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Capítulo 22 (Pt. 2)

 La navidad llegó y la estancia de la torre, como también algunos de los pasillos principales, se adornó con los característicos colores del encanto navideño. Todos en la torre se encontraban tan animados, bueno, algunos más que otros. Y por tan extraño que pareciera, se había dejado arrastrar por la loca idea de Darcy de entrar en el intercambio navideño. Por el poco tiempo que llevaba ahí, había tenido algo muy en claro: no podría salir de la torre bajo ninguna circunstancia. No podía ir ni siquiera a sacar dinero para su uso personal, agregándole el hecho de que no lo necesitaba, viviendo bajo el mismo techo que el inventor y galán Tony Stark, pero si lo iba a necesitar si quería dar un buen regalo a quien quiera que fuera la persona que le tocara en dicho intercambio, sumándole que también le quería dar un regalo a Loki, puesto que esta sería su primera navidad juntos, quería que fuera memorable.

Tras haber sorteado los nombres de todos, grande fue su sorpresa cuando le toco regalarle al dios del Trueno, quien se suponía que era el hermano de Loki. Sonrió ante la idea. Para su fortuna, Darcy se había ofrecido para ella misma ir a comprarle su regalo de intercambio, como también el regalo para su chico. La chica de lentes se encontraba realmente emocionada porque le había tocado regalar a Steve y, según tenía entendido, a Darcy le gustaba el hombre.

Una vez que había escogido los regalos en unos catálogos en línea de algunas tiendas y tras haberle dado el código de su tarjeta de crédito a Janet, tanto Darcy como Janet fueron a comprar los artículos para la ocasión, al igual que papel para envolver y todo lo necesario.

Cuando llegaron, envolvieron todo y lo escondieron en un lugar seguro, fuera del alcance de la vista de los demás. Para Thor había comprado una loción para caballero y para Loki una chaqueta de cuero negra y una saga de libros para que se entretuviera durante su estadía en la celda, ya que ahora pasaba más tiempo, debido a que Pepper había prohibido la entrada a todos los laboratorios durante las épocas decembrinas y porque el incidente de días atrás en el que Loki y Tony casi habían volado gran parte del área de los laboratorios, según palabras de la misma mujer.

La mañana del 24 de diciembre, ella se había levantado, se había dado una ducha y había decidido a pasar el resto del día en su habitación debido a que no tenía humor de salir y quería guardar su energía para la noche, ya que sabía que no podría aguantar el resto de la noche con un grupo de superhéroes con exceso de energía. La única razón por la cual abandonó su habitación, había sido para pedirle prestado algo de ropa a Janet, ya que la que tenía no era la adecuada para fiestas.

Al llegar al cuarto de la vengadora, esta le sonrió y le entregó un vestido color arena, que al parecer se modelaba a su figura y se ceñía con un cinturón de color cedrón, junto con un par de botas de tacón del mismo color que el cinto. Y tras una corta charla, la castaña se despidió de su amiga y se retiró con el vestido en las manos.

Mientras caminaba por el pasillo, inmersa en sus pensamientos, no pudo evitar el chocar contra una persona, la cual identificó al instante, haciendo que su poca paciencia ante aquellos encuentros terminara por desbordarse.

Escuchó las risas de la pelirroja mientras seguía caminando y Sophie se giró intentando alcanzar a la mujer.

— ¡Oye! ¿Cuál es tu maldito problema conmigo, Natasha? — elevó la voz molesta la chica con el vestido en la mano.

La aludida se detuvo y giró sobre si para encarar a la mujer mientras alzaba una ceja.

— ¿Me hablas a mí, muñeca? — cuestionó un tanto molesta.

La furia de Sophie comenzó a incrementarse.

— No veo a nadie más — afirmó la castaña.

— Ni yo — espetó con una sonrisa burlona la pelirroja, para después girarse y darle la espalda a la mujer.

Sophie hirvió en coraje y fue hasta donde estaba ella y la sujetó del brazo, para retenerla. Pero lo que no se esperaba era que la pelirroja la tomara de la mano y se la torciera en un ligero movimiento. Había olvidado sus habilidades como asesina a sueldo.

— No vuelvas a tocarme, chiquilla — amenazó con firmeza mientras hacía presión sobre la muñeca de Sophie y le provocaba dolor, — o lo lamentaras.

Sophie, dentro de su momento de dolor, intentó enfocar su magia en la mano que se encontraba torcida e hizo que esta comenzara a aumentar su temperatura, provocando que la viuda negra soltara un alarido y dejara de hacer presión en su muñeca.

— Y tú, no me vuelvas a menospreciar — soltó molesta la castaña.

Natasha sujetó su mano, al igual que Sophie. La pelirroja la observó con desprecio para después resoplar.

— Y aun te preguntas cual es mi problema contigo, títere del Dios — bramó con fuerza la agente.

— ¡Yo no tuve nada que ver en lo que Loki le hizo a Clint! — exclamó Sophie con molestia mientras se masajeaba la muñeca. En verdad le dolía, eran de esos movimientos que implicaban el mínimo esfuerzo de realizar y el máximo de dolor para el que la recibe. — Y, para tu información, Loki no me controla.

— ¿Enserio? ¿Y cómo explicas el hecho de que puedas hacer magia?

— Siempre la he podido hacer — aseguró la mujer, sabía que eran mentiras, pero no quería decir nada del vínculo, puesto que la pelirroja podría malinterpretar las cosas.

— ¡Hump! Ese hombre es un peligro para todos, no debería de ni siquiera estar vivo — escupió con molestia la espía.

