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※Capítulo 7※



Valían se sintió un acosador cuando estacionó con su Ranger en la puerta de la escuela detrás del descapotable de su hermana. La necesidad de ver a Aurora lo quemaba. No le importaba ya la sorpresa de Lile ni la posterior reprimenda de Dred. Tenía que verla con sus propios ojos, sentirla, olerla.

Subió las escaleras cuando su teléfono vibró en sus pantalones. Bajó la vista para atender a Dred, seguro que ya sabía a qué había salido. Iba a intentar disuadirlo cuando se volteó para subir las escaleras y chocó con algo haciendo volar su teléfono por los aires. Maldijo en su mente mientras lo veía volar en cámara lenta. No podía romper otro. Y tampoco podía saltar para atraparlo. Llamaría la atención de todos.

Una hoja le cayó sobre la cabeza, cuando volvió la vista se encontró con su hermana mirándolo con la desaprobación en los ojos y su teléfono en las manos. Y con Aurora agachada juntando sus papeles. Se agachó con ella para ayudarla. Sintió el calor de su piel cuando rozó su mano para entregarle las hojas que había recogido del suelo. Sus miradas se encontraron. Luz, oscuridad, reconocimiento... El olor afrutado y dulce de su sangre lo impregnó sin remedio.

Aurora abrió su boca y volvió a cerrarla. Esos mismos ojos ambarinos y arrogantes que la habían salvado del lobo.

—Y ahí está el bruto de mi hermano —señaló Lile con la voz cargada de ironía.

—¿Hermano? —preguntó Aurora levantándose en cámara lenta con Valían siguiendo en espejo cada movimiento. Los dos prendados uno al otro en una guerra de miradas.

—Val, mi hermano. —Lile se apareció en un movimiento rápido como un rayo y pasó un brazo sobre el hombro de Valian de forma despreocupada—. Ella es Aurora, la sobrina de Fran y mi nueva compañera. ¿No es hermosa?

—Aurora —Valian saludó con un movimiento de cabeza. El ronroneo oscuro de su voz hizo estremecer a Aurora de la cabeza a los pies.

Aurora carraspeó, ahogada por su propia saliva. Lile, Valian, Dred, no le sorprendió que fueran hermanos. Los tres eran la perfección hecha familia. Pero nunca imaginó volver a toparse con esos ojos tan cerca.

Lile miró de uno a otro.

—¿Ya se conocen? —preguntó fingiendo sorpresa. Ya conocía la respuesta.

—Nos topamos por ahí. Pero no nos habían presentado formalmente.

Lile sonrió al ver como su hermano miraba a Aurora con las pupilas de los ojos dilatadas, era evidente que le costaba respirar frente a ella. Estaba desesperado por la sangre de esa humana. No sé equivocaba al pensar que Aurora era su compañera. Era evidente para ella.

Marco salió por la puerta con la mirada fija en Aurora y la saludó al pasar. No quiso detenerse al verla rodeada de gente. Tenía que medir cada movimiento. Aurora le devolvió el saludo con un gesto.

—Hasta mañana, Marco.

Valian se volteó hacia su auto al instante con un siseo en su boca.

—¿Valían? —preguntó Lile preocupada por la reacción de su hermano.

—Un cambia formas... —contestó Valian en un murmullo.

—¿Un qué? —preguntó Aurora pensando que había escuchado mal. ¿Habían dicho, cambia formas? ¿Qué sabían ellos dos sobre la magia? No sería raro que fueran brujos, ya que notaba el cariño y la familiaridad que llevaba esa familia con su tía—. ¿Dijiste un cambia formas?

Valían sonrió nervioso mostrando unas arrugas en los ojos que obnubilaron a Aurora y la llenaron de una sensación cálida. Esas mariposas que dicen que se sienten en el estómago. Siempre pensó que eran una mentira de los libros y las películas románticas. Que equivocada que había estado. Ahora las sintió volar en su cuerpo descontroladas. Sus mejillas se ruborizaron al instante olvidándose del cambia formas y de todo lo demás. El chico sabía sonreír y tenía una hermosa sonrisa, era todo en lo que podía pensar.

—Decía que ya es hora —contestó nervioso. No podía ser tan torpe frente a Aurora. Pero ese sujeto lo descolocó por completo.

—¡Hora de irnos! —gritó Lile tratando de distraer a su compañera—. Valian puede acercarte a las cabañas. Yo tengo que hacer unos recados. ¿No hermano? —El vampiro saltó al sentir el codo de su hermana clavarse a su costilla.

—Lile...

—No es necesario —se apresuró a decir Aurora—. Preferiría caminar. No hay tanta nieve hoy y...

—Te acompaño. Sería peligroso que fueras sola —interrumpió Valian el parloteo que Aurora estaba a punto de soltar.

—¡Excelente idea! —exclamó Lile empujando a Valian sin disimulo—. Paso a buscarte más tarde para la hoguera del último primer día, linda— gritó saliendo de escena lo más rápido que pudo.

—¿La hoguera del primer, qué? Espera, Lile... —exclamó Aurora sin conseguir respuesta de su nueva compañera que entraba en su auto de un salto.

—Una tradición del pueblo. El último curso prende la hoguera y piden deseos para su futuro después de la escuela, luego le entrega el mando al año que sigue.

Aurora volvió su cabeza para ver si todavía quedaban rastros de Lile y su singular auto. Quería salir del radio de visión de Valian, de solo pensar en quedarse a solas con él un calor subía hacia sus mejillas, avergonzándola. ¿Por qué le pasaba eso? ¿Por qué no podía ser normal frente a los otros?

Valían y Aurora se miraron midiéndose uno al otro en un tenso silencio cargado de electricidad. Aurora carraspeó, intentando aflojar el nudo que se estaba apoderando de su garganta.

—No tienes que acompañarme puedo cuidarme sola —murmuró rompiendo la tensión que se había creado entre ellos.

—Ya sé que puedes cuidarte sola, pero no es seguro. —Valian se acercó dos pasos hacia ella, no podía evitarlo aunque quisiera. Aurora, por su parte, retrocedió dos pasos manteniendo la distancia. La cercanía de ese chico la alteraba por todos lados. Despertaba en ella sensaciones que nunca en su vida había sentido.

—Si tu hermana no te lo hubiera pedido...—Descubrió que le temblaba la voz—. Te libero de la obligación. Es evidente que no te gusta tenerme cerca y no entiendo bien el porqué.

Valian volvió a dar dos pasos hacia ella. Esta vez Aurora no se movió de su sitio. Estaba prendada en los ojos amarillos de ese chico. ¿Había visto un destello rojizo en ellos? No, debía ser su imaginación. Entrecerró los ojos tratando de ver mejor. Valian aprovechó la distracción para acercarse más, hasta quedar muy cerca de ella. Tomó con sus manos un rizo rubio que se había desatado de su moño y lo deslizó sobre su oreja.

—Que te hace pensar eso, paulo stella —susurró Valían sin pensar en que llamarla de ese modo era muy peligroso.

Aurora se estremeció al sentir la mano fría del chico acariciándola. La había llamado pequeña luciérnaga, solo su tía se refería a ella de ese modo, y su madre.

—Hablas Latín —balbuceó, Aurora, mostrándose afectada.

—Toda mi familia lo habla. —Valian dio un paso atrás reconociendo su desliz. Estar cerca de esa mujer lo atontaba por completo. Aurora recordó escuchar a Dred hablar en latín con su tía—. Sube a la camioneta.

Se sorprendió por el brusco cambio de actitud de Valían. Volvía ser el mandón sin modales del lago.

—Ya dije que quería caminar. —Aurora lo miró a los ojos con molestia.

—Llegaremos más rápido en auto. —Valian se giró. Sabía que encerrarse en la camioneta con ella sería peligroso. Impregnaría todo de su olor a fruta y vainilla. Pero si caminaba con ella cometería más errores y no podía darse ese lujo.

Aurora lo siguió a regañadientes. El uniforme tampoco era la mejor ropa para caminar. Aunque tenía unas medias de lana de color verde bajo la pollera no era lo suficiente para el frío de tomso.

Subieron a la Ranger en un silencio tenso. Valian luchaba por controlarse y no se olvidaba del cambia formas. Lo vio en sus ojos, eran los mismos del lobo en el lago. Estaba ahí por Aurora, no había dudas. Seguro era un brujo del culto. O tendría algo que ver con los Animus. No se había quedado del todo tranquilo luego de lo sucedido la noche anterior. Deseaba llegar a casa para poder hablar con Dred e investigar más.

—¿Puedo encender la radio? —preguntó Aurora con la incomodidad tiñendo su voz. Necesitaba disipar ese silencio tenso que se había instalado entre los dos.

Valían estiró una mano hacia el reproductor, deteniendo sus pensamientos, al mismo tiempo que ella. Sus dedos se rozaron y la misma electricidad que habían sentido antes se hizo presente. Aurora intentó quitar la mano, pero el vampiro la encerró sobre la suya presionando el encendido. «Drive» de Incubus comenzó a reproducirse. Se miraron fijamente con las manos unidas. Aurora mordió su labio inferior y Valian siguió cada movimiento de esos labios rosados. Eran su pecado y su perdición.

Aurora Volvió a ver como esos ojos ambarinos asomaban un destello escarlata. No lo había imaginado. ¿Sus ojos cambiaban de color? Valian se giró para ponerse en marcha. Necesitaba alejarse de ella. La necesidad de poseerla, de clavar los colmillos en su cuello, de saciarse con su sangre, lo consumía. No era el momento. Pero llegaría. Aurora sería suya. Era su destino. Y se aseguraría de cumplirlo.

—¿Te gustó la escuela? —preguntó intentando disipar el momento que él mismo había creado.

Aurora lo miró sorprendida. ¿Realmente le importaba? Ese chico la volvía loca con sus cambios de humor.

—No estuvo mal —contestó casi sin mirarlo.

—Ese chico que te saludó a la salida. No me gusta. Mantente alejada de él.

—¿Perdón? —Aurora se tensó de solo escucharlo. ¿Quién se creía ese chico para decirle lo que tenía que hacer? Valian giró el rostro de la calle para mirarla—. Es nuevo como yo. No tengo por qué ignorarlo. No me ha hecho nada.

—Pero podría hacerlo. No me gusta.

—¿Y quién eres para decirme con quien me tengo que relacionar y con quien no? —Valian la miró. La Luciérnaga era furiosa. No se dejaba doblegar como muchas de las chicas que había conocido. Lo veía en sus ojos.

—Soy amigo de tu tía. —respondió a falta de una mejor excusa.

—¿Sí?, ¿desde cuando?

—desde hace seis años. Ella nos recibió cuando nos mudamos a este pueblo. Le debemos mucho.

—Ya te dije que puedo cuidarme sola. No te sientas obligado por mi tía. Paga tu deuda con ella de otra manera.

—Luciérnaga...

—¡No me llames así! No me conoces. ¿Con qué derecho te atreves a hablarme con tanta confianza y a decirme con quien me debo relacionar? Esto es ridículo.

Valían gruñó, no lo pudo evitar, la necesidad de protegerla le quemaba en la piel y lo ponía en evidencia. Su luciérnaga tenía razón. Él no era nadie para decirle lo que tenía que hacer. Pero iba a ganarse ese lugar.

—Ya te dije que soy amigo de tu tía. Eres muy importante para ella y por eso eres importante para mí.

Las palabras de Valian la golpearon en el pecho. ¿Era importante para él? ¿Si no la conocía? No sabía bien lo que Fran había hecho por ellos, pero debía ser algo muy grande. Y no podía negar que esa sensación de protección, aunque la incomodaba, también le gustaba. Salvo por sus padres y su tía nunca se había sentido  relevante para nadie. 

—Y yo ya te dije que te libero de tu deuda.

—No seas terca —Valian apretó sus nudillos en el volante hasta ponerlos blancos. Esa chica lo encantaba y lo ofuscaba en partes iguales.

—¿Terca?, esto es increíble. ¡Ni siquiera me conoces! —Aurora giró su rostro hacia la ventanilla. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Estaba cansada de que la vieran débil, de que quisieran protegerla. Ella no era esa joven frágil que todos veían. Ella tenía un poder en ebullición. Lo sentía en sus entrañas.

—Pero quiero hacerlo, si me lo permites... —Valian intento alivianar la situación. Aurora se volvió al escuchar la dulzura en su voz. No había duda de que ese chico era bipolar.

—No se nota que quieras conocerme tratándome de esa manera. No soy débil, Valian. —El vampiro se estremeció al escuchar su nombre salir de esos labios. Un canto de sirenas—. Y entiendo que sientas la obligación de protegerme por mi tía, pero no lo necesito.

El silencio volvió a cernirse sobre ellos. Valian se golpeó mentalmente por ser tan bruto con ella. De esa forma no iba a llegar a nada. Necesitaba derribar sus barreras si quería estar cerca para protegerla.

—Lo siento. Estoy siendo muy duro y no era mi intención —murmuró intentando una sonrisa que le salió forzada—. Creo que comenzamos mal. ¿Podemos hacerlo de nuevo?

Aurora se volvió para mirar su perfil, era un dios personificado. Nunca había visto nada tan hermoso.

—Eres alguien muy extraño, Valian —respondió sin poder reprimirse.

—¿Y eso es bueno o malo?

—No lo sé. Tendré que descubrirlo. —Valian sonrió ante su respuesta. Si se esforzaba, si disipaba las emociones que bullían en su piel, podría llegar a Aurora, podía sentirlo. Nunca tuvo problemas para encantar a una chica. Bien sabía que Aurora era especial, pero las palabras de la Luciérnaga demostraban que no le cerraba del todo la puerta. 


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