Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26 - No puedo con esto

Eva

Entré en la habitación del hotel como en piloto automático, agarrada del brazo de Rodolfo. Él me hablaba, preguntando cosas, pero yo no lo registraba. Estaba con la mente embotada.

Los hechos recientes parecían sacados de una película de terror. Los recordaba una y otra vez, como en un fotograma macabro.

Cuando Dante se había excusado para ir al baño, había llegado Rodolfo, con una cara que me había asustado nada más verlo. Me dijo que necesitaba hablar conmigo urgentemente, y miró hacia todos lados, supongo que buscando a Dante. Lo seguí, preocupada, hasta la entrada. Una vez allí me habló sin rodeos, y me dijo que un rato después de que nuestro avión partió, había recibido un sobre con esa carpeta.

El resto era historia: Dante había entrado en Star Labs encubierto, como espía para el Laboratorio Caduceus, con el objetivo de obtener información y datos sobre la cura del Alzheimer, en la que yo me encontraba trabajando cuando tuve el accidente. Como estaba ciega, necesitaba a alguien que trabaje conmigo. Una persona de confianza en común había recomendado a Dante a uno de los dueños de Star Labs, y así era como él había entrado a mi vida. Se había ganado mi confianza, y me había robado información, datos y vaya a saber Dios qué más, para dárselo al laboratorio de la competencia. Era un plan maestro, y pensado por una mente muy macabra, pero les había dado resultado.

Me sentía tan estúpida, y los recuerdos de todos los momentos juntos desde que nos habíamos conocido vinieron a mí como ráfagas. Entré al baño para lavarme la cara y vi la bañera donde un rato antes habíamos hecho el amor. No podía ser, no podía estar fingiendo todo el tiempo. ¿Alguien podía ser tan insensible y mala persona como para engañar así a una persona que lo amaba? Pues parece que sí.

Volví al dormitorio y me puse a guardar las cosas en la maleta. Cada dos cosas mías, encontraba una de él, y me provocaba un ataque de llanto. Rodolfo se mantuvo al margen porque se lo pedí, de modo que se sentó en uno de los sillones a esperar que estuviera lista para irnos al aeropuerto: mi paseo por Ámsterdam se había terminado.

Metí todas las cosas de cualquier manera dentro de mi maleta, mientras que seguía sollozando. Cuando estaba a punto de guardar la última prenda de ropa, se abrió la puerta de la habitación y Dante irrumpió en ella.

-¡Eva! ¡Por favor, no te vayas, necesitamos hablar!

-Tú y yo ya no tenemos nada de lo que hablar. Y déjame en paz.

-No puedo dejarte en paz, Eva, por favor, tienes que escucharme, al menos dame eso.

-¡¿Al menos?! ¡Te lo di todo, joder! ¡Te di mi vida y tú la pisoteaste, ¿no te das cuenta? ¿No te queda algo de decencia?

-Es que no es lo que tú piensas, las cosas no son como las muestra esa carpeta, tienes que creerme. Tienes que escucharme, por favor. Dame dos minutos para explicarme, después te dejaré en paz. Por favor.

Rodolfo intervino y tomó a Dante del brazo para sacarlo de la habitación, pero lo interrumpí.

-Está bien, Rodolfo. Espérame abajo por favor, bajaré enseguida.

-Pero Eva...

-Está bien, en serio. Yo ya bajo.

Rodolfo salió de la habitación, no muy convencido, y Dante me sonrió, y esa sonrisa se sintió como una puñalada. ¿Cuántas de ellas me habría regalado mientras pensaba cómo aprovecharse de mí?

-Está bien, Dante. Te haré tres preguntas, y esa será tu única oportunidad de explicarte.

-Pero yo quiero decirt...

-Es lo único que te voy a dar, Dante. Y será la última vez que hables conmigo, así que te recomiendo que pienses bien lo que vas a responder.

Dante asintió, apesadumbrado. Quizá se dio cuenta de que iba en serio.

-Primera pregunta: ¿Es cierto que entraste al laboratorio a robarnos información? Responde estrictamente lo que te estoy preguntando.

-Es cierto, pero no contaba con enamorarme de ti, Eva, te lo juro. Y no sabía que estabas ciega. Nunca habría aceptado de saberlo.

-Ya. Supongamos que te creo. Segunda pregunta: ¿Usaste protección cuando te follabas a esas zorras? Porque conmigo no lo hacías, y no quisiera que me hayas pegado algún bicho.

-Eva, ¡esas fotos son falsas! ¡Yo no me follé a nadie mientras estaba contigo!

-Ah, ¿entonces no eras tú el de las fotos?

-Sí, era yo, pero...

-¡Pero nada, Dante! ¡Eres un hijo de puta! -grité, descontrolada. -¿Cómo pudiste hacerme esto?

-Eva, no te fui infiel. Esas fotos son viejas. Créeme.