— ¿Conoces algo que se llama redención o arrepentimiento? — Sophie se llevó las manos a la cadera y puso énfasis en su mirada sobre la pelirroja. — Las personas pueden cambiar y pueden mejorar su camino...

— Pero eso no cambia lo que hicieron — soltó secamente Natasha. — El pasado nunca se puede cambiar.

Sophie dio un suspiro. Aunque fueran hirientes aquellas palabras, eran ciertas. Pero ella había aprendido algo más que le había servido.

— Si, el pasado no lo puedes cambiar, pero si aprender de él — la mirada de Natasha se enfocó en la castaña, la cual había suavizado su dura mirada. — Y Loki ha aprendido de él, pregúntale al agente Barton si aún lo dudas.

— ¿Qué tiene que ver Clint con lo que dices, mocosa?

— Mucho — aseguró el capitán mientras se acercaba al par de chicas. — Loki salvó la vida de Clint durante el segundo ataque de Thanos.

Los ojos azules de la viuda se abrieron grandemente, expectantes. Hizo una mueca en su boca y se giró para dejar a Sophie y a Steve sumidos en un silencio.

La mujer dio un prolongado suspiro y observó el vestido que tenía en las manos. Por fortuna este no se había dañado, solo arrugado un poco. En cuanto llegara al cuarto, se plantó la idea de ir a plancharlo.

Alzó su rostro y encaró al soldado.

— Gracias, Cap. — le sonrió ella de lado.

Steve le devolvió la sonrisa.

— No hay porque — posó sus ojos sobre el lugar donde antes había estado la espía y dio un ligero suspiro. — No entiendo porque Clint no le había dicho nada de eso.

— ¿Ella no lo sabía?

— ¿No viste sus ojos? Eso era la viva prueba de que desconocía esta información — se cruzó de brazos y pasó sus ojos hacia la pequeña figura de Sophia. — Supongo que es por eso que Clint la ha estado evitando.

— Lo que explica su mal humor — aseguró con sorna la mujer. — Hasta yo me pondría de ese humor si el hombre que me gusta me ignorara. ¡Pero no tenía por qué haberse desquitado conmigo!

— Yo no estoy molesto y tú te la has pasado casi ignorándome los últimos días — se burló el capitán mientras le sonreía divertido.

— Sabes que no era mi intención, Steve. Así como tú prácticas en el gimnasio, yo también practico mi magia...

— ¿Ahora eres hechicera? — alzó una ceja divertido el hombre.

Sophie sonrió.

— Suena raro cuando tú lo dices de esa forma — dijo mientras agachaba el rostro y escuchaba las risas del hombre.

La mujer alzó el rostro y dudó por un momento el hablar o no mientras observaba con respeto al hombre.

— Por cierto... Gracias.

Steve alzó una ceja con sorpresa.

— ¿Por qué? ¿Por no enojarme o por el apodo?

— Darcy me contó sobre lo de tu y mi familia... Que gracias a ti estoy viva — se le quebró la voz. Por más tiempo que haya pasado, aun le dolía recordar aquellos días.

Pero al parecer el capitán se dio cuenta de eso y la atrajo hacia él en un fuerte abrazo. El corazón de Sophie comenzó a latir con más velocidad mientras sentía como el calor del cuerpo del capitán comenzaba a inundarla. ¿Por qué siempre que estaba cerca de Steve su cuerpo comenzaba a reaccionar de aquella manera? Sentía como un cosquilleo comenzaba a inundarla en la boca de su estómago y no pudo evitar cerrar sus ojos con fuerza, tratando de ignorar todo a su alrededor y comenzar a enfocarse en dejar de sentir aquellas infantiles sensaciones.

— Siempre estaré a tu lado para protegerte, no permitiré que nada te haga daño — le susurró al oído el rubio mientras lentamente sujetaba su barbilla y la forzaba a levantar el rostro.

La castaña fue abriendo lentamente los ojos para encontrarse con la dulce y azul mirada del soldado, el cual parecía estar perdido en sus ojos color avellana. Cuando comenzó a sentir la proximidad del rostro del hombre, se apartó con fuerza de este y, haciendo una reverencia apresurada, salió huyendo a paso acelerado de aquel lugar, con rumbo a su habitación.

Cuando llegó a su habitación, se encerró con llave, aventó el vestido y las botas a la cama y se encerró en el cuarto de baño. Abrió el grifo de la lava manos y, con el agua que comenzaba a correr, se remojó la cara con insistencia mientras se veía al espejo.

Ahora entendía los celos de Loki hacia el soldado, los comentarios de Tony con referencia al rubio y las grandes decepciones que se llevaba Darcy, quien decía que ella y el capitán se gustaban pero que el hombre era muy tímido para demostrarlo, cada vez que Steve se negaba a salir con ella. Y todo era por ella.

El Capitán se había enamorado de ella.

***

Cuando terminó de arreglarse, dudo unos instantes en la puerta, debatiéndose entre salir o no. El espejo le reflejaba que estaba lista para salir, pero algo dentro de su interior le decía que aún no era tiempo. Llevaba cargando en las manos los regalos que iba a dar —aparte del de Loki y Thor, había tejido unas cuantas bufandas y otras pulseras para el resto de los del equipo, cada una del color característico de cada uno—, tuvo que ver su reloj para darse cuenta de que se le estaba haciendo tarde para la hora indicada para dejar los regalos del intercambio.

Pero aun dudaba en cómo podría mirar a Steve y, sobretodo, a Darcy después de lo que había pasado y descubierto.

Tuvo que dar un prolongado suspiro antes de animarse, siquiera, a salir del su habitación. Mientras caminaba sus tacones resonaban por el silencioso pasillo de aquella torre. Se dirigió directamente hacia la estancia, sin desviarse y sin hacer paradas en ningún lugar. Una vez en la habitación, dejó los obsequios en su lugar, debajo del el enorme y extravagante árbol que parecía gritar el nombre de Stark por donde se viera, para después encaminarse hacia la barra en donde se sirvió un poco de agua.

— ¿Practicando para la competición de navidad? — preguntó a su espalda la hilarante voz del dueño de aquella torre.

Sophie se giró con el vaso en los labios, mientras terminaba de dar el último sorbo de agua de este mismo.

— Yo no bebo y tú lo sabes muy bien — dijo mientras dejaba el vaso sobre la barra y se servía un poco más de agua.

— Bueno esperemos que tu chico se anime a entrar a la competición, necesitamos carne fresca — le sonrió divertidamente.

La castaña le sonrió de medio lado, para después dar otro sorbo a su vaso con agua.

— Dudo que quiera entrar, aunque es muy bueno soportando la bebida — aseguró ella mientras comenzaba a relajarse y dejaba el vaso de lado. Gracias al cielo su garganta había dejado de estar tan reseca.

— Entonces, ¿Apuestas por tu chico?

— ¿Quiénes competirán? — se cruzó de brazos divertida.

— Pues, están Ricitos de Oro, capi paleta, tal vez convenza a Bruce de entrar, al igual que a Pym y por supuesto que su servidor — contó mientras se señalaba a si mismo con grandeza.

— Y ¿T'Challa y Clint? — pregunto divertida Sophia.

— T'Challa pasa estas fechas en su reino, debido a que su cultura tiene otras tradiciones — la mujer asintió para después girar su rostro. — Y Clint se retiró de esta competencia después de que la última vez terminara vomitando todo el lugar y hubiera conseguido una resaca de tres días durante una misión.

— ¡Wow! — exclamó Sophie. — Ustedes sí que se la pasan en grande.

— Somos simples mortales que gustan emborracharse y divertirse — se encogió de hombros el hombre.

Las puertas de la estancia se abrieron y dieron paso a algunos de los hombres más poderosos del mundo.

La noche transcurrió y estuvieron conversando muy animadamente entre todos mientras había música de fondo, especial para bailar. En todo ese tiempo evitó a Steve a toda costa y enfocó su tiempo en buscar y esperar al hombre de ojos verdes. Pero por más que esperaba Sophie, Loki no aparecía por ninguna parte. Según lo que tenía entendido Tony les había dicho, el día en que hicieron el sorteo, había conseguido que Loki pudiera estar fuera de su celda en aquella ocasión y no solo en los laboratorios. Aun se preguntaba cómo es que lo había conseguido, pero el genio lo había hecho. Pero el idiota del dios no estaba aprovechando su tiempo.

Supuso que posiblemente se encontraría encerrado en su celda como el gran amargado y aguafiestas que era. Sophie se disculpó y se puso de pie, decidida para ir a buscar al hombre en la celda. Pero una vez que estuvo frente a la puerta, los pequeños golpes de una cuchara contra cristal la hicieron girarse y posar su mirada sobre el genio, el cual abrazaba a su mujer por la cintura con una mano y cargaba un vaso con licor en la otra.

— ¡Bien, ya es hora del intercambio! — Sophie posó sus ojos sobre el enorme reloj que estaba en la pared y vio que faltaban quince minutos para las doce de la noche. — ¡Acérquense todos!

Sophie dio un suspiro prolongado y desistió de su huida hacia la celda del dios. Volvió sus pasos hacia el centro de la estancia en donde estaba todos reunidos, se posicionó a un lado de Carol y de Janet, las cuales vestían con hermosos vestidos. Se cruzó de brazos y esperó a que el genio siguiera hablando.

— Como ya saben, una vez que estemos todos reunidos y que falten cuarto para las doce, procedemos a realizar el intercambio y la entrega de regalos — informó el billonario mientras soltaba a su mujer.

Sophie estuvo a punto de alzar la voz para objetar, pero Jane se le adelanto.

— Aun falta Thor, Tony — indicó ella.

— Y también nuestro querido Loquillo, no lo olviden — apuntó Darcy después.

La sonrisa de Tony se ensanchó tras la mención de aquellos dos hombres.

— Como sabes, todos los años les preparamos una sorpresa. Y esta vez no es la excepción — alzó su rostro y lo posó sobre la puerta de la entrada. — JARVIS, hazlos pasar.

Enseguida, señor — acató la IA del lugar.

Y tras unos segundos, la puerta de la estancia se abrió de par en par, dejando ver algo que ella nunca esperaba ver.

Ahí estaban Thor vestido de Santa Claus, con un saco rebosante a la espalda mientras que con otra mano agitaba una campana y jalaba de una correa algo que se escondía a su espalda. Se fue adentrando cuando dejó al descubierto lo que se encontraba en su espalda. Era Loki quien portaba un disfraz de reno, mientras utilizaba un hocico de reno. Su cara era de completo fastidio y desdén.

Sophie se llevó las manos a la boca y evitó soltar unas pronunciadas carcajadas mientras lo enmascaraba con sorpresa. Thor le dio un codazo a su medio hermano y este presionó su pecho provocando que su hocico emitiera el sonido de un reno.

Todos los presentes soltaron unas ligeras risas mientras que ambos dioses se acercaban a ellos.

— ¡Ho, ho, ho! ¡Feliz navidad! — imitó el característico sonido de papa Noel mientras no dejaba de agitar la campanilla y jalar de la correa a Loki.

