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Capítulo 22 (Pt. 1)

DETALLES

Tras la desintegración de la serpiente frente a sus ojos, el dios no había tenido acceso a aquella habitación blanca donde Uróboros residía. Por más que había intentado contactar de nuevo con ella y aclarar algunas dudas, esta no había aparecido ni mucho menos había escuchado su voz. Fue algo que le preocupó, pero mas no al grado de quitarle el sueño.

Enfocó su vista a la escena que se montaba frente a él. La serpiente no dejaba de sonreírle, mientras él no dejaba de verla expectante. ¿Qué demonios era lo que estaba pasando?

— ¿Co-conoces a este animal? — preguntó aterrada, captando su atención, mientras seguía retrocediendo.

Los ojos del dios dieron un leve giro de Sophia, hasta posarse de nuevo a su guardián.

La mujer lo podía ver, significaba que no era un producto de su imaginación. Pero en verdad era difuso, puesto que la creatura le había dicho que desaparecería, ¿Que estaba haciendo ahí, frente a él?

Hubo una pequeña confusión, con la cual no contaba, hijo de Odín, la cual puede explicar esta situación — habló claramente sin abrir la boca.

Sintió el terror de la mortal recorrerle cada centímetro de su piel. Intentó bloquear a la mortal de su mente mientras enfocaba su atención en otra cosa.

— Ha-habló... — tartamudeó ella, haciendo que la atención del dios volviera a ella. — ¿Por qué hace algo así? — su voz era débil, como casi al borde del llanto por el miedo.

El hombre rodó los ojos y decidió ignorarla completamente, después trataría con ella y su creciente histeria.

— ¿Y cuál es esa situación, si se pudiera saber? — preguntó con algo de irritación el Jötun.

La serpiente se recostó sobre la cama y comenzó a arrastrarse por las sabanas en dirección a la mortal, la cual cada vez más retrocedía y se pegaba más a la pared. Alzó su cabeza frente a ella y, tras hacer una elegante reverencia a la mujer, giró su cabeza hacia el ojiverde, mirándolo profundamente.

— Por el simple hecho de ser una mortal, no cuenta con guardián — expuso carente de emoción.

Loki abrió grandemente los ojos, para después sonreír y asentir. Era tan obvio que era realmente ridículo que tanto a la creatura como a él se le hubiera pasado aquel pequeño detalle, pero no menos importante.

Cuando alzó la vista para encarar a la serpiente y reclamarle el error, pasó frente a sus ojos en cámara lenta cada movimiento, pero aun así, no pudo reaccionar a tiempo.

Vio como la mortal sujetaba una de las lámparas de la mesa de noche, con gran destreza mientras soltaba un grito de guerra, y la impactaba contra su guardián.

Estiró su mano hacia la serpiente, pero fue demasiado tarde, el objeto había colisionado contra la superficie y se había hecho añicos por la fuerza.

Se levantó de la cama, de un salto, y fue hasta con la mujer y la sujetó con fuerza del brazo.

— ¿Qué hiciste? — bramó con furia mientras sacudía a la mujer de su agarre.

Ella lo miró con los ojos totalmente rojos y con los labios temblándole a causa del miedo.

Por mucho miedo que hubiera tenido, eso no le justificaba lo que había hecho, como siempre, la mujer había reaccionado de forma impulsiva y errática. Al parecer siempre que los sentimientos la invadían, la razón siempre huía.

Eso es de mala educación, hijo de Laufey — resonó la voz de la serpiente en la habitación, provocando que tanto la mujer como el dios giraran sus rostros hacia donde había estado la creatura. — A una dama nunca debe de tratársele de esa forma, mucho menos si se trata de tu mujer.

El moreno soltó con sorpresa el brazo de Sophie para luego acercarse hacia la serpiente que se encontraba entre los escombros de aquella lámpara que la mujer había usado como arma contra esta.

— ¿Pero qué...? — soltó expectante el hombre mientras se acercaba a la creatura.

Uróboros ignoró el gesto del hombre y se acercó hasta la mujer mientras comenzaba a retroceder lentamente de nuevo.

Volvió a hacer una reverencia frente a ella y le dedicó una grácil sonrisa.

Espero no haberla asustado, Lady ­— dijo con galantería mientras se acercaba más. — Ha sido una descortesía, de mi parte, el no haberme presentado frente a tan hermosa dama...

Creció frente a Sophia, hasta ponerse a su altura, hizo un ademan de saludo con su cabeza y la miró fijamente, sus ojos eran brillantes y reflejaban una pura paz, que al parecer ayudaron a tranquilizar a la mortal.

Mi nombre es Uróboros — siseó con elegancia mientras no dejaba de mirarla. — A partir de ahora seré su guardián. El vínculo los ha convertido en un solo ser y por eso debo de protegerlos y estar junto a ustedes.

— Mu-mucho gusto, soy So-Sophie — tartamudeó mientras llevaba una mano a la cabeza del guardián con temor.

Uróboros cerró sus ojos recibiendo la caricia de la mujer. En una de las caricias, las escamas del guardián se encresparon y cortaron la delicada piel de Sophie, haciéndola exclamar de dolor.

Loki se acercó a ella y sujetó su mano herida, viendo que había una ligera cortada de la cual emanaba sangre. Observó con enfado a la creatura, mientras esta seguía con los ojos cerrados y su piel comenzaba a absorber la sangre que se encontraba en su cabeza.

La creatura soltó un suspiro mientras abría lentamente los ojos.

Disculpa, necesitaba de tu sangre para unirte a mí — se acercó a la mujer, mientras esta retrocedía y se escondía detrás de Loki, el cual mostraba una posición protectora. —Oficialmente, seré su guardián.

La serpiente enfocó sus ojos en Sophie y, tras un ligero destello en su mirada, la mujer dejó de temblar y de refugiarse en su espalda para acercarse de nuevo a Uróboros y presentar la mano herida. Le dio una lamida superficial a la cortada, haciendo que esta brillara de un color turquesa y la herida sanara.

Tras unos segundos de observarse su mano, ella levantó la mirada y volvió a retroceder con miedo. Al parecer, también tenía control sobre la mente de Sophie, y siendo una mortal de mente más débil, le era una acción más sencilla al guardián.

Tomó la mano de la mujer y la analizó en busca de cualquier otro daño, pero solo estaba la pequeña runa sobre su mano, que simbolizaba la curación, la cual iba desvaneciéndose poco a poco.

— Entonces, ¿Ahora serás visible ante todos? — preguntó mientras soltaba con elegancia la mano de su mujer.

Tendré cuerpo tangible y podre aparecer y desaparecer a voluntad; yo decido quien me ve y quién no.

— Eso es una ventaja — sonrió el dios.

La mirada de Uróboros se tornó irónica mientras parecía ser que alzaba una ceja de la cual carecía.

No seré parte de tus bromas, dios del caos — soltó con molestia.

Loki rodó los ojos y se cruzó de brazos.

— Eres un aguafiestas.

