Capítulo 12 (Pt.1)
Sage no podía entender como era que su amiga podía ser tan olvidadiza. Era muy común que siempre estuviera dejando sus cosas en cualquier parte. De ellas dos, Sophie era la más responsable y la más legal a la hora de trabajar, pero su único defecto era la terrible memoria que esta poseía para los pequeños detalles.
Ahora, por culpa de la olvidadiza de Sophie, tenía que hacer una desviación del camino a su casa hasta el departamento de su amiga. Claro que podía haberle llamado a su celular y haberse ahorrado esa molestia, pero la muy pendeja de su amiga traía el celular apagado. ¡Gracias! También podría haber guardado la camisa y habérsela dado el día de mañana, pero la curiosidad sobre lo ocurrido con Loki y Erick le carcomía por dentro. Es por eso que ahora se hallaba frente a la puerta del departamento de Sophie para conseguir matar dos pájaros de un tiro.
Toco a la puerta esperando no interrumpir una agradable reconciliación entre el pelinegro y su amiga. La puerta se abrió y dejo ver al hombre de la casa, con la toalla en la cabeza y una fruta en la mano.
— No entiendo cómo es que puedes olvidar las... — se detuvo cuando la vio en la puerta mientras ella le sonreía divertida—. ¿Qué quieres?
— Vaya forma de recibir — verdaderamente aquel tipo podía ser muy molesto cuando se lo proponía, pero también muy interesante y divertido de observar: todo un ser humano con problemas para controlarse —. Por cierto, me encantó el trancazo que le lanzaste a Erick, si algo te consuela, tu tenías todas las de ganar, tigre — le comento mientras ponía sus manos en los hombros de él, con ánimos de felicitarlo.
El hombre levanto la ceja completamente confundido, cosa que le pareció gracioso a Sage, la cual no pudo evitar soltar unas ligeras risas, después, simplemente, le agradeció, aun denotando confusión. Sage no pudo contener las risas y él solo pudo carraspear la garganta.
— ¿Qué quieres, Sage?
Ella le entrego la bolsa indicándole que necesitaba ver a Sophie para darle la blusa olvidada y poder hablar con ella.
Para la desgracia de la pelinegra, el hombre le dijo que se la entregara a ella en el centro de salud. ¿Acaso el hombre se la estaba ocultando?
— ¿Cómo se lo voy a dar en su consultorio, si ella está aquí? ¡Dah!
— No, ella no ha llegado.
Era completamente mentira, en recepción le habían indicado que había salido hace más de media hora, así que ella tenía que estar aquí, el auto lo delataba.
— Pero ella no ha llegado... — el ojiverde guardo silencio por unos instantes, para después abrir los ojos como plato y salir corriendo del lugar, dejando su toalla atrás.
— Hay no puede ser — se quejó Sage, este hombre le encantaba huir de todos lados, además era un completo idiota. Aventó la bolsa con la camisa dentro del departamento, para después cerrar la puerta de la entrada —. ¡Loki, espera!
Salió tras de él, pero en cuanto vio que tomo el camino de las escaleras, soltó un gruñido. Ella ni loca bajaría escaleras con botas de tacón alto, podía correr con ellas, pero no era muy buena subiendo y bajando escalones. Tomo el camino del ascensor para poder alcanzar al desaliñadoForrest que estaba corriendo como si no hubiera un mañana. Se sorprendió que cuando llego a la planta baja encontró a Loki parado frente al edificio observando el coche. ¿Cómo mierdas había llegado tan rápido? Trato de correr para acortar la distancia entre los dos, pero al estar a su lado no pudo aguantar más y comenzó a respirar agitadamente, necesitaba recuperar oxigeno lo antes posible, hizo una nota mental sobre que tenía que hacer ejercicio, verdaderamente su condición física era un asco.
Después de que se hizo presente, el maniático pelinegro la tomo de los hombros y la comenzó a zangolotear.
— ¿La viste salir? ¿Hace cuánto que salió? ¡DIME!
Ella lo intentó tranquilizar sujetándole de las manos, por fortuna el detuvo sus zangoloteos, verdaderamente este hombre no estaba bien, pero, que más daba.
— No, no la vi salir — respondió tratando de sonar lo más serena posible, pero todo lo que estaba pasando le pintaba mal —, y me dijeron que ya tenía aproximadamente veinte minutos que había salido. Ya debería de estar aquí — el hombre la soltó después de unos segundos de meditar y dirigió si mirada al cielo, como en busca de consuelo. ¡Dios! El hombre estaba totalmente abatido —. Tal vez fue a recoger algo a pie, o tal vez se quedó hablando con alguno de los vecinos, o no sé. No hay que ser fatalistas.
Puso una mano en su hombro, intentando consolarlo, bajo el rostro para que él no viera que también ella comenzaba a preocuparse por todo esto que estaba pasando. Fijo su vista en un objeto brillante que estaba en el suelo, soltó al Loki y se agacho a recogerlo, en la espera que no fuera lo que creía que era.
Para su desgracia, sí. Eran los cigarrillos y el encendedor de Paul Lerman, el padre de Sophie. Eso solo podía significar una cosa: algo malo le había ocurrido a su amiga.
— Es oficial, algo le pasó. Estos cigarrillos y este encendedor nunca los dejaría aquí tirados, son los de su padre — exteriorizo ella, para darle a conocer sus dudas.
— Hay que buscarla.
— Claro, llamare a Luke y veremos qué podemos hacer.
Cuando termino de hablar, el hombre ya había arrancado de nuevo.
— ¡Por Dios! A este hombre le dan energizantes de beber a diario ¿o qué demonios? — se quejó ella mientras guardaba el teléfono y seguía al hombre.
Giro sobre la esquina, donde terminaba la manzana. Minutos después ella hizo lo mismo, pero se sorprendió de lo que vio frente a ella. El hombre había desaparecido, extraordinariamente, frente a sus ojos.
— ¡Ay no mames! — exclamo sorprendida. En verdad, aquel hombre era todo un misterio.
Aterrizo, abruptamente, sobre unas cajas vacías de cartón, las cuales le sirvieron para amortiguar la caída. No tenía en mente a donde quería ir, así que solo pudo seguir la estela de magia hasta donde esta llegaba.
Se puso de pie, a duras penas, mientras se sobaba la espalda y se quejaba. Verdaderamente odiaba no poder usar magia como debería de ser, la que surgía de él a su voluntad, para su desgracia, eso era realmente imposible, ya que su esencia mágica estaba sellada por Odín, imposibilitada de usar. Gruño por lo bajo ante su maldita suerte.
Se sacudió un poco la ropa y comenzó a observar el lugar a donde había llegado. Eran unos almacenes que le resultaron ser muy familiares. La estela de magia no terminaba en ese montón de cajas, de hecho, iban más allá de las paredes del almacén que estaba al lado del lugar donde él había caído.
No entendió porque no pudo atravesar las paredes, pero la respuesta vino por sí sola, cuando una oleada de magia lo sacudió: había un hechicero dentro de aquel lugar. Eso significaba que Sophie estaba dentro de aquel lugar junto con un hechicero, no muy poderoso, por lo que pudo sentir, pero sí que le causaría problemas.