Jane se lanzó sobre su hombre y le plantó un cálido beso en los labios del dios.

— ¡Oye, Foster! ¡Si no usas disfraz, no puedes interrumpir mi grandiosa intervención que he montado! — bramó molesto el filántropo mientras regañaba a la astrofísica. — ¡Vamos chicos, terminen con este show!

Tanto Loki como Thor se acercaron al árbol y comenzaron a entregar los regalos que cada quien hizo a los invitados por propia voluntad. Una vez entregados todos los presentes y los respectivos agradecimientos, tanto Santa Claus como Rodolfo el reno fueron a sentarse al lado de sus respectivas chicas.

Tony ordenó a los presentes que fueran por su regalo de intercambio y que volvieran a su lugar para iniciar con el intercambio. Tony inició con la cadena, una vez que había explicado la dinámica: quien recibiera regalo, era el siguiente en entregar el suyo. La primera en recibir un regalo fue Carol, Tony se había lucido y le había regalado una pequeña pulsera de oro con incrustaciones en diamantes. Carol le toco obsequiar a Darcy y esta le entregó su regalo al soldado, el cual le obsequio a Tony, rompiendo la cadena. El siguiente en obsequiar fue Pym, este le dio un regalo a Janet y esta le reviro con otro regalo, rompiendo de nuevo la cadena. Después, Natasha le obsequio a Jane, quien le dio un regalo a Bruce. Este le obsequio a Clint y el arquero terminó regalándole a la pelirroja.

Solo quedaba el trio conformado por los dos dioses y la mortal con magia. Thor se ofreció en dar su regalo al dios de las mentiras, quien le toco obsequiar a Sophie y esta le entregó su regalo al dios del Trueno, finalizando así la parte de los intercambios.

Esa noche, Sophie había recibido un hermoso vestido de color azul y algunos accesorios de color plata por parte del dios y otros pequeños detallitos, como ropa, algún calzado y un teléfono celular nuevo, al igual que el dios del engaño, por parte del millonario.

— Los incluí en un plan de pareja, para que así puedan estar comunicados entre ustedes — les había explicado Tony mientras los observaba con una amplia sonrisa. — Por el plan no se preocupen, todo corre por mi cuenta. La intención era dárselo a mi chica, pero esta se negó rotundamente a cambiar su anticuado aparato que simula ser un celular.

Sophie agradeció y Loki solo bufó por debajo.

Tras unos minutos de conversación con el dios, la sonora voz del genio resonó por toda la estancia. Al parecer habían iniciado con su competencia de ver quien aguantaba más alcohol en su sistema. Las apuestas, dirigidas por Natasha, habían corrido a favor de Steve en su mayoría, seguido uno abajo por el dios del trueno, dejando en último lugar al genio y billonario.

— Realmente se me hace ridículo que prueben su resistencia a una bebida tan ligera — aseveró el dios mientras respingaba la nariz.

— Si eres tan bueno, pruébalo — le señaló Sophie al tumulto de personas que se aglutinaban en torno a la competencia.

— En verdad, paso — se cruzó de brazos y se recargó sobre el respaldo del sillón. — No me presto a esas ridiculices.

— ¡Si, como no! — exclamó la mujer mientras observaba al dios de arriba abajo. ¿Quién hacia el ridículo aquí? Por su puesto que él. — Si quisieras verte llamativo, hubieras usado otra cosa mejor.

El dios rodó los ojos y posó estos sobre la mujer.

— Yo también lo odio, pero es parte de la tradición.

— ¿Qué tradición? — cuestionó entre risas la mujer, mientras se ocultaba la boca con sus manos.

— Como es mi primera navidad con ustedes, tengo que utilizar este traje y... — el dios posó su fría mirada en los divertidos ojos de la mujer, quien no podía más con su risa contenida. — No hay ninguna tradición, ¿Cierto?

La mortal negó con la cabeza, lentamente, para después estallar en carcajadas.

— Voy a matar a Stark — amenazó mientras apuñaba las manos con fuerza y su ropa, a causa de su magia, se transformaban en una camisa verde ceñida al cuerpo, sobre esta una chaqueta de cuero y portaba también un pantalón negro con zapatos negros.

Ambos voltearon al grupo, quienes ya llevaban varias rondas de bebida. Cuando de pronto se alzó un alegre Tony, quien comenzaba a balbucear tonterías y sonreía tontamente.

— ¿Alguna fecha en las que me pueda cobrar? — preguntó Loki mientras se contenía de lanzarse sobre el inventor.

— Existe el día de los inocentes — señaló la castaña después de haber cesado sus sonoras carcajadas.

— ¿Cuándo es eso?

— Dentro de tres días.

— Excelente — se puso de pie el hombre mientras le tendía una mano a la mujer. — Podre obtener mi venganza pronto. Mientras — encaró a la mujer, quien le sonreía divertida, — ¿Te gustaría hacer algo divertido? — el dios le alzó una ceja coqueto.

Sophie le sonrió divertida y negó con la cabeza.

— Estamos en navidad, hay que disfrutar la fecha y convivir con las personas — se sacudió el vestido y miró con ternura al hombre, el cual solo arrugaba el ceño. — Es parte de la tradición.

— El halcón y la viuda están haciendo caso omiso de dicha tradición — hizo un gesto con la cabeza indicando el lugar que debería de observar para después desviar la mirada.

Sophie enfocó su vista hacia el lugar indicado y se sonrojo de ver como ambos; tanto la espía como el arquero, disfrutaban de un pasional beso, escondidos en una esquina apartada, para después separarse y tomarse de las manos para salir de aquel lugar apresurados.

