EPÍLOGO
Recuerdo que cuando no podía dormir mi madre me cantaba una música en especial que se había vuelto mi favorita, no importaba cuanto tiempo pasara o cuantas veces la escuchara... era perfecta. La voz de mi madre era tan melodiosa que cuando cantaba aquella canción pareciera un ángel quien la cantaba.
-"Come to me
In the night hours
I will wait for you
And I can't sleep
'Cause thoughts devour
Thoughts of you consume
I can't help but love you
Even though I try not to
I can't help but want you
I know that I'd die without you..." -
Su pequeña manita soltó mi dedo en cuanto cayó dormido. Sonreí enternecida y no pude evitar besar su frente con delicadeza. Me separé para alcanzar el seguro de mi collar y quitármelo, lo observé... recordé la vez que mis padres me lo habían dado y sonreí con nostalgia. Se lo puse a mi hijo, claro, le quedaba algo grande pero no lo tendría puesto todo el tiempo. Se lo acomodé y lo vi un momento más hasta que sentí una mano acariciar mi cintura hasta sujetarme, Alex y yo observamos dentro de la cuna por un tiempo. Era hipnotizante, no podía apartar la mirada de él.
-Es hora, mi reina -avisa Alex besando mi cabeza.
Asentí. Extendí las manos y tomé a nuestro hijo en brazos, acomodándolo lo mejor posible. Alex acaricia la cabeza de Nathan antes de dejar un beso en esta causándome más ternura.
-Rase -lo llama cuando estuvimos por salir.
El perro se levanta enseguida y se coloca a nuestro lado. Salimos de la habitación y bajamos las escaleras. Llegamos hasta las puertas principales, Alex me toma por la cintura y asiente a los guardias que se encargaron de abrir las puertas. Allí estaba todo el reino de nuevo, como la vez en nuestra coronación y boda. Cruzamos el largo pasillo mientras todos admiraban a nuestro hijo.
-Es tan lindo.
-Tiene el cabello igual al de su padre.
-Su piel se ve muy suave...
Alex y yo nos miramos sonriendo mientras seguíamos caminando hasta subir los peldaños y llegar donde el sacerdote para el bautizo de nuestro hijo. Mientras este hablaba yo miré al público y encontré a mis padres y amigos a punto de estallar en lágrimas. Aunque mi madre y Sadie ya estaban en ello. Reí por lo bajo y volví a prestar atención cuando el sacerdote me hizo inclinar levemente a mi hijo sobre la pequeña tina, Alex se encarga de sujetar su cabeza. Derrama agua en su frente y seca el exceso.
-Nathaniel es tu nombre... -susurra Alexander para nosotros tres.
-Así te nombramos y así te llamarán. Nathaniel Gyunesh... príncipe heredero de Viltarin -murmuré yo.
Alex lo cargó con cuidado y habilidad ya que estuvo practicando una millones de veces sobre la cama para que no se cayera y se hiciera daño, finalmente perdió el miedo... o un poco. Ambos nos dimos vuelta hacia los demás. Las campanadas empezaron a sonar y todos se inclinaron en una reverencia ante Nathan. Alex me regresa a Nathan para dejarlo en la cuna a un lado de los tronos y nosotros nos sentamos en ellos.
La gente empezó a acercarse uno a uno para entregar los regalos que habían traído para Nathan. Mis padres fueron los primeros.
-Cariño, estamos tan felices por ustedes -habla mamá sollozando-. Verán que esta es una experiencia única y la disfrutarán en todo momento.
-Ya lo hacemos -comenté con Alex dándome la razón.
La siguiente fue Sadie quien no paraba de emocionarse y llorar.
-Es tan hermoso, Dios mío... te felicito amiga.
-Gracias, Sadie.
Ella hace que traigan su regalo y lo dejan junto a los demás. Me abraza efusivamente y se va para dejar espacio al siguiente. Así fue por mucho tiempo hasta acabar, Alex mira a los músicos y asiente dando la orden de comenzar a tocar. Me tiende la mano y me sonríe.
-¿Le gustaría bailar, majestad?
-Sería todo un honor.
Tomé su mano y nos levantamos. Bajamos los peldaños para acercarnos al centro del salón donde nos hicieron espacio. Apoyé mi mano en su hombro y con la otra sujeté la suya. Ambos nos movimos al compás siendo absorbidos por la música. Pronto, más parejas empezaron a unirse a nosotros hasta que todos estuvimos bailando, incluidos mis padres. Hasta que, luego de bastante tiempo bailando, alguien toca el hombro de Alex.
-Darren -sonreí al verlo.
-¿Me permite?
Alex me sonríe y le deja espacio a Darren soldando mi mano y haciéndose a un lado, pero me habla al oído.
-Cuidaré de Nathan. Pero recuerda no tardar para irnos antes de que se ponga el sol.
