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Capítulo 24 (Pt. 3)

CULPA

La tensión en la torre iba de mal en peor.

Todos en el lugar se exaltaban por cualquier cosa. El asunto de la desaparición de Loki con el cetro de Thanos había alterado a todos, incluso al impasible rey de Wakanda, quien en si ya era muy complicado de hacerlo mostrar alguna emoción. Tanto Tony como Fury estaban vueltos locos buscando en todas partes del mundo algún rastro de la mujer que ahora tenían como referencia: Amora, la Encantadora —nombre que les había proporcionado Thor—, una hechicera que era amiga de Loki y fiel sirvienta del mismo. Según las teorías de todos, la mujer había sido convocada por el mismísimo dios del caos, para que esta lo liberara y así poder robar el cetro.

Thor, al igual que la mayoría, tenían la leve sospecha de que el dios se encontraba en Asgard haciendo sus destrozos. Pero por más veces que Thor hubiera intentado llamar al mitológico puente arcoíris, este se había negado a surgir, cosa que había deprimido al rubio dios.

Tony tomó aquello como una señal para encerrarse en su laboratorio, junto a Foster, Selvig, Banner, T'Challa y Pym. Y era por eso era que ahora se encontraban discutiendo, tras varios días de haber estados encerrados en aquel lugar, sobre las teorías más posibles para el poder realizar los viajes a través de los mundos.

— El ultimo aparato que creamos no nos permitió un viaje a través de los nueve reinos, Tony — hizo mención el viejo astrofísico mientras se pasaba un trapo húmedo sobre la arrugada frente. — Solo pudimos recrear una simulación de una habilidad mutante.

— Yo creo que es imposible que logremos recrear algo semejante al Bifröst — señaló T'Challa mientras se cruzaba de brazos. — El conocimiento de ciencia y magia unidos es algo que aún no logramos entender.

— Técnicamente, T'Challa, la ciencia y la magia es lo mismo allá en Asgard — puntualizó Banner mientras limpiaba sus lentes con su camisa.

— Pero no podemos quedarnos sin hacer este nuevo intento — inició con ánimo la astrofísica mientras sujetaba con fuerza los apuntes de su pequeña libreta. — Todos los cálculos que necesitamos están aquí, solo debemos de hacer el intento, una vez más y ver cómo funciona. Estoy segura que esta vez sí lo lograremos.

— Concuerdo con Foster — soltó Hank mientras llevaba su mano a su mentón, captando la atención de todos los presentes. — Si logramos emplear y logar congeniar todos los conocimientos que tenemos cada uno de nuestras respectivas áreas, creo que es posible que logremos recrear, si los cálculos hechos por mí y Foster no fallan, una posible simulación de un pequeño "puente arcoíris".

La sonrisa de la mujer se amplió de oreja a oreja debido a la primera afirmativa que había obtenido en toda aquella discusión. Aquello hizo sentir en paz al castaño científico que intentó regresarle el gesto. Por más que mostraran la negativa, los cálculos que había revisado junto a la mujer le habían parecido casi posibles, no eran tan descabellados.

— Hank, no intentes alentar los sueños imposibles de Jane — lo reprendió Selvig, haciendo que la sonrisa de la mujer se fuera desvaneciendo poco a poco. — Debemos de estar conscientes de que esto debe de ser posible de lograr, porque todo está bien planteado y no solo por cumplir el capricho de un dios rubio — se giró hasta Jane y la trató de mirar lo más comprensible posible. — Lo lamento Jane, pero debemos plantar bien los pies sobre la tierra. No podemos creernos capaces de poder jugar con magia así de la nada...

— Yo si me creo capaz — soltó Tony tras haber estado en silencio, durante la mayor parte de la discusión, tenía una amplia sonrisa y los brazos cruzados sobre su amplio pecho.

— Tony, no estamos para bromas — soltó un poco molesto Banner ante la estúpida sonrisa del millonario.

— No bromeo.

T'Challa, Selvig y Banner lo observaron con algo de irritación, mientras que Foster y Pym lo veían como un posible punto a favor.

— ¿Recuerdan el tiempo que pase con cuernitos trabajando con el cetro chitaurri?

— Como olvidar el los días que vivíamos con temor a que ese loco hiciera volar la torre — señaló Selvig.

Tony rodó los ojos.

— El contuvo la explosión, si no lo sabias.

Selvig gruño. El genio tomó un poco de aire mientras trataba de darse aires de importancia, se puso de pie y comenzó a caminar alrededor del grupo reunido.

— Pues verán, mi tiempo con el rey de los renos fue más que fructífero — caminó hasta donde se encontraba una mesa que tenía sobre ella algo cubierto con una manta negra —, y mientras ustedes estaban tirados rascándose el ombligo, yo y nuestro agradable Bambi trabajamos en cosas importantes como estas.

Retiró la sabana del lugar dejando al descubierto un gigantesco aparato, con paredes de cristal, las cuales se unían a unas plataformas de metal que repelían una cierta de luz blanquecina.

— ¿Crearon una bombilla gigante? — preguntó irritado la pantera.

Los ojos de Pym se abrieron grandemente al encontrar y darse cuenta que las superficies metálicas no eran las que iluminaban el aparato, sino más bien eran las pequeñas partículas que flotaban suspendidas, sin tocarse, por todo el frasco. Eran escasas siete.

Se fue acercando poco a poco al aparato mientras que el resto solo lo observaba.

— ¿Se maneja como la antimateria? — preguntó curioso el biólogo.

Stark soltó una débil risita.

— Algo parecido — expuso mientras se acercaba al contenedor, seguido por el resto. — Pero esta no es antimateria, es magia del cetro de Thanos y magia de Loki.

Todos observaron asombrados el aparato que emitía luz, desde una distancia prudente. La luz era un interesante titilar entre verde y azul, formando un turquesa casi espectacular. En ese entonces Hank sabía que con la ayuda de eso, sus posibilidades se elevaban hasta el cielo.

— Esto, señoras y señores, es lo que nos permitirá crear nuestro propio Bifröst y caminar hacia el futuro — dijo con potencia el arrogante genio.

El ambiente se fue aligerando. Todos fueron recobrando la confianza en aquel proyecto que se había negado a volver a repetir. Ahora todo se mostraba más claro para el resto de los científicos ahí presentantes. Comenzaron a reunirse entre todos a realizar los nuevos cálculos según la nueva información que tenían sobre las chipas de magia con las que contaban ahora, mientras que otros comenzaban a buscar el mejor material para la maquinaria.

Pero aquel ambiente no duró lo suficiente, puesto que la etérea voz de JARVIS interrumpió aquel pacifico trabajo.

Señor — las pantallas cambiaron a una escena que se estaba recreando en un lugar cerca del Big Ben en donde luces de colores, y algo semejante a las chipas que tenía Tony en la máquina, comenzaron a iluminar la imagen que proyectaba la IA —, tenemos un pequeño problema.

La luz de la imagen se erradicó y en su lugar aparecieron, sobre el suelo, las mismas marcas que había en el suelo de Nuevo México y, sobre estas, el cuerpo de varias personas que parecían estar encadenadas.

— Supongo que esto tendrá que esperar — señaló Banner tras dar un profundo suspiro.

¿Otro punto en la tierra? ¿Qué era lo que significaba esto? ¿Que había otros puntos de contacto con Asgard? Si eso era cierto, tal vez el viaje entre mundos sería mucho más sencillo.

***

Thor volaba a toda velocidad, mientras sujetaba con fuerza su implacable Mjölnir. En cuanto JARVIS le había anunciado de la aparición de un posible camino del Bifröst, este no había dudado en lanzarse sobre el lugar señalado por la computadora: Londres, Inglaterra.

Por más que se lo dijera a sí mismo, una parte de él deseaba que se tratara de su hermano, tenía la leve impresión de que estuviera en Asgard, la simple presencia de la Encantadora en aquella imagen le hacía creer que eso era así; pero por otra parte, no lo deseaba, prefería que fuera un nuevo enemigo y que este quisiera destruirlos. Porque el simple hecho de aceptar que Loki estuviera en Asgard, le iba a confirmar que este estaba llevando a cabo su plan y eso iba a significar que toda la culpa recaería sobre de él.

Sabía que había fracasado. Su vida se basaba de fracasos. Había fracasado como hermano al no poder darle la atención que debería, pero sobre todo por haberse enamorado de él. Había fracasado como amante al solo importarle lo prohibido, el placer y el arrebato antes que el amor y comprensión hacia su hermano. Y había fallado para con su hermano al no sujetarlo antes, siquiera, de que comenzara a caminar hacia el vacío, antes de que decidiera dejarse caer hacia la perdición y la locura. Y si Loki se encontraba en Asgard, iba a significar que había fallado en tratar de salvar a su hermano en esta segunda oportunidad que la Valhala le había brindado.

Aterrizó con fuerza sobre el mojado asfalto de una de las antiguas calles de la ciudad de Londres, caminó con determinación hasta el lugar en donde se encontraban un grupo de personas intentando ver lo que había dentro del círculo. Thor los apartó con desesperación, en la espera de ver qué era lo que estaba en aquel lugar, que era lo que había caído.

Su corazón se detuvo unos segundos cuando se encontró con los cuerpos heridos de su entrañables amigos. "Gracias a Odín, no es Loki" se dijo a sí mismo, dándose un descanso a medias.

— ¡Thor! — gritó débilmente la mujer mientras intentaba incorporarse pero volvía a caer y era sujetada por Fandral, quien tenía un hombro herido.

— ¿Qué ha pasado, amigos? — los alcanzó y se puso de rodillas para estar a su altura, la guerrera se lanzó sobre de él en un efusivo abrazo mientras esta no dejaba de derramar lágrimas de sus ojos.

— Thor... Asgard... — intentó hablar pero las palabras se le atragantaban en la garganta y optó por abrazar con más fuerza al rubio, quien la rodeó con un brazo mientras sujetaba su mazo con el otro.

— Asgard fue conquistada — soltó Fandral mientras se sujetaba el hombro, el cual parecía volver a sangrar.

— Pero, ¿Cómo? ¿Qué paso? ¿Y mi padre y madre? — las preguntas le salían veloces de la boca, como también exigía respuestas pronto.

— Tu padre está encerrado en su habitación, bajo el sueño de Odín — respondió Volstagg mientras se iba poniendo de pie, poco a poco; su mirada era de decepción y dolor. — Hasta Heimdall está encerrado...

— ¿Y mi madre?

— La mandaron a ejecutar — soltó con voz quebrada la guerrera.

El corazón de Thor se encogió. ¿Cómo era eso posible? Su madre no podía estar muerta, la diosa Frigga no podía... No...

No. Mataría al muy maldito que había mandado matarla y al bastardo que se había atrevido a degollarla. Ahora estaba seguro, iría a Asgard y estrellaría su mazo contra el rostro del muy bastardo que se hubiera siquiera atrevido a tocar el puro y perfecto ser que era su madre, se lo haría pagar y muy caro. Solo necesitaba saber de quien se trataba y partiría en este mismo instante, no sabía cómo, pero lo haría, tenía que ir ahora mismo a Asgard.

Soltó secamente a la diosa y posó fijamente su vista a la nada mientras se relamía los resecos labios.

— ¿Quién...? — comenzó con voz ronca mientras la ira se iba gorgoteando en la boca de su estómago e iba subiendo poco a poco. — ¿Quién ha atacado Asgard?

Los guerreros se vieron entre ellos por unos segundos.

— Amora fue la que atacó a Asgard con creaturas de la oscuridad... — comenzó Fandral con voz débil. — Pero...

— ¿Pero? — perdió la paciencia el rubio.

— Le entregó el trono a alguien más, alguien quien dio la orden de ejecutar a la reina — culminó Volstagg.

— ¿QUIÉN ES, CON UN DEMONIO? ¿QUIEN MANDO MATAR A MI MADRE?

Tras los gritos del dios del trueno los cuatro guerreros se quedaron en silencio, viéndose entre ellos. La paciencia del hombre se había perdido mientras le daban vueltas a la verdad.

— Loki es el nuevo rey de Asgard — se atrevió a decir Hogun con su característico tono de voz sin emoción.

Loki estaba en Asgard.

Y con estas palabras, el ya herido corazón del dios del trueno se terminó por derrumbar. Había obtenido otro fracaso más.

***

Sophia no dejaba de dar vueltas por todo el consultorio y eso había comenzado a marear al aburrido de Erick, el cual solo se encontraba sentado ahí por curiosidad.

En realidad, había llegado hasta ahí debido a que Sage le había pedido de favor que si podía cargar con unas cuantas cosas mientras daban su ronda por el hospital. Y mientras iban a dejar las cosas a las secretarias encargadas de su área, ambos vieron como entraba Sophia, a gran velocidad, con rumbo hacia su consultorio; y, por extraño que pareciera, Sage lo tomó de la mano y lo arrastró para seguir a su vieja amiga, la cual parecía estar muy abatida.

Y al parecer, si lo estaba.