— Supongo que nadie recibirá su dinero — aseguró la mujer mientras que el dios asentía y soltaba unas ligeras risas.

— ¿Se te ocurre algo por hacer? — cuestionó Loki mientras se recargaba sobre la espalda del sillón y se guardaba las manos en las bolsas de la chaqueta. — Porque dudo que quieras ver a borrachos compitiendo por ver quién es el más estúpido.

La mujer rio y se posicionó al lado del hombre, tomándolo del brazo.

— ¿Te apetece jugar a algún juego de video?

El dios sonrió de medio lado.

— Puedo apostar que cualquier juego que coloques puedo salir victorioso de él — soltó con mucha seguridad el de ojos verdes.

— ¿Hasta uno de baile? — se atrevió a retar, mientras acercaba su rostro al del dios.

— Hagamos la prueba — le sonrió divertido mientras se acercaba al rostro de la mujer y le robaba un beso a la mortal.

Ambos rieron un rato para después dirigirse a la enorme pantalla que tenía el genio en aquella habitación y encender la consola de video. Con esto, Sophia podía apostar que podría disfrutar mucho el ver perder al dios del engaño en una partida de "Just Dance".

***

En la mañana cuando se levantó con todo el humor del mundo dispuesto a tomar una gratificante ducha en su esplendorosa tina, nunca se imaginó que aquel reconfortante encuentro se volviera casi un maldito tormento.

En el momento en que se despertó completamente desnudo en su cama, con Pepper a un lado, Tony creyó que su día iba a marchar viento en popa. Mas su idea de tomar una ducha no había sido la mejor en ese momento. Puesto que no esperaba que una serpiente se encontrara en aquel lugar y mucho menos que aquella serpiente tuviera cuernos oscuros y que esta le estuviera sonriendo.

No pudo evitar soltar un potente alarido mientras le exigía respuestas a su IA.

— ¡JA-JARVIS! — gritó con voz potente mientras retrocedía y la creatura se iba a acercando más a él mientras... ¿Sonreía?

¿Si, señor? — habló la etérea voz del mayordomo para después guardar silencio en la espera de una respuesta por parte de su amo. Al no recibir nada, la voz prosiguió. — ¿Ocurre algo, señor? Lo veo muy alterado.

Tony alzó la mirada hacia el techo, por inercia, y le propició una mirada iracunda a su IA.

— JARVIS, todos se mostrarían alterados si tuvieran una serpiente con cuernos y que sonríe frente a ellos — soltó hilarante el millonario mientras comenzaba a preguntarse la falla que podría tener su glorioso y asombroso mayordomo virtual. — Dime, ¿Cómo diablos entra una serpiente a una torre tan vigilada como esta?

Temo decirle que no veo a ninguna serpiente en la habitación con las descripciones que usted me dio, Señor — aseguró JARVIS.

Tony dio un suspiro y comenzó a buscar algo con que poder defenderse de la creatura, cuando unos mormullos lo desenfocaron de su acción.

— Creo suponer que no estoy en el lugar indicado.

El genio giró y se encontró con la creatura, la cual parecía haber hablado.

— ¿Ha-hablaste? — tartamudeó el hombre.

La serpiente lo miró de reojo y le sonrió, para después hacer una reverencia ante el millonario.

— Pensé que este sería el lugar que me indicaron a donde debería de ir — volvió a insistir la creatura sin mover la boca.

Observó detenidamente a la creatura por unos instantes mientras esta comenzaba a analizar, con la vista, el lugar donde se encontraba. Pudo apreciar con más detalle la complexión y las características de este raro espécimen, iniciando por el hecho de que tenía plumas de color verde y unos grandes cuernos negros. ¿Cuándo, en toda la existencia del mundo, había existido una serpiente con plumas y cuernos? Recordaba solo una, pero era parte de una mitología indígena la cual nunca se logró comprobar su existencia.

Enfocó más su vista y los colores le comenzaron a parecer bastante familiares.

— ¿Quién... quien te mando? — aventuró a preguntar el billonario, no perdía nada con afirmar su teoría.

La serpiente alzó el rostro, de manera precipitada, haciendo que su plumaje se agitara débilmente. Enseñó sus afilados colmillos mientras comenzaba a sisear.

— Conoces la respuesta, dudo que quieras que te diga lo que es obvio, Mercader de la Muerte*— le confirmó la creatura. (*Nota: si recordamos bien la película de Iron Man, la primera, es así como lo llama la reportera de Vanity Fair, Christine Everhart).

Tony pestaño unos segundos, anonadado. Hacía más de 3 años que nadie lo llamaba de esa forma y, para ser sinceros, era algo que no le agradaba.

Trató de dejar de lado aquellos recuerdos que le prosiguieron a esa charla y empezó a enfocarse en lo que realmente era importante.

— Loki — dijo sin aliento el inventor. Apretó sus manos con fuerza y jaló todo el aire que pudo. — ¡Maldito reno, me las vas a pagar!

***

— ¿En serio lo hiciste? — preguntó asombrada la mujer.

— Si, era un trato justo — confirmó el dios mientras enarcaba su enorme sonrisa. — Favor con favor se paga.

La castaña negó con la cabeza mientras que la chica de antejos solo pudo propiciar unas risas.

— Me encantaría poder ver su rostro cuando la vea — soltó con un tanto de descensión Darcy.

Loki giró su rostro hacia la mujer, mostrando su inigualable y feroz sonrisa.

— Puedo traerla, para que la conozcas...

— No, gracias — negó rotundamente la mujer. — Detesto a los animales que se arrastran.

