Capítulo 19 - No estás sola
Dante
El tiempo siguió pasando, inexorablemente. Las semanas se convirtieron en meses, y nuestra relación seguía fortaleciéndose día a día. Estar con Eva era como estar en el paraíso, valiéndome de tan curiosa comparación. Hacerle el amor siempre era nuevo, me descontrolaba solo con verla.
También nuestra investigación, afortunadamente, seguía viento en popa. No queríamos cantar victoria, pero estábamos a punto de conseguir muy buenos resultados, qué digo muy buenos, excelentes. Con un procedimiento novedoso habíamos conseguido frenar el avance de la enfermedad en algunas muestras aisladas y algunos sujetos de prueba. Los resultados eran prometedores pero aún faltaba muchísimo testeo y repetición del proceso. A su vez, y lo que era más asombroso, a raíz de esos resultados a Eva se le había ocurrido un procedimiento que podría llevar al retroceso, y no solo a la detención de la enfermedad. Por supuesto esa parte estaba muy en pañales y con la dificultad adicional de la falta de visión de Eva.
Con respecto a eso, se cumplían cinco meses desde la última operación, y Eva tenía cita con su cirujano. Se había estado haciendo todo tipo de estudios en las últimas semanas, y me consumían los nervios de pensar que podía estar cerca de curarse.
Llegamos a la consulta y, mientras esperábamos, la tomé de la mano para tranquilizarla. Al cabo de unos minutos entramos y el doctor nos fue muy claro.
–Eva: lamentablemente no hemos tenido mucha suerte contigo. Las dos anteriores vitrectomías que te hicimos fueron exitosas, pero se volvió a desprender la retina. Es algo que puede ocurrir, ya te lo he dicho, pero esta próxima vez necesitamos que sea la definitiva. Tu ojo no podrá soportar más traumas. Repasaré un poco la operación contigo, si te parece, además es importante que tu novio sepa qué esperamos. Es una cirugía muy compleja que se hace desde el interior del ojo, con el objetivo de eliminar todo el vítreo, que es el líquido transparente que rellena el globo ocular. Se introducen en el ojo unos instrumentos muy pequeños para eliminar el vítreo y para sustituirlo, se introduce líquido, gas u otras sustancias dentro del globo ocular. Es una cirugía que dura entre una y tres horas. El ojo estará inflamado después de la intervención, ya que se trata de una cirugía muy traumática. También probablemente tengas algo de dolor y molestias. Si la respuesta es buena, irás recobrando la visión progresivamente, aunque esto dependerá de la propia enfermedad, tal vez sean unos seis meses más hasta recuperarte completamente, o algo más de tiempo. ¿Tienes alguna duda?
Ambos negamos con la cabeza, y el doctor prosiguió.
–La buena noticia es que los resultados de los análisis y estudios que te hemos hecho muestran que la anterior operación ha cicatrizado bien, por lo que podremos adelantar la cirugía. Ya he pedido que reserven fecha de quirófano, así que en breve tendré novedades.
Eva sonrió y le agradeció al doctor, y luego me abrazó. Estábamos muy cerca de lograrlo. Podríamos mirarnos a los ojos cuando volviera a ver, y encontrar la cura, juntos. No me cabía ninguna duda de que pasaría.
A los dos días, llamaron de la clínica para avisarnos que en cuarenta y ocho horas sería la intervención. Debía estar internada doce horas antes para prepararse.
La noche anterior Eva estaba muy nerviosa y yo intenté tranquilizarla, le preparé una buena cena, le hice unos masajes y bueno, usé otras estrategias para hacer que se relajara. Finalmente, sobre las dos de la mañana, se quedó dormida.
Al otro día llegamos muy temprano a la clínica y Eva fue ingresada. Yo me empecé a poner nervioso, pero intentaba disimular delante de ella. Cuando la trajeron en la camilla para llevarla al quirófano, tomé su mano temblorosa y la besé en los labios.
–Tranquila, mi amor. Todo saldrá bien. No tengas miedo. Estaré aquí cuando salgas. Estaré aquí siempre contigo. Pase lo que pase. Eva: te amo.
No esperaba hacer semejante declaración en ese momento, se me escapó, pero al ver la cara de Eva, supe que era lo que necesitaba escuchar, así que sonreí y volví a besarla en los labios. Cuando levanté la mirada me encontré con Rodolfo, que nos miraba boquiabierto. Inmediatamente me hizo un gesto para que no dijera nada, esperó un momento y se acercó a Eva haciendo aspavientos anunciando su llegada. Le besó la frente con paternal ternura y le susurró que todo estaría bien.
