Dante

El último mes había transcurrido entre el laboratorio y la emoción que sentíamos por el viaje a Ámsterdam. Rodolfo también estaba muy ansioso y emocionado. El viaje sería el próximo fin de semana. Después de ese fin de semana se venían las fiestas de Navidad y fin de año. Habíamos hablado con mi madre y las pasaríamos juntos, con ella y mis hermanos, y eso me llenaba de alegría y de una extraña sensación de calidez. Podía recordar con mucho cariño las navidades que pasábamos con papá antes de que muriera. Desde su muerte no había sido lo mismo, y una vez que había empezado la universidad, no había vuelto a pisar mi casa para esa época.

Jamás había sido muy adepto a las fiestas, de hecho le huía a todo tipo de celebración convencional. Para muestra basta un botón: la última Navidad la había pasado emborrachándome en un bar hasta perder el conocimiento; y el Año Nuevo lo había recibido entre las piernas de una desconocida. Pero ahora había cambiado, ya no era ese tipo, gracias a Dios.

Estaba decidido: luego de las fiestas hablaría con Eva y le diría toda la verdad sobre cómo me acerqué a ella por primera vez. Después, le pediría que se case conmigo. Sé que sería un golpe duro, que la haría dudar de mi amor, pero tenía que hacerlo, porque para dar el paso siguiente no podía haber secretos entre nosotros, y mucho menos ese tipo de secretos. No quería dejar pasar un día más sin demostrarle cuánto la amaba. Todavía no me creía que yo, el que se follaba a todo cuanto se movía, estuviera dispuesto a sentar cabeza y casarme con Eva. Así nos cambia el amor.

Eva sabía de mi pasado, por así decirlo, mujeriego, y me aceptaba de esa manera. No quería sentirme avergonzado de eso, porque todo ese camino me llevaba hasta ella, aunque a veces era inevitable sentir vergüenza de lo que había sido: hasta que la conocí a Eva había utilizado a las mujeres a mi conveniencia, usándolas como objetos sin tener el menor interés en nada más que sus cuerpos. Creo que vivir de esa manera genera un vacío en la vida que se retroalimenta de sí mismo y de esa ansia de experimentar más, generando una especie de adicción y un círculo vicioso, que en mi caso, afortunadamente, se había cortado tras conocer a Eva.

También me quedaba un obstáculo bastante grande en el camino: Marcos. Debía ocuparme de la situación con él y cortar con esa relación enfermiza que nos tenía como protagonistas. Como en el fondo seguía siendo un cobarde, decidí escribirle un mail en vez de ir a dar la cara. No sabía cómo enfrentarlo, así que opté por decir la verdad, y rezar para que me dejara en paz.

De: Dante Robaina
Para: Marcos Santos
Asunto: Renuncia

Marcos: espero que entiendas que lo que voy a hacer no tiene que ver contigo, sino conmigo. No me siento cómodo participando de esta mentira. De hecho me sentí así desde el principio, pero mi ambición pudo más. Pero ya no. He descubierto que hay cosas más importantes.

Es por esto que presento mi renuncia irrevocable a Laboratorio Caduceus, así como a la propuesta de ser socio. Creo que no vale la pena traicionar a mi persona por escalar en el trabajo. Espero que lo entiendas.

Si hay algún inconveniente con el dinero que me has depositado en este tiempo puedo devolvértelo, no lo he tocado.

De todos modos, gracias por este tiempo compartido, y de verdad espero que sepas comprender que esto no lo hago por complicaros a vosotros, sino que es una decisión que tiene que ver conmigo.

Atentos saludos,

Dante

Mandé el mail y quedé nervioso toda la mañana. Temía mucho la reacción de Marcos, pero no se me había ocurrido otra manera de encararlo. Él me conocía muy bien desde hacía muchos años y sabía cuándo mentía, entonces era mejor decir la verdad, aunque con ciertos matices. Por supuesto no podía saber de mi relación con Eva, porque no sé qué sería capaz de hacer. Lo conocía a la perfección, y sabía que era un hombre que no demoraba en reaccionar, por lo que las primeras horas fueron cruciales para intentar adivinar sus próximos movimientos. Pero nada raro ocurrió, en un primer momento.

A las dos horas recibí un correo de su parte. Unas breves palabras que me confundieron bastante, porque no eran su estilo.

De: Marcos Santos

Para: Dante Robaina

Asunto: Re: Renuncia

Dante: No puedo decir que me sorprenda tu correo. Me lo veía venir. Pero tú sabes lo que haces.

Suerte en lo que emprendas.

Marcos

¿Qué significaba ese correo? ¿Era una amenaza velada? ¿Una retirada pacífica? No parecía un correo de él. En primer lugar, no decía ningún taco, y eso era muy extraño. Por otro lado parecía sospechosamente amable. Pensé que se traía algo entre manos, y me puse nervioso inmediatamente, pero aparqué ese pensamiento. En unas horas estaríamos camino a Ámsterdam, y después vería cómo seguir.

Eva y yo finalmente nos habíamos mudado juntos. No tenía sentido mantener dos casas cuando estábamos juntos todo el tiempo. Así que, con el dolor de mi alma había puesto en alquiler mi casa, ya que el departamento de Eva resultaba más práctico porque vivía más cerca del laboratorio que yo. Pero la extrañaba mucho. Unas semanas atrás había llevado todas mis cosas y desde ese entonces, convivíamos felizmente.

El miércoles fue el último día que fuimos al laboratorio. Terminamos de trabajar a las ocho de la noche y volvimos a casa a preparar las valijas. El jueves el vuelo para Ámsterdam salía a las nueve de la mañana, así que tendríamos que estar en el aeropuerto a las siete, como tarde. Rodolfo volaría el jueves de noche porque tenía una reunión importante. Preparamos una cena rápida, cenamos y nos acostamos temprano. Al día siguiente fuimos al aeropuerto, hicimos el check-in y subimos al avión. Una vez que despegamos nos tomamos de las manos, sonreímos y cerramos los ojos, relajados. Estábamos en camino a nuestra gran aventura.