Se cruzó de brazos mientras se recostaba sobre la pared del consultorio. Sus dedos tamborileaban sobre sus brazos mientras posaba sus ojos de Sage para luego situarlos sobre la inquieta Sophie.

Tras unos minutos sin escuchar ruido, más que los molestos tacones de Sophie, Sage soltó un potente rugido de molestia mientras se plantaba frente a la castaña.

— ¿Podrías dejar de moverte de esta forma, mujer? — le gritó mientras la sujetaba de los brazos y le detenía su andar. — ¡Por Dios, ibas a hacer un maldito hoyo en el suelo!

— Está en Asgard — susurró sus primeras palabras tras haber caminado durante casi media hora.

Erick se descruzó de brazos y se acercó unos pasos hacia las dos chicas.

— ¿Quién? — preguntó Sage.

— Loki.

El enfermero había escuchado, antes, la procedencia y verdadera naturaleza del joven moreno que una vez fue su compañero de prácticas. Pero, a pesar de que eso lo hacía más atractivo, aun no terminaba de creer del todo toda la historia. Solo podía creer que este hombre se había ido del lado de Sophia y que, por esto, ella se encontraba tan desanimada y algo deprimida. Pero el saber que la historia de dioses y reinos de otros mundos era verdadera, era algo que realmente se salía de su lógica.

— ¿Y qué significa esto? — preguntó Erick.

— Que Loki ha traicionado a los vengadores y que ahora es el nuevo rey de Asgard.

— Pues ahora tienes un rey y dios por novio — le sonrió el joven, intentando animarla, pero solo recibió una mirada desaprobatoria de Sage, quien no dejaba de sujetar a Sophie, la cual aún tenía el rostro agachado.

— Sophie, ¿Estas bien? — preguntó Sage con voz más serena.

La aludida negó con la cabeza.

— Al parecer, busca la destrucción de Asgard y de los nueve reinos — su voz se comenzaba a quebrar y podía escuchar, también, como comenzaba a sollozar.

— Sophie — comenzó la morena mientras bajaba sus manos hasta posarla sobre las manos de la castaña —, sé que te dije que él era el mejor hombre para ti, pero si todo esto te está hiriendo, deberías mejor dejarlo y seguir con tu vida, muy aparte de la de él...

— No puedo — las lágrimas comenzaron caer por sus tersas mejillas mientras negaba ligeramente con la cabeza.

— No, claro que puedes, mujer — le dijo con fuerza la mujer mientras le apretaba con más intensidad las manos. — Tienes que dejar de lado lo que te hace daño.

— Es que no puedo Sage...

— No, si puedes...

— ¡No!

— Mira, sé que me equivoqué y que este hombre no vale la pena...

— ¡No entiendes, Sage! ¡No puedo!

— ¿Y por qué no puedes, Sophie? — le preguntó la serena voz de Erick

— ¡Porque estoy esperando un hijo de él! — gritó con potencia, rota en llanto.

Ambos la observaron detenidamente, atónitos ante las palabras. Después de unos segundos ambos se unieron para abrazar a la castaña, la cual comenzaba a llorar.

Si aún tenía esperanza de conquistar al moreno de ojos verdes, eso le quitaba toda esperanza.

***

Loki podía reconocer el miedo en cualquier persona.

El tiempo que se había tomado en aquellas reuniones en el palacio le habían mostrado como es que, a pesar de su supuesto parentesco con la familia real, todos lo veían de forma muy diferente a Odín. Cuando era pequeño él se había percatado que las miradas que todos sus allegados le brindaban al padre de todo eran con respeto, haciéndolo añorar, durante su infancia, aquella misma mirada cuando se encontrara alzado sobre el trono; mas sin embargo, era todo lo contrario, el respeto en las miradas acogedoras y cansadas de todos los consejeros reales de Asgard se había transformado en miedo e impotencia, puesto que, por más que lo desearan, le debían obediencia ya que provenía de la familia real y él era el supremo gobernante de aquella tierra.

"Rey de Asgard" se dijo para sus adentros. Aquello era algo que había deseado desde hace mucho y que sabía que le partencia por ley: el trono de Asgard. Aun no podía creer con la facilidad en lo que todo se había dado. Su mayor deseo se había cumplido, con el padre de Todo en su sueño eterno —consecuencia de uno de los conjuros de la Encantadora, al igual que el estado inanimado y encierro de Heimdall— y con Thor, y sus asquerosos guerreros, varados en Midgard, no había nadie que pudiera detenerlo ni derrocarlo. Todo marchaba de maravilla.

Pero a pesar de todo aquello, el dios no se sentía satisfecho. En su corazón, sobre todo muy dentro de su ser, se había formado un vacío existencial, el cual no podía llenar con nada. Sabía que tenía todo lo que siempre añoró: poder, la fuerza, el trono, la gratificante vista de todo el pueblo que lo despreció, ahora, agachando la cabeza suplicando clemencia. Asgard estaba a sus pies, más aun así, no lograba sentirse como siempre lo quiso.

¿Dónde está tu gloria y tu vanidad, hijo de Laufey? Le cuestionaba una voz interior, la cual, ya se había cansado de escuchar. ¿Dónde se encuentra tu poder y ferocidad?

Intentó acallar todas aquellas voces en su interior mientras se sumergía en la tina de agua tibia que la servidumbre le había preparado en su habitación.

Corrió a todos mientras se había quitado su pesada armadura de oro, sabía que debía de disfrutar de aquel baño sin las interrupciones de todos aquellos siervos que le preguntaban incesantemente si se le ofrecía algo más. El agua caliente le había comenzado a ayudar para relajar todos los músculos de su cuerpo que se habían tensado durante la reunión de consejo de la cual acababa de salir. El oír toda la problemática había sido muy molesto y tratar de simular que aquello era algo interesante y de su agrado había sido agotador.

No había imaginado que, por sus formas tan poco legales de obtener el trono, debía de seguir parte de las tradiciones de Asgard, pero para su desgracia, aquello era algo que debía de ejercerse de aquella manera, mientras se acostumbraba a todo el ajetreo que le acarreaba el trono.

Sumergió por completo el rostro bajo el agua mientras cerraba los ojos y aguantaba la respiración, por alguna extraña razón tenía la urgencia de dejar de pensar y de comenzar escuchar la nada y sabía él que el agua era la perfecta solución en esos momentos.

Escuchó unos murmullos desde fuera del agua que le indicaron que su momento de silencio había sido allanado.

Fue, lentamente, sacando la cabeza, abriendo lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz de aquel lugar.

— ¿Acaso algo perturba a mi rey? — la voz de la hechicera retumbo en sus ensordecidos oídos que aterrizaban de nuevo a la realidad fuera del agua mientras sus ojos pestañeaban a gran velocidad y arrugaba el ceño molesto.

Estuvo a punto de contestarle a la Encantadora de manera cortante y descortés, pero las acciones de la misma lo enmudecieron.

La mujer se retiró la pequeña bata verde de seda de su encantador cuerpo, dejando al descubierto sus bien formados pechos y sus envidiables caderas mientras se introducía a la tina con un elegante y seductor andar, que hubiera provocado a cualquier hombre que hubiera presenciado aquello, pero Loki se mantuvo estoico y al margen de aquello.

La hechicera fue descendiendo poco a poco acomodándose en la que, por más grande que esta fuera para una sola persona, parecía ser una pequeña tina. Se abrió campo entre las largas piernas del hombre mientras este no retiraba la mirada fría de la mujer.

— ¿Qué buscas, Encantadora? — cuestionó con molestia el dios mientras la mujer le sonreía con picardía.

— Busco que mi rey — comenzó mientras se inclinaba sobre Loki, recorriéndole las piernas con las manos, hasta que llegaba a las caderas de este y comenzaba a jugar con sus dedos que se movían con audacia hacia su entrepierna — no se sienta presionado y pueda liberar estrés.

Lo último lo dijo mientras pegaba sus labios a la comisura de la boca del dios, el cual permanecía atento a cada movimiento de la mujer.

— Loki — jadeó el nombre la mujer, mientras buscaba más contacto y cercanía del hombre — quiero que me hagas tu reina...

Loki no podía negar que la mujer frente a él no fuera atractiva y que otro en su lugar ya la hubiera comenzado a poseer en ese mismo instante. Pero, por más que su cuerpo le pedía a gritos más contacto con la piel de la mujer, su mente se abstenía de aquello.

Amora había comenzado a jugar ya con su miembro de una forma tan placenteramente audaz. No había reaccionado hasta que la mujer llevó sus labios a la boca del dios y los mordió en un arranque de pasión que hizo que las alargadas manos del hombre fueran con algo de torpeza a las caderas de la mujer y le comenzara a corresponder al beso.

Porque, después de todo, no había nada de malo en sucumbir ante los decesos de la carne de vez en cuando. Y el cuerpo de la hechicera, la cual se le entregaba en charola de plata, era algo que no se podría desperdiciar.