Me di media vuelta al escuchar unas voces conocidas y quedé de piedra: mi madre y mis hermanos estaban aquí. Se acercaron a Eva, que ya estaba en mitad del pasillo y la llenaron de amor y cariño. Ella lloraba de emoción entonces volví donde estaba y la besé nuevamente:
–¿Viste, mi amor? No estás sola, nunca estarás sola...tu familia está aquí.
–Gracias por esto, Dante–, dijo en un susurro, y finalmente desapareció tras unas puertas de vaivén.
Regresé a la sala de espera y recibí el abrazo de mi madre, que me susurraba diciendo que todo estaría bien.
Nos sentamos en los sillones y nos tomamos de las manos. Mi hermana me trajo un café de máquina, que sabía asqueroso, pero lo tomé igual. Levanté la mirada y vi que Rodolfo me miraba fijamente. Cuando vio que le devolví la mirada, me hizo una señal para que fuera con él.
–Vaya...Me sorprendió mucho ver que la besaras. Pero que esté tu familia aquí...¡joder! Es otro nivel ¿Qué cojones pasa entre ustedes dos?
–Nos enamoramos, Rodolfo. Sé que ella es como una hija para ti. Yo no estoy jugando. La amo. Y ella me ama a mi.
–¿Y ya conoce a tu familia? ¿No vais un poco apurados?
–Fue circunstancial que conociera a mi familia, pero no creo que estemos apurados. Pasó. No lo esperábamos pero pasó, y lo estamos disfrutando.
–Pues entonces tenéis mi bendición. Como tú dijiste, Eva es como una hija para mí, y haría lo que fuera por ella. Por mi parte, si ella te considera digno, para mí es prueba suficiente. Adelante, pero cuídala, o te las verás conmigo.
Tragué saliva, nervioso. Era verdad que la amaba, pero también era cierto que me metería en problemas si se enteraban de los verdaderos motivos por los que había entrado en el laboratorio.
Volví a sentarme con mis hermanos y esperamos noticias. El doctor salió a las dos horas y media de haber comenzado la operación. Todos nos abalanzamos sobre él para escuchar las novedades.
–Hemos terminado. Eva está bien, aunque todavía está dormida. Se despertará con dolores muy fuertes, estuvo muy difícil la intervención y tuvimos que movilizar mucho el globo ocular por lo que la zona estará muy sensible. La buena noticia es que pudimos reparar el desprendimiento de ambas retinas. Una estaba más complicada que la otra, pero todo parece indicar que se recuperará bien. Quizá un ojo demore más en recuperarse del todo, pero podemos esperar que en poco tiempo Eva vuelva a ver.
Todos soltamos un suspiro de alivio y sonreímos a la vez.
–De todos modos hay que ser prudentes y no adelantarnos a los acontecimientos. En teoría está todo bien, pero hay que esperar a ver cómo reacciona Eva. Os agradecería que no le comenten nada todavía hasta quitarle el vendaje y ver sus primeras reacciones, si la pupila reacciona a la luz, si ve sombras, colores...por eso les recomiendo que no nos adelantemos, ni generemos expectativas en ella.
–¿Puedo verla, doctor?– pregunté, ansioso
–En un rato. Esperemos que se despierte y le dosifiquemos el sedante. Enseguida de eso le avisaremos.
Me puse a caminar por todos lados, preso del nerviosismo. A la media hora aproximadamente me avisaron que estaba despierta.
Busqué el número de habitación y fui hacia allí. Empujé la puerta, que estaba entreabierta, y pasé. La vi acostada en la cama, con los ojos vendados y expresión de dolor. Me acerqué, me anuncié y la tomé de la mano.
–Hola, cariño, ¿cómo te sientes?
–Como si me hubieran arrancado los ojos con un sacacorchos, así de mal. ¿Cómo salió la operación, Dante? Estos gilipollas no me quieren decir nada.
–Hay que esperar a que venga el médico, ahí nos explicará.
El médico pasó pero no dijo nada. De hecho nos recomendó ser cautos y esperar. En la ronda de la mañana siguiente le quitarían las vendas. Por el momento le recomendó descansar, y le pasó un calmante para dormir ya que se quejaba del dolor.
Mi familia y Rodolfo se despidieron y yo me quedé con ella a cuidarla. Necesitaba saber que estaría bien y quería estar con ella en la visita del médico al día siguiente.
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