— Puedo preguntar... — comenzó la mujer, captando la atención del dios y del guardián. Tragó saliva y miró con intensidad a la creatura. — ¿Tú eras el que vi en mis sueños y el que me hablaba en el interior?

Los ojos del dios se posaron sobre la mujer, la cual sujetaba el dije del collar con fuerza y se acercaba a la creatura a pasos lentos.

Uróboros asintió y le dedicó una dulce mirada.

— ¿Que sueños? — preguntó curioso el hombre.

Sophie giró su cabeza hacia el dios y, sin cambiar su semblante serio, señaló a la creatura.

— Mientras estuve inconsciente, después de que Thanos me atacara, lo vi a él — llevó su mano hacia la cabeza de la serpiente y comenzó a acariciarla — con mayor tamaño, en un enorme prado verde, mientras me decía que descansara, que todo estaría bien.

— Nunca lo mencionaste...

— No veía por qué — se encogió de hombros.

Loki dio un suspiro para después acercarse a la mujer y plantarle un tierno y fugaz beso en los labios.

— Tengo que irme — le dijo mientras sujetaba su barbilla y la alzaba para verla a los ojos, en realidad amaba aquellos grandes ojos color avellana.

Ella asintió y le sonrió.

— Vístete — le susurró al oído mientras ella abría grandemente los ojos cayendo en la cuenta de su situación, — que de esta forma, no creo poder contenerme más tiempo...

Soltó a la chica mientras observaba como los colores se le subían al rostro. Él sonrió con malicia, para después chasquear unos dedos y vestirse mágicamente.

— Esto es injusto, — se cruzó ella de brazos — tú puedes vestirte con la magia...

Soltó unas ligeras risas y se acercó a su guardián, dándole una palmeada en la cabeza.

— Tu podrías llegar a hacer lo mismo, si realmente te esforzaras en tus entrenamientos — soltaba mientras se acomodaba la camisa de color verde del cuello. — Por eso debes de ir a practicar y dejar de quejarte.

La mujer soltó un bufido para después ir a recoger la ropa que se encontraba en el suelo.

— Tú, ¿Te quedas o te vas? — se dirigió a su guardián sin ninguna cortesía mientras se cruzaba de brazos y la observaba de reojo.

La creatura siseó y desapareció de su vista.

"Tengo asuntos que atender, hijo de Asgard" resonó en su mente la voz potente y cargada de Uróboros. "Estaré al pendiente de ambos".

Soltó un prolongado suspiro, mientras veía como la mujer se comenzaba a vestir.

Loki recorrió su vista por toda la habitación, antes de irse, dándose cuenta del desastre que había en esta. Sabanas por el suelo, la lámpara rota sobre la cama, parte de la ropa de la mujer, hecha giras, por el suelo y la cama movida, fuera de su lugar.

Sonrió complacido ante la escena y, tras esto, desapareció. En verdad, había disfrutado de cada una de las noches de la última semana.

Era una enorme sorpresa para todos el encontrarlo despierto a esas horas, incluso para el mismísimo Tony Stark. Pero la urgencia de aquel asunto no lo había dejado pegar el ojo durante más tiempo. Necesitaba unas pequeñas cosas para poder culminar con su proyecto de casi una semana. Además, había recibido una noticia muy interesante: S.H.I.E.L.D. lo había incluido en una investigación referente a los chitaurris. En pocas palabras, el día debía de ser muy productivo.

Pero para su desgracia, no era así.

En el momento en que algo no marchaba al son que él tocaba, para Tony, era un día basura. Y eso era justamente lo que estaba pasando. Se encontraba en la celda del encantador dios nórdico del caos y, esta, estaba vacía.

No es que no supiera en donde estaba, de hecho, estaba seguro del lugar en donde estaba y con quien, sobre todo lo que estaba haciendo. Lo que le molestaba era que el hombre se estuviera tomando su tiempo para volver a su celda. En verdad, el molesto dios estaba abusando de su hospitalidad.

Pero, ¡vamos! ¿Cuánto tiempo puede tomarle en cambiarse y regresar a su celda al amanecer? Según su propia experiencia, después de terminar de tener sexo con una mujer, por más amante tuya que fuera, deberías despedirte tiernamente con palabras encantadoras, vestirte y regresar a tus asuntos, puesto que el día seguía; o también podría dejar simplemente una nota de agradecimiento por la noche, igual con palabras totalmente empalagosas para que la mujer no sintiera la ausencia. Si hubiera sido él, ya estaría trabajando en el taller muy animadamente.

Se sentó sobre el camastro, se cruzó de piernas y brazos, mientras hacía muecas y arrugaba el ceño. En verdad, estaba muy molesto y eso el dios se lo iba a pagar.

Le sorprendió que, después de casi media hora de esperar, frente a él, comenzara a difuminarse la imagen de la celda. Se talló los ojos, tratando de aclarar la vista, la cual creyó que estaba nublada, debido a la hora en la que se había levantado. Y, como si se tratara de un holograma, la figura del tan esperado dios del caos comenzó a materializarse.

Tony dejó su expectación de lado y volvió a su semblante de enfado, mientras que los ojos del dios comenzaban a abrirse.

— No debes de abusar del sexo, querido amigo — comenzó son un tono de molestia el hombre de hierro. — Por mas fogoso que seas, a la mujer, o la hartas o la vuelves ninfómana, lo primero que pase.

Loki alzó una ceja con superioridad, para después sonreírle.

— ¿Tanto te molesta que pase tiempo con tu antigua conquista? — al parecer buscaba molestar al genio, pero, en realidad, aquello era innecesario, ya que Tony se encontraba molesto desde un principio.

Stark rodó los ojos y se puso de pie, mientras le cedía la cama al dios.

— Tú la necesitas más que yo, campeón — soltó en un suspiro mientras se dirigía a una de las sillas, la sujetó y la arrastró hasta enfrente del camastro.

Una vez sentado, comenzó a masajearse el puente de la nariz.

— Ya veo de donde viene tu enfado, Stark — comenzó con un tono de altanería el dios. — Supongo que, por tu avanzada edad, no puedes satisfacer a una mujer durante toda una noche, como lo pueden hacer otras personas — su sonrisa se amplió, totalmente burlesca mientras lo observaba totalmente divertido.

Tony hizo uso de todo su autocontrol y contrarrestó con una ligera risa. Si caía en su juego, se vería como un anciano frustrado y por supuesto que él no era un anciano, aun gozaba de excelente salud, tanto física como mental, pero sobre todo salud sexual. En vez de caer, decidió seguirla la corriente.

— Puedo aguantar más de lo que tú crees, princesita, si quieres podemos comprobarlo — le sonrió en son de desafío mientras señalaba hacia la puerta de la celda. — Podemos ir a mi habitación y...

— No soportarías una noche con un dios, Stark, sería demasiado para ti — interrumpió al hombre mientras decía entre ligeras risas.

— ¿Lo comprobamos? — propuso el genio con entusiasmo. Si había algo que odiaba Tony, era que dudaran de sus capacidades y si había oportunidad de comprobar lo contrario, él siempre la tomaba.