-Parece que son muchas cosas en las que tengo que creerte, y ninguna respuesta me satisface.

La adrenalina corría por mis venas, ayudando a no derrumbarme, que es lo que sentía que iba a pasar. Respiré profundamente, pensando en cuál sería la tercera pregunta. No sé para qué hice esta pantomima de las tres preguntas, si de todos modos no le creía nada. Pero mi estúpido corazón buscaba razones o motivos para entender lo que estaba pasando, por qué había hecho lo que había hecho.

Cuando iba a hacer la tercera pregunta, se agolparon en mi mente miles de imágenes de nuestra vida juntos, dolorosamente musicalizadas por Ismael Serrano. Mientras mi mente cantaba "Todo empieza y todo acaba en ti", comenzaron las imágenes de nosotros dos besándonos en el cumpleaños de su madre, aquella noche que dormimos juntos tras su relato de la muerte de su padre, el concierto de Jorge Drexler, nuestro primer beso, la primera vez que hicimos el amor, lo mucho que nos divertíamos juntos... Era trágico darme cuenta que a partir de ahora solo serían eso: recuerdos, y nada más.

De repente, una sensación desagradable se instaló en la boca de mi estómago y rápidamente se extendió por todo mi cuerpo. Sentí que me empezaba a faltar el aire y por más que comencé a boquear como un pez fuera del agua, no podía respirar. «Genial. Otro ataque de pánico.» Intenté calmarme e ir a mi "lugar feliz", como me decía Dani, pero todos mis lugares felices lo incluían a Dante, lo que me generaba más ansiedad.

Cerré los ojos e intenté calmarme, pero no fue posible, eso no funciona en los ataques de pánico. Dante se dio cuenta de inmediato y se colocó detrás de mí, como hacía cuando tenía los ataques. Desde que estábamos juntos había tenido unos cuantos, y ya se había vuelto un profesional en la materia. Intenté alejarlo, o alejarme, pero fue imposible. Es difícil pensar en algo más cuando intentas respirar con todas tus fuerzas y sientes que vas a caer muerta de un momento a otro.

Dante me abrazó por detrás y pegó su pecho al mío. Me tomó de los brazos y juntó sus manos a las mías. Podía sentir su respiración en mi espalda, y lo hacía tan fuerte que mi cuerpo comenzó a imitarlo. De a poco el aire empezó a entrar a mis colapsados pulmones, y empecé a pensar con un poco de claridad. Como siempre, la angustia se apoderó de mí en cuanto la respiración pasó a segundo plano. Dante posó sus labios en mi nuca y depositó un beso, y fue eso todo lo que necesité para echarme a llorar y separarme de él.

-No hagas esto, Dante, por favor.

-No puedo evitarlo, Eva. Te necesito.

Se volvió a acercar, esta vez de frente, y me corrió un mechón de pelo sudado de la mejilla, y lo colocó detrás de mi oreja. Dejó su mano apoyada en mi cuello, y se acercó peligrosamente a mí. Acercó sus labios a los míos y los depositó en mi boca, dándome un suave beso.

-Tienes que irte, Dante. No te aproveches de mí ahora. No puedo pensar con claridad, acabo de tener un ataque de pánico. No seas así. Te lo pido por favor.

-Eva: te amo. Sé que hice todo mal. Sé que te mentí y te utilicé, pero eso fue antes de saber quién eras. Luego te conocí y me enamoré, si no te dije nada fue porque no podía perderte. Por favor, mira en la carpeta las cosas que le enviaba en los informes a mi jefe, eran cosas inútiles, vagas. Te amo, soy un idiota, pero te amo.

Ignoré todo lo que me estaba diciendo. Aún no podía pensar con claridad, y sus palabras me hacían demasiado daño. Finalmente encontré algunas palabras para decirle.

-Si me amas como dices, vete. Necesito pensar, necesito procesar esto. Ponte en mi lugar. No puedo con esto, no ahora, por favor. Eres la última persona que pensé que me iba a lastimar, pensé que jamás me harías daño. Ahora ya no sé en qué creer, me has destrozado, Dante. -dije, mientras las lágrimas corrían por mi rostro, y mi boca extrañaba sus labios aunque se habían separado de mí hacía un instante.

Asintió en silencio, agachó la cabeza y lo vi meter su mano en el bolsillo de su pantalón. Sacó una pequeña caja negra y la apoyó en la cama, encima de mi almohada. La abrió. Tenía un anillo de compromiso. Quedé ojiplática y de boca abierta ante lo que estaba viendo. Antes de darse vuelta me dijo unas últimas palabras.

-Lo tengo hace un par de meses. No quería dártelo hasta que te contara la verdad. Ahora ya es demasiado tarde. Pero de verdad quiero casarme contigo. Si te estuviera engañando, ¿por qué comprar un anillo? ¿Por qué pedirte matrimonio? Te amo de verdad, Eva. Piénsalo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro