III
—¡¿Vas a volver a jugar?! —El castaño gritó por sobre la música —Pensé que no te gustaban estas cosas.
Yeosang (quien nunca participaba) lo miró extrañado cuando le dijo que iría a unirse a la tontería esa de meterse en el armario. El castaño estaba acostumbrado a tener a Hongjoong cerca mientras sus amigos se hundían por completo en la fiesta, por lo que le parecía descabellado que: en primer lugar hubiera decidió ir sin que le hubieran dicho que estaba invitando, y que se mostrara tan interesado en jugar (sobre todo porque ya era la segunda vez que pasaba)
Hongjoong ni siquiera le dio respuesta, apenas San llegó para decirle que estaban por comenzar a jugar, caminó veloz dejando a Yeosang solo con su trago. Desde la distancia lo vio sostenerse el puente de la nariz en forma reprobatoria y ,sin importarle que no lo estuviera viendo, le sacó la lengua imitando luego su forma de girar los ojos cuando algo le molestaba. Yeosang definitivamente era un aburrido; pero se volvía un mega aburrido cuando San estaba cerca de Wooyoung.
Antes de tomar asiento en el suelo una mano lo detuvo, molesto giró su cuerpo pensando que se trataba de Yeosang intentado convencerlo de volver a casa; en su mente el chico le hablaba de cómo San no soltaba a Wooyoung y que eso le molestaba (todo muy fastidioso para que el accediera a volver a casa). Sin embargo al voltear vio a un joven alto de cabello azul, que le regaló una sonrisa amigable
—Eres el amigo de San ¿verdad? —Habló sobre la música dándole un fuerte apretón de manos —Yo soy Yunho, lamento que no nos hayan presentado antes —Al ver aquello Hongjoong le dijo su nombre y le dio las gracias por invitarle a la fiesta —Se que no es la dinámica del juego pero tu ronda es la quinta.
Luego de eso el chico se fue hacia otro lado y Hongjoong tomó asiento junto con los demás. Las cosas seguían el curso normal; había alguien en el armario y los que estaban fuera giraban la botella para elegir quién debía entrar, el jugador que estaba dentro sería cambiado cada cierto tiempo para que no se tornara monótono. Repasó las caras de los presentes tratando de adivinar cuál era el chico que lo besaba, pero a pesar de que había visto a la mayoría le hubiera sido imposible reconocerlo solo con la mirada.
La botella giró una cuarta vez y dentro de él algo comenzó a picar diciéndole que se retirara del juego. Saber que sería el siguiente solo lograba darle ganas de vomitar; deseó haberle hecho caso a Yeosang y quedarse junto a él en el área de las bebidas (aunque tuviera que escucharlo hablar sobre Wooyoung y como aún lo quería). La chica se levantó del suelo agitando su melena negra, al parecer estaba feliz de haber sido elegida. Wooyoung colocó la venda a la muchacha sin poder contener la risa; una vez la chica entrara al armario solo tenía siete minutos para decidir si permanecer o irse.
La alarma sonó y él seguía sentado esperando que alguien lo olvidara y girara la botella, no obstante apenas Wooyoung tomó el objeto Yunho lo detuvo; los jugadores podían haberlo pasado por alto pero el dueño de la fiesta no. Con el corazón en la garganta siguió al de cabello azul hasta el armario dejándose colocar la venda, quedar a oscuras le produjo ganas de vaciar su cena sobre la alfombra. Sin saber por qué maldijo de nuevo a San por haberlo llevado hasta allá la primera vez.
Como siempre entró y se quedó inmóvil en el suelo; por alguna razón sabía que esperar pero a la vez no estaba seguro de lo que encontraría allí dentro. Escuchó como la persona que tenía al frente acercaba su cuerpo; a pesar de tener una venda sobre sus ojos los cerro con fuerza alejándose del que se aproximaba. Levantó una de sus manos listo para abrir el armario y salir de allí a como diera lugar; sin embargo, cuando estaba apunto de tomar la manilla su nariz fue golpeada por el aroma a perfume de hombre combinado con jabón para bebés que ya conocía.
Esta vez el corazón le latía expectante en lugar de asustado. Volvió a su posición anterior y dejó que los primeros dos besos llegaran hasta él. Entonces entendió por que le habían dado un número exacto de ronda: le estaban asegurando un beso con aquel tipo, eso solo podía significar que alguien más lo había solicitado.
Cuando Hongjoong sintió que la boca contraria se posó demandante sobre la suya, no dudó ni un momento en dejarse llevar; ya le importaba muy poco el estar besando a un hombre. Con ansias se colocó sobre aquel muchacho buscando desesperado saciar la sed terrible que tenía; sus lenguas se movían frenéticas probando el sabor del otro y Hongjoong pudo sentir que su compañero había estado tomando vodka. Los labios del chico se movieron hasta su cuello haciéndole saber que ya siete minutos les quedaban pequeños.