Loki se encogió de hombros, para después fijar su mirada al hombre frente a él. Tras unos segundos, estallaron en risas.

— Por más que lo desees, no creo que soportes la genialidad de Tony Stark... — soltó con galantería y presunción. — Pero ahora no vengo a hablar de lo fogoso que puedo llegar a ser en la cama. Necesito de tu ayuda, cuernitos.

El dios abrió los ojos con sorpresa mientras sonreía sorprendido.

— ¿Y en que puedo serle útil al extraordinario mortal que es Tony Stark? — preguntó con ironía mientras posaba sus ojos sobre el inventor.

— Me agrada el apodo. Deberías de usarlo más seguido.

— Ve al grano, Stark — gruñó molesto Loki mientras comenzaba a recostarse sobre la cama y le daba la espalda al genio.

Tony lo miró fijamente para después sonreír. Si lo estaba ignorando, tras lo que le diría, obtendría toda su atención.

— Necesito que me ayudes en la investigación del cetro de Thanos — soltó de un jalón.

Y tal como había previsto, la espalda del dios se tensó unos segundos, para que después, este, se girara sobre la superficie del camastro, posara su vista sobre el genio y comenzara a incorporase, poniendo toda su atención en el inventor.

— ¿Quieres que te ayude con el cetro de Thanos? — alzó una ceja mientras se inclinaba más sobre el hombre. — ¿Acaso lo tienes bajo tu poder?

Tony chasqueó la lengua mientras arrugaba el rostro.

— No justamente así, ya que lo tiene S.H.I.E.L.D. — la atención del dios se desvió hacia su costado —, pero pronto lo tendré en mi poder — le mostró una pequeña sonrisa.

Loki lo observó con fastidio para después recargar su espalda sobre la pared de la celda.

— ¿Y tú crees que Fury me dejara trabajar contigo? ¿Salir si quiera de esta celda? — soltó con burla el de ojos verdes.

El filántropo le sonrió con superioridad.

— Te saque de las instalaciones de S.H.I.E.L.D. — alzó los brazos señalando la celda y su alrededor. — No creo que se niegue a que vuelvas allá y para ayudar. Además, soy alguien influyente, dudo que se resista a mis encantos.

El menor de los dioses rodó los ojos y se cruzó de brazos dando un suspiro.

— ¿Que gano yo en ayudarte?

— Mi eterno agradecimiento y sé que eso para ti es mucho — se encogió de hombros el billonario.

— Yo había pensado en algo más significativo...

— ¿El andar libre por la torre? — cuestionó elevando una octava en la última silaba.

El de cabellos azabaches comenzó a reírse pronunciadamente mientras se ponía de pie y caminaba por toda la celda.

— Eso es algo que no necesito, puesto que ya lo tengo — le puntualizó tras terminar de reírse.

Tony lo siguió con la miraba mientras veía como desaparecía de su posición y aparecía frente a él en un pestañear.

— De acuerdo, abogado, ¿A qué acuerdo quieres llegar? — preguntó sin temor, puesto que sabía que el dios no le pediría nada que no pudiera otorgarle. ¡Vamos! Era un ser que tenía magia y era inmortal, ¿Que más podría querer?

Sacó de su bolsillo del pantalón un pequeño paquetito de goma de mascar, tomó uno y, tras llevárselo a la boca, se cruzó de brazos, en la espera de la respuesta del individuo frente a él.

La espera se tornó larga, aunque tan solo hayan sido un par de minutos. El dios había dado unos cuantos pasos, como meditando la petición, eso había hecho que el inventor se tranquilizara más. Pero en el momento en que se detuvo frente a él y los labios del hombre se curvearon de manera divertida y un tanto aterradora, Tony supo que aquello podría ir mal.

— Quiero que me cumplas todos mis deseos económicos — dijo sin mucho esfuerzo, pero con una grande sonrisa maléfica.

Tony estuvo a punto de ahogarse con la goma de mascar de yerbabuena mentolada que tenía en la boca, pero por fortuna —y hasta cierto punto desgracia— logró pasarla por su garganta con facilidad por todo su esófago. Se dio unos golpes en el pecho mientras terminaba de creerse las palabras que había escuchado.

¿No estaría hablando en serio?

— N-no hablaras de... — comenzó tartamudeando, puesto que aún no superaba el susto de la sensación de ahogo.

— Me refiero a que tu dinero también tendrá que ser mío, de ahora en adelante, si quieres que te ayude en tu proyecto — su sonrisa había desaparecido y un semblante serio había dominado el rostro de Loki.

Tony lo observó atónito mientras caía en la que cuenta que, efectivamente, el hombre hablaba en serio, ya que no veía ninguna pizca de broma en su rostro. Pero, ¿Que tan sencillo podría ser embaucarlo para el dios de las mentiras?

Cuando terminó de procesar que Loki no estaba mintiendo y que sus palabras significaban tal cual lo que él había entendido, una furia lo abrumó e hizo que se levantara enardecido de su asiento, haciéndolo enfrentar al dios.

— ¿Dinero? ¿Para qué quieres mi dinero? — su voz era la viva imagen de la histeria y sus manos danzaban al mismo son que sus emociones y voz. — ¡Digo, tu chica tiene dinero a montones! ¿Para qué quieres más dinero? Puedes pedírselo a ella, además, según tengo entendido, ella te conseguiría todo y nada te haría falta...

— ¿Podrías callarte de una puta vez, Stark? — resopló el dios. — ¡Por Odín!

El genio detuvo su creciente histeria y posó su mirada sobre el dios, el cual estaba realmente molesto. Soltó un fuerte resoplido y se cruzó de brazos.

— ¿Para que necesitaría dinero un dios? ¡Ilumíname!

La mirada de Loki era un tanto perdida. Por más que intentaba buscarle un lado a toda aquella situación, no terminaba de entender el porqué de la petición del dios. ¿Qué buscaba obtener con todo esto el hombre? Dinero, eso era algo claro y muy explícito en sus palabras. Pero suponía que debía de haber algo más en todo eso.

La dura y molesta mirada verde, que por poco lo estrangulaba hace unos minutos atrás, se fue suavizando mientras analizaba lo que le iba a decir al genio. Si podía asegurarlo, y claro que podía hacerlo, Tony podría jurar que aquellos ojos podían reflejar algo más que una simple búsqueda de palabras, puesto que podría presentir y ver que aquellos ojos reflejaban algo como preocupación. Pero, ¿preocupación por qué?

— Solamente quiero aprovecharme de ti, Stark — tragó saliva el dios mientras sus palabras salían con fiereza de sus labios. — No es algo fuera de lo común.

Tony alzo una ceja, no muy convencido de aquellas palabras, pero luego soltó un suspiro. No podía exigirle la verdad, porque temía que, si indagaba más, podría perder la ayuda del dios, y eso era algo que no podría darse el lujo de hacerlo.

Estiró su mano, mientras se sentaba en la silla, y le sonrió al hombre frente a él.

— Trato hecho — aceptó un tanto molesto, ya que estaba su fortuna de por medio. ¿Qué iría hacer el dios con esto en su poder? En verdad, le daba mucha curiosidad.

Loki aceptó su mano y le dio un ligero apretón.

— Supongo que te iras con cuidado de ahora en adelante — soltó el dios mientras soltaba la mano del genio y se cruzaba de brazos.

— En parte y en parte no... — se puso de pie de nuevo y comenzó a hurgar en uno de los bolsillos de su pantalón, había otro asunto más que tratar. — Pero tú también deberías de irte con cuidado, Bambi.

El hechicero rodó los ojos ante el apodo, el cual era uno de los favoritos del genio, para después resoplar por la nariz.

— ¿Por qué debería irme con cuidado, según tú? — se cruzó de piernas y recargó su codo sobre su rodilla mientras posaba su mandíbula sobre su palma.

Cuando el genio obtuvo lo que necesitaba de su bolsillo, sonrió. Se acercó al hombre y, tras subirle la manga de su brazo izquierdo, le amarró una liga sobre el codo, estirándole el brazo.

— ¿Qué demonios haces, mortal? — podía escuchar atentamente la confusión en la voz del dios y eso no evitó que el inventor soltara una pequeña risa.

— Espero que no tengas pavor a las agujas — le anunció mientras sujetaba con fuerza el pálido brazo de su antiguo enemigo. — Solo necesito un poco. Juro no hacer nada indebido.

Y, tras decir esto y después de haber ubicado la vena del dios, sacó la jeringa de su estuche e incrustó sobre una vena a una gran velocidad, provocando un alarido de sorpresa por parte del sujeto.

Sacó con rapidez la muestra de sangre que necesitaba para después sacar la aguja de la piel del dios.

Nunca esperó, después de inaugurar aquel hospital en Toronto, el sacar sangre. Le habían enseñado a hacerlo debido a que era parte del protocolo de aquel evento que, sin lugar a duda, fue uno de los más agradables a los que asistía —lo hubiera sido para cualquiera, debido a la enorme sensualidad de todas las enfermeras de aquel lugar y, sobre todo, de la enorme disposición de estas durante toda la noche, en realidad, habían sido muy fogosas—.

Con la muestra en mano, observó a Loki, el cual lo miraba un tanto expectante como si se tratara de un gato fiero, mientras este se llevaba una mano al brazo herido. Tony saco un pequeño tubo de muestras y deposito la sangre en aquel contenedor, lo tapo y lo comenzó a agitar mientras lo observaba con determinación.

— ¿Qué mierdas ha sido eso? — lo cuestionó el dios con voz rasposa mientras el filántropo no dejaba de mirar la muestra.

— Hace días te dije que necesitaba de una muestra de tu sangre — guardó el contendor en un pequeño estuche y lo metió en el bolsillo de su pantalón. — Además, no te otorgaría mi fortuna así porque así, sin antes obtener algo interesante de ti.

— ¡Se supone que te ayudare en el estudio del cetro de Thanos! ¿Qué más querías que eso? — elevó la voz un tanto molesto.

— Esto — palmeó el lado del pantalón en donde había guardado la muestra, — es parte de esa ayuda que me brindarás, cornamenta.

— Debiste de haberme avisado, maldito mortal — rugió con fiereza el dios mientras no dejaba de posar sus profundos ojos sobre el genio. — Pudimos habernos evitado esta salvajería.

— Detalles, detalles. Quise evitarme el protocolo y el molesto papeleo, para saltarme a lo importante.

Tony se giró sobre si y comenzó a caminar con rumbo a la salida.

— Empezamos mañana a trabajar con el proyecto — le informó mientras colocaba la clave sobre la pared de cristal en un teclado digital que aparecía, haciendo que la puerta se abriera. — Te recomendaría que disfrutes tu ultimo día libre, cuernitos. Solo, no te desveles — le guiñó un ojo tras haberse volteado y encararlo, para después girarse, salir de aquella celda y despedirse con la mano. — ¡Arrivederci!

— ¡Me las vas a pagar, Stark! — escuchó el grito antes de que la puerta se cerrara.

Se detuvo un instante, mientras sonreía. Aquello había sido muy gratificante para él. Al menos, podría decir que pudo cobrárselas por la del cambio de color de su pelo.

Comenzó a quitarse la ropa de manera desesperada, estaba cansada y ansiaba tanto el poder disfrutar de una ducha de agua caliente para relajarse e irse a dormir.

Los entrenamientos con Loki cada vez le parecían más pesados y, por ende, terminaba más agotada cada día. A eso, sumándole el hecho de que en los días anteriores no había podido dormir bien debido a las visitas nocturnas de su dios preferido. No es que no gozara de aquellas visitas y de lo que hacían durante ellas, pero su cuerpo no era de madera para no empezar a resentir los días sin sueño y el agotamiento de cada entrenamiento.

Loki había abusado aquel día de aquello, puesto que le había informado que comenzaría a trabajar en un proyecto con Tony y este sería su último día libre, haciendo que su entrenamiento del día fuera más extenso y más pesado. Al menos podría decir que había avanzado mucho, ya pasaba de solo rodear su cuerpo con su aura a poder lanzar un poco de energía hacia la nada. Su control cada vez se hacía más diestro, pero sabía que aún le faltaba mucho por aprender.

Una vez desnuda, abrió la llave de la regadera, comenzó a regular el agua a una temperatura que le pareció adecuada y se adentró al chorro de agua que caía como cascada por el grifo.

Sintió como todos sus músculos comenzaron a destensarse una vez estuvieron en contacto con el agua caliente. Cerró sus ojos y comenzó a saborear el agua por todo su cuerpo. Todo le parecía tan gratificante.

Un par de manos más comenzó a recorrer su cuerpo desnudo, provocándole un sobresalto. Se giró y unos labios atraparon los suyos, reteniéndole un grito en la garganta. Su miedo y sobresalto desaparecieron cuando sus ojos fueron cautivados por aquellos verdes tan brillantes frente a ella.

Se separó del hombre y lo observó con algo de sobresalto.

— Me asustaste — acusó con voz débil mientras el hombre le sonreía.

Observó con detenimiento el cuerpo de Loki, el cual estaba completamente desnudo y empapado por el agua.

— Esa era la intención — le aseguró el dios mientras se acercaba a ella de nuevo, en busca de aprisionar sus labios.

Sophie, cansada, giró su rostro y retrocedió unos pasos. El hombre posó sus labios sobre su mejilla por unos segundos para después separarse y mirarla fijamente.

— Me estoy bañando, Loki — se giró, dándole la espalda al hombre, para después tomar un poco de champo y comenzar a masajear su cabello con dicha sustancia.

Escuchó unas ligeras risas, para después sentir como unos brazos la rodeaban por la cintura, con mucho ademan.

— Eso es lo que buscaba, querida — le susurró al oído con voz seductora que hizo que ella temblara un poco, por más que lo hubiera evitado. — ¿Acaso nunca lo has hecho en la ducha?

— No — soltó secamente. — Y no me gustaría experimentar.