Rodeo el edificio en busca de una entrada manual, por así decirlo. Observo por unas ventanas y pudo observar a un grupo de personas que portaban armas e iban vestidos con ropa muy distinta a la de los militares y la policía de Midgard. Reconoció, entre aquellos hombres, al que una vez lo estuvo pateando cuando fue prisionero de aquel hombre, el cual, al parecer, estaba haciendo de las suyas, de nuevo.
Siguió buscando algún punto ciego por donde entrar. Encontró un hueco en una de las puertas del almacén, no había nadie cerca de ahí que pudiera descubrir su entrada; comenzó a idear un plan para poder atacar por sorpresa y, cuando estuvo a gusto con la idea y con un plan que la respaldaba, entro al almacén. Una vez adentro, comenzó con su plan.
Se escondió detrás de unas cajas de madera. Se concentró y comenzó a convertirse en Jötun, su piel y sus ojos cambiaron de color y sobre de él comenzaron a aparecer unas runas grabadas por su epidermis. Toco la pared y esta comenzó a congelarse, un camino hacia el techo de escarcha comenzó a aparecer, el cual, comenzaba a cubrir todo el techo de aquel almacén. Tal vez no tuviera magia, pero aún existía sus poderes como Jötun, ese fue la única ocasión en la que agradeció haber nacido en Jotunheim.
Observo al grupo de hombres que estaban en medio del almacén y sonrió ante el siguiente paso en su plan. Del techo comenzó a caer escarcha, como si estuviera nevando. Los hombres observaron atónitos aquel acto con total asombro y horror. Cuando logro que todos los hombres comenzaran a sentir miedo, busco un tubo que lo ayudara a avanzar y derribar a todos aquellos hombres. Lo encontró en medio de unas cajas que estaban al lado suyo, lo tomo y comenzó a provocar una ventisca con la escarcha y nieve que había en el lugar.
Corrió con el mayor sigilo con rumbo a con los hombres y, con el tubo congelado en mano, comenzó a golpearlos. No le pareció difícil manejar el tubo, era muy semejante, en tamaño y peso, a la lanza que una vez utilizo. Cuando vieron caer al segundo hombre, presa de Loki, comenzaron a disparar. Aunque el Jötun había creado un ambiente espeso con neblina, aun así no pudo escapar de uno de los disparos de los hombres, el cual se le incrusto en el brazo, pero por la adrenalina no sintió nada de dolor.
Siguió golpeando a los hombres dejándolos inconscientes a su paso, esquivando las balas. Loki era bueno luchando a distancia, pero aunque las luchas cuerpo a cuerpo no eran lo suyo, estaba haciendo un buen trabajo. Cuando quedo un solo hombre en pie, este busco esconderse entre la neblina, pero Loki sabía bien en donde estaba, por favor, él era un Jötun y su habitad siempre había sido el frio, estaba en sus venas, por más que él lo odiara.
— ¡No-no te tengo miedo! — escupió el hombre mientras sujetaba su arma y apuntaba en todas direcciones temblando.
Loki se acercó a él, para posicionarse a su espalda, con una velocidad increíble y lo sujeto del cuello con el tubo y la nuca.
—Deberías, inútil mortal.
Y acto seguido, le quebró el cuello. El cuerpo cayó sin vida al suelo, a merced de la escarcha que se había amontonado en este.
Busco entre la neblina algún rastro del hechicero que dominaba aquel lugar, pero no había nada al alcance de su vista.
— ¡Muéstrate! — grito el dios en son de demanda —. ¡Tus hombres no fueron más que puro entretenimiento!
Su tono fue el de burla, denotando su superioridad, ante todo. Pero a pesar de eso, su cuerpo estaba agotado ante aquella actividad física que había realizado, junto con sus poderes de Jötun. No dejaba de maldecir, internamente, su condición de mortal, porque por más que él podía asegurar que era un dios, sin su magia estaba muy limitado en cuestión de energía.
El silencio se hizo presente y solo la respiración de Loki, profunda y cansada, se lograba escuchar. Una risa comenzó a resonar en el lugar.
— Pensé que ya no vendrías, Asgardiano, o debería decir, Jötun. No sé, ¿qué te consideras tú?
El pelinegro gruño por lo bajo ante el comentario y comenzó a hervir del coraje.
— ¿Donde esta?
— ¿Acaso no te interesa saber quién la capturo? — pregunto la voz en tono de decepción. Aquello solo provoco que el Jötun se cabreara más mientras apretaba el tubo congelado en sus manos.
— ¿Donde esta? — volvió a insistir.
Una risa resonó y una silueta se hizo presente entre la neblina. Loki observo, sin bajar la guardia, como Gabriel salía entre la neblina. Su rabia se intensifico al verlo frente al él. Lo amenazo con el tubo mientras Gabriel alzaba las manos y sonreía tontamente. Como odiaba a aquel midgardiano.
— Tú, viéndote de esta forma y dicen que yo soy el monstruo aquí, que ridículo.
— Ahora que sabes la verdad, saltémonos el protocolo — expuso Loki — ¿Cómo sabes de mí, humano? ¿Quién te lo conto?
— Nadie que te interese, aun, hijo de Laufey.
Loki gruño y lo amenazo con el tubo, al cual le había creado una punta filosa con el hielo, al menos podría parecer más amenazante.
— No trates de hacerme enojar, mortal estúpido.
— Y tú — tomo el tubo entre sus manos y lo comenzó a doblar como si de hule se tratara —, no me menosprecies.
Loki lo miro serio, sin una pizca de miedo.
— Aunque seas un Dios, yo ahora estoy a tu nivel — le confeso el hombre mientras se acercaba más a Loki, de forma amenazante —. Pero en tu condición, posiblemente ya te he superado, por mucho.
El Jötun gruño y se lanzó sobre de él con el tubo en mano. Gabe sonrió y alzo la mano, haciendo que Loki saliera volando por una fuerza mágica que lo empujaba hasta chocar con unas cajas, haciéndole soltar el tubo. Soltó un alarido y después cayó al suelo.
El humano comenzó a reír, estrepitosamente, mientras avanzaba hacia Loki, el cual, estaba intentando ponerse en pie. Debía de seguir con el plan, en ningún momento, a pesar de las circunstancias, tenía que retractarse, ya que si lo hacía, tendría que abandonar a Sophie y eso era algo que no estaba dispuesto a hacer.
El cuerpo le dolía, pero debía de continuar y ponerse en pie. Cuando lo logro, Gabriel lo tomo del cuello y lo empujo contra las cajas que estaban a espaldas suya. Podía sentir como la mano de él se iba cerrando ante su cuello provocándole que cada vez le fuera imposible respirar.
— ¿Notas la gran diferencia entre tú y yo, asqueroso Jötun? — apretó más la mano sobre su cuello mientras Loki ahogaba sus gritos de dolor, no le permitiría hacerle creer que lo había vencido, ni ahora, ni nunca —. Yo tengo magia, y con ella, puedo hacer — levanto una mano amenazándolo mientras esta comenzaba a brillar — lo que yo quiera.