Sophie y el dios soltaron unas risas mientras veían como la mujer se hundía en su asiento.

Señor Laufeyson, — el aludido levantó el rostro hacia la nada — el señor Stark requiere su presencia en su habitación inmediatamente.

El dios se puso de pie y sonrió complacido.

— Mami ha hablado — se mofó mientras salía de su celda a paso tranquilo.

***

— ¿Por qué mi computadora no la detecta? — amenazó Stark al dios mientras seguía arrinconado en su baño, cubierto con una toalla, lo más lejos de la creatura.

— Porque realmente no existe — se encogió de hombros el hechicero. — Esta solo en tu mente.

— ¡Pe-pero puedo tocarlo! — Exclamó al borde de la desesperación el playboy, mientras agitaba las manos y señalaba a la serpiente ¿Cómo demonios había dicho que se llamaba?— ¡Es tangible!

— Uróboros controla un poder del cual ni yo mismo he logrado entender — sonrió divertido el dios. — Supongo que el magnífico Tony Stark deberá crear una armadura en contra de las serpientes con cuernos de Asgard.

Tony atenuó su mirada sobre el dios, impregnándola de rabia y de unas constantes ganas de asesinar el hombre frente a él por la maldita jugarreta que le hizo, la cual casi le detiene el corazón del susto. El dios de las travesuras se había vengado por su broma, era de esperarse.

— ¡Muy gracioso, cuernitos! — giró molesto el hombre para después caminar hacia su ducha. — Solo... no la quiero en mi baño, observándome de esa manera tan tenebrosa. Menos si estoy desnudo.

Quiero aclarar, que veo a todos desnudos sin necesidad de que realmente lo estén — compartió la creatura mientras regresaba hacia su amo.

— Feliz día de los inocentes, Stark.

Maldición, ahora tendrían a una creatura con visión de rayos x suelta por toda la torre. En verdad, si era un lugar de locos.

***

La siguiente fecha importante a celebrar por los mortales era una llamada año nuevo. Se suponía que era una celebración que se hacía al final del ciclo de traslación de Midgard alrededor de su tan preciado sol. Era para ellos la celebración del inicio de un nuevo año más, listo para poder disfrutar con una nueva mente y una nueva vida.

Aunque eso le parecía un tanto ridículo, no se negó a la invitación de Sophia para asistir a dicha celebración. Según ella, todos los años, esa misma fecha, se reunían todos juntos para disfrutar de una exquisita cena, baile y mucha bebida. Esto, para Loki, significaba que debía de ver de nuevo el espectáculo que habían montado Stark y su... Thor en la celebración anterior, en verdad, había sufrido de pena ajena y no podías más que agradecer que el ganador de dicha competencia, el soldado del pasado, hubiera detenido la marcha porque había comenzado a sentirse mareado.

En verdad, el mes de diciembre se había vuelto un mes un tanto molesto para él. A excepción, claro, del extremo frio y de la celebración del día de los Santos Inocentes u, como Darcy lo había nombrado, otro día más de bromas, puesto que no solo era el 28 de diciembre, también tenían otra fecha especial para las bromas otro día del año, el cual ansiaba poder utilizar para divertirse.

Pero por su desgracia, en estos momentos se encontraba en aquella aburrida celebración por alaño nuevo y debía de disfrutarlo, por el bien de Sophia.

Al entrar al gran salón, con un ligero retraso, pudo observar como el número de invitados había aumentado al doble de lo que había en la celebración de navidad. Supuso que también se deberían de encontrar algunos otros superhéroes como también algunos agentes de S.H.I.E.L.D., dejó de tomarles importancia y comenzó a buscar con la mirada a la persona que realmente importaba en esa noche: Sophia.

La encontró reunida con el nuevo grupo de mujeres con las que había entablado una ligera amistad y, en verdad, quedó encantado cuando la pudo observar con más detalle. Los ojos de Sophia se veían radiantes mientras usaba aquel vestido de noche que el mismo le había regalado la noche de navidad. Sin lugar a dudas había hecho una muy buena elección en el color y en el diseño, aunque el dinero que pago dicho vestido fue del molesto Stark, aun así el mérito era de Loki, él era el del buen gusto: un vestido color azul índigo con lentejuela en la parte superior, sin mangas ni tirantes y semi corto, mostraba las bien torneadas piernas de su mujer por enfrente mientras que las cubría por la parte posterior. La acompañaban unos accesorios color plata, zapatillas de aguja color plata. Y su pelo, su hermoso y largo cabello se encontraba recogido de una manera muy peculiar en la parte posterior de su cabeza, pareciera como si realmente no se hubiera esforzado mucho, ya que muchos de sus cabellos chinos —puesto que parecían ondularse en su cabeza— estaban solo sobre puestos sobre aquel recogido y unos pequeños mechones se asomaban al lado de sus hermosos ojos color avellana, los cuales eran adornados por una sombra de un color entre morada y azul.

Loki seguía anonadado ante aquella vista que le parecía espectacular. ¿Cómo podía aquella mortal verse más hermosa de lo que normalmente era?

La mujer, quien estaba manteniendo una charla muy animada con Darcy y Janet, sintió la mirada sobre de ella y giró lentamente el rostro para posar sus ojos sobre el dios y dedicarle una ligera sonrisa que desarmó al dios de las travesuras, para después volver a su conversación.

— Te juro — comenzó Stark tras haberle palmeado el hombro, haciendo que el dios saliera de sus pensamientos — que si no fuera tu mujer y yo no estuviera tan enamorado de Pepper, podría conquistarla y llevarla a mi cama bajo su consentimiento.

