Capítulo 4
Antes de que empecéis con la novela, quería daros las gracias a todos los que agregasteis esta historia a vuestra carpeta de lecturas, o a los que me escribisteis o votasteis alguna vez, porque me hace ser consciente de vuestro voto de confianza.
Hace poco tiempo que me registré en Wattpad y esta semana se me dio por leer otras historias, me llamó mucho la atención lo escuetos que son en general muchos de los capítulos publicados, yo sin embargo seguiré estructurando los episodios como lo estarían en cualquier otro libro normal, este por ejemplo, tendrá dos partes (igual que sucedió en el capítulo 2), porque no considero que pueda llamar capítulo a un apartado que no tenga un mínimo de 4 o 5 páginas. Tampoco soy fan de hacer estas partes, pero se trata de una mera cuestión de tiempo, ahora mismo he empezado a hacer las prácticas de la universidad y como este apartado ya lo tenía listo decidí subirlo, el siguiente lo mismo logro rematarlo en unos días como en unas semanas, y como no quiero dilatar tanto las actualizaciones de una a otra, es el mal necesario.
CAPÍTULO4:
La mañana, tal y como auguró, fue un desfile de eminencias. Lo mejor y lo peor de cada casa había acudido al hogar de los Sierra para calcular o afianzar la relación con estos, tramando la forma en que pudiera beneficiarles.
Agradeció que Olimpia y Marc no se despegasen de su lado, el tándem formado por su tenaz padre y su manipuladora hermana nunca fallaba. Cuando algún hombre quería hacerse el gracioso o dejarla en evidencia, Olimpia ya había conseguido sacarlo de sus casillas antes siquiera de que lograra completar la frase; y cuando una invitada hacía una pregunta demasiado personal u atrevida, su padre le daba la vuelta ala tortilla para que fuese la dama quien debiese dar explicaciones. Como consecuencia, las visitas indeseadas no tardaban en atravesar la misma puerta por la que se habían presentado.
Raquel a menudo deseó poseer ese mismo don de palabra para poder esgrimirlo como un arma cuando se viese acorralada. Detestaba sentir vergüenza cada vez que era el foco de atención o debía hablar en público.Admiraba eso de Olimpia, porque no dejaba que la timidez la subyugara y dictara sus acciones. ¡Ojalá también hubiese heredado ella esa labia!
Pese a todo, las visitas no habían sido una pérdida de tiempo, hubo dos matronas que se sintieron en su salsa regalándonos los oídos con un interesante cotilleo sobre Maximilian Zeus Briton. Así fue como descubrió que Lady Cintia Pasworth, una prima lejana del conde, le había roto el corazón siendo ambos unos críos.
-¡Os lo podéis creer! -exclamó Lady Osborne.- ¡Destrozó el corazón de ese dulce niño!
-¿Y cómo sabéis que no fue a la inversa? -preguntó su padre, también curioso.
La aludida se inclinó hacia adelante en su silla, dejó el refrigerio que sostenía en la mesita y sonrió, regocijándose de la expectación que provocaba.
-En aquella época mi hijo acababa de ascender en la marina de Su Majestad, algo que debieron de haber hecho mucho antes si me preguntan. Nate me escribía a menudo para evadirse un poco de esa austera vida, ponía especial énfasis en las reuniones que se organizaban para la causa militar. Mencionaba a menudo a la Srta. Pasworth porque su familia donaba grandes sumas....- Sabía que era de muy mal gusto hablar de dinero, mas lo hizo inconscientemente. Esperó unos instantes para ver si alguien la reprendía y cuando no sucedió, continuó con su diatriba.-La muchacha se granjeó fama de que le gustaban los casacas rojas. Pasaba mucho tiempo con un Capitán de línea y dio por hecho que éste se le propondría. Pese a la buena relación que mantenía con el joven Briton, lo rechazó sin miramientos.
