FINAL [+18]
4r
Hongjoong estaba congelado, absoluta y totalmente paralizado; No es que Mingi lo pusiera nervioso, pero solo pensar en verlo de nuevo esa noche le revolvía el estómago. Se recostó en la cama planteándose seriamente fingir que se había quedado dormido, así Yeosang seguramente renunciaría también a ir la fiesta.
—¡San estaba afuera! —Escuchó gritar a Yeosang desde el otro lado de la puerta —Aún estás a tiempo de arrepentirte.
Se sentó y permaneció unos segundo observando su zapato, estuvo así hasta que Yeosang entró en la habitación. El castaño caminó con desgano hasta sentarse a su lado; si Hongjoong se negaba a ir sería la mejor excusa para quedarse en casa jugando videojuegos.
—Odio a Mingi —Susurró Hongjoong provocando que su compañero girara los ojos con molestia —Es insoportable, molesto, descarado y... — No pudo terminar la frase porque Yeosang lo interrumpió.
—Lo besaste en una fiesta —Dijo con molestia —Y ahora no quieres aceptar que te gusta —Resopló aguantando las ganas de pegarle en la cara.
Hongjoong sintió su sangre hervir y gruñó ante la posibilidad de que su amigo tuviera razón. ¿Le gustaba Mingi? No estaba realmente seguro de eso. ¡No, no le gustaba! Mingi tal vez le hacía temblar un poco y quizás cada parte de su cuerpo ardía cuando lo tenía cerca pero... Sólo era mera química física ¿cierto?
—¿Que? ¿Esperas que te dé una respuesta a eso? —Levantó una ceja de forma inquisitiva al ver que Yeosang no le quitaba los ojos de encima.
—Será más fácil para todos si lo aceptaras —Yeosang resopló un poco al tiempo que de cruzaba de brazos —Tu histeria se siente mi cabina.
—¿Ya aceptaste que Wooyoung y tu no van a volver? —Atacó de vuelta el más bajito — ¿O aun sigues intentando?
—San está abajo —Yeosang se levantó sintiéndose herido por aquella jugada sucia que acababa de hacerle Hongjoong —Wooyoung seguramente está con él, si no vienes en cinco minutos nos iremos sin tí.
La puerta resonó tras la salida de Yeosang; el cuarto se sintió vacío e infinitamente grande. Con velocidad Hongjoong terminó de colocarse los zapatos y salió de la casa dispuesto a acabar con sus problemas. Yeosang tenía razón, lo más sano era dejar de hacerse el ciego ante lo que pasaba entre él y técnico; porque siendo sincero consigo mismo, Hongjoong también estaba cansado de su propia actitud.
Ya en el auto se encontró con que Yeosang justo en el último momento decidió quedarse en casa; se sintió traicionado pero lo dejó de lado al comprender que seguramente el castaño no quería estar cerca de la nueva pareja de Wooyoung.
El trayecto hasta la casa de Yunho fue corto, sin embargo dentro de su cabeza había sido eterno; sus pensamientos volaban vertiginosos arrepintiéndose de todos los besos que le había dado Mingi. Maldijo al técnico por robarle el aire, por perturbar su paz y por estorbarle en el trabajo; y es que pasaba todo el día suspirando mientras veía el teléfono sonar. Hongjoong era consciente de que se moría de ganas por aceptar todas las locuras que Mingi le propusiera por teléfono, así como de que lo estaba ignorando a propósito para quedar bien con su propio orgullo.
La puerta delantera dio un golpe que lo mandó de nuevo a la realidad; ya no había marcha atrás, debía plantarle cara a Mingi y sacarse de adentro las cosas que desde hacía tiempo no lo dejaban dormir en paz.
Entró a la fiesta pasando por alto a las personas que le saludaban, tenía un objetivo fijado en mente y él no se iba a estar con rodeos. Encontró a Mingi sentado en uno de los sofás; algunas personas se agrupaban a su alrededor riendo y bebiendo, estaban inmersos en una conversación que no llegaba a sus oídos. Llevaba una camiseta blanca demasiado simple para la ocasión y aun así logró dejar a Hongjoong sin aliento; se le pegaba al torso lo suficiente como para dar leves indicios de lo que de encontraba debajo, haciendo cosquillas en los dedos de Hongjoong al traerle los recuerdos de cuando lo había tocado en la cabina. Los nervios lo comenzaron a invadir y al sentir como su cena se devolvía decidió no hablarle en toda la noche.
Raramente esa vez nadie quiso jugar siete minutos en el paraíso, situación realmente inusual teniendo en cuenta que el éxito de las fiestas de Yunho se debía precisamente a ese juego. Hongjoong pasó un trago tras otro deteniéndose justo antes de comenzar a marearse; bailó con un par de chicas y seguramente había coqueteado con algunas otras. Todo eso para mantenerse lejos de Mingi solamente porque a último momento la valentía le había fallado.
Suspiró frustrado al ver que la casa comenzaba a vaciarse y Mingi seguía sentado en el sofá; esta vez con los ojos fijos en él como si le invitara a acercarse. Su cuerpo se estremeció y cada centímetro de su cara se tornó de un ligero rubor; no porque Mingi lo estuviera observando, sino por las ganas que tenía de ir a su encuentro para darle un puñetazo en la cara, reclamale por volverlo un completo lunático y luego besarle con fervor hasta que sus labios comenzarán a sangrar.
Las largas manos de Yunho golpearon sobre su hombro sacándolo de sus pensamientos, robándole sus cavilaciones que vagaban entre destripar a Mingi y sentir su respiración golpeándole en el cuello. Con una sonrisa Yunho le indicó que lo acompañara, esta vez no al armario sino a la habitación contigua. Algo dentro de él sabía lo que iba a pasar apenas se colocara la venda que le era ofrecida. Tratando de ocultar el miedo, la tomó decido para luego entrar a la estancia cerrando la puerta tras de sí. Esperó unos segundos sentado en el sofá hasta que escuchó el ruido familiar de la Ropa al rozar.
—Hazlo rápido —Ordenó sabiendo que quien se encontraba frente a él era el tipo que le causaba dolores de cabeza —Y no se te olvide quitarte la venda —Pronunció con autoridad mientras retiraba el pedazo de tela que cubría sus cuencas.
—Al menos ten la decencia de saludar —Mingi se encogió de hombros mientras se quitaba la venda — Somos personas educadas — Pronunció con sarcasmo justo antes de frenar con un beso la respuesta del contrario.
No se dio cuenta pero de un momento a otro ya se encontraba sentado sobre Mingi; sus labios se movían con torpeza que irónicamente estaba llena de la experiencia que les entregaba el conocer la boca ajena. Ya sabían donde atacar, cómo arrancar del otro esos suspiros entrecortados que les nublaban el juicio. Con brusquedad Mingi mordió sin aviso los labios de su contrincante, obteniendo una maldición que por poco se perdía silenciosa entre sus propios dientes.
—Te odio —Hongjoong susurró con desespero —Odio como hablas, odio lo que dices, odio como besas —Hablaba en un jadeo mientras las manos de Mingi jugueteaban con la tersa piel de su cintura, haciendo que recibiera directamente ráfagas de electricidad que se alejaban de su vientre directo hacia lugares que prefería ignorar.
Solo un gruñido grave de esos que lo volvían loco fue lo que de filtró entre los dientes de Mingi a manera de respuesta. Sin pensarlo Hongjoong tomó de nuevo los labios abultados labios de su compañero de juego, percibiendo como el calor emanaba de su cuerpo posándose inclemente debajo de él. Podía saborear el alcohol jugueteando entre sus lenguas, pero no sabía si aquel tinte amargo provenía del técnico o eran restos de la fiesta.
A su alrededor la sala vacía comenzaba a sentirse casi tan apretada como el armario, tanto asfixiante como insuficiente. En las cabezas de ambos el reloj comenzó a sonar recordando que siete minutos eran demasiado poco para las ansias que se tenían; sin embargo esta vez contaban con el tiempo que les fuera necesario. Las fuertes manos de Mingi se aferraron a su cadera acercando su pequeño cuerpo a la fuente de calor que desde hacía rato estaba pidiendo a gritos.
—Eres detestable —Gruñó Hongjoong apretando los dientes y cerrando los ojos, al tiempo que su contrincante comenzaba a dejar ligeros besos sobre su cuello —Insoportable y repugnante —Suspiró casi jadeando por lo sublime de las sensaciones que recibía.
—Adorable —Mingi pronunció con voz grave alborotando aun más a Hongjoong —Como todo lo que sale de tu boca ㅡDejo una suave mordida en los labios que lo besaban.
Hongjoong no se había dado cuenta, pero Mingi hacia un buen rato que lo tenía aprisionado contra el mueble. Con firmeza una de sus manos bajó desde la cadera de Hongjoong hasta su muslo apretando con suavidad; lo levantó ágilmente para enredarlo en su cintura estrechando el contacto y haciéndoles chocar de forma placentera. Cada célula de Hongjoong pendía de un hilo; las caricias de Mingi se volvían más atrevidas colándose de vez en cuando dentro de su camisa, provocando ligeros toques que lo mantenían constantemente suspirando contra el aire que a Mingi a su vez se le escapaba.
"Te estas volviendo loco" se recordó a sí mismo como cada vez que se encontraba en aquella situación. Obnubilado por la constante pelea de lenguas y frustrado por el poco autocontrol que ejercía sobre su cuerpo, giraba en ese bucle infinito que se conformaba de dos frases "Quiero más" y " Te odio".
Se sentía desconcertado; había llegado allí para hablar como gente civilizada, pero en vez de eso se descubrió a sí mismo moviendo las caderas en busca de un "no-seque" que le hacía sentir como si se sofocara. Todo muy confuso, lleno de sentimientos revueltos al igual que él últimamente, como había sido siempre desde la primera vez que escuchó la voz de Mingi ofrecerle un par de besos a través del teléfono.
—¿Que tan lejos? — Susurró entrecortado esperando que Mingi lo entendiera y deseando que lo llevara hasta el límite de lo que él podía soportar.
—Depende de hasta donde me dejes llegar —Con ansias acomodó al chico debajo de él; tan pequeño y ligero que apenas tuvo que hacer fuerza.
Justo en ese instante Hongjoong supo que todo se iba a ir a la mierda; el miedo de saber que cualquier cosa que pasara se podía convertir en un punto de no retorno lo estaba bañando por completo. Sin saber que hacer dejó de pelear por dominar el beso ¿que más podía perder si su dignidad estaba volando lejos de ese lugar?. Rodeó el cuello de Mingi con sus brazos buscando aferrarse a algo para no terminar de caer; a pesar de estar recostado sobre el sofá sentía que en cualquier momento podía desplomarse sobre el piso.
Hongjoong se estaba quemando, desintegrando y congelando, todo al mismo tiempo a una velocidad vertiginosa. Dejó a sus manos vagar por el pecho de Mingi tratando de llevar las riendas de la situación pero sin quererlo realmente; disfrutaba la frustración que le causaba dejar a Mingi controlar el ritmo.
Habían perdido sus pantalones, no sabían exactamente cuando pero si tenían muy presente que solos los separaba una capa de tela. Con los dedos comenzó a explorar los relieves del abdomen del más alto bajando poco a poco, deteniéndose en el borde del abismo; lleno de duda y curiosidad de moría de ganas de sentir que había más allá. Sus labios temblaron con suavidad mientras Mingi se concentraba en otros lugares. Cerró los ojos llenándose de valor sabiendo lo que iba a encontrar y dejó que su mano se colase entre la tela; estaba orgulloso de sí mismo por ser el más atrevido de los dos y por haber ganado gran parte de aquella batalla.
No fue sorpresa, él tenía lo mismo allá abajo. Su mano permaneció estirada e inmóvil sintiendo la calidez durante unos segundos antes de cerrarla y comenzar a moverla de la forma correcta. Mingi gruñó ante lo inesperado de aquel ataque; un sonido grave y poco melodioso que llenó de desespero el cuerpo de Hongjoong.
El palpitar contrario sobre su mano lo llevaba directo a perder la razón; tan diferente al propio, tan conocido y a la vez tan nuevo para él, que incluso su anatomía vibraba encantada con la sensación ajena. Se odió por estar fascinado por aquello que no era suyo; no solo por eso, sino también por cómo su cuerpo reaccionaba ante la situación ¡A él ni siquiera lo estaban tocando y ya sentía como volaba!. Movió su mano un poco más, tratando de ver cuál era la razón por la que se ahogaba de calor con algo que debería disgustarle. No era suave ni áspero (aunque eso ya lo sabía), ¿pegajoso?...Definitaveme no por completo. Aunque si su mano subía se volvía resbaloso en el vértice, y al bajar, justo donde se unía a su dueño, su mano golpeaba con la piel ligeramente más áspera. Si, tocar a Mingi no era igual que tocarse él; definitivamente no, aquello era mil veces mejor.
El pensamiento rondó su cabeza peleando por quedarse y siendo descartado de inmediato. Aunque la simple idea le hizo la boca agua y le revolvió el estómago gustoso ante la desagradable imagen de él mismo. Mingi gruñó sobre sus labios y Hongjoong le respondió con un suspiro; suave, pequeño y difuso, el aire que se le escapó volvió a formar un "Te odio" que sonaba más a un "te deseo".
Algunas cosas le dolían como el infierno y le fastidiaban; no lo había notado porque estaba hipnotizado por palpitar de Mingi. De nuevo aquella idea desechada apareció descarada en su mente, impulsada por la sensación de la lengua del contrario dentro de su boca. Se incorporó un poco dándose golpes mentales, recriminandose por lo que estaba apunto de hacer. Respiró profundo sintiendo como los labios del más alto se separaban de los suyos, y mientras alejaba su cuerpo y era invadido por el frío brutal del contacto roto.
Guiado por su propia sensación de asfixia y bañado por la mirada incrédula de Mingi, dejó al más alto salir de aquel apretado espacio. Cerró los ojos con fuerza, no quería ver nada de lo que se mostraba frente a él; no obstante tenía una imagen mental de cómo lucía. El ligero calor emanado golpeaba contra su mejilla, mientras su mente le gritaba que se detuviera, que era un loco; pero a la vez una parte no muy racional y completamente más escandalosa le empujaba a que siguiera adelante, que hiciera caso al cosquillear de su boca y al cómo la misma se volvía agua.
Desde algunos centímetros más arriba los ojos de Mingi se abrían con sorpresa ante el atrevimiento de Hongjoong; si, las cosas entre ellos estaban llegando lejos, pero él no se había planteado llevarlo hasta ese punto. Y es que Mingi entendía por completo los miedos que en cualquiera de los dos podrían surgir; la sexualidad no era un juego y aquella no era una decisión que se tomara a la ligera en una noche de copas (al menos así pensaba él). Sin olvidar que la última vez que los besos se posicionaron peligrosamente cerca del precipicio, Hongjoong había salido corriendo mientras le ofrecía sacarlo a patadas de la cabina.
Hongjoong recordó vagamente la conversación sobre micrófonos que Mingi le había dado; sabía a lo que se refería cuando soltó esas palabras con picardía, y mentalmente se repitió los pasos. Debía tomarlo con seguridad pero sin fuerza, encenderlo bien, escupir y abrir la boca; sencillo, lo había visto varias veces y conocía la sensación de estar del otro lado. Respiró profundo haciendo a un lado cualquier lógica que su cerebro le dictara, así como los gritos desesperados de su conciencia que le decían "esto es de chicas"...pero sí hay dos chicos ninguno es la chica ¿cierto?, se cuestionó a sí mismo mientras el calor invadía su boca.
Con los ojos fuertemente cerrados se concentró en lo que no sabía. Estaba caliente, la textura era extraña y mientras más se movía más pegajoso se volvía todo. De vez en cuando le daban arcadas, pero supuso que era por golpear muy atrás en su garganta. Su mano podía sentir la humedad de su propia saliva y algunas veces golpeaba con sus labios debido a la descoordinación. Aquello latía ligeramente (pero él ya tenía conocimiento de eso) y sonaba extraño cuando salía por completo de su boca. Era delicioso de una forma completamente nueva y particular.
De todo lo peor eran los ruidos, un ligero chapoteo pegajoso causado por su mano en combinación con sus labios y la saliva que le rodaba por el mentón. Si a eso se le agregaba la respiración de Mingi y uno que otro quejido provenientes de Hongjoong, obtenían una sinfonía obscena que tenía a ambos apunto de enloquecer. Y Hongjoong no solo estaba perdiendo la cordura, sino también su paciencia.
Se ahogaba, todo sobre el apretaba, molestaba y dolía. Por lo que decidió hacer algo por él mismo y ayudarse un poco. Su cabeza comparó sensaciones, texturas y temperaturas; llegando a la conclusión de que tocarse el mismo era genial, pero tocar a Mingi era muchísimo mejor, casi comprado con el cielo. Y no decía que era como la bóveda azul porque aquello era pecaminoso, sucio y terrenal a un nivel infernal; pero si eso eran las puertas del infierno, entonces que por favor el diablo le hiciera el milagro.
Y sus peticiones parecieron cumplirse. Temblorosa, la mano de Mingi retiró la suya abrazando con delicadeza lo que le era ajeno. El primer instinto de Hongjoong fue parar de inmediato y golpear a Mingi por tal invasión; pero aquello hubiera sido desobedecer a su cuerpo y este era quien lo controlaba todo. Mingi con mucha menos determinación que Hongjoong; cosa que para ambos fue sorpresa porque habían esperado mucho más atrevimiento por parte de él (teniendo en cuenta que era quien hablaba por teléfono como si el sexo fuera simplemente tomarse un vaso de agua). Hongjoong gruñó ante la lentitud dudosa de su acompañante, comenzado a mover él las caderas para obtener lo que quería. El calor los envolvía de tal manera que Hongjoong sentía su rostro arder; además su cerebro amenazaba con fundirse y derretirse como si de un helado bajo el sol se tratase. Su mente le golpeó diciéndole que se iría al infierno por sucumbir ante los placeres mundanos que alguien de su mismo sexo le podía ofrecer, y la imagen del fuego le baño los ojos cerrados. Pero todo lo que hacía se sentía como arañar el cielo y si eso era estar cerca de Dios él deseaba verlo.
En sus párpados cerrados un millón de luces angelicales se reflejaron, y sobre su boca se derramó el maná sagrado. Al principio se impresionó por aquella nueva experiencia que le era brindada, y con las piernas aún temblando bebió lo que le había sido ofrecido. De nuevo su cerebro se concentró en lo que era diferente; aquello no era amargo ni salado como había escuchado decir a algunas chicas, sabía a nada pero a la vez a todo. Con los párpados apretados se sentó en el sofá y le hizo señas a su compañero para que de acomodara la única prenda que llevaba.
Una mezcla de vergüenza, rabia y satisfacción le llenó el pecho. Abrió los ojos, gruñó con molestia y suspiró ante lo que veía. Frente a él, Mingi lo observaba con las mejillas rojas y el pecho agitado; sus ojos pequeños reflejaban asombro y algo de timidez. Ante tal escrutinio por parte Hongjoong, Mingi bajo rostro apenado y se cubrió con lo primero que encontró; para Hongjoong aquello había sido una victoria.
—Tendrás que limpiarle el sofá a Yunho —Mingi habló bajito y entrecortado —Si se entera te mataría.
—¡¿Tengo?! —Chilló Hongjoong con la misma volatilidad de siempre —¡Tenemos! ¡Tú también participaste!— Mingi acabó de acomodar su camisa y para cuando Hongjoong había terminado la frase él ya se encontraba casi completamente vestido.
Acomodaron sus ropas y trataron de lucir normales, fallando monumentalmente en verse decentes. El rubor comenzó a invadir las mejillas de Hongjoong y se extendió por toda su cara hasta cubrir incluso sus orejas. Lo que acaban de hacer era vergonzoso, una completa y asquerosa locura. Quiso hundirse en la tierra y no volver a salir; ahora estaba consciente de su acción y de lo atrevida que había sido. Si no se conociera bien hubiera dicho que aquello había sido algo que él nunca haría, pero como ya había dicho: él era tan físico que podía dejarse llevar con facilidad sí la temperatura aumentaba un par de grados.
—No volverá a pasar, no volverás a besarme y no vas a hablar de esto durante el trabajo —Recalcó con falsa convicción — ¡Y ni pienses que lo disfrute! ¿Entendido? —Se cruzó de brazos y levantó el mentón para lucir más alto e imponente de lo que en verdad era.
—Lo que digas — Mingi rascó su nuca con incomodidad volviendo a sentarse en el sucio sofá — ¿Algo más para exigir? ¿O ya acabaste de ponerme barreras? — La voz de Mingi sonó ligeramente triste —Digo... Sería más fácil para todos si te dedicaras, aunque fuera un poco, a bajar la guardia y conocerme mejor. Soy más que un imbécil que hace bromas telefónicas ¿sabes?
Hongjoong frunció el ceño con confusión, aún tenía la cabeza algo nublada por la avalancha de sensaciones que acababa de pasar. Aun así las palabras que había soltado se aglomeraban quemando en su corazón; no volver a besar a Mingi era como decirle a un alcohólico que deje la cerveza. Respiró profundo y dejó que sus ojos conectaran con los de Mingi, mientras que con el rostro sonrojado le dijo con voz muda que estaba dispuesto a escucharlo hablar.
—Sabía que si seguíamos así me ganaría que me dejaras de hablar— Su voz sonaba triste, pero sus ojos pequeños permanecían tranquilos sobre los de Hongjoong —Pocas veces llamas al servicio y casi nunca me atiendes las llamadas —Confesó Mingi con verdadero pesar. Increíblemente calmado en comparación con el aun tembloroso pelirrojo —Yo...bueno en realidad tu...
—¡No lo digas! — Hongjoong se movió con velocidad para sentarse a horcajadas sobre Mingi y taparle la boca con sus pequeñas manitos — Vas a cagarla si lo haces —Recostó su cabeza en el hombro contrario ocultando su sonrojado rostro en el ángulo que formaba con su cuello — Ni te atrevas a pronunciar tal atrocidad —Quiso decirlo con firmeza y convicción pero el ruido salió ahogado, casi indeciso.
Las grandes manos de Mingi acariciaron con suavidad su cintura; subían y bajaban lentamente como si quisiera alargar el momento para siempre, arrugando un poco su camisa dejando modestamente descubierta piel. Hongjoong a su vez rodeó los hombro de Mingi buscando cercanía, la necesitaba aunque no sabia el porque. Respiraba profundo tratando de permanecer tranquilo ante lo que pasaba en su cabeza; miles de millones de tonterías paseaban por su mente, pensamientos que iban desde una muerte tortuosa para Mingi, hasta la más pura exaltación y felicidad. Se recriminó a sí mismo por dejar que su corazón latiera contento, pero tampoco lo obligó a parar; aquel revolotear entre sus costillas era la gran confirmación de lo que sabía que sentía. Suspiró dejando que el perfume de Mingi violentara sus pulmones... Estaba perdido por Mingi, le gustaba Mingi, o como sea que la gente llamara a ese odioso sentir.
—Quizás no te odio tanto —Sus palabras apenas audibles rebotaron entre el silencio de sus respiraciones — Tal vez... Solo talvez, creo que me gustas
Mingi llevó sus manos al sonrojado rostro de Hongjoong, obligándole a dejar su escondite. Los ojos le temblaban ligeramente como si dentro de su cabeza se estuviera llevando a cabo un batalla campal; quería llorar de vergüenza pero a la vez verse fuerte ante Mingi (aunque esto en realidad nunca pasaba).
—Creer no es lo mismo que saber — Con parsimonía Mingi le acomodó los despeinados cabellos rojos —A demás no te gusto yo, te gusta como beso — Guiñó un ojo pícaro sabiendo que eso hacía a Hongjoong salir de sus casillas —Tu cerebro te engaña.
Hongjoong refunfuño y brincó ligeramente tratando de hacer ver su molestia, al tiempo que golpeaba con medida fuerza el pecho del de Mingi. Internamente se recriminó de todas las formas posibles, así como asesinó de distintas maneras a Mingi. ¡Le estaba siendo sincero y él se atrevía a bromear!. Su mente le dijo que se fuera, que Mingi no valía la pena y que era mucho mejor llorar de rabia en su habitación que permanecer allí haciendo el papel de estúpido; sin embargo algo lo detuvo de dejar su lugar sobre el regazo del más alto. Mingi lo observaba con una suave sonrisa mientras que (de una forma a la el mismo reconoció como amorosa) le arreglaba cada arruga de su camisa y cubría la piel expuesta por la ropa mal acomodada.
—Listo, ahora si puedes ir a trabajar más tarde sin que la gente te vea raro —Los labios de Mingi se convirtieron en una calida curva, sabiendo que con Hongjoong era mejor cambiar la conversación —Te vez lindo... Eres lindo.
Los largos brazos rodearon su cintura y Hongjoong sintió que el aire le faltaba ante tal afirmación por de Mingi. Avergonzado volvió a esconderse en la curva de su cuello, temiendo que el ruido de su corazón se escuchara escandaloso entre el silencio. Sonreía, todo el sonreía; desde su rostro hasta su mente, cada parte de su ser se estremecía por haber escuchado la ronca voz de Mingi decir que él era lindo.
Sin dificultad Mingi logro recostarlos a los dos sobre el sofá, consiguiendo que el rostro de Hongjoong reposara sobre su pecho. Permanecieron así por lo que pareció una eternidad. Hongjoong estaba cómodo, agusto y tranquilo de una forma que nunca pensó que sentiría cerca de Mingi. Era demasiado carñoso para lo que él era capaz de soportar, tan propio de las parejas que se sintió asqueado. No obstante ahora tenía una duda en su cabeza, martilleaba constante e insistente.
—¿Piensas que el hecho de que diga que me gustas nos convierte en algo? —Arrugó su rostro ante la simple implicación de su pregunta —Dilo ahora porque mañana no pienso atender tus llamadas.
—Ahora estamos "no" saliendo — Mingi hizo énfasis en la negativa por miedo a romper aquella aura tan tranquila —¿Te gusta el término?
—"No" salir está bien, siempre y cuando pueda besarte — Hongjoong levantó su rostro y depositó un casto beso en los labios de Mingi.
Los brazos largos de Mingi lo abrazaron con fuerza, haciendo que su unión fuera más estrecha de lo que ya de por si era. Entrelazados como estaban sintieron el ligero temor de que en algún momento sonará la alarma, pero lo descartaron de su mente y pidieron un poco de tiempo para poder seguir escuchando el corazón contrario. Lo que vendría después no importaba, porque siempre podrían tener siete minutos más.
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