Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20

-Debes ir conmigo al palacio Safiya –nuestras manos iban juntas entre nosotros mientras paseábamos por el jardín de la casa.

-Mis padres no me dejarán, estarán continuamente preocupados Manje, ya hemos hablado de esto –digo deteniéndome para mirarlo.

-Pero deseo tenerte junto a mí para poder protegerte, para amarte –dice atrayéndome a su cuerpo por la cintura.

Mis manos van a su pecho para mantener un poco la distancia. Olabisi nos sigue a una distancia prudente por órdenes de mis padres y aunque confío en que ella no les dirá nada no estoy segura de sí hay otros ojos mirando por ahí.

-¿Es que acaso solo deseas mi cuerpo faraón? –digo entrecerrando  los ojos hacia él pero en tono bromista.

-Deseo todo de ti, mi diosa –su nariz traza el contorno de mi mandíbula y a pesar de mis intentos de mantenerme impasible un suspiro sale de mí y siento su risa contra mi piel.

-Tendremos tiempo después, démosles estas semanas a mis padres, después no podrán verme tan fácilmente –mis dedos acarician su mejilla y aprovecha para tomar mi mano y dejar un beso donde late mi pulso.

-¿Entonces el tiempo antes de la boda no es para los novios? –pregunta divertido.

-No, es para los padres, para que se preparen para perder a sus hijas –la melancolía está presente un poco en mi voz y él lo nota porque su abrazo se vuelve cálido y confortante perdiendo todo matiz seductor.

-Estos días he estado pensando en algo –sus palabras tratan de esconderse entre mis cabellos pero aún así lo escucho.

-Lo sé –digo apartándonos.
-¿Cómo dices? –la incertidumbre se ve en su rostro.

-Cuando piensas en algo arrugas el entrecejo, si estás preocupado los músculos del cuello se te tensan, las mejillas se te sonrojan en la agitación y tus labios se endurecen cuando… cuando tu… tu tía está presente –digo paseando mis dedos por esos lugares.

-Nefeura te lo dijo –niega con la cabeza antes de proseguir- Ella desde que se enteró sintió una brecha imaginaria entre nosotros pero para mí siempre será mi hermana pequeña.

-Ella te ama como su hermano –le digo apretando sus manos con las mías.

-Pero nada ha vuelto a ser lo mismo después de ese día, mi padre no debía de habernos dicho ese secreto ¡No es nuestra culpa! Debíamos de haber crecido como hermanos porque a pesar de que nuestras sangres son diferentes es lo que somos.

-¿Qué me decías que estabas pensando antes? –digo tratando de desviar el tema de la conversación para que no se perturbe más.

-Voy a renunciar al trono –las palabras las suelta sin más, sin prepararme o algo y por la impresión me tambaleo un poco a pesar de no estar caminando y, de no ser por su manos firmes que me sujetaron, habría ido al suelo- No deseo estar en una posición en la que no puedo tenerte a mi lado, mi hermana reinará las dos tierras con un esposo adecuado y nosotros nos iremos lejos, donde nadie pueda lastimarte.

-No Manje, no puedo permitirlo –digo negando fuertemente con la cabeza.

-No cambiaré de parecer Safiya –su mirada es seria sobre mis ojos.

-No lo harás, no te dejaré hacerlo –digo sosteniéndolo por los brazos, incrustando mis uñas en su piel.

-¿No me amas Safiya? ¿Acaso no deseas envejecer conmigo o solo deseas la posición de faraona? –la desconfianza se filtra en su voz aunque no lo note.

Instintivamente lo suelto y doy dos pasos hacia atrás alejándome de él, llevando una mano a mi pecho donde mi corazón duele por su desconfianza.

-No puedo creer que digas eso, entiendo que nos conocemos de hace apenas unas lunas pero pensé que me conocías mejor que eso –las lágrimas las siento agruparse detrás de mis ojos pero no las dejo caer, no es el momento.

-Safiya perdóname es que –las palabras se le cortan, no sabe qué decir y se pasa una mano por los cabellos frustrado- Son muchas las presiones de los últimos días.

-Yo lo entiendo Manje, yo también las he sentido.

-¡No es lo mismo por los dioses! ¡Tú no entiendes! –su grito me sorprende un poco y la mirada que me da, llena de nerviosismo y temor, hace que mi corazón se estremezca en preocupación.

-Hazme entender entonces –digo vacilante en un susurro.

-Solo prométeme que nos iremos juntos –dice acortando la distancia para tomar mis manos y mirarme a los ojos.

-Lo haremos.

«No puedo permitir que pierdas tu legado por mi»

-Seremos felices juntos, nadie nos separará. Dejaré el trono y seremos libres –la esperanza se ve en sus ojos y me rompo en pedazos.

-Lo seremos.

«No abandonarás el destino que los dioses escogieron para ti»

-Te amo Safiya, no puedo vivir separado de ti –sus brazos me llevan a él para darme calor, tanto calor que las lágrimas que quiero derramar se secan en mis ojos y me fuerzo a esbozar una sonrisa aunque él no pueda verla.

-Yo también te amo Manje.

La felicidad se ve en su rostro el resto del paseo. Nuestras manos enlazadas y mi corazón latiendo dolido en mi pecho.

Mis padres lo invitan a cenar y aunque al principio dice que lo están esperando en el palacio para resolver asuntos importantes tras unos pedidos más de ellos cede y pasamos la velada tranquilos.

La noche cubre todo con su manto y vuelve a anunciar que debe partir. Mi madre lo había entretenido con graciosas historias sobre mi niñez que ambos escuchamos entre risas la suya sin preocupaciones, la mía intentando sonar verdadera.

Sus labios toman los míos antes de partir de mi casa. Siento en ese beso todo lo que lo inunda en los pensamientos el miedo, el amor, la incertidumbre. Lo tomo todo en mí y trato de calmarlo con mis caricias.
Los pasos a mi recámara son lentos, mi mente está esparcida en miles de pensamientos.

-Olabisi siéntate conmigo –le digo haciendo un lado en el lecho para que me acompañe.

-Dígame señora –dice la castaña una vez a mi lado.

-¿Solamente soy tu ama Olabisi? –la miro con intensidad a los ojos.

-Usted es… usted es mi señora –responde titubeando.

-¿Solamente una relación de amo y esclavo es lo que te une a mí?

-No señora –esa era la respuesta que esperaba escuchar.

-Necesito que me ayudes con algo Olabisi –digo mirando atentamente cada uno de sus gestos.

-Lo que ordene mi señora –la detengo con un gesto de la mano y niego con la cabeza.

-Safiya, Olabisi, si me ayudarás con esto seré Safiya para ti –digo en el mismo tono serio que he mantenido durante la conversación.

-Safiya –dice asintiendo, aún no lo he dicho nada y ya veo sus ojos nerviosos, parece que ha aprendido a descifrar mis pensamientos por lo que una sonrisa curva mi rostro.

Paso mis manos por la shenti para secar el sudor en ellas, necesito respirar profundo para poder decir las palabras porque una vez que lo diga será real y no habrá marcha atrás.

Pienso en todo lo que hemos vivido Manje y yo y sonrío con nostalgia, mis pensamientos siguen el curso de un futuro junto a él, nuestro primer hijo que seguramente sería un hermoso varón, sus primeros pasos y palabras, nuestra primera hija.

Un futuro que ya no sería mío.

Las lágrimas que he estado conteniendo el día entero salen de mis ojos y mojan mis mejillas pero las limpio antes de que puedan caer hasta mi pecho, debo ser fuerte si haré lo que he estado planeando después de la declaración de Manje de que dejaría el trono.

Recuerdo la conversación que tuvimos en el jardín antes de entrar a la casa. Mi pecho duele por las palabras que no le dije pero me enfoco en Olabisi frente a mí y me aferro a mi decisión.

-Escaparemos Olabisi, nos iremos de Egipto.

«Aunque me ames… deberás vivir sin mí»

-¿Señora pero de qué está hablando?

-¿Deseas ser una esclava toda tu vida? –digo tomando sus manos. En negativa mueve su cabeza hacia los lados- La promesa que te hice el día que llegaste a esta casa no la voy a poder cumplir si no soy la esposa del faraón.

-Pero señora ustedes se van a casar en dos lunas –los ojos de ella me dicen que no entiende nada de lo que sucede.

-No lo haremos Olabisi –ella intenta hablar pero continuo antes de que empiece- La faraona me había dicho días antes del anuncio del nuevo compromiso que no deseaba que Manje me desposara.

» Manje desea dejar la corona para que podamos casarnos y vivir tranquilamente pero no deseo que renuncie al legado de sus antepasados por mí. Me iré de Egipto con o sin tu ayuda, desearía que fuera junto a ti pero es solamente decisión tuya –con mis últimas palabras dejo ir sus manos para que piense tranquila.

La veo caminar por mis aposentes y cuando se gira hacia mí su gesto ha cambiado, ahora está decidido, no hay rastro de la incertidumbre de antes.

-¿Qué necesita mi señora?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro