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Es increíble como un gesto, unas palabras y un recuerdo pueden hacerte dar cuenta de la cantidad de posibilidades que navegan en el mundo, al alcance de nuestras manos.
El recuerdo del roce de nuestros labios fue lo que me llevó a escuchar la propuesta de Abraham, unas palaras de Gisela lo que me llevaron a aceptarla y un recuerdo de Safiya me hicieron darme cuenta de la realidad que vivía, mi realidad, mi propia vida.
-Estás hermosa –el beso que dejo en mi mejilla fue más largo de lo normal y las palabras fueron susurradas contra mi piel que enseguida se calentó con su aliento.
-Gracias –digo mientras lo miro abiertamente- tu igual luces muy elegante.
-Espero que no hayas cenado aún –con gran caballerosidad me ofrece su brazo en lo que salimos del recibidor de mi edificio- Tengo una reservación para un restaurante.
-Imaginé que eso era lo que haríamos por lo que no cené –concuerdo mientras entramos a su automóvil.
-¿Tan predecible soy? –me dice con tono juguetón después de darle unas instrucciones al conductor.
-A veces –empiezo meditando bien mis palabras- es mejor ser predecible y agradar que ser original pero incomprendido.
-¡Vaya veo que no tienes intenciones de ser agresiva como en la oficina!
-¿Deseas que lo sea? –una de mis cejas se alza con curiosidad.
-No, no lo deseo por hoy –con lentitud se acerca a mí y dirige su mirada a mi cuello- Gracias por usarlo esta noche –un beso es dejado sobre la piedra que adorna mi cuello y me estremezco aún y cuando no he sentido el contacto directamente.
Nuevamente regresa a su lugar lejos de mi cuerpo y realizamos el resto del camino en silencio. Espero pacientemente a que baje del auto y me abra la puerta, en algunas ocasiones está bien dejarlos actuar con galantería.
Cuando mis dedos tocan su piel siento un escalofríos subir por todo el brazo y descender por mi espina dorsal y tiemblo involuntariamente.
-¿Tienes frío? –seguro que notó mi estremecimiento.
-No, no es solo que –busco alrededor disimuladamente por una salida- Es que este lugar bueno… digamos que voy a tener que dar algunas explicaciones.
Una chica nos atiende sin darle tiempo a preguntar la razón tras mis palabras y doy gracias internamente por ello. Con su mano en la parte baja de mi espalda caminamos hasta un lugar un poco apartado del restaurante en la sección de privados.
Entramos a una habitación en la que se escucha una pieza de música clásica y donde la iluminación no es muy tenue pero tampoco muy luminosa, solo el justo intermedio para parecer perfecta, y favorecer, para una cena romántica.
-En unos momentos les traemos el menú y la carta de vinos –anuncia la joven antes de dejarnos solos tras una puerta cerrada.
Y tenso silencio…
-¿Qué deseas…
-Aquí la comida es deliciosa…
Ambos intentamos hablar al mismo tiempo y nuestras palabras se confunden en el aire entre nosotros y sin poder evitarlo reímos por nuestra torpeza para conversar de algo diferente a los temas de una oficina.
-Es más fácil hablar de proyectos y construcciones ¿verdad? –pregunta con la sonrisa aun bailando en sus perfilados labios.
-Si –suelto con un suspiro- pero no creo que debamos de hablar de eso esta noche. Mejor empecemos de nuevo.
-De acuerdo –concede él llevando las manos sobre la mesa y juntándolas- Dicen que aquí la comida es deliciosa –repite mirándome con diversión.
-Sí, antes hemos venido –me detengo abruptamente antes de decirle que este es el lugar en el que Marcos me propuso matrimonio y escudriño sobre algo más para decir- antes María y yo hemos estado aquí.
-¿Qué ibas a decir en realidad? –innegable, tal y como pensé al hombre no se le pasaba nada. Niego con la cabeza y esbozo una sonrisa para dejar pasar el tema.
-Nada importante.
-Sophia –una de sus manos atraviesa la mesa y sus ojos me piden que acerque una de las mías e incluso, para mi total sorpresa, lo hago- Deseo que nos conozcamos, que nos demos una oportunidad para ser algo más que enemigos.
-¿Por qué hiciste que nuestra relación fuera tan mala después de esa primera noche? –pregunto porque es algo que siempre me ha dado curiosidad.
-¿Podemos dejar esa pregunta para cuando acabe la noche? Conóceme primero, ve lo que tengo para ofrecer.
-De acuerdo, entonces yo te responderé también antes de que acabe la noche –suelto nuestras manos cuando siento que la puerta se abre y unos pasos enérgicos entran junto a nosotros.
Mi mirada se dirige al hombre de cabellos castaño claro y ojos verdes que entra hablando hasta por los codos con un marcado acento italiano y con las manos vacías.
-Sophia querida me dejaste esperando la última vez –dice tomando una de mis manos e instándome a levantar para dejar sendos besos en mis mejillas.
-Gian nunca dije que la reservación sería para mí, estaba a nombre de María –respondo cuando ha dejado de saludarme tan efusivamente.
-Querida estás divina. A ver déjame que te vea bien –con sus manos hace un gesto para que dé la vuelta y yo con una gran sonrisa lo complazco- Ese vestido te queda de infarto y las largas piernas que te gastas se ven hermosas con esos zapatos pero definitivamente lo mejor es ese asombroso collar.
-Gracias Gian –concedo mientras me dirijo a mi lugar para sentarme nuevamente.
-Pero más asombroso está ese espécimen del género masculino querida –dice dándole una mirada evaluadora a Abraham quien mantiene una sonrisa ladeada en el rostro.
-¿Verdad que está asombrosa esta noche? Me considero un hombre afortunado, pero no tan afortunado como para saber quién es usted –habla mi acompañante con elocuencia y por unos segundos me fijo en esos labios que estuvieron efímeramente sobre los míos y siento como mis mejillas se tornas rosadas.
-Sophia querida ¿estás sonrojada? –pregunta el chef principal del restaurante mirándome con picardía- ¡Vaya espécimen no sabes el milagro que has logrado!
-¿Usted cree? Perdón pero ¿cómo debo llamarlo? –continua Abraham ignorando que esté o no sonrojada, en realidad no me está mirando. No lo ha hecho después de que dijera que era un hombre afortunado.
-¡Pero que modales los tuyos Sophia! Aunque te lo perdono porque así puedo presentarme yo mismo a este espécimen –dice Gian con mucha diversión y elocuencia en su voz.
-Pues hazlo entonces –mascullo mientras doy un trago al agua para que no me escuche.
-Claro querida, ahora mismo lo hago –maldición que este tiene el oído como las viejas charlatanas de Inglaterra- Mi nombre es Gian Carletti, soy el chef principal del “Sogno segreto”.
-Un gusto soy…
-Abraham Gest, no debes de presentarte espécimen, tu cara te delata –dice moviendo desmedidamente las manos y yo llevo las mías a la frente esperando y rezando a los dioses porque nos deje solos.
-¿Me llamarás espécimen todo el tiempo?
-No solo hasta que me vaya que por cierto será ya –suspiro de alivio, quizás demasiado alto- Tranquila Sophia ya te dejo a tu cita para ti sola, no seas egoísta querida, déjame disfrutarlo un poco. Un espécimen así ya casi no se ve en estos días.
-No es… –comienzo a negar pero no me da tiempo a terminar.
-En realidad me estarías haciendo un favor a mí –me interrumpe Abraham y mis labios se abren con sorpresa.
-Querida cierra la boca que aunque no haya moscas te van a entrar –de inmediato lo hago porque esta vez Abraham si me mira, una mirada intensa, demasiado intensa. Una mirada que dice muchas cosas… ¡que yo quiero saber cueste lo que cueste!
-¿Qué nos sugieres para cenar Gian? –continúa Abraham con la conversación de la que he quedado excluida.
-Oh tu tranquilo con eso espécimen, su cena será especial, no está en el menú. Los vinos también se los seleccionaré yo así que no lo intenten –dice y dirige su cuerpo totalmente a mí en esta ocasión- Por cierto querida el modelo que trajo María la última vez también estaba muy prometedor.
-¿Cómo les fue en su cena? –pregunto realmente interesada.
-Hay querida no te quieres enterar –dice con cara de espanto.
-¿Tan mal fue? –esta vez estoy algo contrariada pero Gian solo me da una sonrisa muy misteriosa, demasiado, y se despide de nosotros prometiendo regresar solamente con nuestra cena.
Calma, un poco de calma se respira cuando la puerta se cierra nuevamente.
-¿Él es…? –Abraham no termina su pregunta pero sé a lo que se refiere.
-No es estrictamente homosexual, también le he visto con mujeres –digo encogiéndome de hombros- Es de las personas que dicen que la atracción no depende de géneros solo de las cualidades de la persona.
-Muy buena observación de su parte –asiente pensativamente- pero yo me quedo contigo.
Bien muchacho, bien. Directo y al punto, si creyera en los vampiros diría directo a la yugular.
-¿No estábamos explorando lo que podíamos ser después de olvidar nuestra enemistad? –pregunto con una sonrisa en mi cara.
-Oh pero yo estoy muy claro sobre lo que deseo que seamos –de nuevo esa intensidad en su mirada. Un brillo que habla de muchas promesas que yo aún desconozco pero que puedo llegar a conocer.
-No estás siendo justo –aclaro.
-Nunca dije que fuera a serlo.
-¿No te asusta que Gian sea el responsable de nuestra comida? –inquiero tratando de desviar el tema y veo como sonríe por mi descarado cambio de tema.
-Igual iba a ser el responsable de ella de una u otra forma. La ventaja es que tendremos la seguridad de que será exquisito ¿Cómo lo conoces por cierto?
-Ah eso fue inesperado la verdad, estábamos en Italia por trabajo y…
Y así comenzamos una conversación fluida que nos duró toda la noche. Cuando Gian regresó nos reímos un rato con sus bromas y ocurrencias. Estuvimos inmersos en un ambiente muy distendido hasta que la noche llegó a su fin y con ellas las respuestas que nos debíamos.
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