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La lluvia picoteo salvajemente contra la ventana, el aula estaba teñida  con un tono azul que transmitía cierta nostalgia, ¿tal vez un poco de tristeza? Marianne no le dio mucha importancia, sin embargo su mirada seguia fija en el patio del colegio, específicamente en un charco de agua que poco a poco estaba creciendo hasta generar una pequeña inundación. 

Los días lluviosos le generaban una calma inigualable, pero también la ayudaban a perderse demasiado en sus pensamientos, su madre y Nick siempre le habían hecho saber que su mente no podía vivir de forma permanente en las nubes. 

La clase de ese día se encontraba suspendida, ¿la razón? Con la fuerte temporada de lluvias muchos coches en la carretera sufrían pequeños accidentes, justo como el de su profesora de álgebra. Aunque podía sonar como una idea sumamente genial no tener clase, el estar encerradas sin nada que hacer tampoco era lo mejor. 

Marianne siente como su brazo falla y es entonces que su frente choca contra la mesa de madera, Darcy se burla y Tara intenta ver el creciente bulto que crece en su frente. 

─Eso te pasa por andar de distraída, Elle te dijo tres veces que prestaras atención. 

Ella rueda los ojos y deja que su amiga la examine, al parecer hay un pequeño corte generado por el borde de la mesa y Anne lo nota cuando un hilo de sangre baja sobre su campo visual. 

─Voy a la enfermería por una tirita, tal vez tengan alguna del hombre araña. 

Darcy sonríe con emoción, pero Tara la sostiene antes de que busque generarse ella también un golpe, lastimarse únicamente para obtener un apósito con caricaturas no es la definición de inteligencia. 

─Amiga, te juro que la inteligencia te persigue pero tú siempre seras más rápida. 

Es entonces que Tara se ríe por lo que Anne ha dicho y puede ver como se aleja por el pasillo, dejando atrás a las otras tres. 

Desde la charla con Charlie, Marianne se prometió no darle mayor importancia a sus sentimientos, de todas formas podía ahogarlos un poco más en su pecho, ¿verdad? 

Su nuevo amigo le prometió que dejaría de doler, solo tardaría un poco en hacerlo, pero en algún punto esa sensación cosquilleante se extiguiría y podría ser capaz de seguir adelante, de borrar todo lo que aquella persona especial significaba. Marianne cree sin dudas que Charlie ama a alguien tanto como ella lo hace y eso le ayuda a creer en él. 

Sin embargo evitar a Imogen le es difícil, porque donde sea que sus ojos van ella está ahí, su sonrisa ilumina cada parte del color azul y Anne se ve a si misma preguntándose si vale la pena callar aquellos sentimientos. Luego lo recuerda, el como la chica sonríe para su mellizo y el como ella jamás podrá ser Nick. Como jamás podra ser un chico. 

Su teléfono vibra dentro de su chaqueta y ella voltea para todos lados, retirandolo del bolsillo cuando nota que no hay ningun profesor cerca. En la pantalla se distingue una foto de Nelly junto a un patito de plástico y la notificación de un nuevo mensaje, Charlie. 

<<Estoy pensado seriamente en darle clases de batería a Nick, el pobrecito es muy malo>>

Marianne le sonríe a su teléfono, su amigo y su hermano parecen llevarse bien y por mucho que Charlie lo niegue, en el fondo Anne sabe que hay algo más. Tan solo esperara a que su hermano desee hablarlo con ella, sin presiones, después de todo ella tampoco le ha contado su pequeño secreto. 

<<Un pez tendría mejor ritmo que Nick>>

Luego de enviar aquel mensaje, la rubia vuelve a guardar su teléfono, la idea de ser encontrada otra vez con el aparato y que se lo arrebaten, no hace parte de su plan. No cuando el día promete ser tan aburrido. 

La puerta de la enfermería esta frente a ella en cuestión de minutos, las letras negras decoran la madera y Anne entra luego de tocar y no recibir respuesta. Encontrar a la enfermera es demasiado complicado, la mayoría del tiempo suele estar en el ala de las más jóvenes y es comprensible la razón. 

Con cuidado de no hacer mucho desorden, ella busca entre los botiquines un parche y algo de alcohol, cualquier objeto que detenga el sangrado de su frente. Luego de algunos minutos que parecen horas, una caja de banditas descansa en sus manos y Marianne se ve a si misma intentando desinfectar su frente, retrocediendo al sentir el ardor en su piel y el como aquello la hace sentir cobarde. 

─Por un demonio, esto arde...

─Lo seguirá haciendo si aplicas tanto de golpe─ la rubia salta sobre la butaca y por accidente derrama el liquido sobre su falda, Imogen corre a ayudarla y consigue levantar el pequeño frasco antes de que el desastre empeore ─ mejor deja que te ayude. 

Marianne no responde nada, solo arruga los labios y la castaña lo toma como una respuesta positiva, al menos hasta donde consigue comprender. 

Las manos ajenas parecen expertas en el tema, primero ordena el desastre y luego toma un pequeño algodón que empapa en alcohol, una medida justa para un corte no muy profundo. Luego apoya el algodón en toques suaves y Marianne baja la vista para no tener que verla directo a la cara, muy a su pesar ella sostiene su mejilla y la obliga a levantar la mirada. 

─Si bajas la cabeza no podre terminar, solo aguanta un poco más ─Los segundos transcurren en silencio, siendo la lluvia lo único audible en aquella pequeña enfermería. Marianne solo desea huir, pero se mantiene sentada mientras sus ojos recorren el rostro de la chica frente a ella, desde sus ojos celestes hasta la forma encantadora de su nariz ─Y con eso ya terminamos.

Las manos ajenas siguen en su rostro, una sobre la tirita de su frente y la otra en su mejilla, como si algo le impidiera apartarse y es entonces cuando la habitación cobra un poco más de color, uno más cálido, casi similar al purpura.

─¿Cómo sabes tanto de cortes?

Su pregunta suena un poco ahogada, después de todo, Anne se ha tenido que obligar a modularla.

─Mi hermanito menor siempre se cae, mis padres están muy poco en casa y me toco aprender un poco de esto. 

Junto con aquella respuesta Marianne siente las suaves manos de Imogen alejarse, casi como una caricia que descontrola sin piedad su corazón. La rubia le agradece por la ayuda, la chica le sonríe y luego toma el pequeño frasco junto a una cajita de tampones. 

─Es que una chica de mi clase los necesita─ ella le aclara y Anne sonríe, recordándose a ella misma que ahora ambas son de mundos diferentes. Imogen tiene amigas, habla con chicos y usa ese bonito esmaleta rosado, en cambio ella sigue igual que siempre y no le molesta cambiar su entorno ─Sabes..estuve pensando, dentro de poco es el concierto de Taylor, vendrá a una ciudad que queda a unos kilómetros...

Su teléfono vibra de nuevo, pero Anne lo ignora, poniendo toda su atención en la chica frente a ella y en el evidente tartamudeo que jamas le había escuchado antes. 

─Conseguí dos entradas, pero una amiga me cancelo─ Imogen juega con la caja en sus manos y su mirada da vueltas por la enfermería, como si los posters sobre los ovarios y el cepillado de los dientes fuese lo mas divertido, al meno es así hasta que se atreve a verla nuevamente a los ojos ─ ¿te gustaría acompañarme? Es durante las vacaciones, si tus padres no tienen problema mi tía podría esperarnos y llevarnos al concierto.

Marianne no hace preguntas, tampoco se cuestiona a si misma de donde ha sacado el valor, pero se pone de pie como un pequeño saltamontes y rodea con sus brazos a la chica frente a ella, sonriendo hasta que el corte en su piel tira demasiado. 

─¡Definitivamente me encantaría ir!

En el fondo de su corazón espera no estar emocionándose demasiado, porque un corazón fisurado como el suyo podría quebrarse con demasiada facilidad en las manos equivocadas. 








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¡Hola! ¿Qué tal?

Al final si me demoré toda una semana en actualizar, ¿la razón? Me sentí agotada todo lo que duró la semana, se sentía como si drenaran mi energía.

De todas formas, traje nuevo capítulo y la cosa ya empezó a tomar forma, Imogen hizo el primer movimiento, jeje.

Espero que tengan una buena semana, yo estaré descansando y escribiendo porque estoy de licencia, esperen ver muchas notificaciones a lo largo de la semana.

Besos~

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