola en sus tiempos libres y llamándola a su sala privada para que resolviera sus deberes a su lado. Nada fuera de lo normal.
Fue extraño ya que sabia que Diana estaba en el palacio de Ruby, hasta se habia enterado del ingreso de York por los cuchicheos de la servidumbre.
Ninguna de sus doncellas paraba de hablar sobre la nueva concubina, una extranjera de baja cuna que solo portaba belleza, pero nada que pudiera ayudar al emperador políticamente. Aunque eso era cierto, Aurora no podía defenderla, pues para casi todos en el palacio la princesa solo contaba con tres años.
¿Qué niño de tres años sabe que es una concubina? Ninguno
Volviendo al tema de Diana, lo más probable es que su padre la frecuentara cuando ella dormía, después de todo su cuerpo caía dormido apenas el reloj tocaba las 8 de la noche.
Lo más seguro era eso.
Dejo de pensar en ello cuando volteo a ver a su padre descansando a su lado, su brazo envuelto firmemente en su pequeña cintura.
Aurora agradeció de que fuera invierno, porque no soportaría ser abrazada si fuera verano. Aunque nunca pensó que Claude fuera de aquellos que abrazara.
- ¿Desde hace cuánto estas despierta? – la voz ronca de su padre logro sobresaltarla, evitando que pudiera hacerse la dormida a tiempo
- ¿Cómo te diste cuenta?
-Te estas moviendo como un gusano, pequeño bicho – Aurora arrugo su nariz al escuchar el ultimo apodo, pero evito decir algo al respecto
-Me levante hace poco, ¿Vamos a tomar algo de té? – pregunto sonriente cuando la mirada de su padre choco con ella – Estoy segura que los tulipanes ya florecieron
- ¿No deseas dormir un poco más? Pateaste toda la noche – jadee indignada y mire molesta aquella sonrisa burlona en su rostro
- ¡Es mentira! Yo nunca me muevo cuando hace frio – asegure y era cierto, se quedaba tan acurrucada a su padre que cuando se movía no tardaba en volver a su posición inicial
-No importa, nos quedaremos a dormir igual – iba a protestar, pero el repentino peso apretando mi cuerpo me dificulto el habla
- ¡Sal gordo! – chille, jalando su cabello, zarandeando su cabeza cuando no recibí una respuesta sino una carcajada limpia que solo hizo que me enojara más – ¡Sal!
-No hasta que digas que dormiremos un poco más
- ¡No, no sueño! – apenas esas palabras salieron de su boca dejo de moverse, habia cometido un grave error y frente al burlón de su padre
- ¿No sueño? – Aurora se sonrojo hasta las orejas al ver la mirada burlona en los ojos de su padre y es que habia dejado de fingir hablar como bebe hace poco tiempo y le habia dificultado dejarlo
Se habia acostumbrado hablar así por casi dos años, era lógico que de ves en cuando le saliera sin querer pues se estaba desacostumbrando poco a poco.
-La pequeña aurora sigue siendo una pequeña bebe – arrullo con diversión, apretujándola contra su pecho cuando se levantó – Ohh la bebe aurora – hablo de manera divertida, como esa voz que se le hacia a los bebes. Una voz ridículamente absurda.
- ¡Cállate!
-La bebe aurora – se burlo y eso fue lo ultimo que dijo antes de atacar el cuello de su hija. Aurora soltó una carcajada tratando inútilmente de alejar el rostro de su padre hasta que comenzó a llorar - ¿Te dormirás conmigo?
Aurora limpio sus lagrimas jadeando por aire y supo que su padre no tendría compasión con ella al verlo sonreír mientras temblaba por las cosquillas.
-Si – murmuro molesta para diversión de Claude, Aurora volteo los ojos cuando sintió un par de besos de disculpas de su padre en sus mejillas. Nunca esperaría que su padre se disculpara verbalmente, siempre era más de acciones que palabras – Pero después tomaremos te en mi invernadero y comeremos los postres que yo desee
-Lo que quieras, pequeño amor – sonrió Claude, besando su frente antes de acurrucarse junto a su hija, acurrucándola en su pecho
Con un chasquido de dedos la cortina se habia cerrado y proporciono la suficiente oscuridad para que ambos no tardaran en caer dormidos
Aurora disfrutaba siempre estar rodeada de naturaleza, era por ello por lo que el palacio siempre tenia flores en cada lugar que hubiera a pedido del emperador. Pasadizos, salones, recibidos, escaleras, etc.
Los jardines eran amplios, con diversas flores y árboles frutales. Cada uno creado y diseñado por la misma princesa Aurora desde sus dos años junto a su padre.
No habia palacio en todo el reino que no tuviera un jardín.
Claude no podía evitar sentir un revoloteo en su pecho al ver la mirada brillante de su hija, llena de emoción cuando observaba los jardines.
El invernadero fue preparado por el como un obsequio por su cumpleaños. Grande y hermoso.
El paso estaba restringido para cualquier persona que no fueran el emperador, su hija, además de los jardineros reales que se encargaban de su cuidado.
Ese lugar era solo de los dos a pedido de la princesa. Un lugar privado en el cual siempre tomaban él te, disfrutando de la vista del atardecer en aquellos grandes ventanales. Aunque en ocasiones Felix los acompañaba a petición de la princesa.
Era por ello por lo que Aurora no entendía que, hacia la concubina de su padre en medio de ese lugar privado, con una de sus hermosas flores en su mano.
Su hermoso tulipán amarillo habia sido arrancado cruelmente de su lugar para el disfrute de aquella mujer que tarareaba, ignorando su presencia.
Sabia que era una concubina, aquel brazalete mágico en su muñeca la habia delatado. Un amuleto que se le daba a cada mujer en el palacio de Rubí para que fuera reconocida como una mujer del emperador y por supuesto, aquella baratija también servía de localizador.
Aurora dio un paso al frente, dispuesta a expulsar aquella intrusa, pero, Felix no tardo en colocarse frente a la princesa como protección, con su mirada fija en la concubina de su padre.
- ¿Qué hace en esta área, Señorita Diana? – el nombre logro descolocar a Aurora, tensándose en su lugar al reconocer el nombre de la madre de la princesa desafortunada – Es un área restringida
La mujer se dio la vuelta y Aurora supo que se trataba de aquella bailarina. Su cabello estaba trenzado junto arreglos florales de las margaritas que supuso que también había arrancado de su jardín y sus ropas eran iguales a las que habia utilizado en su cumpleaños, aunque llevara un vestido, no dejaba de ser revelador para la moda algo conservadora que usaban las demás concubinas.
Era algo que a Aurora le habia gustado de la historia con ilustraciones, las vestimentas de Diana eran muy hermosas y extravagantes. Tradicionales de Siodonna.
"Claude no ha comenzado a usar ropa tradicional del país donde proviene Diana"
Su padre seguía usando trajes y en ocasiones solo camisas con pantalones holgados, su vestimenta no habia cambiado y para los meses que Diana habia estado residiendo en el palacio de Ruby...ese cambio ya se debería a ver hecho.
-Se me permitió recorrer el palacio, pensé que este lugar era hermoso...-La voz de Diana la hizo volver al presente, ladeando la cabeza al no oír una disculpa correspondiente, solo evitando el tema con delicadeza y voz melodiosa.
-Es un lugar restringido – repitió Felix, frunciendo el ceño al no verla con intenciones de retirarse – Nadie que no sea el emperador y la princesa pueden estar aquí, todas la personas en el palacio, incluyendo a las concubinas se les informo de ello
-Si, lo se. Solo deseaba ver el lugar por dentro, es tan hermoso y lleno de...- se detuvo abruptamente al ver al escudero del emperador negar en su dirección – Como le dije, se me permitió recorrer toda la zona del emperador – Alzo un poco la voz, haciendo notar su molestia por ser interrumpida por aquel caballero
Aurora no pudo evitar fruncir sus labios con molestia. Ella podía ser la amante de su padre, pero Felix era como su segundo padre y nadie podía hablarle de esa manera. Ni siquiera Diana.
Salió del escondite de las piernas de su escudero, haciéndose notar.
-Creo que Felix le ha dicho que es un lugar restringido – su voz sonó molesta, con la barbilla alzada y ojos brillantes – Retírese del lugar. Ahora
Diana observo sorprendida a la pequeña niña. Era como ver a una pequeña muñeca, cabello rubio brillante, nariz pequeña y respingada, junto aquellos ojos enjoyados vibrantes. Era una copia exacta del emperador. Casi como dos gotas de agua.
Felix gruño por lo bajo al ver a la concubina absorta en sus pensamientos, sin hacer una reverencia de respeto a la princesa, ni siquiera un saludo. Ignorándola.
¿Acaso no habia recibido la educación requerida junto a las profesora de etiqueta dentro del palacio de Ruby? ¿Qué le pasaba aquella insolente concubina?
- ¿Sabe a quién tiene presente? – pregunto Felix, tomando con suavidad el hombro de su princesa, alejándola de aquella mujer – Ni siquiera a mostrado respeto alguno por la hija del emperador, que es...
- ¿Ella hizo qué? – la voz oscura del emperador se hizo escuchar, sobresaltando a los tres presentes. Claude se habia detenido a una distancia prudente al ver a una de sus concubinas, escuchando las voces de su hija y escudero
- ¡El sol de Obelia se hace presente! – la voz agitada del caballero se hizo presente con rapidez caminando con velozmente hacia los reunidos. El ingreso del emperador habia sido tan repentino que nadie pudo anunciarlo a tiempo.
-Gloria y...- Diana detuvo su voz cuando la mano del emperador fue alzada en su dirección. Estaba nerviosa, verdaderamente aterrada de haber cometido un error tan absurdo en aquel estado en el que se encontraba.
-Cualquier persona que se encuentre en mi imperio debe darle a mi hija, el respeto que se merece. No a ver excepciones – Claude camino hacia su pequeña aurora, tomándola en brazos - ¿Qué es lo que haces aquí? – pregunto, ocultando el rostro de su hija en su cuello
-Yo, yo solo deseaba ver el invernadero – respondió con voz temblorosa, llevando sus manos detrás de su espalda para que no pudiera ver la flor que había arrancado hace unos momento atrás – No pensé...
- ¿No pensaste? - pregunto con burla, molesto al ver las flores de su hija en el cabello de aquella mujer - ¿Piensas que esa es una excusa valida para verte en el invernadero de mi hija? – Diana tembló en su lugar, viendo la mirada del emperador brillar de aquella manera tan peligrosa. Instintivamente retrocedió – Específicamente pedí que informaran a todos, incluyendo a las concubinas que no podían poner un pie en este lugar. Parece que mi palabra no es suficiente, ¿No?
-Su majestad, lo siento, yo...- la voz de Diana se quebró cuando vio al emperador voltear a ver a su escudero
-Que la lleven junto a Lilian York y que la encargada del palacio de Ruby le de cuarenta azotes a cada una – ordeno, sorprendiendo a Aurora
- ¡Su majestad, no puede hacer eso! ¡No en mi estado! – el llanto de Diana se hizo presente y Aurora quiso voltear a verla, pero la firme mano de su padre se lo impidió - ¡Puedo perder a mi bebe! – grito cuando Felix la tomo del brazo para llevarla hacia los caballeros que se encontraban fuera del invernadero.
La noticia le cayo como un valde de agua fría a Aurora. El tiempo habia pasado y la historia seguía su rumbo, estaba claro que Athanasia debía nacer. Pero, no supo por que aquello comenzó a desagradarle.
Felix se detuvo, volteando a ver a Claude sorprendido por lo que acaba de escuchar. Ahora entendía el por que su mejor amigo se encontraba más estresado de lo normal.
-Papá – Aurora llamo, haciendo que la atención de los tres fuera a la pequeña niña que se encontraba en los brazos de su padre – ¿Ella tendrá un bebe? – pregunto, logrando que la confusión digna de una niña pequeña se escuchara en su voz. Tratando de que su padre retractara sus acciones.
Sintio a su padre tensarse y casi escucho a Felix retener el aliento. Todo esto parecía ser sacado de una telenovela y Aurora aun no entendía que era lo que pasaba.
- ¡Si, princesa! – Diana se apresuro hablar, reteniendo sus sollozos - ¡Tendrá un pequeño hermano en poco tiempo! – anuncio, confirmando lo que Aurora ya sabía.
Si su padre se encontraba tan molesto, eso significaba que ya le habían dado la noticia que Diana no sobreviviría al parto y por eso actuaba así con ella. Por que habia escogido a su bebe por encima del amor que le tenia él.
¡Pero su estómago ni siquiera lucia como decía en la novela! ¡Era imposible que ella tuviera siete meses con aquel vientre casi plano!
-Felix, di una orden – gruño Claude entre dientes, al verlo petrificado en su lugar – No se porque la sigo viendo – Felix solo asintió de manera automática, arrastrando a la mujer que comenzó a gritar fuera del invernadero.
Aurora quiso desaparecer al sentir aquel ambiente tan cargado de tensión a su alrededor. Sintio a su padre moverse con ella aun escondida en su cuello. Sin decir palabra alguna.
Los pensamientos iban de un lado a otro, tratando de comprender lo que acababa de pasar y como esto podría afectar el futuro próximo.
¿Por qué su padre trato de aquella manera al amor de su vida?