El Jötun sonrió de medio lado, entre molesto y divertido. En casi todo este mes de convivencia en aquella torre con el hombre de hierro, se había acostumbrado a su espeso humor y a su sarcasmo natural, hasta podría decir que ya era inmune a aquellas palabras del mortal.

— Lo dudo, — el hombre a su lado tomó un trago de la bebida de su vaso mientras Loki se cruzaba de brazos y ambos observaban a la mortal — a la primera insinuación, te hubiera mandado a volar, mojado con tu bebida en la entrepierna, sin mencionar que, si fueras sido muy molesto, te hubiera lanzado por la ventana de este piso.

El billonario sonrió divertido mientras llevaba la mano al hombro del dios y lo atraía sobre él.

— Por fortuna, no eres tú el que esta enfundado en aquel adorable vestido, Rudolf — sacudió su hombro, para después darle unas palmeadas y huir de su lado, avanzando hasta donde estaba el grupo de chicas que estaban charlando. Habló con ellas, provocando unas risas, para después salir de allí con Janet y Darcy a cada lado, dejando sola a Sophia, la cual había girado hacia la dirección de Loki.

La mujer le sonrió radiantemente, mientras se posaba un mechón de su cabello tras su oreja, para después avanzar lentamente hacia la posición del dios, el cual había dado el último sorbo a su bebida y había dejado de lado el vaso.

— ¿Vas a seguir negándote a enseñarme el arte de no caer ebrio o seguirás presumiéndome tu "inigualable" don? — cuestionó con sorna mientras se acercaba al hombre y le plantaba un beso en la comisura de los labios.

— ¿Y quitarle lo divertido al hacerlo contigo mientras estas ebria? — alzó una ceja con diversión mientras la rodeaba con los brazos la cintura. — No, gracias.

— Eso, querido amigo, se le llama abusar — arrugó el ceño mientras trataba de mostrarse molesta — y no es correcto, ni mucho menos legal.

— Sabes bien que sus leyes no me rigen a mí, soy un hombre libre en este reino — se encogió de hombros mientras sonreía con malicia.

La mujer soltó un bufido mientras negaba con la cabeza.

— Nunca cambias...

— No — soltó secamente, para después acercarse a su oído y comenzar a respirar tenuemente. — Debo agregar, mi Lady, que dicho vestido le sienta de maravilla y que no ayuda nada en las ganas que siento de arrancárselo esta misma noche en su cama.

Sophie puso sus manos sobre el pecho del hombre y se apartó de este, utilizando parte de su fuerza.

— Hoy no, Loki — dijo con seriedad mientras disminuía considerablemente el volumen de su voz.

El dios gruñó de lado y posó su vista hacia su costado. Esta no era la primera vez que Sophie se negaba a acostarse con él en lo que iba de la quincena, y eso era algo que comenzaba a fastidiar al hombre. ¿Acaso no estaba satisfaciendo a la mujer como debía o buscaba otra cosa?

Una melodía interpretada por uno de los presentes, el cual estaba tocando un piano, lo saco de sus pensamientos y lo hizo relajarse. Giró su rostro hacia la mortal, la cual tenía entre sus manos un vaso de una bebida de color extravagante. Le retiró la bebida y la dejó de lado, sobre una mesita, tomó su mano elegantemente e hizo una reverencia frente a ella.

— ¿Me concedería esta pieza? — hizo uso de su tono de voz más galante.

La mujer le sonrió alagada y regresó su gesto elegante.

— Por supuesto — accedió ella.

Fueron hasta la pista y en el momento en que iniciaron a bailar, una voz de mujer, totalmente melodiosa comenzó a interpretar la letra de dicha canción.

Sophie se acurrucó en el hombro del hombre y dio un ligero suspiro.

— Adoro esta canción, era la favorita de mi madre — se tomó un respiro y prosiguió: — Tenía tiempo sin escucharla.

— Puedo aprenderla e interpretártela.

Ella alzó el rostro y enarcó una ceja divertida.

— Ahora resulta que también cantas — soltó con sorna mientras le hacia una mueca de diversión. — Me dices que cantas mientras estamos bailando una balada, algo que tu odias hacer.

— Nunca dije que lo odiara — expuso el hombre mientras acercaba más a la mujer mientras seguían meciéndose por toda la pista.

La mirada de todos se habían posado sobre ellos por unos instantes, hasta que Tony había tomado a su mujer y había entrado a la pista, seguido por Thor y Jane.

— Lo que odio es que me vean bailar.

— ¿Cómo le hacías para bailar en Asgard? — cuestionó curiosa la mujer, siguiéndoles los paso de una forma muy elegante. — ¿Te escondías de todos?

— Dependiendo con quien bailaba.

— ¿Entonces, te avergonzabas bailar con ciertas personas? — su tono de voz era divertido. — Supongo que debo de ser afortunada... A menos que sea lo contrario.

— Adoro bailar contigo — comenzó el dios un tanto incomodo, — lo que odiaba era bailar con las mujeres de Asgard, todas eran tan... tan molestas...

— Y por eso decidías bailar con tu hermano — aseguró la mujer desviando su mirada hacia la nada.

Loki se tensó y enfocó sus ojos en la mujer.

— ¿Quién te dijo eso? — indagó molesto.

— Thor... me dijo que siempre fuiste muy seguro en todo lo que hacías, hasta en el baile y que, en ocasiones, tenías que bailar con él para que pudiera bailar con habilidad...

El hombre tragó saliva con dificultad.

— ¿Qué... que más te dijo? — le falló la voz al principio.