-Por aquí fue bastante sonado. -apostilló la cuñada de Lady Osborne,contenta de poder intervenir por fin. Tenía las maneras de una madre superiora y se sentía en la obligación de aportar luz al desconocimiento de los Sierra, como el feligrés que consigue captar más píos para su iglesia. -Lo último que sé, es que cuando la joven vio que pasaban los años y que ni el Capitán ni ningún otro se le declaraba, acudió a ver al conde de Wiltshire para intentar retomar la amistad perdida, pero no consiguió embaucarlo. Los padres de la chica pusieron en duda el honor de los Briton, queriendo que el primogénito sucumbiese a la presión y se casase con la Srta. Pasworth. Sobra decir que no lo lograron.
-Ahora entiendo porque ambas casas apenas se hablan -murmuró su padre.
-Sin duda, Cintia no es comparable a su encantadora hija, Milord.
-Sin duda.
-Por otro lado, hace poco llegaron a mis oídos un extraño rumor -Olimpia miró a las matronas inocentemente. -Al parecer en Norx House habita un fantasma. Un espíritu errante que tiene atemorizado a todo el personal de servicio.
-¡Olimpia!-censuró Raquel.
La mayor de las Osborne se santiguó pero su hermana no dio cuartel.
-Dicen que es una mujer, una antepasada de la familia que murió en el parto. Ella y su diabólica criatura merodean por la casa, noche tras noche....lamentándose y con sed de sangre y venganza, a la espera de que algún incauto invitado se....
-¡Olimpia!
-Note preocupes Raquel, aquí estás a salvo.
Corría. Cada vez más y más rápido. El viento le afilaba la cara, el sol lo cegaba y los cascos de Zeodone machacaban la tierra cual rayos de cielo. Él y su yegua sudaban, eran naturaleza, bestias indomables, una entidad inseparable y poderosa.
Maximilian no solía salir a cabalgar, pues detestaba sudar y ensuciarse, pero hoy era el día más largo del año y el calor recargaba el aire de un miasma pegajoso y mortificarte. Como no iba a poder hacer nada para mantenerse impoluto, aprovechó la ocasión. Y no se arrepentía,porque Hampstead Heath lo agasajaba con sus maravillas.
Los árboles pasaban por su lado a una velocidad de vértigo, las ardillas se mantenían ocultas, no se escuchaba ya ni el piar de un gorrión, su sombra era infinitamente larga y todos supieron que estaban ante un centauro. Quería comerse el mundo.
Se imaginó recorriendo el globo con una amazona, no habría fronteras u obstáculos que los importunasen. Porque serían libres y todo lo podrían conquistar. Cerró los ojos y se sorprendió rememorando una escena de verano bien distinta, pero que le provocó más excitación que la montura que cabalgaba.
El conde desaceleró y dejó que su yegua pastara cerca del lago, hasta hacía un segundo se sentía poderoso y vigorizado, para descubrir que todo era una falacia. Puede que algún día se convirtiera en duque, pero sus riendas no estaban más flojas que las de Zeodone. Al final del día ambos volverían a sus cuartos, rumiarían todo tipo de ideas y darían cuantas por sus actos. No era libre y tampoco ningún héroe.
-¿Sabes?-le dijo a su montura.- Ahora quieren que me case.
El caballo relinchó.
-Sí. Yo tampoco lo entiendo. No es que le chica sea un esperpento o parezca una mala persona, pero no me veo capaz. Soy joven y hay cosas que aún quiero probar...-rió- Tú ya me entiendes...
Maximilian espoleó a Zeodone para que no se desviara del camino, parecía tener especial predilección por las piedras brillantes.
-Veo que no eres distinta a cualquier mujer, a ellas también les gustan las cosas que centellean, solo que son unas más caras.
Conoció a una excepción, a aquella joven le gustaban las flores y sus versos más que cualquier alhaja. Vestía sencilla y era bondadosa, nunca la escuchó hablar mal de nadie. Conseguía ponerlo nervioso sin mucha dificultad y cuando lloraba contagiaba su malestar. Los años, lejos de curar su sentimentalismo habían logrado que la echase más en falta.
-Claire...-dijo para sí. -Qué fue de ti....
Continuará....
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