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19

-¡Abran paso a la princesa real Safiya! –las palabras gritadas por uno de los guardias de la comitiva hacen que las puertas frente a mi comiencen a abrirse.

-Su alteza, por aquí –el guerrero junto a mi extiende una mano en mi dirección para que la tome lo cual hago con un poco de reticencia.

» Si me permite el atrevimiento su alteza –lo veo mirarme en busca del permiso para continuar y le doy un asentimiento de cabeza- está hermosa el día de hoy.

La sorpresa me hace detenerme y soltar mi mano de la suya bruscamente, Olabisi que venía detrás de mí choca con mi espalda.

-Lo siento mi señora, no me di cuenta que se había detenido –las palabras las escucho pero aún estoy en inmóvil por las palabras de ese guerrero, el que Manje siempre mandaba por mí.

-Deberías tener más cuidado cuando caminas, esclava –las palabras del hombre esta vez son duras contra mi acompañante.

-Sí, mi señor, lo siento mi señora –detengo a Olabisi poniendo mi mano en su brazo.

-¿Sabe que por esas palabras lo puedo mandar a la horca verdad? –el soldado me mira sorprendido.

-Mi señora yo solamente ponía en su lugar a esta –levanto mi mano para que haga silencio y lo miro enfurecida.

-Esta mujer está a mi servicio, solo yo puedo reprenderla por algo, pero no era a eso a lo que me refería. Hablaba sobre su desfachatez a la hora de referirse a la prometida del futuro faraón.

-Perdónelo, mi señora, estaba actuando bajo mis órdenes –mis hombros dejan ir la tensión que sentía al escuchar la voz de Manje.

-Mi señor –me giro en su dirección y hago la reverencia correspondiente.
-Sadiki yo escoltaré a la señora a partir de aquí hasta la sala del trono –dice ofreciéndome su brazo, el cual tomo encantada para que ambos comencemos a caminar.

» ¿Tus padres dijeron algo? –ambos sabemos que se refiere a las manchas que quedaron sobre el lino blanco de mi lecho.

-No, Olabisi lavó las sábanas antes de que vieran algo, pero estoy segura que mi madre sospecha algo sucedió –digo mirando hacia atrás de nosotros viendo a Olabisi caminar en silencio al lado del soldado.

-Es mejor que sospeche tu madre a que tu padre tenga la certeza –dice riendo un poco.

-¿Cómo se llama el soldado? –mis palabras hacen que la sonrisa que tenía se elimine y me mire con seriedad.

-Sadiki, mi general de mayor confianza, es a quien debes buscar si algo sucede Safiya –asiento a las palabras comprendiendo la seriedad de lo que dice.

-¿Por qué lo enviaste a decirme esas palabras? ¿Es que acaso te he dado motivos para desconfiar de mí?

-No Safiya, nunca dudaría de ti –acerca sus labios a mi oreja y susurra las palabras- Pero las paredes en el palacio tienen oídos y necesitaba que escucharan tu respuesta.

-¿Cómo sabías que mi respuesta será la que esperabas que diera? –pregunto a mi vez en el mismo tono de voz.

-Porque conozco tu esencia –suavemente acaricia una de mis mejillas y cierro los ojos disfrutando la caricia.

» Vamos debemos llegar, nos esperan todos –su mano toma la mía y la calidez que siento en mi corazón aumenta al tacto de nuestras pieles mientras caminamos nuevamente.

-Sadiki, disculpe si antes fui grosera con usted pero no me gusta que maltraten o humillen a las personas bajo mi servicio –me detengo para mirarlo a los ojos.

» Además espero que nunca más vuelva a cruzar la línea que nos separa incluso si el príncipe aquí presente se lo ordena –esta vez mis ojos van a Manje el cual levanta las manos en señal de rendición con una enorme sonrisa.

-Entiendo su majestad –dice bajando la cabeza en reverencia.

» No sucederá de nuevo –detecto un poco de diversión en su voz y detengo una sonrisa que amenaza con salir de mis labios.

-Sin embargo Sadiki no es la única persona en la que confías –le digo a Manje una vez entramos al palacio.

-Tienes razón, tú conoces bien a la otra persona que es digna de mi confianza –sus ojos son pícaros cuando me mira.

-Sí, lo conozco –digo entornando los míos.

-Nunca me perdonarás que me haya presentado ante ti esa noche –sus palabras llevan más una afirmación que una pregunta y ambos sabemos que es así, al menos yo sé que no será así por siempre pero él eso lo desconoce.

Las puertas del salón del trono se abren ante nosotros y escucho como somos anunciados ante la corte real. Los murmullos se hacen presentes mientras caminamos para detenernos junto a Nefeura que me saluda con entusiasmo.

-Veamos qué tiene madre para decirnos esta vez –dice la princesa en susurros.

-La última vez que vi a tantas personas de la corte real reunida fue para el anuncio del compromiso nuestro –digo sin alzar la voz, sintiendo como Manje pasa su mano por mi cintura atrayéndome a él.

-Pero solo has estado unas pocas veces en el salón del trono hermana –su mirada es indescifrable para mí, creo que me mira con condescendencia- Hermano eso es de muy mal gusto.

-Es mi prometida Nefeura, puedo hacer lo que se me antoje, soy el futuro faraón no lo olvides –dice dejando un beso sobre uno de mis hombros- Vamos hagan silencio que la reina está entrado.

La reina vestía regia como cada vez que la veía, su atuendo era simple de cierta manera solo compuesto por una shenti y una túnica. Ambas piezas con decorados de dorados y morados, colores que hacían resaltar el negro de su pelo, sin embargo las joyas que llevaba eran lo que le daban gran majestuosidad a su elegante figura.

Topacios engalanando su cuello, haciéndolo ver esbelto. Las  muñecas brillando con el oro y en su cabeza la corona de las dos tierras alzándose como muestra de su poder.

Con elegancia se sienta en el trono y pasea su vista por la habitación, sobre todos nosotros. A ambos lados de ella se sitúan dos hombres con finos ropajes también, reconozco de ellos al sumo sacerdote de Amón Hapuseneb que ha realizado algunos de los rituales de compromiso.

-Bienvenidos sean todos. Supongo que todos han escuchado y visto las situaciones que hemos estado presentando los últimos días alrededor de la princesa real Safiya, la prometida del príncipe Menjeperra –sus palabras son pausadas, como esa calma que hay antes de que se desate la tormenta.

» Todos sabemos que la dinastía de los dioses debe ser continuada por el príncipe y no podemos arriesgarnos a que esta se vea interrumpida por exabruptos de los hombres –su mirada se posa en mí y tiemblo ante el recuerdo de nuestra última conversación.

-¿Te encuentras bien? –susurra Manje a mi lado atrayéndome aún más hacia él dejando nuestros cuerpos pegados en toda su extensión. Asiento con la cabeza porque quiero escuchar todo lo que la reina tiene para decir.

-Ante tales circunstancias como su reina y faraona, primogénita del gran Amón, antigua Esposa del Dios y Gran Esposa Real he decidido otorgarle a mi hija Nefeura los títulos de Esposa del Dios y Gran Esposa Real,  prometiéndola también en matrimonio al príncipe Menjeperra Thutmose.

La sala del trono es un completo caos después de esa noticia. Las manos de Manje me dirigen y me insta a caminar, no veo por donde voy solo sigo el camino que me indica.

Veo salir a Olabisi y a Sadiki detrás de una columna y dirigirse a nosotros. Escucho hablar a alguien y me doy cuenta que Nefeura también nos sigue pero estoy en shock. Es como si mi espíritu hubiese salido de mi cuerpo y estuviese observándolo todo desde afuera. Solo puedo escuchar las palabras de la reina repetirse en mi cabeza.

Han prometido a Manje con su hermana. 

Han puesto una pieza más en el tablero para poder sacarme de él.

Han encontrado el remplazo perfecto para mí.

-Safiya, hermana, respóndeme algo –mis ojos están en Nefeura que se encuentra sentada frente a mí.

Viéndola con atención justo como cuando la conocí lo que más resalta en ella son sus cabellos y ojos oscuros, parecidos a los de Manje. Sus labios son gruesos, solo lo suficiente para resultar atractivos y provocativos. La nariz y mandíbula tienen las dimensiones perfectas para hacer ver su rostro armonioso.

-Eres hermosa –digo pasando mis dedos por su mejilla- Serás una novia hermosa.

-Gracias hermana, tú también serás una hermosa novia en dos lunas –sus manos toman las mías y las sujeta fuertemente.

-La reina no desea que yo sea la novia dentro de dos lunas –las lágrimas caen por mis mejillas y agradezco que solo estemos ella, Olabisi y yo en la recámara de Nefeura.

Cuando salimos del salón del trono Manje y ella decidieron que lo más seguro era traerme aquí, asi evitaríamos a los nobles que querrían obtener nuestras declaraciones al anuncio de la reina.

Manje no deseaba dejarme pero tras conversar con su hermana dejo la habitación junto a Sadiki que nos había seguido con Olabisi en el trayecto.

-Lo serás, hermana, nada podrá apartarte de mi hermano –dice con una sonrisa que no alcanza sus ojos.

-Eres su hermana –digo en un susurro aun sorprendida porque la reina decida casar a sus hijos.

-Soy su prima –dice algo avergonzada, mi mirada le debe de estar pidiendo explicaciones porque veo que sus mejillas toman un color rojizo y deja ir un suspiro antes de continuar.

» Mi hermano es hijo de una concubina de mi padre. En ese momento mi madre que no había podido concebir se dejó llevar por el resentimiento y la tristeza y yació con uno de sus súbditos quedando en estado de buena esperanza –sus manos tratan de dejar las mías pero las mantengo sujetas para demostrarle mi apoyo.

» En ese momento ese hombre era un simple arquitecto real pero después de que mi madre yació por primera vez con él lo nombró funcionario real. Mi padre se enteró de la traición de mi madre pero como ya Manje había nacido no le dió importancia, simplemente me reconoció como su hija.

Tras esa declaración las palabras de la reina resuenan en mi mente y me doy cuenta de su plan.

La reina faraón Hatshepsut Jenemetamón no desea preservar la dinastía de los grandes dioses, desea establecer su propia dinastía.

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