— Que tenía que bailar contigo por que eras el único que podía guiarlo sin ser pisado. Las pobres doncellas que bailaran con él terminaban todas lesionadas. Buen guerrero, mal danzarín...

— ¿Algo más?

— ¿Tenía que decirme algo más, acaso? — preguntó intrigada mientras curvaba una ceja. — Loki, parece que te preocupa que diga algo humillante... Vamos, como si hubieras hecho algo tan raro como besar a tu hermano — dijo con algo de ironía.

El dios abrió grandemente los ojos, detuvo en seco su baile y, conducido por un creciente desasosiego e ira, se llevó a la mujer de aquel lugar.

Aparecieron en un edifico enorme, fuera de los territorios de Nueva York, a lo que le había escuchado decir a Stark en una ciudad llamada Dubái o algo por el estilo. Colocó a la mujer en la punta de este y la acomodó en una postura en la que lograra mantener el equilibrio, algo complicado debido a sus altos tacones. La sujetó con firmeza, mientras el viento corría con fuerza y las luces de la ciudad comenzaban a desvanecerse debido a que el sol comenzaba a alzarse a su derecha.

Los ojos temerosos de la castaña comenzaron a lagrimear, mas no perdían de vista el rostro del dios.

— ¿Qué... que demonios haces? — preguntó elevando su voz a su máxima capacidad, puesto que el aire no les permitía hablar a un volumen natural. — ¡BAJAME!

La mujer comenzó a moverse, pero el dios la contuvo entre sus brazos, evitando que siguiera con aquello.

— ¡No quiero que juegues conmigo, mortal! — bramó con furia el dios. — ¿Qué tanto sabes de lo mío con Thor?

— ¡No... no tengo ni puta idea a lo que te refieres! —gritó ella molesta.

— ¡Escucha con atención, mujer! — comenzó a soltar poco a poco a la castaña mientras el aire comenzaba a correr con más fuerza. — Si dices algo que no me guste o si me mientes, te voy a soltar y dejare que caigas al vacío, sin siquiera mover yo un dedo, ¿Entendiste?

La mujer asintió con lentitud y se aferró más a los brazos del Jötun.

No sabía el porqué, pero tenía un enorme miedo a que Sophia, con lo que suponía que ya conocía, lo fuera a rechazar. Le hubiera gustado poder mantener esa parte de su vida alejada del conocimiento de la mortal pero, al igual que cuando le reveló de su tiempo en la celda, dejó que sus emociones lo controlasen y llegaran hasta ese punto en el que el mismo terminaba revelando todo. Su miedo se incrementaría en cuanto viera como los hermosos ojos de la mortal comenzaran a señalarlo con asco u odio, suponía que no lo podría soportar, no viniendo de ella.

Posó sus molestos ojos sobre la temerosa mirada de su amaba y decidió aventar la bomba de una vez por todas.

— Te revelare algo y... Y dependiendo de cómo reacciones, dependerá si sigues con vida o terminas azotada contra el suelo.

Aspiró el suficiente aire para sus pulmones y miró con miedo, escondido bajo una perversa mirada, mientras la sujetaba con fuerza de los brazos.

— La... — dudó por unos instantes mientras su voz se ahogaba en su garanta, tragó saliva e intentó retomar el habla. — Durante mi infancia, la única persona que realmente estuvo a mi lado fue Thor, quien en ese tiempo creía mi hermano. Sentía una enorme admiración hacia él, al punto de querer siempre estar a su lado...

Los ojos de Sophia seguían fijos en el hombre, el cual estaba acentuando más su agarre sobre la mujer.

— Parecía ridículo el cómo me aferraba a la compañía del que creía mi hermano, aunque a la vista de todos era algo normal, tanto para mí como para Thor era algo necesario, una atracción enfermiza que se elevó al punto de terminar ambos como algo más que simples hermanos: éramos amantes.

— ¿Tuviste que ver con Thor? — preguntó en un volumen de voz bajo, apenas audible para el dios.

Loki soltó un bufido.

— Mucho más que solo eso... El muy maldito me deseaba con pasión y lujuria, de la misma forma que yo a él... Éramos unos malditos enfermos, creyéndonos hermanos, habíamos fornicado en cada oportunidad que teníamos...

La dulce mirada de Sophie se fue agachando, hasta esconderse de la vista del dios, el cual sintió un enorme puñalada helada atravesarle el corazón. La mujer lo estaba rechazando y se lo estaba demostrando al no dirigirle la mirada.

El dolor comenzó a inundar el alma del hombre y la ira comenzó a cegarlo, poco a poco. No quería llegar a eso, no quería hacerle daño a ella, pero su cuerpo ya no le quería reaccionar y solo quería actuar.

Instantes antes de que sus brazos soltaran a la mujer, el dulce y húmedo rostro de la mujer se había acentuado sobre su pecho y sus delgados y frágiles brazos habían rodeado la cintura del dios.

— Me importa un comino lo que haya sido tu pasado. Has cambiado y crecido, volviéndote el hombre que eres ahora. Preocúpate por tu presente, dejando el pasado atrás...

Las palabras de la mujer le llegaron hasta el alma como un balde de agua fría. Perdió la razón y su equilibrio comenzó a tambalear, haciéndolo caer, tanto a él como a ella, del edificio.

Loki rodeó a la mujer con sus brazos con fuerza mientras unas ligeras lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.

— Gracias por estar junto a mí — le susurró al oído a la mujer mientras cerraba sus ojos. — Gracias por existir.

Y en un pestañear, desaparecieron de aquel lugar, evitando la caída.

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