—¿Cómo vas vestido? —Murmuró con voz grave el desconocido volviendo a sus labios.
—Mezclilla —Respondió Hongjoong en un suspiro —Chaqueta de mezclilla con dibujos en la espalda —Hablar era tortuoso, él sólo quería seguir besando.
Las manos de su contrincante se posaron juguetonas sobre sus caderas y Hongjoong se sintió completamente molesto consigo mismo al notar que papel tenía en aquel beso; con desespero comenzó a moverse suavemente presa del instinto. Mordió con fuerza el labio contrario, sólo lo suficiente para que doliera un poco recibiendo como recompensa un gruñido grave.
—El cabello —Susurraba el desconocido casi al mismo tiempo que lo besaba, parando solo cuando decía alguna palabra —¿Cómo lo llevas?
—Rojo —Habló con dificultad mientras el otro recorría su mandíbula volviendo a su cuello —No hay forma de que te confundas. —Quiso tener un nombre que murmurar sobre la boca donde se le perdía la respiración, así como un rostro en el cual pensar.
Hongjoong comenzó a deslizar una de sus manos por debajo de la camisa ajena, siendo ligeramente consciente de que seguramente el tiempo se les acabaría pronto. Debajo de la suave tela se encontró un vientre duro y terso; seguro su compañero hacía un poquito de ejercicio. Con los dedos comenzó a acariciar delicadamente pero lo que consiguió fue que el contrario tomara con algo de brusquedad su mano y la retirara, colocándola rodeando su cuello y molestando a Hongjoong.
Apenas lo tomó por la nuca para profundizar más el contacto la alarma sonó provocando en Hongjoong un sentimiento extraño; por un momento se vio ahogado, como si la boca contraria le hubiera robado el oxigeno al privarlo del calor que le brindaba. Quería salir pero a la vez no; había respondido preguntas sobre cómo se veía esa noche, sabía que él chico iba a buscarlo. Aunque cientos de veces trató de imaginar cómo sería o de qué color tendría el cabello, ver tan de cerca la resolución del misterio le causaba un temor terrible. A veces era mejor dejar las cosas como estaban y eso era en lo único que pensaba mientras salía del armario.
Si había un lugar por donde pasaría el muchacho del armario sería por la puerta de la entrada. Desde que su ronda terminó Mingi se plantó junto a Yunho en el umbral esperado ansioso verlo pasar.
—Ya lo viste —Refunfuñó a Yunho, haciendo un ligero puchero —Al menos dime como es o como se llama.
—Eso no me incumbe —pronunció el Yunho tomando de su trago, completamente desinteresado en lo que Mingi le pedía —Tu dijiste que lo querías dentro del juego y eso hice —comenzó a contar con los dedos —Pediste que lo invitara a la fiesta y cumplí con mi parte. Lo único que tienes que hacer es esperar aquí a que salga.
Mingi gruñó aceptando su derrota. Sabía cómo iba vestido, como se escuchaba y tenía una noción de que tan alto era; pero eso no le quitaba de la cabeza la idea de que podía equivocarse o que aquel chico le estaba mintiendo en cuanto a su apariencia. Apuró su trago restregando luego las manos sobre su pantalón; le estaban sudando los dedos presa del nerviosismo y la emoción de ver por fin la cara de quien le había dado los mejores besos de su vida . Alzó el cuello tratando de fijarse sobre los invitados que se arremolinaban en la sala, buscando sin éxito el cabello rojo; seguro aquel muchacho había dejado la fiesta antes de que él se plantara en la puerta.
Fue por otro trago y volvió a su posición inicial; si tenía que montar guardia hasta que se fuera la última persona entonces lo haría. Trató de nuevo de convencer a su amigo de que le dijera como se llamaba pero no obtuvo respuesta; lo único que sacó en claro era que trabajaba junto a San en la emisora. Aurora, así se llamaba el programa de radio de su amigo y pertenecía a la cadena de radio frecuencia Utopía, a la cual prestaba servicio técnico; sonrió al pensar que siempre lo tuvo cerca.
Casi dejó caer su vaso cuando vio la cabellera roja aproximarse a la puerta. El alcohol le nublaba la cabeza y le costaba asociar aquel color con un "no-seque" familiar que le llegaba en ráfagas a la mente. Cerró los ojos tomando un trago de valentía, dejó que el líquido le rodara por la garganta y apenas tuvo tiempo de atajar la mano correcta. Ya no había marcha atrás oficialmente se estaban conociendo las caras.
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