Increíblemente, la parte de más baile incluso la aprendí, y la profesora también, comprobando que no la estaba inventando.

Tal cual rutina, todo cambió, aunque a una canción que ya solo el principio me gustó, pero llevándose mi atención el baile.

Aunque era más simple de lo que esperaba, siendo característico los rugidos de perro además.

Estuvimos jugando a eso por quizá una hora desde que empecé, sin bajar el ritmo y copiando todo lo que veía.

Al final, me di la vuelta, notando como era el único en el tapete, todos hacían una línea en forma de rectángulo, a lo que planeaba unirme rápidamente, pero, quizá premeditadamente, una vez más, una de las canciones del grupo de Eunwoo sonó, y era de las pocas que me sabía al nivel réplica de ellos.

Sin más, empecé con todo la coreografía, la diferencia, es que mi maestra por una hora, se integró conmigo, dándome a entender que también la sabía.

Y además, un par de chicas más se unieron, no siendo la misma cantidad, faltando una persona, pero en pro de hacerlo bien, obvié tomar alguna parte muy quieta y entre todos prácticamente hicimos una versión improvisada y de buena calidad, incluyendo de principio a fin.

Una vez terminada, mis piernas, sin mi autorización o siquiera notificación, cedieron, cayendo, podiendo respirar mejor, además de secar el sudor en unos muy pocos grados, quitándome además el suéter un rato.

Todo parecía ya haber terminado, por lo que cuando mis piernas respondieron, me levanté, instintivamente pensé en irme, pero recordé que prácticamente me había pasado la tarde viendo a esa chica y al menos quería explicarle el porqué.

Empecé a buscarla con la mirada, y no tardé tanto, empecé a caminar hacia ella, deteniéndome alguien en ese corto camino. — ¡Hola! — Prácticamente exclamó con una sonrisa. Respondí a su saludo. —Creo que en nombre de nuestra compañía, sería muy buena idea que vayas— Me dió una tarjeta, luego se despidió rápidamente y se fué.

Di dos pasos más y otra más, haciendo lo mismo.

Terminando con cinco tarjetas encima, pero por lo menos con la chica en cuestión más cerca.

Y cuando pensaba que seguía en mi forma extrovertida, pasé al estado base, lo introvertido, sumado a traducir en mi mente.

—Hola— Dije sin ningún buen acento. —Te estaba… — Desvíe la mirada, pensando en la palabra. —Viendo— La señalé. —Porque— Paré un pequeño momento. —No sabía las canciones— Finalmente mi acento y cadencia en el idioma volvió.