-Sí, lo recuerdo.
Se endereza. Mira a Darren y asiente estando de acuerdo con esto antes de irse peldaños arriba. Darren y yo nos posicionamos, él toma mi mano y mi cintura.
-¿Cómo has estado, Darren? -pregunté mientras nos movíamos.
-Bastante bien. Aunque me moría de ganas de verte otra vez.
-También te he extrañado... -mencioné-. Escuché que Nymeria se ha vuelto un reino independiente, eso es increíble.
-Sí, por fin hemos logrado mejorar la economía, salud y demás. Gracias por la ayuda que nos han dado...
-No fue nada. Lo que sea por ayudarlos.
Darren me toma por la cintura con ambas manos y me hace girar en el aire como parte de la coreografía, así como hicieron las demás parejas.
-¿Cómo están tus hermanos? -pregunté.
-Pues están allí -apunta a un lado.
Al verlos vi que ambos estaban bailando con unas chicas realmente hermosas. Los cuatro se veían realmente enamorados, se veían bien. Sonreí cautivada por esas miradas que se dedicaban pero al regresar la vista a Darren noté que su mirada en mí no era muy diferente.
-¿Tú... no estás con alguien? -pregunté apartando la mirada.
-En realidad no.
-¿Y eso por qué?
Darren me hizo girar para finalmente tomar mi cintura con ambas manos. Estaba muy cerca...
-Porque aún tengo a una sola mujer en mi mente y corazón.
-Darren... -lo miré con lástima mientras me apartaba-. Debes olvidarte de mí.
-No puedo hacerlo y... no sé si quiera hacerlo.
-Estoy casada y tengo un hijo. No puedo corresponderte... y lo siento pero tampoco quiero hacerlo. Amo a Alex. Estoy feliz con la vida que tengo y no la voy a abandonar.
Me dolía tener que ser directa y más al ver el dolor en su mirada. Bajó la vista por un segundo pero entonces vuelve a tomar mi mano pero esta vez para besar mis nudillos.
-Lo sé y tampoco te pediría que lo hicieras. Solo... no me pidas que te olvide porque no podré hacerlo. Te amo, Lícia. Siempre lo haré.
-Lo siento, Darren.
-No te disculpes. Soy yo quien debe de hacerlo, no quería incomodar.
Se aparta un paso para hacer una reverencia. Me sonríe una vez más y se va de la habitación. Solté un suspiro largo y pesado, pero volteé y fui hasta Alex y Nathan.
-¿Todo bien? -pregunta Alex.
-Sí, no te preocupes -respondí enseguida-. Pronto anochecerá, ¿quieres ir?
-Si no te sientes bien...
Besé sus labios para interrumpirlo y sonreí.
-Te he dicho que estoy bien, créeme -susurré contra sus labios-. Vamos ya, necio.
Alex asiente finalmente. Se levanta del trono, yo tomé a Natha en brazos y volvimos a bajar los peldaños para salir. Esta vez nos subimos a un carruaje tirado por Anthas y Koa. Alex era quien sujetaba las riendas y guiaba a los caballos, aunque no hacía tanta falta. Conocían el camino perfectamente.
Detiene em carruaje cuando llegamos. Me ayuda a bajar con Nathan, soltamos a los caballos para que pudieran pastar. Fuimos hasta el gazebo y yo me senté en el sofá sonriendo y acariciando a Nathan. Empecé a cantar una vez más, Nathan se estira y bosteza pero me mira, con esos ojos verdes iguales a los míos o incluso más brillantes.
-Zaria... -me detuve enseguida.
-¿Qué ocurre? -pregunté volteando a ver a Alex.
-Sé... que es un poco tarde para preguntarte esto pero... ¿No te molesta? -lo miré confundida-. Quiero decir... el que yo no tenga...
-Alexander.
Él me mira finalmente, dejé a Nathan sobre almohadones. Estaba dormido así que no habría mucho problema. Me levanté y miré a Alex con severidad antes de tomar su mano y apoyarla en mi pecho.
-¿Sientes eso? Mi corazón late así de rápido por ti, solo por ti. Lo hizo siempre y lo seguirá haciendo. Con ambas manos o con una, no me importa. Te amo y eso no va a cambiar.
-No podré hacerte girar como lo hizo Darren -comenta volviendo a apartar la mirada.
Agarré su barbilla para hacer que vuelva a mirarme y sonreí más calmada. Negué con la cabeza.
-Hay muchas maneras de hacer girar a una mujer si eso quieres, pero aunque no las hayas no es algo que tenga relevancia.
Hice que se acercara a la vez que me paraba en puntillas hasta alcanzar sus labios con los míos y besarlo con intensidad.
-Confía en mí. Me encantas estés como estés -me separé para volver a sentarme junto a Nathan-. Y no me vuelvas a decir ni Zaria ni Lícia ni nada de eso. