Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24

Por pasillos intrincados sigo la delgada figura de la esclava que me guía con la luz de una lámpara de aceite. La túnica oscura que llevo a pesar de ser de día se ensucia con las telarañas que adornan los estrechos muros, una clara señal de que estos pasillos nos los caminan diariamente.

Una vez realizamos el último giro veo las puertas de los aposentos a los que me dirijo y suspiro de alivio.

-Por aquí mi señora –me dice la esclava haciendo una reverencia y sosteniendo la puerta abierta para mí.

-Gracias por traerla, Grutza, puedes retirarte –la voz sale de dentro de la habitación a la que ingreso.

-Sí, mi señora –y con esas palabras la muchacha cierra las puertas manteniendo la mirada gacha.

-Hermana –los delgados brazos de Nefeura me rodean y me permito por un momento disfrutar de esta cálida sensación antes de apartarme de ella- ¿Qué sucede Safiya?

-¿Le has dicho a alguien que vine a verte? –mis manos toman las suyas  con preocupación.

-No, me pediste en tu misiva que no le informara a nadie, por eso mande a una de mis esclavas de confianza a traerte a mis aposentos –mientras habla nos dirige al amplio lecho que domina sus habitaciones para sentarnos- ¿Qué sucede Safiya?

-¿Confías en mi Nefeura? –su asentimiento es inmediato y respiro aliviada por ello- ¿Tu quisieras ser la reina de las dos tierras?

-Safiya, Manje y yo no nos vamos a casar. Moriría antes de que eso sucediera.

-No me refiero a eso, hermana –mis ojos vagan por las paredes de la habitación, que curioso en esta solo están decoradas por pasajes de la vida de la reina y la princesa, nadie más.

» Tu hermano, mi prometido. El hombre que debería reinar sobre las tierras del Nilo está planeando renunciar a su derecho al trono en tu favor –las delicadas manos de Nefeura van a sus labios en gesto de asombro y la sangre abandona sus facciones ante mis palabras- Desea que él y yo vivamos lejos de estas tierras donde nadie pueda hacerme daño.

» ¿Si tu estuvieras en mi lugar que harías, Nefeura? –las lágrimas nuevamente llenan mis ojos y por un momento odio esto en lo que me he convertido. Una mujer que lo único que hace es llorar y lamentarse.

-Yo y-o yo no sé qué decirte hermana. Siempre he llevado sobre mis hombros el pecado de mi madre. Teniendo cuidado y miedo de que los demás miembros de la corte se pudieran enterar. Teniendo que ser perfecta para que nadie sospechara que no era de un linaje puro –sus propias lágrimas comienzan a caer y me pregunto si alguna vez Nefeura ha tenido una amiga de verdad en quien poder confiar.

Con la infinita ternura que me inspira el verla en este momento tan vulnerable aparto mis manos de las suyas y limpio el agua de sus mejillas.

»Esta carga es en lo único que me he permitido pensar en toda mi vida aparte de mi familia. No he tenido tiempo para experimentar el amor que siente una mujer por un hombre, porque sé que eso es lo que tu sientes por Manje –no niego sus palabras porque sería por gusto el siquiera intentarlo.

-Yo no deseo que renuncie a lo que le corresponde por derecho –susurro apenas abriendo los labios.

-¿Pero no es eso lo que debe de hacer para estar junto a ti?

-No entiendes, Nefeura –digo levantándome y abrazándome mientras comienzo a caminar lejos de ella.

-Si lo hago Safiya. Yo soy consciente de todas las personas que dependen del faraón. Los nobles, campesinos, esclavos. Sé que más que el hecho de disfrutar de las joyas y las facilidades que vienen con el título hay que sacrificarse todos los días pensado en el pueblo –ante sus palabras me giro en su dirección, me sorprende que haya llegado a notar la profundidad de la importancia de esa posición- Yo he sido criada aquí ¿lo recuerdas?

» Todos los maestros de Manje me dieron clases a mí también, incluso los que lo preparaban para cuando fuera monarca. Como las clases eran impartidas en la casa Jeneret pues a mi madre nunca le molestó que yo también asistiera, decía que una princesa debía de estar instruida en todas esas materias –parece que la reina lleva varios años posicionando las piezas de su juego, más de los que yo pensaba.

Nadie se atrevería a negarle el trono a una princesa que fue educada junto al anterior heredero y mucho menos si este renunciaba al trono en su favor.

-¿Y crees que él deba de dejar a su suerte a todas esas personas que dependerán de él solo por un sentimiento?

-No será solo por un sentimiento –niega levemente con la cabeza mientras sus palabras son pausadas- Eres la mujer que será la madre de sus hijos, la mujer que decidió amar más allá de sus obligaciones –ante sus palabras mi corazón duele en mi pecho y tomo una respiración profunda.

-¿Y si después se arrepiente, Nefeura?