Se soltó del agarre del dios y continuó su labor con su cabello, para después entrar al umbral de agua y comenzar a sacarse la sustancia del mismo.

Por más que lo negara, la simple idea de estar de esta forma con aquel hombre, le resultaba verdaderamente excitante y deseaba que se llevara a cabo. Pero su cansancio era mucho más grande que su deseo y en esos momentos lo que menos quería era pasar otra noche sin poder dormir bien. Su mente le pedía a gritos un descanso ya que no solo era el entrenamiento y las noches de sexo lo que la agotaban, sino también las sesiones con el agente Filtz el cual cada vez se volvía más molesto e irritante, pero no lo culpaba, solo cumplía con las ordenes de alguien más, quien era mucho más irritante, sin contar los molestos encuentros con Natasha, la cual seguía con una actitud mucho más arrogante que su propio jefe.

Una vez retirado toda la sustancia de su cabello, tomó el frasco del acondicionador y vertió un poco de la crema sobre sus palmas para después comenzar a expandirla por todas estas. Cuando lo iba comenzar a untar sobre las puntas de su cabello, un fuerte agarre la hizo girar con velocidad, haciéndola perder un poco el equilibrio, pero gracias a aquellos brazos que la sujetaban con fuerza no se cayó.

— ¿Ni siquiera con el mortal aquel? — soltó algo irritado el hombre de ojos verdes, los cuales se mostraban algo furiosos.

Sophie enarcó una ceja confusa.

— ¿Qué mortal? — preguntó ella mientras sentía como los dedos de Loki se incrustaban más sobre sus brazos.

— ¡Ahora resulta que te has metido con tantos hombres que ya no los recuerdas a todos! — alzó la voz con ironía mientras la sujetaba con más fuerza.

La mujer se sorprendió ante aquel comentario. No entendía a que venía todo esto y aquel reclamo del dios era un tanto fuera de lugar, solo se había negado a tener sexo con él y se había puesto de aquella forma. Analizó, de nuevo, las palabras de Loki y se sintió ofendida. ¿Qué acaso le había acusado de puta?

— ¡Tú sabes bien quienes han sido esos hombres, Loki! — alzó la voz ella también mientras intentaba zafarse del agarre del moreno. — ¡Y suéltame, porque me estas lastimando!

— ¡Oh si, los recuerdo muy bien! — sintió como la ira comenzaba a inundar la esencia que rodeaba al hombre y esta la comenzaba a abrumar. Desde que estaba practicando con Loki aquellas habilidades, se le estaba haciendo más fácil el poder ver las auras de los demás en cualquier momento. — ¡A uno de ellos lo maté y el otro sigue gozando de los recuerdos de aquel maldito mes en el que se acostó contigo hasta saciarse! — su voz era un completo alarido, estaba gritando y se mostraba molesto y herido, más ella no entendía el porqué.

Ante aquellas palabras, la castaña se tensó. Esas palabras fueron el detonante para que sus miedos y traumas volvieran a ella. ¿Cómo había sido capaz Loki de hacer algo así?

La ira inundó a la mujer, quien intentaba superar y dejar de lado todos aquellos recuerdos que la estaban empezando a atormentar. Sujetó con fuerza los costados del hombre, intentando encajar sus uñas en él. En esa discusión no solo ella saldría herida.

— ¡A ese asqueroso mortal le cumpliste cada fantasía sexual! — gritó con potencia el dios mientras intentaba zafarse del agarre de la mujer.

— ¿Y tú qué sabes de eso? — interrumpió al hombre, puesto que se veía dispuesto a seguir con aquellas palabras tan hirientes. — ¡Discúlpame, "Don Perfección"! Pero tú no conoces nada sobre ser sometido, porque supongo que cada mujer con la que has estado ha sido más que complaciente contigo.

Las manos de Sophia comenzaban a iluminarse con aquel color turquesa al que ella se había acostumbrado muy bien en esa semana. Estaba preparada, en el momento en que Loki se atreviera a hacerle algo, puesto que desconocía como fuera a reaccionar ante aquella situación tan complicada por su maldita montaña rusa emocional, ella lo atacaría con su poca practica en magia, no lo dudaría.

— Tú no sabes nada de mi — dijo con voz gruesa y potente mientras soltaba los brazos de la mujer.

Ella en ningún momento dejo de enfocar su energía en sus manos una vez que soltó los costados del dios.

— ¡Claro que lo sé! — aseguró ella con altanería, por desgracia, había caído en el juego verbal del hombre. — Eres un maldito dios con aires de grandeza, el cual está acostumbrado a que siempre se haga su maldita voluntad. ¿Pero sabes? — se acercó un poco a él, totalmente molesta. — Yo no estoy dispuesta a alimentar tu maldito ego.

Los ojos del dios se tornaron totalmente rojos y su creciente rabia se proyectó en su perfecto y pálido rostro. Sophie alzó sus manos en defensa, pero el hombre desapareció ante sus ojos. La mujer buscó hacia todos lados del lugar y se encontró con que el dios realmente había desaparecido.

Todavía no terminaba de dar un suspiro y de destensar su cuerpo cuando sintió como era embestida contra la pared de aquel baño mientras algo le rodeaba el cuello con fuerza. Frente a ella vio el semblante del hombre, estaba totalmente cabreado. Intentó atacarlo con la magia que tenía en las palmas de las manos, pero fue retenida por el dios, el cual soltó una mano de su agarre sobre su cuello e hizo que la magia de las manos de ella fuera hasta el propio cuerpo del moreno.

— ¡TU NO ME CONOCES, NI SABES CUANTAS VECES GRITE POR QUE SE DETUVIERAN! — soltó con potencia el dios mientras su voz se escuchaba rasposa.

El aire le comenzó a hacer falta y el tremendo miedo a la muerte la comenzó a asechar. Intentó quitarse el agarre pero la fuerza sobrepasaba las suyas propias. Comenzó a cerrar los ojos esperando el desenlace o, al menos un milagro. Antes de que sus ojos se cerraran, logró ver un destello de color verde que emanaba del brazalete de Loki.

Y fue entonces que el agarre dejo de acentuarse sobre de ella, hasta desaparecer. Su cuerpo se tambaleó un poco y su espalda comenzó a resbalar, lentamente, sobre la húmeda pared hasta caer sobre el suelo. Inhaló profundamente por su boca, solo para ahogarse con el propio aire que necesitaba para vivir, el cual se negaba a entrar puesto que le parecía extraño a su propio cuerpo. Tosió con potencia al no poder retener aquel preciado aire.

Cuando logro retener el aire y comenzó a respirar con más tranquilidad, después de algunos minutos, fue abriendo lentamente los ojos y se encontró con el dios hecho un ovillo en el suelo de aquel baño. Por extraño y estúpido que pudiera parecer, ella sintió la necesidad de acercarse al hombre.

Intentó ponerse en pie, pero sus piernas no le reaccionaban con la suficiente fuerza, así que decidió acercarse a rastras hasta él. Le tocó el hombro, con algo de temor, a lo que el dios reaccionó con velocidad y sujetó su muñeca con fuerza, apartándola de él. Sus ojos eran duros y se veían húmedos, ella lo vio normal pesto que el agua de la regadera también caía sobre él. Tras unos segundos de escudriñarla con aquella dura mirada, el moreno comenzó a suavizar su mirada y, soltándola del agarre de la muñeca, las desvió de ella.

— Lamento esto — susurró, apenas audible debido al potente ruido de la regadera.

Sophie pestañeó varias veces y se acercó un poco más al dios. Tomó la mano que antes había sujetado su muñeca con fuerza y comenzó a entrelazar los dedos con los del hombre.

— Podrías explicarme que fue todo esto... — trató que su voz sonara dulce, no quería volver alterar al Loki, el cual parecía estar más calmado que hace unos minutos. — ¿A quién gritaste, Loki?

Los ojos del dios se posaron sobre de ella, se veían tristes y acongojados, pero pudo leer algo de confusión en ellos, de la cual al parecer, ni el mismo dios era consciente.

— ¿Qué? — preguntó en un suspiro, con un leve tono de confusión. Se soltó del agarre de la mujer y su respiración comenzó a hacer más notoria.

Sophie dio un pronunciado suspiro.

— Me gritaste algo sobre que gritaste y que no se detuvieron, ¿a qué te referías?

El dios se llevó ambas manos al rostro y comenzó a hacer círculos sobre este. Sophie solo observaba cada detalle del hombre, el cual le parecía un tanto extraño, ¿Cómo podía pasar de estar totalmente iracundo a volverse alguien inseguro y temeroso, de la nada?

— Discúlpame por haberte herido... yo... — comenzó en voz baja el hombre mientras movía sus manos con mucho ímpetu, pero su voz se ahogó en su propia garganta.

La mujer reconoció esa forma de comportarse, falta de control sobre sus propias manos como de su voz, en ella misma. Por más raro que fuera, le pareció entender al hombre que tenía frente a ella antes de mencionar palabra sobre lo que le acontecía. Sentía una extraña conexión que le decía que no podía enfadarse con él.

Intentó dedicarle su mejor sonrisa, pero solo pudo darle una pobre sonrisa, la cual pareció calmar al dios.

— No te preocupes, casi muero, pero estoy bien — dijo con algo de ironía, cosa que hizo que Loki diera una pequeña sonrisa. — Pensé que ya no seguirías atormentado, ¿podrías decirme que es lo que te pasa? Digo, para saber algo más de ti.

Llevó su mano hasta la cabeza oscura del dios e intentó acariciarla, pero fue nuevamente retenida por este.

— No necesito de tu lastima — le espetó él con algo de molestia.

— No es lastima — le explicó ella mientras se acercaba más a él. — Es darte mi apoyo y hacerte ver que estoy contigo.

Loki pestañeó rápidamente por unos segundos, para después desviar la mirada hacia el suelo y dar un ligero suspiro.

— ¿Recuerdas que te dije que pase tiempo en una celda? — preguntó el dios después de un tiempo de silencio.

— ¡Claro! Como olvidar el día que casi me destrozas el corazón por segunda vez — dijo con sarcasmo la mujer, aunque fuera algo serio, quería darle a notar al hombre que ella estaba ahí para hacerlo reír y darle su apoyo.

La boca del moreno se curvó por unos instantes en una ligera sonrisa de lado, para después volver a ser seria.

— Estuve en ese lugar, debió a que debía de cumplir una sentencia: "No saldría de ahí, hasta que llegara el Ragnarök sobre Asgard" — comenzó mientras no dejaba de ver el piso. — El tiempo que estuve en aquella celda fue relativamente corto, por como veras. Pero fue suficiente para vivir los peores tormentos mandados por el mismísimo Padre de Todos, el cual había clamado ser un padre amoroso.

Sophie escuchó atentamente todo mientras sentía como su corazón se encogía.

— Los guardias no tuvieron piedad contra mí...

Fue ahí que comenzó a comprender un poco todo. A su mente asaltaron los recuerdos de cuando lo vio por primera vez, gravemente herido, con algunas cortadas que posiblemente le habían comenzado a causar una infección. Cada cicatriz que podía ver en su cuerpo desnudo en esos momentos era el vivo recordatorio de su terrible tortura.

— Las heridas con las que llegaste...

El dios asintió sin levantar la mirada.

— Me gustaría poder decir que fue todo lo que hicieron, pero, para mí desgracia, no es así... — su voz comenzaba a quebrarse y, en algunos momentos, se distorsionaba por el fuerte sonido del agua al caer.

Sophie quiso cerrar la maldita llave pero la voz del hombre la detuvo, quería prestarle toda la atención y sentía que podía perder cualquier detalle en esos cortos segundos.

— Nadie en aquella ciudad me estimaba de verdad, ni siquiera mi familia, ¿Qué más daba lo que me pasara a mí durante mi estadía en aquella asquerosa celda? — podía escuchar como la voz del hombre se tornaba totalmente melancólica, algo extraño en él. — Nadie se interesó por visitarme, nadie se interesó si vestía discente o no, si dormía o no, mucho menos se interesaron por si me alimentaba o no.

"¿Qué más daba si moría? — soltó impregnando su dolor en aquellas palabras, ella lo podía sentir y lo podía experimentar, gracias al vínculo que los unía. Sintió unas tremendas ganas de abrazarlo, pero temía a que la fuera a rechazar, de nuevo. — ¿Qué más daba si me rompían? ¿Qué más daba que usaran el cuerpo de un débil dios que apenas se podía defender para satisfacer sus necesidades más bajas?

Un foquito de alerta se prendió en su interior. Algo la estaba haciendo ir por un camino que ella conocía muy bien. Las palabras del dios las resentía en su corazón y comenzó a recrear cada caricia que le habían dado la primera vez que la rompieron.

"Eres mía y a nadie más le podrás pertenecer, ni siquiera a ti" aquellas palabras tomaron más fuerza en su mente como las amargas lágrimas que había derramado en aquella ocasión. Tal y como estaba Loki, era el vivo reflejo de lo que ella había vivido.

El hombre se abrazó a sí mismo y escondió el rostro entre sus piernas. Ella posó su mano sobre el brazalete del hombre y miró con ternura al dios.

Este reaccionó de nuevo ante el tacto, pero la firme mano de Sophie no se apartó.

— No te hare daño, no como ellos — le aseguró ella con una tierna sonrisa. Ahora ella estaba consolando y ayudando a Loki ¿Quién lo diría?

— Realmente me las van a pagar — soltó con furia el dios. — Te juro que nunca pude hacer nada... por eso entiendo lo que...

Ella llevó su dedo a los labios del hombre y lo silencio. Acunó su rostro entre sus manos y comenzó a acariciar sus pálidas mejillas, las cuales se tornaban rojas por el agua caliente.

Aquellas palabras de Loki le hicieron comprender cada una de las noches que el vivio en tormento. Ahora entendía porque era tan reservado, porque estaba tan quebrado y porque lloraba todas las noches mientras dormía. Eran sus propias pesadillas las que lo estaban torturando. Con aquello, ella podía entender un poco más al hombre que tenía frente a ella. Sabía ahora cómo podría ayudarlo, así como él la ayudo a ella. Si algo diferenció esta ocasión su recuperación de la de hace tres años, fue, sin duda, la presencia del dios del engaño en su vida. Puesto que el luchó para poder estar con ella y se aferró a ella cuando más lo necesito. Y eso mismo era lo que ella haría.

El silencio los abrumó a ambos, solo los acompañaba el ruido del agua al caer. Sophie dio un suspiro y decidió ir a cerrar la maldita llave, para después ir hasta con el dios, lanzándose sobre de él en un abrazo, el cual tomó por sorpresa al mismo.

— ¿Sabes que siempre estaré contigo, verdad? — le expuso ella mientras lo estrujaba entre sus brazos, para después alzarle el rostro y verle aquellos hermosos verdes ojos.

Fue ahí que se dio cuenta que sus ojos no estaban húmedos por el agua que caía de la regadera, sino porque estaba llorando. Aquello le causó un tremendo pesar en su corazón. No dudó en volverse a lanzar sobre el hombre en un abrazo.

— ¿Por qué lo haces siempre tan complicado? — preguntó débilmente mientras recargaba su cabeza sobre el delicado hombro de ella.

— Yo nunca complico nada, solo... intento solucionarlo de la mejor manera.

— Sabes que no me gusta que me tengan lastima — insistió el hombre sin apartarse de ella.

— Y sabes que nunca te tendría lastima — reviró la mujer. — Esto no es lastima, esto es afecto.

Lo estrechó más fuerte entre sus brazos, cerrando sus ojos, y comenzando a acariciar su oscura cabellera.

El tiempo que estuvieron abrazados, desnudos y sin hacer más, le pareció eterno a la mujer, la cual estaba disfrutándolo.

Para cuando menos lo pensó, el frio y duro suelo del baño se volvió suave y caliente ante su piel. Abrió los ojos y suspiró ante lo que vio. Estaban en su habitación sobre la cama. Ella entendió en un santiamén la directa.

— Te dije que no quiero hacer esto, estoy cansada — comenzó a apartarse del dios, pero este la retuvo entre sus brazos y la tumbo sobre la cama.

— No te preocupes, yo también estoy exhausto, no pienso llegar a más — le aseguró el moreno.

Ella sonrió y comenzó a cubrirse con las colchas de la cama. El frio y mojado de su piel comenzó a luchar con el calor que las cobijas emanaban.

— Estamos mojados — le dijo ella un tanto consternada.

— Y queremos dormir, punto — le soltó mientras llevaba sus manos al cuello de ella para después, una vez que estas brillaron, comenzar a curar las heridas del mismo.

— Stark se puede molestar si dañamos sus caras sabanas — insistió la mujer.

— Stark se puede meter sus finas sabanas por su viejo y millonario culo — bramó Loki mientras arrugaba el ceño.

— Te has vuelto muy grosero...

— Algo intrascendente en la situación, puesto que solo buscamos dormir, no ver los errores del otro.

— De acuerdo, tú lo has dicho.

Sophie atrajo a Loki, el cual parecía sorprendido, y lo ayudó a recostarse sobre su pecho mientras comenzaba a jugar con sus cabellos mientras le tarareaba una canción.

El dios cerró los ojos y se dejó vencer ante el sueño en los brazos de la mujer, una vez que se había acomodado.

Ahora que ella conocía una parte más de aquel extraño dios, podía sentirse que cada vez se lograba acercar a aquel duro y desquebrajado corazón que el hombre poseía.

El tiempo que había pasado entre su celda y el laboratorio del genio lo estaban volviendo loco. Ahora solo podía visitar en algunas noches a Sophia y verla una que otra mañana para poder ayudarla en su entrenamiento. Gracias a Yggdrasil, lo único rescatable de todo aquel ajetreo que tenía, era que ya no tenía que ver a su hermano intentando visitarlo todos los días a su celda para intentar pasar "tiempo de caridad como hermanos". Ahora que se la llevaba encerrado en el laboratorio, además de sacar información de la tecnología de Stark, Loki podía utilizarlo de pretexto para poder mandar a volar las insistentes invitaciones del rubio dios de querer compartir, al menos, algunos de los alimentos con él.

— No seas tan cruel, después de todo es tu hermano — le había escuchado a Sophia a cada instante después de regresar de la visita de su nuevo grupo de amigas: la avispa, la mascota de Thor y la molesta de Darcy, la cual ya tenía tiempo sin ver, lo cual agradecía.

— Eres muy rudo con el fortachón — le decía Stark de vez en cuando después de despachar al rubio antes de concluir su invitación, la cual se la sabia de memoria.

Y en esa ocasión no había sido la excepción.

Loki había terminado de despachar al rubio de una forma muy grosera, pero en verdad el sujeto ya lo había sacado de sus casillas, su insistencia se había vuelto un martirio en cada mañana.

— Esta vez sí se te paso la mano, cornudo — expuso Stark mientras metía información en su ordenador sobre el cetro.

El Jötun entendía casi a la perfección el funcionamiento de dicho artefacto, y había simulado explicarle al genio todo sobre este, más el mortal había decidido buscar un enfoque diferente al objeto e investigar más a fondo toda su capacidad.

Se encontraba sentado sobre un banco metálico, frente a la mesa donde estaba el cetro, mientras que con su magia sobrecargaba al artefacto, no entendiendo bien que era lo que buscaba el genio.

— Nunca es suficiente cuando se trata de Thor — se encogió de hombros sin dejar de posar su vista sobre el cetro. — Si no soy cruel y certero con él, nunca entenderá a la perfección mi negativa.

Stark se acercó al cetro, mientras usaba unos lentes protectores y uno guantes, e intentó tomar un poco de las chispas que este emanaba mientras Loki seguía sobrestimando el artefacto.

— Algún día tendrás que ceder, Loki. Y llegado a ese día — tomó unas pinzas de plástico y las condujo hasta una de las chispas que rodeaban el cetro — tendrás que presentarlo frente a tu mujer como su cuñado.

El mortal sonrió y Loki rodó los ojos.

— No es mi hermano, Stark — gruñó por lo bajo mientras no desviaba su mirada del cetro. — Además, debo informarte que Sophia lleva una excelente relación con Thor sin necesidad de que yo los presente.

— ¡Ha! ¿Celoso, cuernitos? — soltó con sorna mientras sujetaba una de las chispas con extremo cuidado y la conducía a un contenedor de cristal.

— No son celos, ¿Por qué debería de estar celoso? — los ojos del dios se desviaron por un momento hacia el mortal el cual manejaba con destreza las pinzas y su precisión era casi gloriosa.

— Por un rubio, el cual no es precisamente uno de rizos — dejó la chispa dentro del contenedor y esta se vio flotando dentro de aquel tubo, sin tocar nada a su alrededor. — Últimamente han pasado tiempo de calidad, juntos.

El dios alzó una ceja y miró con detenimiento al genio el cual sonriera complacido ante la muestra de la energía del cetro que tenía en su mano.

Sabía bien a quien se refería. Ya antes lo había mencionado, al igual que Sophie en contadas ocasiones. El soldado del pasado había mostrado un cierto interés en la mortal y al parecer quería estar todo el tiempo que pudiera junto a ella, y eso era algo que molestaba, en gran medida, al dios. Pero por su desgracia, no podía hacer nada contra ello, ya que la mujer sentía un afecto por el mortal. Más no sabía qué tipo de afecto.

Por todas las noches en las que ellos habían pasado juntos, podía asegurar que su corazón le pertenecía en exclusiva a él, a nadie más. Pero aún seguía la pequeña duda de lo que el soldado pudiera hacer.

Ante aquellos pensamientos, no pudo más que comenzar a generar un poco de rabia, la cual se veía reflejada en la magia que ejercía sobre el cetro.

— No es algo que a mí me interese, Stark — mintió usando un tono de indiferencia.

— Yo creo que si — Stark se acercó con el frasco en mano hasta la mesa donde se encontraba el cetro. — Imagínate que un día los encuentres besándose...

Los ojos de Loki se abrieron grandemente. Iba a golpear al mortal por su atrevimiento, mas su mirada se posó sobre el frasco que sostenía en las manos y vio como aquella pequeña chispa comenzaba a descender hasta hacer contacto con la parte inferior del contenedor, generando una enorme luz, para después estallar precipitadamente.

Loki logró reaccionar en segundos.

Sujetó al inventor, interponiéndose entre la explosión y él, mientras los cubría a ellos en un campo de energía, haciendo lo mismo con la explosión en un intento por contenerla. La fuerza de la explosión fue tanta que, a pesar de haber sido controlada, fueron despedidos fuera de la habitación, atravesando la pared del laboratorio.

Sus cuerpos fueron a dar contra la pared del pasillo fuera del destruido laboratorio, mientras una cortina de humo color entre azul y verde comenzaba a emanar del cetro, inundando todo el lugar.

El dios había sido el que impactó contra la pared y Stark sobre de él. Por alguna extraña razón que él aun desconocía, antes de colisionar contra la pared, había intercambiado el lugar con el mortal para ser él quien recibiera el golpe.

Comenzó a sentir la mirada de algunos curiosos, como también los murmullos de los mismos. Supuso que el ruido había sido fuerte. Las alarmas del lugar se activaron y la voz de JARVIS comenzó a resonar por toda la torre, pidiendo la evacuación, seguido por la activación de los aspersores por todo el piso.

El dios escuchó como el mortal comenzaba a toser, mientras se comenzaba a incorporar lentamente.

— ¡Dios, la mejor experiencia explosiva de mi vida! — giró su rostro hacia el dios, el cual se dio cuenta que la cara del hombre se encontraba completamente negra con algunos toques de azul debido al humo del lugar. — ¿La podríamos repetir, querido?

Loki rodó los ojos para después intentar incorporarse, su espalda le dolía un poco por el impacto, pero no era nada que no pudiera soportar.

— Supongo que fue una excelente idea el ir a traer café, ¿Cierto? — escuchó decir a su costado, para descubrir después al Doctor Banner, junto al hombre hormiga y a Clint, quien al parecer acababa de regresar de su misión, observándolos con expectación.

— ¿Acaso alguien no supo manejar bien los químicos? — se burló el halcón, con una sonrisa de medio lado.

— De hecho, — comenzó Tony mientras se ponía de pie y se dirigía hasta donde estaba Bruce y los otros para después tomar uno de los cafés que traía en una bandeja — no son químicos, es magia. Y creo que he descubierto algo interesante — sonrió y le dio un sorbo al vaso que tenía en su mano.

— Espero y sea así — dijo Pym mientras le mostraba una radiante sonrisa. — No me gustaría que correr este riesgo de nuevo. ¡Estalló enseguida de mi laboratorio!

— ¡Vamos, no llores, gatito! No paso a mayores — se acercó hasta Loki, el cual se encontraba de pie observando toda la escena de brazos cruzados. — Los profesionales siempre lo tienen todo fríamente calculado — y dicho esto abrazó al dios por los hombros y lo condujo fuera del lugar. — Bueno, los profesionales se retiran.

— Tony, Pepper viene en camino — anunció Bruce mientras trataba que su voz sonara demandante. — ¿Quién le explicara este desastre?

— ¡Los asistentes de los profesionales, chico del café! — gritó mientras daban un giro al final del pasillo y se introducían a otro.

Tony giró su cabeza hasta con Loki y le sonrió divertidamente.

— Entonces, ¿Qué harás para evitar perder a tu encantadora chica? — preguntó fuera de contexto.

— ¿Qué? — dijo Loki confuso.

— Me refiero a que si ¿basaras solo tu relación del sexo, el cual no tiene nada de malo, o buscaras reconquistar a tu chica con regalos? No puedes dejarle el paso libre al capi paleta.

Loki dio un suspiro, para después enarcar una enorme sonrisa.

— ¿Recuerdas la condición que te di?

— ¿Qué le vas a regalar, Loki? — preguntó con curiosidad Tony.

— Podrías buscarle algo de mi parte... — dejó inconcluso el hombre.

— ¡Excelente! — exclamó el genio mientras se detenía en seco y se posicionaba frente al dios. — Podemos aprovechar la ocasión que se viene navidad. Puedo incluirte al intercambio navideño y arreglarlo para que te toque tu chica. Sería un encantador detalle.

— Me agrada — sonrió con complacencia el dios. — Solo que yo quiero escoger el regalo, tú lo compraras.

— ¡Por supuesto! Puedo convencer a Fury de que te conceda ese día... o más bien esa semana. Si no, nos pasamos sus reglas por el arco del triunfo.

— Una cosa, ¿podrías explicarme que cosa es "navidad"? — soltó la pregunta tras unos instantes de rondar con esa palabra en la cabeza.

— Cierto... No eres de por aquí — lo miró con más seriedad, mientras se ponía a buscar las palabras precisas. — Veras, Navidad es una fecha en la que se conmemora el nacimiento de un rey y dios, el cual es importante para algunas religiones — Loki enarcó una ceja molesto y algo aburrido, ¿no estará hablando enserio? ¿Cómo celebraría el cumpleaños de otro dios que no sea él? — Pero para nosotros, a excepción del fanático religioso del capi, — sonrió ante el apodo — es una fecha de consumismo, de competir quien tiene la casa más y mejor iluminada, entre otras banalidades.

— Suena interesante — la voz del dios era elegante y podría sentirse un tanto entretenida.

— Entonces, ¿aceptas mi propuesta?

— Por supuesto, Stark.

El genio le dio otro sorbo, más prolongado a su café, para después posar sus ojos en el dios y sonríele devuelta.

— Entonces, tendrás que cumplir con una tradición midgardiana — la sonrisa del genio era un tanto divertida, cosa que agradó al dios.

— Y ¿Qué cosa es?

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