Por lo que sabia, Claude ignoro a Diana cuando ella escogió a su hijo por encima de él. Pero, no hablaban de que él cambiara su manera de verla. Él la amaba y ciertamente le parecía extraño que él hubiera actuado de aquella manera.
Todo era tan raro, Aurora no comprendía ni un poco lo que pasaba y estaba segura de que, aunque ella tratara de hablar con su padre, él no le diría lo que sucedía.
¡Por dios, ella solo tenia tres años ahora!
¿Qué podía hacer una niña contra lo que pasaba a su alrededor? Seria arriesgado para ella actuar de manera madura teniendo el cuerpo de una infante.
Era cierto que habia comenzado hablar de manera más correcta para su edad y aquello habia sorprendido a muchos. Fue un alivio que sus profesores le hubieran dicho a su padre que ella era una niña dotada. Pero, aun así, era una niña.
Tal vez, solo tal vez, si preguntaba...
Evito relajarse por completo cuando fue sentada de manera delicada en aquel asiento frente a su padre, con un cojín tan cómodo debajo de ella.
Observo a su padre, notando el ceño fruncido y sus labios apretados. Claramente molesto, incluso pudo notar su mano derecha estar apretada con los nudillos blancos por la presión que ejercía.
El te fue servido por las doncellas, las cuales temblaban sintiendo el aura tan terrorífica que su padre tenía. La mirada aguda puesta en cada una de ellas cuando se acercaban a colocar los bocadillos en la mesa.
-Gracias – agradeció con una pequeña sonrisa algo incomoda, viendo el cuerpo de las doncellas relajarse un poco. Sonriéndole, haciendo una reverencia antes de desaparecer de la vista de su padre.
Aurora soltó un pequeño suspiro, levantando su leche achocolatada para beber un poco. Pensando como hablar de lo que habia presenciado.
Los cambios de humor de su padre eran preocupantes y cuando se enojaba era algo difícil de hacerlo cambiar de humor.
-No – fue lo único que su padre respondió cuando la vio abrir la boca y mirar en su dirección – No debes preocuparte por lo que aquella mujer dijo
- ¿No debo? – su pregunta casi salió con burla, mirando a su padre con ojos entrecerrados – Entonces... ¿No tendré un hermano como ella dijo?
-No – repitió, observando a su hija con cansancio en su rostro. Diana habia sido muy audaz al gritar ese problema delante de su hija – Es mentira
¡¿Mentira?!
Aurora casi se ríe de lo estúpido que sonaba eso, ¿Cómo podía ser mentira si ella habia visto el bulto en su vientre? Era pequeño, pero aun así notorio con aquel vestido tan pegado que utilizaba.
-Pero, ella dijo que...
-Entonces, ¿Pondrás en tela de juicio lo que tu padre te dice por una completa desconocida? – Entrecerró sus ojos, retándola a responder
¿Quién se creía?
Aurora igualo su mirada, con molestia en su rostro. Detestaba que su padre se pusiera en esa estúpida posición en vez de afrontar lo que habia hecho.
Después de todo, aunque lo negara, Diana seguiría embarazada. El podía decir que no era cierto, pero Aurora no era estúpida.
-Tener un hermano no sería malo – se atrevió a decir, observando a su padre tensarse frente a ella - ¿No quieres otro niño?
-Contigo es suficiente – asintió como si sus palabras fueran correctas – No necesito a otro mocoso correteando con la boca llena de pastel por el palacio
- ¡Solo fue una vez! – señalo indignada Aurora, avergonzada que dijera ello para defender su punto. Además, escapaba de una maldita abeja que quería picarla. Aun el recuerdo la hacía estremece del miedo.
Pobres abejas, morirían en su intento de atacarla. Aunque nadie le quitaría el dolor de la picadura.
-No importa, olvida lo que aquella mujer dijo. Solo es una sirvienta más – Aurora abrió la boca sorprendida, ¿Cómo podía decir eso? – Aurora, lo digo enserio. Olvídalo
Aurora bufo molesta. Ignorando la caricia que su padre habia comenzado a darle en su cabeza, hasta que tomo su barbilla haciendo que volteara a observarlo.
Sus ojos enjoyados ya no eran fríos sino conteniendo nuevamente la calidez con la que siempre la observaba. Sorprendiéndola cuando dejo un beso en la punta de su nariz.
-Come tu paste, más tarde iremos a dar un paseo por el jardín – Aurora no pudo protestar, asintiendo.
Odiaba cuando se ponía de aquella manera dulce y cursi con ella. No podía molestarse con el si la trataba así.
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