Al menos, logró notar algo que no había hecho antes: aquella molesta y odiosa vocecita se había acallado y el retumbante silencio mental lo había abrumado hasta el punto de solo lograr escuchar los gemidos y jadeos que su cerebro procesaba en esos precisos momentos.

***

La programación de la tele siempre era aburrida y Clint había dejado de prestar atención hacia tiempo atrás a lo que estuvieran pasando por ella. Ahora, lo que captaba su atención, eran sus largas uñas de los pies y el pequeño corta uñas que sujetaba con su mano. En verdad aun le costaba creer que fuera el único de los vengadores que no tenía nada mejor que pudiera hacer que el solo cortarse las uñas. Pero, por su desgracia, era así.

Escuchó unos pasos aproximarse hasta su ubicación y, con una leve mirada a través del reflejo de los cristales de la sala, pudo ver que era la chica de Loki — ¿Cómo era que esta se llamaba? ¿Soco o Sonia?—, quien parecía estar buscando a alguien más, sin éxito.

— Si buscas a Steve esta junto a Banner y T'Challa en la marca de Nuevo México — le dijo sin siquiera fijar su vista hacia ella.

— Ah... yo... No buscaba a Steve — dijo con algo de nerviosismo mientras dudaba en acercase o no hacia donde estaba el arquero. — ¿Dónde está el resto?

— Soy el único libre en la Torre — afirmó el agente mientras terminaba de cortar las largas uñas de su pie izquierdo y comenzaba con el derecho. — Hank, Carol y, por supuesto, Janet siguen sin apartarse de la marca de Londres; Tony y Jane intentan construir su propio puente y Thor sigue recorriendo el mundo en busca de otros puntos de unión con Asgard, o algo así...

— ¿Puntos de unión? — cuestionó curiosa la chica.

Clint se cortó de más una uña al darse cuenta que había hablado de más. Eso podría ser un buen punto a su favor por el cual no siempre le confiaban secretos al hombre y porque Natasha nunca le decía mucho sobre sus misiones de espionaje.

— Pues veras... Hank encontró que, además de los puntos situados en Nuevo México y en Londres, la tierra cuenta con otros puntos o raíces, como las llama Thor, que unen a nuestro reino con el resto de los reinos, sobre todo a Asgard... — la chica se había situado, en una de las sillas, hasta enfrente de él, durante su explicación, pero aun así no se había acercado del todo hasta el arquero.

— No... no sabía eso — confesó algo sorprendida.

— Yo pensaba que Loki te lo había dicho — ahí iba a otra vez a abrir la boca, fijó los ojos en el rostro de la chica y observó cómo su mirada se volvía cristalina. — Es que... según Thor... Sirven como pasajes o algo así...

— Vaya — soltó sin ánimo.

Clint dejó de lado su corta uñas y enfocó su mirada sobre la chica, la cual parecía más apagada que la misma noche.

No era algo común en él, pero sentía que debía de decirle algo, algo que le ayudara a subirle el ánimo. Al fin y al cabo, y por más que le pesara, se lo debía de cierto modo.

— Sabes... Yo, yo creo que pronto terminaran el proyecto del puente y pronto traerán a Loki devuelta... Creo que hace más falta aquí que en Asgard, o no lo sé...

Sophia se puso de pie y comenzó a caminar con rumbo hacia la salida. Había vuelto abrir la boca para decir puras estupideces, "muy bien hecho, Clint".

Con toda la prudencia que pudo alcanzar, intentó formular lo más sincero y acertado para el momento y decidió soltárselo a la mujer, que en verdad parecía muy abatida. Se sentó más recto sobre el sillón e intentó mostrar un semblante serio.

— Si de algo te sirve, yo creo que, aunque todo lo señale, todos digan lo contrario, hay algo de bondad en Loki y, por así decirlo, creo que puede tener un buen motivo para hacer todo lo que ha hecho... — guardó silencio por unos momentos para fijar su vista sobre el cristal y buscar si la mujer aún seguía ahí, para su fortuna, esta se había detenido para escuchar sus bien pensadas palabras. — Sabes, hasta me salvó la vida, siendo que soy uno de las personas que más lo detestan y, aun así, creo que puede existir algo que bondad en él y...

Se calló al sentir un par de brazos rodeándole el cuello y una mejilla húmeda situándose sobre su propia mejilla.

— Gracias, Clint.

Le plantó un beso en la mejilla y, después de eso, lo soltó para salir por la puerta de la sala.

El arquero se quedó unos segundos meditando lo ocurrido, lo cual le pareció sumamente rápido y sumamente extraño. Pero aun así, lo hacía sentir que había hecho bien y que había sido completamente sincero.

Al final de cuentas, siempre hay una primera vez para que la novia de un loco y psicópata te de las gracias por decir que su hombre podría tener, por lo menos, una pizca de bondad.

***

Despertó en su cama, enredado entre las piernas de la hechicera y las sabanas de seda de su cama. Tras su encuentro con la mujer en la bañera, se condujeron para seguir disfrutándose más sobre su enorme cama, en la que ahora se encontraban.

Se puso de pie con habilidad, evitando el despertar a la chocante mujer, se visto con rapidez y se escabulló fuera de su habitación con rumbo hacia un lugar en específico.

Había avanzado con rapidez hasta llegar a aquel pasillo que lo conducía a esa puerta que él solo conocía bien. La abrió con el conjuro que él bien conocía y se adentró, no sin antes cerrar de nuevo la puerta tras de sí, a la pequeñez de aquella acogedora celda.

Se encontró con la mujer, la cual estaba sentada sobre la cama, le puso el pequeño bolso con comida y bebida, que había guardado para ella de su cena, sobre las piernas, para después hincarse ante ella y retirarse el dorado casco de cuernos, dejándolo a su lado.

— Madre — susurró mientras se dejaba acariciar por las manos de la rubia mujer que aun veía como a su madre. — Yo... lo lamento...

La mujer no tuvo que escuchar nada más para entender el dolor y la culpa que afligía a su pobre hijo.

Porque Loki sabía que Frigga lo conocía tan bien, que podía apostar que hasta podía conocer lo que pensaba. Y en esos momentos, por más que quisiera gritar, por más que quisiera decirle algo a aquella mujer, la culpa y el dolor lo acallaban de nuevo y esto lo hacía sentirse frágil y débil. Por eso trataba de consolarse con ella, la única mujer que lo hacía sentir bien, que lo hacía sentir como un niño que debía de ser protegido, pero que aun así lo hacía sentir fuerte.

Ella era la uncía mujer a la cual no tenía vergüenza al mostrarle sus verdaderas emociones, porque ella lo quería tal cual era, sin importar lo que hiciera.

"Sophia también lo hace" lo torturó mentalmente su guardián, haciéndolo recordar, de nuevo, el error y traición que acababa de cometer. Tal vez en el momento no significo nada, pero cuando despertó, lo hizo sentir como si desgarraban una parte de sí mismo. Supuso, entonces, que el vínculo había actuado sobre él y lo había castigado de aquella forma, haciéndolo sentir miserable y tontamente culpable.

Las cosas, por lo que veía, parecían mostrarse realmente difíciles a como creía que estarían.

En verdad estaba disfrutando esos momentos mientras rodaba en su enorme cama matrimonial. Aun no podía lograr concebir el sueño, pero aquello era peor que nade.

Sus últimos días habían sido un completo torbellino. Había tenido que volver a su vida en el hospital, pero compartiéndola con su alocada vida en la Torre Stark. Pero podía asegurar que el hospital era el que más le exigía de su entera concentración. ¿En qué pensaba S.H.I.E.L.D. dándole aquella libertad después de descubrir que Loki había ido a Asgard y era su nuevo gobernante? Ya que, según la teoría del presuntuoso de Stark, el hombre tenía delirios de grandeza los cuales tenía que compartir con su mujer, en pocas palabras, con ella. Sophia era la principal sospechosa, y posible conocedora del plan del dios del caos; y en vez de tenerla encerrada dentro de las instalaciones de su esplendorosa torre, se encontraba gozando de toda la libertad de su casa, su trabajo y la de poder ir y venir a dicho lugar como si se tratara de su propio hogar para conseguir información. Suponía que Thor debió de haber intercedido por ella en ese aspecto.

Aun no podía entender que era lo que había orillado a Loki a cometer aquello, como tampoco podía dejar de culparse por todo eso, aunque todos le dijeran lo contrario.

El molesto sonido de su teléfono la sacó de su fallido intento por dormir. Buscó a tientas el dichoso aparato para echarle de gritos a quien fuera que la molestara a esa hora. Observó su reloj digital, el cual descansaba sobre la mesa de noche de su cuarto, y soltó un potente gruñido. ¿Quién en su sano juicio se atrevía a marcarle a las dos de la mañana? ¡Las dos de la mañana!