Lanzo su mano sobre la cabeza de Loki, pero este la detuvo con su mano antes de que impactara, con todo su fuerza.
— Tal... Vez... Tal vez tú... Usas magia — su voz sonaba apagada y a duras penas salía de su garganta, este hizo presión en su agarre y el brillo en la mano de Gabe comenzó a ser inestable —. Pero yo... La controlo.
Tomo la energía de la mano de Gabe y la hizo estallar entre los dos, provocando que el mortal retrocediera estrepitosamente, aturdido por la explosión.
Loki comenzó a sentir como aquella energía lo revitalizaba en gran medida, sonrió ante aquello y se lanzó, presuroso, contra Gabriel, con energía en manos. El mortal se cubrió usando magia y el pelinegro lo sujeto, fuertemente de los brazos con sus manos de Jötun. Inmediatamente la piel del hombre comenzó a volverse azul mientras daba fuertes alaridos.
— Tal vez estés a mi altura con tu magia, pero no dejas de ser un mortal — y dicho esto le apretó el brazo con fuerza, provocándole que este crujiera mientras se rompía por la fuerza.
— ¡Basta! — suplico Gabe mientras sus ojos comenzaban a brillar y hacia estallar su aura mágica.
Tras el estallido, Loki tuvo que retroceder y, por ende, soltó al hombre mientras se cubría el rostro con sus manos. Se le notaba lo furioso, el dios lo vio desde lejos, no podía acercarse, sería realmente arriesgado enfrentarlo ahora, estaba dejando que sus emociones influyeran en su magia, en vez de su razón y una magia descontrolada era totalmente peligrosa.
En esos momentos se le vino una idea muy interesante que le podía hacer de su desventaja, su ventaja. Tal vez Gabe pudiera tener magia en estos momentos, pero si seguía siendo tan explosivo, no podría canalizar toda la magia que tenía y en cualquier momento moriría. Así que lo único que tenía que hacer Loki era que siguiera perdiendo los estribos, y él era muy bueno para cabrear gente. Sonrió satisfecho ante su suerte.
Se acercó mientras se seguía cubriendo con los brazos.
— Ahora entiendo porque Sophie te considera un Monstruo — el mortal volvió a gruñir y su energía se intensifico, los aros de magia a su alrededor se estaban volviendo inestables. ¡Bingo! Estaba logrando su objetivo —. Supongo que por eso me escogió a mí.
— El único monstruo aquí eres tú, maldito mentiroso — le gruño mientras lo señalaba. Su cuerpo entero estaba cubierto de un aura totalmente errática e inestable.
— Yo solo miento, pero tú, tú eres el único aquí que intentó corromperla.
Gabe lo miro unos instantes con sus ojos blancos iluminados por su aura color rojiza. Acto seguido, rompió en carcajadas, mientras comenzaba a levitar por la ayuda de la energía que lo rodeaba. ¿De qué demonios se estaría riendo?
— ¿Intentar? — sonrió pícaramente mientras se llevaba una mano al mentón, el cual estaba completamente blanco rodeado por un aura roja —. Por Dios, te has quedado en el pasado — se puso frente a Loki mientras llevaba su boca a los oídos del pelinegro —: yo ya he logrado romperla completamente. Ahora ella me pertenece.
La sonrisa se borró de su rostro velozmente. El hombre se retiró rápidamente mientras comenzaba a reír con locura. Su aura seguía siendo inestable, pero ahora Loki era el que estaba comenzando a cabrearse. ¿Acaso había hecho lo que creía que había hecho? "Maldición, Sophie" maldijo internamente, mientras se lanzaba, con un gran salto hacia el mortal. Ahora sí, lo mataría sin piedad, costara lo que costara.
Antes de acercarse lo suficiente, Gabe volvió a estallar su energía haciendo que Loki retrocediera muy estrepitosamente, logro detenerse con una pared de hielo que logro crear, gracias Yggdrasil el ambiente estaba, en extremo, fresco y escarchado.
La mirada roja del Jötun lo fulminaba mientras el hombre lo incitaba a que volviera acercarse mientras le sonreía burlonamente. Loki se volvió a lanzar sobre de él, pero esta vez comenzó a manipular la magia que rodeaba al humano y la utilizo para protegerse. Cuando Gabriel quiso volver a lanzarlo con su magia, esta se le revirtió, lanzándolo a él, provocando que se estrellara contra unas cajas de cartón vacías.
El dios aprovecho aquello y fue hasta él para tomarlo del cuello y alzarlo para comenzarlo a congelar poco a poco, como también comenzó a manipular toda su magia a su favor. El midgardiano solo estaba gritando por el dolor que el frio le provocaba en su piel. Loki lo levanto, con todas sus fuerzas, sin soltarlo del cuello y lo miro con total desprecio.
— No perdonare que te hayas atrevido a tocarla, sucio y asqueroso mortal — le gruño furioso mientras soltaba una mano de su agarre y comenzaba a crear, sobre de esta, una daga de hielo.
Gabe soltó unas risas ahogadas en son de burla.
— ¡Oh, no! Tú... — comenzó a toser salvajemente mientras el aire se viciaba dentro de él por la falta de poder respirar —. Tú eres... El único que... Que le ha destruido — intento jalar aire, pero volvió a toser —... Su vida, amigo... Lo que... Lo que yo le hice... Es nada a comparación de... De lo tuyo.
Su sonrisa era totalmente burlesca en contra de Loki, el cual enfureció y le propicio a encajarle la daga en el abdomen, lo cual provoco que el hombre diera un alarido del dolor, seguido por una tos con sangre, pero la sonrisa de su rostro no desaparecía.
— ¡Yo solo intento no dañarla! — Exclamo furioso — Quiero enmendar mi daño hacia ella — su voz fue débil, pero con decisión.
— ¿En serio? — una fuerte tos lo comenzó abrumar — Y ya... ¿Ya le contaste... toda la ver-dad?
Loki gruño y aventó a Gabriel contra el suelo, con todas sus fuerzas. Solo se escuchó el sonido del cuerpo botando en el suelo, el crujir de los huesos y los alaridos del humano. Había logrado usar la magia que le quedaba a Gabe, ya que esta era limitada, para poder llenarse con su magia y poder utilizarla para después.
Creo otra daga de hielo y se lanzó contra Gabe, el cual estaba, a partes, de un color azul fuerte en su piel y algunos cortes en su piel profundos. Lo amenazo con la daga en el cuello y lo fulmino con la mirada.
— ¿Donde esta?
El hombre soltó unas risas mientras se comenzaba a ahogar con la sangre. Loki se enfureció y, tomándolo del cuello de la camisa, lo zangoloteó decidido.
— ¿DONDE ESTA? — elevo la voz, totalmente iracundo.
— En aquella oficina — confeso mientras su cabeza estaba suelta hacia atrás, su nariz señalaba la oficina en la que se suponía estaba la mujer —, ahí... Fue donde la deje.
Loki observo la oficina, sin soltar al hombre, el cual no dejaba de toser muy fuertemente. Una gota de sangre golpeo su mejilla débilmente, el Jötun levanto la ceja y giro el rostro hacía con Gabe. Lo miro por encima y, con la mano libre de la daga, se limpió la gota de la mejilla. Soltó al hombre y, después de mirarlo fijamente por unos instantes, arremetió con su daga en dirección a la cara del hombre, el cual cerró los ojos de manera pacífica en la espera del fin que nunca llego.
El dios había encajado la daga a un costado de la cabeza de Gabriel, en el suelo, sin tocarla ni herirla. Este, después de varios minutos, abrió los ojos y se topó con los ojos furiosos y rojos de Loki.
— No te matare — le confeso Loki mientras su mirada era de superioridad —, solo porque sé que tu "amo" lo hará cuando vuelvas a él, o el venga a ti — después le dio un puñetazo en la cara y lo soltó.
Acto seguido, Loki se puso en pie y le dio la espalda a un inmóvil Gabriel Ferrell.
— La persona que me encargo atraer tu atención — dijo en corrido solo para después ser interrumpido por mas tos y sangre —... Solo, solo te busca a ti y hasta... Hasta puedo asegurarte que tú la conoces mejor de lo que crees... Hijo... Hijo de Odín.
El inmortal se cabreo y, con dos dagas que había creado, arremetió contra los brazos y piernas del hombre para después agacharse y tomar su quijada y su nuca fuertemente y le quebró el cuello, acabando con su vida.
Las risas y la tos seso en ese instante, cosa que Loki agradeció. Camino hacia la oficina, aun siendo víctima de la adrenalina, y se paró frente a la puerta.
Esperaba, no, más bien, ansiaba el poder ver la encantadora y refulgente sonrisa de Sophie, era algo que necesitaba ver. La extrañaba, después de haber discutido y de haberla lastimado, solo quería ver de nuevo su encantadora sonrisa, la ansiaba como el aire.
Observo la puerta y llevo su mano al pomo de la puerta. En un principio dudo en abrir la puerta, por lo que se pudiera encontrar, pero después concluyo que no podía seguir dejando a Sophie sola. Abrió la puerta y entro por el umbral esperando cualquier cosa.
Dentro de la oficina, todo era silencioso, estaba totalmente solitario, solo había una cama en el suelo y sobre de ella estaba Sophie, abrazándose a sí misma. Loki corrió hasta ella, en su auxilio. ¡Gracias a Yggdrasil estaba bien!
— Sophie — se acercó él mientras la sujetaba del hombro, su piel estaba dejando de ser azul para volverse a su color pálido habitual.
Logro escuchar sus sollozos, pero aun así estaba feliz, ella estaba bien y eso era lo único que importaba.
— Sophie — la volvió a llamar al no obtener respuesta mientras acentuaba su agarre en su hombro.
La mujer grito estridentemente y comenzó a golpear a Loki con fuerza mientras se alejaba de él, temerosamente.
— ¡Déjame! — gritaba ella entre sollozos, mientras se cubría más y daba la espalda —. ¡No me toques!
Loki se acercó y la intento calmar.
— ¡Sophie, soy yo! — exclamo él mientras volvía a sujetarle sus hombres de la forma más suave.
Sophie volvió a resistirse y esta vez le asesto una patada, el hombre solo se quejó pero no dejo de intentar acercarse a ella.
— Mírame, soy yo — la sujeto de las muñecas para que lo viera y se diera cuenta que realmente era él.
Cuando Sophie forcejeo y se giró para seguir golpeándolo, Loki entendió porque se estaba protegiendo tanto.
La mujer traía la ropa rota, tanto la interior como la casual; estaban a la vista sus bien formados senos y su encantador abdomen, como también parte de su entrepierna. Fuera de sentirse atraído por aquello, Loki no pudo sentir más que ira y rabia. La atrajo hacia él mientras ella forcejeaba.
— ¡Suéltame, por favor! — seguía gritando ella mientras los cálidos brazos de Loki la intentaban cubrir —. ¡No!
Una vez que el Jötun la tuvo completamente entre sus brazos, ella se resistió un poco más, para después caer rendida entre sus brazos. Fue ahí cuando Loki logro ver su rostro completamente empapado por el llanto, su cara estaba enrojecida y su piel estaba ardiendo. El dios sintió la impotencia de no poder hecho nada, y el dolor lo comenzaba a inundar. ¿Cómo había sido posible que no pudiera defenderla de esto? Había decidido el protegerla, ante todo y ante todos, que nadie se atrevería a tocarla ni con el mínimo pétalo de la flor más linda de Asgard. Pero no pudo cumplirlo.
Escucho unas sirenas a lo lejos y lo hizo entrar en razón. Tenían que irse de ahí, la policía no podía verlo ahí, ya que harían muchas preguntas, y si averiguaban quien era realmente, lo llevarían ante los vengadores.
Se quitó su chaqueta y su camisa, para después vestir a Sophie con esta. Se puso de pie, con la mujer en brazos, y camino fuera de la oficina. Observo por última vez su salvaje obra de arte y, con una sonrisa en el rostro, utilizo toda la energía que había tomado de Gabe - la cual no era mucha - y uso parte de su energía para teletrasnportarse e ir a su departamento.
La caída fue muy inestable. Cayeron de lleno sobre el suelo, pero Loki siempre evitando caer sobre la mujer, el Jötun recibió, con todo, el impacto contra el suelo. Al menos ya estaban en su hogar. Habían caído en el pasillo que conectaba las habitaciones.
Loki se levantó como pudo, ya que no tenía nada de energía y comenzaba a sentir el bajón de adrenalina, con Sophie en brazos y caminaron hacia el cuarto de ella. Recostó a la mujer en la cama, la arropo y le dio un beso en la frente. Salió del cuarto y, tras haber cerrado la puerta, se recargo en ella dejándose caer. Vio sus brazos, los cuales volvieron a ser azules. El hombre gruño y comenzó a sentir como el dolor de la herida de bala comenzaba molestarle en su brazo derecho.
Saco del pantalón una de las dagas que había creado y se apuñalo en el brazo intentando sacar la bala de aquel lugar. Ahogo varios gritos intentando no despertar a Sophie, pero realmente le dolía. Cuando logro sacar la molesta bala, creo un hilo y aguja con lo poco de magia que tenía y comenzó a suturarse la piel. Aquello era algo de lo que había aprendido durante su tiempo en el hospital, pero aunque sabía que necesitaba de otras cosas para hacer un mejor trabajo, supo que en estos momentos no podía darse el lujo de hacerlo. Una vez terminado su labor con el hilo, lo anudo y cortó con la daga lo que sobraba, lanzo la daga frente a él y se recostó plácidamente en la puerta del cuarto de Sophie.
Se odiaba porque no había podido cumplir una minúscula promesa a sí mismo, la de siempre protegerla. Pero, a pesar de que quiso deslindarse completamente de ella, no podía, había un lazo muy fuerte que lo mantenía a su lado para quererla cuidar y proteger. Pero él había roto aquel lazo y ahora se sentía como la peor escoria y deseoso, con todas sus fuerzas, de revivir los castigos de Asgard, a pesar de que le tenía un pavor el volver si quiera ha dicho lugar, para hacerlo pagar la falta de compromiso hacia ella.
Se abrazó a sí mismo y comenzó a hacer algo que hacía tiempo que no hacia: llorar. No llorar a cantaros, solo estaba derramando una que otra lagrima y era algo que no podía evitar y no tenía las ganas de hacerlo.
Intento ponerse de pie, pero su cuerpo no le respondió del todo bien. Su cuerpo estaba herido, sus fuerzas totalmente agotadas y él, no pudo más que dejarse ceder ante el cansancio que sentía solo para después, caer al suelo, totalmente inconsciente.
El ruido molesto comenzó a zumbar dentro de su cabeza, ampliándose hasta el exterior. Intento abrir los ojos, pesadamente cuando esto dejo de sonar, a los segundos volvió a sonar como abeja que zumbaba, molesta e insistente.
Abrió sus ojos rápidamente, molesto y soltó un bufido. Miro a su alrededor confundido, no estaba en su cuarto y su cuello le molestaba. Tanteo el lugar donde estaba y sintió el piso y la pared fría, no estaba en su cama. Comenzó a recordar cómo es que había llegado hasta ahí y recordó lo ocurrido ayer, se llenó de odio y de coraje solo de revivir aquellos recuerdos.
— Sophie — se puso de pie una vez que recordó todo y entro al cuarto de la chica. La vio recostada en su cama aun envuelta en sus sabanas, se acercó silenciosamente a ella y la vio dormir hecha todo un ovillo, al parecer la noche entera la había pasado llorando en sueños. Dio un leve suspiro, al menos ya estaba a salvo en su casa y junto a él.
Le acaricio la mejilla suavemente con la parte dorsal de su mano mientras pasaba unos mechones detrás de su oreja, solo para después besarle la mejilla y la frente. Se veía tan indefensamente hermosa mientras dormía. Pero, lamentablemente, no pudo dejar de recordar lo trágico que había sido todo para ella la tarde de ayer. A Loki le hubiera gustado haber podido hacer más para haber evitado lo que a ella le había ocurrido, pero ya era tarde, era muy tarde.
El ruido volvió a sonar insistente, sacándolo de sus pensamientos. Loki gruño internamente y salió de la habitación dispuesto a buscar el origen de aquel infernal sonido. Este provenía de la sala, de un aparato con botones con números. "Teléfono" lo había nombrado Sophie cuando le mostro su ubicación y le dio una lista con números y nombres a quienes acudir solo en caso de urgencia. El Jötun intento silenciarlo, pero en vez de eso, decidió atenderlo. Era fácil de usar, había observado como lo usaba la mujer y no era algo tan complicado, solo debía de hablar por el micrófono que este tenía integrado y escuchar atentamente por la bocina.
— ¿Si? — pregunto Loki un poco ansioso, era su primera vez al teléfono.
"— ¡Loki! ¡Gracias al cielo que contestas! — soltó una voz en un suspiro del otro lado de la línea — Soy Sage, ¿Encontraste a Sophie?"
— Si — contesto pesadamente.
"— ¿Ocurre algo? — pregunto Sage preocupada."
Loki dio un suspiro, de una u otra forma, la entrometida mujer se terminaría enterando de todo. Además, tenía que reconocer por más que le doliera, que necesitaría ayuda para poder cuidar de Sophie, tras lo ocurrido, nunca antes había estado en una situación como la que estaba.
— Gabriel la tenía y él...
"— ¡Oh Por Dios! — lo interrumpió la mujer mientras exclamaba en un tono molesto —. Voy a matar a ese hombre — Loki sonrió débilmente ante el comentario. "Ya lo hice" le hubiera gustado decirle, pero eso era algo imposible —. Estaré ahí en el transcurso de la mañana. Necesito ver que ella está bien."
— Ahora esta tranquilamente dormida — le aseguro él mientras se aferraba más al dichoso aparato —. Pero no sé cuánto dure en esa tranquilidad.
Sage dio un pronunciado y prolongado suspiro a través de la línea.
"— Loki... — comenzó ella con voz dulce, era la primera vez que la escuchaba hablar así y no con su característico tono de burla y sarcasmo —. Gracias, por todo."
— D-de nada — dijo secamente el hombre mientras la mujer se despedía y colgaba su línea.
El pitido se hizo presente junto a su oído. Colgó, ahora él, el teléfono y dio un largo suspiro. Giro su rostro en dirección a la habitación de Sophie. Ahora él tenía que cuidar y atenderla a ella.
Debía de hacerle de desayunar. Fue a su cuarto por una playera cualquiera, ya que le había dado la que tenía a ella, y fue a la cocina a preparar algo.
Por fortuna para él, y sobre todo de la de Sophia, ella le había enseñado a preparar cosas sencillas. ¿Qué tan complicado podría ser preparar pan francés sin la ayuda de Sophia?
Abrió pesadamente los ojos. La cabeza le dolía, al igual que todo su cuerpo. Se tallo sus ojos y sintió como el salitre de las lágrimas se desprendía de su piel, al igual que las lagañas.
No recordaba mucho de lo que había acontecido el día de ayer. Como tampoco recordaba cómo había terminado vestida con la camisa y la chaqueta de Loki. ¿Acaso había hecho algo impropio de lo que no se acordaba?
Lo que más le preocupaba era la sensación de sentirse sucia sin razón aparente. Se observó manos y el resto del cuerpo, se encontraba limpia y sin mugre ni nada. ¿Entonces por qué se sentía sucia? Intento buscar una explicación al porqué de su amnesia, ya que intentaba recordar sin mucho éxito parte de lo que había pasado ayer.
Sabía que ayer se había peleado con Loki, para variar, y que había ido a intentar el arreglar las cosas. Pero, por alguna razón rara termino encerrada y amarrada dentro de un almacén y de ahí en adelante, no recuerda nada. Cuando intentaba recordarlo, solo provocaba que su cabeza le doliera. Al parecer su mente había suprimido un recuerdo, algo que parecía ser muy importante y doloroso para ella.
La puerta de su habitación se abrió, sacándola de sus pensamientos. Levanto el rostro y vio a Loki mientras asomaba la cabeza por la puerta.
— Vaya — sonrió débilmente —, despertaste — entro al cuarto por completo y avanzo hasta la cama de ella, lo cual la hizo sentir tremendamente incomoda —. ¿Cómo amaneciste?
— Bien — respondió ella mientras se acariciaba la cabeza y se incorporaba un poco en la cama —, supongo.
— ¿Quieres desayunar? — su voz era apagada, algo normal en él, lo diferente ahora era que ella no soportaba la simple presencia del hombre en su alcoba, mucho menos su cercanía.
— ¿Ha-harás desayuno? — pregunto curiosamente nerviosa. Era extraño que el hombre intentara cocinar algo.
— Ya prepare algo, solo que no se si haya quedado bien.
Loki sonrió mientras encogía los hombros y se acercaba más a ella. Sophie no pudo más que retroceder y encogerse en su cama para evitar el contacto de aquel hombre. ¿Qué demonios le estaba pasando?
— Sí, tengo hambre — soltó presurosa —, pero vete ya, tráeme el desayuno por favor, pero sal rápido de mi cuarto.
El pelinegro enarco una ceja, confundido ante la reacción de ella y asintió para después irse de aquel lugar.
La mujer no terminaba de entender por qué había sentido miedo ante la cercanía de Loki, siempre había sentido alegría y dicha de poder estar junto a él. ¿Por qué ahora era diferente? No tenía la respuesta, pero si podía asegurar que era algo que estaba relacionado con lo que había suprimido su memoria.
A los minutos regreso Loki con una bandeja con comida, la puso sobre la cama — sufrió la misma sensación: miedo, odio y ganas de golpearlo al sentirlo cerca — y retrocedió unos pasos mientras la observaba preocupada, al parecer él también se había percatado de su errática, y sin sentido alguno, reacción. El, realmente, no se merecía ese trato.
Ella llevo su vista a la bandeja y sonrió ante lo que estaba ahí servido. Era algo semejante al pan francés que ella preparaba. Era el único platillo que Loki había insistido en aprender, el cual fue un total desastre la primera vez que lo preparo. Levanto el rostro y observo con más detenimiento a su compañero de departamento: traía su camisa salpicada por algo de huevo crudo, un poco de aceite, leche y rastros de queso por la cara y en lo que vestía. Pensó que tal vez tendría mucho trabajo al lavar su ropa para eliminar el aceite de esta.
— ¿Te pareció bien?
— No lo sé, aun no lo he probado — expuso ella intentando sonreírle. ¿Por qué no podía sonreírle abiertamente, como siempre? Sinceramente, algo andaba mal con ella.
— Entonces, pruébalo — le animo él.
Ella tomo sus cubiertos y comenzó a partir el pan en un trozo para después llevárselo a su boca. El sabor no era tan espectacular, pero era pasable. Había elaborado un buen pan francés, y eso era algo para felicitarse.
Corto otro trozo y se lo llevo a la boca mientras alzaba la mirada hacia Loki.
Se asustó y aterrorizo con lo que vio. Era el rostro ensangrentado de Gabe mientras le sonreía monstruosamente. Este portaba un casco con cuernos, el cual le impactó más. Soltó un alarido mientras sujetaba una de las almohadas de su cama y se la lanzaba a Loki.
— ¡Fuera de mi alcoba! — grito ella totalmente aterrada, su cuerpo había comenzado a experimentar un estrés tremendo con solo ver el rostro de Gabe, pero sobre todo un estrés que le era muy familiar en unas situaciones que había vivido, pero de las cuales no podía recordar — ¡Largo!
La primera almohada había dado en el blanco, como las tres siguientes que ella había lanzado después, una tras otra.
— ¡No te me acerques! — Sus gritos se elevaron dos octavas — ¡No quiero nada de ti!
Loki huyo del ataque de las almohadas, dejándola sola. Comenzó a jadear fuertemente, para devolverle el aire a sus pulmones. No entendía porque le había dicho aquellas cosas, ni mucho menos porque le había lanzado almohadas al pobre hombre. ¿En que estaba pensando? Loki le había hecho de desayunar y ella le había pagado golpeándolo. Realmente estaba siendo una tremenda idiota.
Se volvió a recostar en su cama, esta vez sin almohadas y se llevó las manos a la cara, debía de reordenar sus ideas y entender por qué demonios se estaba comportando y sintiendo así.
— ¿Aun en la cama, Lerman?
No había escuchado la puerta abrirse, así que la voz la tomó por sorpresa. Se incorporó sobresaltada para encontrarse a una sonriente Sage de brazos cruzados.
— ¿Tan tarde es? — cuestiono ella mientras giraba el rostro y veía su reloj que se encontraba sobre su buro. Eran las 9:30 am —. Hay no puede ser, ¡Es tardísimo!
La mujer de ojos chocolate se intentó incorporar, pero una tosca Sage la hizo frenarse y la tumbo de nuevo en la cama.
— Tranquilízate — comenzó intentando sonar consoladoramente demandante —, hoy no iras a trabajar, tienes el día libre.
— ¿Pero por qué?
Sage estuvo seria ante ella, para después se sentarse a un lado de la cama. Ya sentada, tomo uno de los cojines que estaban en el suelo y se lo enseño, Sophie se encogió de hombros y su amiga, con una sonrisa, le lanzo el cojín a la cara y esta solo lo sujeto después de impactar. Lo observo confundida y dio un largo suspiro.
— ¿Viste a Loki?
— Sip — respondió con media sonrisa —. Aun no entiende cómo es que las almohadas puedan ser usadas como armas.
Sophie sonrió débilmente ante el comentario, mientras veía al cojín.
— Dile que lo siento — su voz era débil. Era una súplica para no verlo, no lo quería cerca.
— ¿Por qué no se lo dices tú? — cuestiono Sage.
Recogió sus piernas y se abrazó de ellas mientras hundía su rostro en sus rodillas.
— No quiero verlo — no entendía cómo es que aquellas palabras salían de su boca sin siquiera quererlas decir —. Y no sé porque.
— Yo tengo una leve idea del porque... — divago Sage.
Sophie levanto el rostro en busca de la respuesta que podía tener su amiga.
— Dime...
— ¿Cómo sigues de lo de ayer? — desvió ella.
— Sage, por favor, dime — suplico la castaña un poco molesta.
— ¿Cómo te sientes? — volvió a insistir la otra mujer.
— ¡No lo sé qué demonios paso ayer! — soltó molesta, estaba jugando con ella y eso era algo que Sophie odiaba —. No recuerdo nada de ayer. Dime, ahora ¿por qué estoy así? ya que tú lo sabes todo.
— ¿En verdad no recuerdas nada? — su voz se tornó preocupada.
— Por favor, Sage, quiero saber qué es lo que está pasando.
Sage perdió toda fuerza en su porte y dio un largo suspiro.
— Ayer — divago unos segundos en busca de palabras que fueran asertivas al momento —, te secuestraron y... — trago saliva y se quedó en silencio por unos instantes —. Pero gracias a Dios, pudimos dar contigo, antes de que pasara a mayores.
Sophie observo los ojos de su amiga por unos instantes, pudo ver en ellos un pesar muy grande. No entendió a que se debía aquello, pero supuso que era algo que su amiga no iba a externar. Volvió a ella un sentimiento de angustia, de ansiedad. Se abrazó a ella misma con más fuerza y miro fijamente a su amiga.
— No piensas decirme aun toda la verdad, ¿O sí? — soltó ella mientras se aferraba más a las colchas.
— Aun no está lista — fue la simple explicación de Sage.
— Bueno — salió de su cama y se puso en pie, sin dejar que su amiga hiciera algo por evitarlo —, no estoy lista para esto, pero si para trabajar.
Fue directamente a su armario y comenzó a buscar algo que ponerse. Aun traía puesto la camisa y chaqueta de Loki, pero vestida solo en interiores. Podría imaginarse algo de lo que pudo haber pasado, pero simplemente se negaba a aquella idea, no la podía ni siquiera concebir como cierta, le era dolorosa y muy traumaste. Ya lo había vivido antes y era algo que no le gustaría revivir.
— ¿Piensas trabajar medio turno? — indago su amiga curiosa.
— Pienso distraerme — expuso mientras sacaba una blusa y un pantalón —. No sé exactamente qué fue lo que paso ayer, pero no me pienso quedar aquí a vivir esta maldita incertidumbre que me está matando.
Camino hacia la cama y dejo la ropa limpia que usaría, tanto interior como exterior. Puso sus manos sobre la chaqueta de Loki y se la saco para después aventarla a su cama. Tomo los botones de la camisa y dudo unos instantes en comenzar a desabotonársela, podía oler a través de la ropa el dulce aroma que siempre desprendía aquel hombre, regaliz combinado ahora con la loción que ella le había regalado, era tan adictivo.
— Te vez verdaderamente sexy con la camisa de tu hombre — puntualizo su amiga con una sonrisa pícara —, pareciera otra cosa.
Sophie salió de sus pensamientos y observo la sonrisa de su amiga, se sonrojo ante el comentario aquel, pero se incomodó solo de pensar en llegar a aquello a lo que su amiga hacía referencia, comenzó a sentirse sucia y usada, comenzó con desesperación a desabotonar la camisa. Una vez libre de esta, la lanzo a la cama y se puso rápidamente una blusa manga larga, la cual le provoco sentir el collar contra su pecho, se sentía frio al tacto; lo ignoro, se colocó el pantalón y comenzó a buscar un calzado que usar. Odiaba aquella sensación, de sentirse ultrajada y con mancha, pero aun no entendía el porqué de todo aquello.
Se colocó unas botas y comenzó a buscar su bata. Le extraño el no encontrarla, así que decidió usar su vieja bata.
— Bien — comenzó Sophie mientras se acomodaba la bata y el cabello —, termino de desayunar y nos vamos al centro de salud.
Sage rodo los ojos y se puso de pie con la camisa y la chaqueta de Loki en manos. Las olio y después dio un suspiro.
— Realmente huele bien tu hombre — sonrió.
— ¿Crees que Loki esté listo para irnos? — cuestiono la castaña ignorando a su amiga.
— Se está bañando en estos momentos.
Sophie tomo plato con comida y se dispuso a terminar con su frio desayuno. Acto seguido, una vez terminado el platillo, tomo su maletín y salió de su cuarto, seguida por su amiga. Todo le generaba dudas: el cómo había llegado a su casa, si se supone que había sido secuestrada; el cómo había olvidado todo lo acontecido el día de ayer, referente a su secuestro; el por qué se tensaba cada vez que Loki se acercaba; y, lo más agradable y desagradable a la vez, el cómo había terminado vestida solo con la ropa de Loki. Todo eso la tenía totalmente confundida, pero Sage y, supuso que también, el ojiverde no le dirían nada de aquello, supuestamente, por su bien. Ella podía comenzar a sospechar a que se debía tanto misterio, porque al fin de cuentas, era su cuerpo y, este, era ella, pero la simple idea le hacía temblar. A ver pasado otras por lo mismo, no era algo que le gustaría, otra vez, retomar.
Se sentó en la sala, lista para ir al consultorio, su amiga la imito. A los minutos, llego Loki, frotando la toalla en su cabello intentándolo secar. Sage sonrió y Sophie evito, a toda costa, mirarlo a los ojos, no le gustaría confrontar a alguien que acababa de golpear sin razón. Su amiga hizo bola la ropa y se la aventó al recién llegado, tomándolo por sorpresa.
— Encantador aroma, tigre — su sonrisa era de total diversión.
Loki gruño y se agacho por la ropa. Observo a Sophie, mientras enarcaba una ceja. Se acercó a ellas.
— ¿Por qué ella esta vestida?
— Piensa ir al centro de salud — se encogió de hombros Sage —. Es una idea que le entro a esta loca.
— Debe descansar — su voz sonó demandante —. Ella no ira, se quedara aquí...
— Hola, estoy aquí, ¿lo olvidan? — Con los brazos cruzados, hizo acto de presencia, se había sentido ignorada y quería dejar de estar ausente en su discusión — ¿Y quién les da el derecho de decidir por mí?
Loki la miro fijo a los ojos, mientras ella comenzaba a sentirse intimidada, ese tipo de miradas tan profundas del hombre siempre la había hecho sentir de ese modo. El hombre bufo y se fue al cuarto.
— Haz lo que quieras, mujer.
Sophie sonrió un tanto victoriosa y un tanto satisfecha de que Loki se fuera ido de su presencia, su cercanía la ponía totalmente nerviosa y ansiosa.
¿Qué demonios era lo que estaba pasando aquí?
A Loki nunca le gustaba salirse de sus labores, pero era necesario ir para que alguien le checara la herida. En un principio le costaba aceptar que su labor de suturarse estaba hecho mal, pero el dolor le estaba costando moverse con más naturalidad y que aquella herida estuviera sangrando no era buena señal.
Giro velozmente entre los pasillos hasta llegar al consultorio que buscaba. Toco la puerta y una voz femenina lo invito a pasar. Abrió la puerta y se adentró al consultorio. Sabía que lo más cómodo, para él, hubiera sido ir al consultorio de Sophie, pero con todo lo que estaba pasando y con lo que había hablado con Sage, no era lo más óptimo para ella.
La mujer levanto el rostro de los papeles en los que estaba escribiendo y al ver al hombre, el cual se sujetaba el antebrazo, sonrió divertida.
— Esto es muy humillante para mí, pero... — vacilo unos instantes, mientras las palabras se le anudaban en la garganta —. Necesito tu ayuda, Sage.
— ¿En qué te puedo ayudar, tigre? — se cruzó de brazos y piernas mientras lo observaba curiosa y divertida.
Loki suspiro ante el apodo y descubrió su brazo de su mano, dejando ver la mancha de sangre que se había formado por la herida.
— Dios — exclamo mientras se ponía de pie e iba hacia él —. Hasta que se me va hacer verte semidesnudo.
Loki rodo los ojos y comenzó a desabrocharse la camisa, evitando moverse más. Realmente aquella mujer nunca podía tomar nada serio.
— ¿Te duele? — cuestiono mientras pinchaba su antebrazo con un alfiler.
El hombre negó.
— Bien, supongo que ya hizo efecto el calmante — dijo la mujer mientras se ponía unos guantes de látex y comenzaba a tocar el brazo del hombre.
Sage nunca había sido una médica con métodos tradicionales, siempre era muy extravagante para tratar a sus pacientes. Aunque en pocas ocasiones había pacientes que se quejaban de ella, la mayoría coincidía que era muy buena en su trabajo.
Tomo un poco de agua oxigenada y algodón y comenzó a limpiarle la herida al hombre que estaba sentado frente a ella, en su escritorio. Por su desgracia había mandado a cambiar su cama de exploración y aun no le llegaba la nueva que le habían prometido. De la herida comenzó a brotar abundante espuma, lo cual indicaba lo que ella sospechaba.
— Debo felicitarte, Loki — dijo ella mientras observaba la espuma que se formaba en la herida de él y este hacia una mueca de molestia —, hiciste un excelente trabajo al colocar las suturas. Pero debo regañarte por el hecho de que no te hubieras desinfectado. Repíteme, ¿cómo obtuviste esta bala?
Loki le había comentado, a groso modo, lo ocurrido durante el rescate milagroso de Sophie, que aún no terminaba de entender varias cosas. ¿Cómo era posible que alguien tan menudo —ni tanto, después de verlo sin camisa— pudiera haber dejado de lado a un montón de gorilas? Sage conocía bien a los hombres de Gabe y sabía bien que no se trataba de unos simples enclenques, sino más bien de un grupo de matones y de pandilleros, y como para que alguien como el pelinegro que tenía enfrente, los enfrentara solo, era al casi imposible de decir que todo se inclinara al favor de su inquilino favorito.
Sage comenzó a limpiar la herida con agua jabonosa y comenzaba a considerar la idea de retirarle los puntos y analizar a fondo la herida.
— Me vieron y esta me rozo de mala suerte, eso es todo — se encogió de hombros —. Confórmate con eso.
— Mmmm — comenzó Sage mientras iba por unas tijeras y unas suturas, era decidido le retiraría los puntos, por más buenos que estos fueran, ya que la herida se le había abierto —. No termino de creérmelo, pero, tus motivos tendrás al no decirme todo. Ahora, si me disculpas, removeré estos puntos para cerrarte la herida, de nuevo.
Comenzó a cortar los puntos, mientras el hombre solo arrugaba la nariz ante el jaloneo.
Nada de lo que últimamente había visto y vivido con este hombre tenía sentido. El que hubiera desaparecido frente a sus ojos, el que se hubiera enfrentado a los gigantones amigos de Gabriel, el que hubiera sobrevivido a estos mismos hombre sin muchos rasguños y la increíble rapidez con la que había encontrado a Sophie sin la ayuda de nadie. Algo aquí no cuadraba bien. Agréguenle a eso, la noticia que había visto en el periódico de esta mañana: habían encontrado uno de los almacenes abandonos en completo estado de congelación, la policía aseguraba que el lugar parecía como si fuera una recreación de alguna bizarra película de Navidad, pero sin los renos y con muchos heridos y muertos. No quería adjudicarle todo esto al hombre, pero el hecho de que en el lugar de los hechos hubieron encontrado una bata blanca y un hombre con las descripciones muy semejantes a las de Gabriel, le era algo muy difícil de dejar a un lado.
Cuando termino de remover todos los puntos, comenzó con un algodón a limpiar toda la herida. El hombre solo observaba, curioso, cada cosa que ella hacía, supuso que para saber qué era lo que tenía que hacer exactamente en la próxima oportunidad que tuviera. Una vez limpia y desinfectada el área, comenzó a trabajar con las suturas, se acercó más al hombre, se embriago por el aroma que este emanaba, era semejante al que había olido en la mañana. Dio un leve suspiro mientras encajaba la aguja en la delicada piel y comenzaba su trabajo, con una divertida sonrisa.
— Esto se ve realmente malo — soltó ella entre risas.
— ¿Tan mal esta la herida? — cuestiono él, un poco alarmado.
— No me refiero a la herida, si no a como estamos. Esto se ve un tanto comprometedor.
— No creo que se vea de esa forma — soltó inquieto Loki —. Solo... Solo termina con esto, ¿sí?
— Eres demasiado orgulloso — dijo entre risas ella —. Nunca te gusta aceptar la ayuda de los demás.
Loki sujeto fuertemente la mano de ella, con una mirada retadora. Sage solo propicio mirarlo mientras enarcaba una ceja.
— Porque no la necesito, soy alguien superior y, por lo tanto, esto no es que me brinden ayuda, más bien, tú me estas sirviendo.
Sage gruño por lo bajo y se liberó del agarre del hombre, jalando uno de los hilos de nailon con fuerza, haciendo que este soltara unos alaridos.
— ¿Te dolió, querido? — Loki se llevó una mano al brazo mientras rompía su gesto en una mueca de dolor —. Mira, pelinegro, la que te tiene a su merced, en estos momentos, soy yo. Yo te puedo herir y acabar con todo, sin dificultad alguna. Así que, o te dejas de mamadas, o te arranco toda esta zona de piel para después lanzárselas a mis chihuahuas — amenazo mientras incrustaba un dedo en la herida provocándole más dolor al hombre —. Yo no soy Sophia para aguantarte estos desplantes, no tengo la suficiente paciencia.
Saco el dedo de la herida y continúo con su trabajo. No le gustaba ser provocada, ni mucho menos por un hombre. Sabía que posiblemente se había pasado con el pobre ojiverde, pero él se lo había buscado. Esa actitud, por parte de él, le había recordado al hombre del casco de cuernos. Era la segunda vez, en casi una semana, que relacionaba a Loki con aquel hombre. Todo esto le pareció totalmente extraño.
Pero a pesar de todo, de lo idiota que podía ser aquel hombre, de lo misterioso, de lo demandante y mala leche que podría llegar a hacer este hombre, aún estaba segura que era lo que su mejor amiga necesitaba en su vida.
Termino su labor con las suturas y le dio una palmadita al hombre, el cual, solo arrugo el ceño. La puerta se abrió.
— Sage — la llamo una voz muy conocida para ella, bien el momento perfecto llegaba —, necesito tu ayuda para... ¿Qué demonios hace él aquí, y semidesnudo?
Sage suspiro y fue por unas gasas. Era solo cuestión de tiempo para que Luke entrara a su consultorio sin previo aviso, sin ser invitado, ni nada. El hombre siempre era muy oportuno, en ese tipo de cosas.
Coloco la gasa sobre la herida y le paso la camisa al hombre.
— Solo lo estoy curando, eso es todo. No hay sexo ni nada por aquí —dijo mientras elevaba las manos.
Loki se levantó del escritorio y comenzó a pasarse la camisa por los brazos para después acomodársela y comenzarla a abotonar.
— ¿Y es normal que tengas a tus pacientes sobre tu escritorio semidesnudos? — ahí estaban de nuevo sus asquerosos celos. ¿Por qué siempre tenía que estar celoso de todos si ya tenía seguro el amor de ella? A veces el cabezota de Luke podía ser tan despistado.
— Bueno gracias por todo, Sage.
— Si como sea — soltó Sage fastidiada por todo —. Solo te encargo que no hagas nada de trabajos pesados, se te puede abrir de nuevo los puntos de la herida de bala — lo último lo dijo para informar al recién llegado. Loki asintió y se retiró, saliendo de su consultorio.
— ¿Herida de bala? — su tono era de completa confusión.
— Ay por favor — exclamo Sage en un suspiro, camino hacia su asiento, detrás de su escritorio y le hizo señas al hombre para que se acercara —. Siempre eres el último en enterarte de los chismes, vamos, cariño, siéntate, que hay muchas cosas de las que hablar de lo de ayer.
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