-¿Estás dispuesta a no vivir una vida plena al lado de él solo por el qué podría salir mal en caso de que si lo hicieran? –la incredulidad se ve reflejada en su rostro y siento vergüenza porque todo lo que le he preguntado hasta ahora suenan como pequeñas excusas.

-Tengo miedo –digo sentándome una vez más a su lado.

-Es normal, somos seres mortales, lo que hagamos en esta vida es lo único que podremos hacer –dice acariciando mis hombros.

«Te equivocas, Nefeura. No somos simples mortales»

Con esas palabras que no salen de mis labios me doy cuenta de lo que me quiso decir el oráculo en mi última visita. Ya sé que mano tomar.

-Necesito tu ayuda, Nefeura. Necesito que me permitas escapar de Egipto –ante mis palabras intenta comenzar a detenerme de decir aquello pero no se lo permito- Esta es mi decisión, no deseo que él renuncie al trono por mí, necesito tu ayuda. Sin ti no podré lograrlo.

-¿Estás segura? ¿No te arrepentirás después de que lo hagas? –la voz le tiembla un poco y toma mis manos entre las suyas demasiado fuerte.

-Si –la miro un poco extrañada, me esperaba un poco de resistencia- ¿No piensas intentar convencerme de que no lo haga?

-No –su respuesta categórica- No tendría sentido hacerlo, sé que no eres de las mujeres que dejan que los demás hagan y dispongan con sus vidas a su antojo. Es tu decisión y no la comparto, pero la respeto y te ayudaré en lo que pueda –sonrió ante la ironía de que sus palabras se parezcan tanto a las que me dijo Oubastet.

-Toma estas hierbas –el pequeño saquito que Oubastet me dió la noche anterior que había dejado al lado del lecho se lo pongo entre las manos. Le explico con claridad las mismas instrucciones que mi amigo me dijo y tengo especial cuidado en que tenga presente el tiempo límite y la dosis que debe de administrarle a Manje para que su vida no corra peligro.

-¿Cuándo sucederá esto? –dice una vez he terminado de orientarle todo.

-Esta tarde te mandaré una misiva para decirte, no será explícita o quizás sea un mensaje que mande con alguien pero entenderás a lo que me refiero cuando lo leas o escuches –digo levantándome del lecho con la intención de irme a casa.

-¿Sabes que te buscará, verdad? –pregunta tomando mi muñeca para que me gire en su dirección.

-Si sigues mis instrucciones, yo ya estaré muy lejos y por mucho que lo intente no me podrá encontrar –la ruta ya la he planificado y el lugar que es mi destino está lejos de su alcance.

-Le romperás el corazón.

-Ya lo sé, el mío también se está rompiendo con esto. Sin embargo prefiero esto a que después –niego ante las palabras que casi digo de nuevo- Olvídalo, solo necesito que me ayudes.

Justo como ella hizo cuando llegué llevo mis brazos a su alrededor en un fuerte abrazo, que quizás será el último, y me despido haciéndole saber lo importante que se volvió para mí, al igual que su hermano.

-Seguro que él más que yo –trata de bromear- pero te lo perdono.

-No pude evitarlo. Desde el momento que le conocí estábamos destinados –digo con emoción recordando ese día cuando vine al palacio y lo vi mientras todos los miembros de la corte estaba en el salón del trono.

-Sí y estoy feliz de haber ayudado a que se enamoraran –dice finalmente cerrando las puertas tras de mí.

Una vez afuera me doy cuenta de que la chica que me condujo hasta acá a escondidas está esperando por mi salida.

-¿Desea ir a algún lugar más, mi señora? –ante mi negativa me comienza a dirigir al pasillo por el que llegamos y de esa forma, de manera muy discreta, salgo del palacio.

-Gracias, Grutza –digo una vez veo el sol iluminar el cielo.

-Para lo que desee mi señora. Vamos debo de acompañarla hasta su casa. Son las órdenes de la princesa.

El camino a la casa de mis padres es silencioso, ella no emite ningún sonido y varias veces me encuentro mirando hacia atrás para ver si todavía se encuentra tres pasos detrás de mí.

-¡Mi señora! ¡Señora! –con rapidez giro la dirección que siento los gritos de Olabisi.

-¿Qué sucede Olabisi? –ella intenta tomar aire rápidamente una vez que llega a donde estoy.

-Mi señora el príncipe la ha invitado mañana en la noche al palacio –se lo que significan esas palabras. Antes de que ambas saliéramos de la casa le dije que eso era lo que debía de decir en caso de que anduviera acompañada cuando regresara.

-Gracias, Olabisi, puedes entrar a descansar.

-Si mi señora.

-Grutza, por favor dile a la princesa que quisiera que nos mandara un poco de ese vino del que me habló mañana en la noche al príncipe y a mí. Dile que le haré saber en el momento que entre al palacio –digo sin mirarla.

-Si mi señora, como desee mi señora –con sus palabras entro a mi casa y sé que esta será la última vez que lo haga.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro