59
— ¿Jihyo? — Pregunté atónito. Ella miró hacia los lados por mis hombros. — ¿No ya llegado tu enfermera? — Preguntó, a lo que miré tontamente, recordando que no, y negando. —Puedes decirle que no venga hoy— Pasó, empujandome un poco.
Debido a mis dolores en los puntos más graves del accidente, me fué imposible alcanzarla o seguirle el ritmo. — ¿Te quedarás hoy? — Le pregunté desde aún la entrada. Asintió como si nada.
—Solo tengo que hacerte de comer y ayudarte con algunas cosas, ¿No? — Respondió, como si nada, empezando a acercarse. — ¿Puedes bañarte tú solo? — Me miró de pies a cabeza, asintiendo yo. —No puedo hacerlo de pie, pero tengo una tina— Señalé el baño.
—Entonces no veo que pueda impedirme cuidarte hoy— Alzó sus hombros en señal de poca importancia.
Minutos después había dicho a mí enfermera que no viniera, aceptándolo esta más rápido de lo que pensé.
— ¿Por qué tienes tanto alcohol aquí? — Escuché desde la cocina. —Ustedes me lo regalan a cada momento— Prácticamente le grité desde la sala.
—Ya que es vino, no creo aue te importe que vaya tomando, así haces espacio— Se mostró con una botella.
Estaba recién empezando a limpiar el proyector cuando sentí que se sentó a mi lado. — ¿Dónde está la televisión? — Volteé a ver, estando ella buscándola, yo tomé todo el aparato y se lo mostré, volviendo a limpiarlo.
Segundos después lo encendí, mostrándose la imagen nítida en la pared.
—Ese es— Señalé, quemandome un poco por sostenerlo donde no era.
— ¿Cómo están tus heridas? — Preguntó ella al ver que estaba despejado. Miré a mi hombro y pierna. —Puedo caminar un poco, aunque luego de un rato me duele mucho— Pasé al hombro. —Aún no puedo pasar de aquí— Lo levanté a lo poco que lograba.
Me levanté la camisa, mostrando las casi inexistentes cicatrices de lo demás. —De esto casi no hay rastro— Dije al ver ambos mi torso.
Sentí dos manos en mi rostro, volteandose en dirección a ella. —No dijiste nada sobre estas cirugías— Empezó a detallar más y mi rostro.
Luego soltandome. —Solo fueron unos pequeños arreglos… — Dije apenado. —No deberías de abusar, ya van dos veces que lo haces— Regañó.
—Siempre has sido lindo, desde que estabas entrenando, cuando debutaste y ahora— Señaló, sonrojandome.
El resto de la tarde se resumió en ambos viendo cualquier cosa, ella tomando vino y ayudándome a hacer espacio y calentando comida de la que había en el refrigerador, comiendo ambos.
Sin embargo, en ese momento recordé una cosa, necesitaba ayuda para desvestirme, y viendo que ella tenía que hacerlo tenía incluso pánico de decirlo.
— ¿No deberías de tomar un baño ya? — Preguntó, levantándose y yendo a colocar el agua caliente.
Volviendo y sonriendo. —Cierto, tú ropa— Me señaló, dándome un infarto.
Levantándose y yendo a mí habitación. Un minuto después regresó con un cambio de ropa, viendo que sacó ropa interior además.
Me tendió una mano, indicando que era hora de ir al baño. Aceptandola.
Una vez allí, tenía intenciones de irse, pero tuve que agarrar un punta de su blusa, viéndome raro. —Necesito ayuda… — Dije tímidamente.
Luego de un momento, se posicionó delante de mi, quitándome mi camisa.
Y el vapor del agua caliente impregnó su ropa, viendo más claramente su figura, queriendo evitar aquello, pero ella siguiendo mis ojos y poniéndose delante siempre. — ¿Me estas evitando? — Río un poco. Sentí como sus manos fueron al cierre de mi pantalón, quitándole la unión y bajándolo con ambas manos, bajando ella también, dejando su vista en justo lo que no quería que fuera.
Mal día para llevar ropa interior blanca.
—Asi que esto era lo que no querías que pasara… — Se levantó, poniéndose a mí altura. Empezó a verme fijamente a los ojos, mientras una de sus manos bajó un poco me ropa interior, yendo la otra por lo que estaba dentro, empezando a dolerme el estar de pie ya.
Con su otra mano más libre, optó por pegarme a ella, sintiendo más. —Creo que estoy siendo un poco injusta ahora… — Dijo, siguiendo con su toqueteo. —Aunque esto es lo que tendrías que ganarte por ignorarme a propósito— Reveló, con sonrisa malévola.
Se puso de cuclillas, terminando de bajarme la ropa que llegase a tener, usando ambas manos y ahora la boca, empezando a quemarme la pierna por estar parado aún.
Mientras mi pierna y cuerpo me suplicaban dejadme caer y descansar de tanto dolor, todo lo demás de mi me pedía seguir parado, dejar que siguiese y verla haciéndolo, pero solo podía levantar la vista y fingir no estarme muriendo de dolor.
Luego de un momento, ella se levantó, sosteniendo y dejándome caer apoyado a ella.
Una vez ambos en el suelo, se quitó su blusa, llevandose su sujetador en el camino.
Aunque seguía muriendo de dolor, más por tenerla a ella encima de mi pierna mala, la vista que tenía estaba generando tantas hormonas que mi dolor se eclipsaba del placer.
— ¿Tanto morias por ver? — Me miró, pudiendo adivinar la cara de tonto que tenía ante ella.
Se acercó un poco, moviendo todo su cuerpo, pero apoyándose justo en el punto de mi herida más crítica, pero besándome a la par.
En aquel beso podía sentir muy bien el olor e incluso sabor de los vinos. Aunque no fuera ferviente admirador del alcohol, podía tener del que ella tenía en su boca para toda la vida.
Con una de sus manos, se apoyó en mi hombro, el malo, sin sentir tanto dolor como la pierna, pero juntos llegaban a sentirse de verdad, mientras con la otra bajo, siguiendo con la estimulación.
—Es increíble que solo ahora pueda tenerte… — Susurró entre aquellos besos.
—Tienes suerte que tenga falda hoy… — Susurró de igual manera, pero dejandode besarme, echándose para atrás, poniendo aún más peso en mis piernas, acomodándose y dejando caer su peso entero encima, si bien, se sentía, y mucho, mi pierna estaba en el límite, una vez que subió, y se dejó caer otra vez, pero sin medidas, algo en mi no lo soportó y terminé viendo negro.
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