Dejó sonando el teléfono y se giró en la cama para seguir durmiendo. El aparato se calló y Sophia dio un ligero suspiro.

Todavía no cantaba victoria, cuando el infernal aparato volvió a sonar. Volvió a soltar un potente gruñido, seguido de una palabrota, para después tomar el teléfono y ver quien la llamaba. No pudo evitar arrugar el ceño.

— Espero que sea importante, Sage... — atendió en un tono molesto. La oncóloga había insistido en pasar el tiempo con ella, para hacerla sentir bien, porque debido a la pequeña crisis que había sufrido el otro día en el hospital donde reveló que se encontraba encinta, su amiga creía que debía de estar siempre acompañada, cosa que la castaña se había negado, provocando que la morena insistiera el saber de su estado, tanto físico como emocional, a cada instante.

Pero el llamarla a las dos de la mañana, era sencillamente ridículo.

"— No me cuelgues, por favor — suplicó por el otro lado la mujer mientras se le escuchaba alterada."

Sophie dio un pronunciado suspiro.

— Tienes diez segundos — la amenazó la castaña, mientras se acomodaba en la cama.

"— Suficientes — acató la mujer para después escucharla por el otro lado como inhalaba profundamente. — Sé que no estas con el mejor ánimo de todos, pero hay una emergencia en el hospital que requiere de tu atención."

— ¿Qué cosa? — preguntó seria.

"— Llegó una urgencia para neurología que requiere tu atención."

— ¿Qué tan grave es?

"— Lo suficiente para que te despierte a las dos de la mañana."

La mujer dejó flojo el cuerpo y soltó un prolongado suspiro.

— Voy para allá — confirmó después de unos segundos de silencio.

Logró escuchar una risita del otro lado de la línea pero optó por ignorarla. Colgó el teléfono y se incorporó en la cama somnolienta.

Al parecer esa noche no podría dormir más, pero al menos podría mantener su mente ocupada en otra cosa.

***

Arribó al hospital, una vez estuvo cambiada y lista con su maletín. Dejo su auto en el lugar más cercano a la entrada y se apuró al retirar el seguro de las puertas.

Entró de un portazo al hospital, una vez estuvo abierto, y corrió hasta el ala de urgencias, específicamente al área de neurología. Su pulso estaba acelerado y su vista casi nublada, solo podía distinguir el camino por donde ir; aquello se lo atribuyó, posiblemente, al hecho de que aun estuviera medio dormida y porque su cabeza le palpitaba con fuerza.

Se detuvo, casi barrida, frente a la puerta del consultorio del área y giró la perilla. Un pequeño crujido retumbó en el silencioso pasillo donde se encontraba, abrió de un jalón la puerta, azotándola contra la pared mientras respiraba con dificultad debido a que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho por la carrera que había dado anteriormente.

Sus ojos se pasearon por todo el lugar. La habitación estaba oscura y no podía ver a nadie ni nada, solo la pequeña luz que provenía de lo que parecía ser el teléfono de Sage.

Encendió la luz y caminó, con cuidado, hacia el escritorio. Tomó el aparato, confirmando la procedencia del objeto. En efecto, era el celular de Sage, marcando aun la llamada que había tenido con ella hacia quince minutos atrás. ¿Dónde demonios estaba Sage y que demonios significaba esto?

Escuchó un pequeño ruido y, por inercia, se giró por completo a una velocidad innata. Sus ojos no lograron captar lo que debía de ver.

— Por fin, zorra — un fuerte golpe en la sien, acompañada de aquella dulce voz fue lo último que logró captar en ese momento antes de desplomarse, sin remedio sobre el suelo.

Ahora era cuando su mente le comenzaba a invadir con todas aquellas alertas que ella no alcanzó a percibir en ese momento.

El estacionamiento vacío, el hospital cerrado, los pasillos completamente desiertos, la ausencia de Sage. Todo era un enorme indicio de que aquello pintaba raro, pero por el amor a su deber y por la adrenalina de la que fue presa, no logró ser consciente de todos aquellos minúsculos, pero importantes, detalles que se alzaron sobre sus narices.

Le escupió, con todas sus ganas, a su maldito sentido del cumplimiento del trabajo el cual la cegó de lo que pasaba frente a ella.

Perdió la consciencia y lo único que deseó fue que, al menos, unos de los vengadores se dieran cuenta de su ausencia.

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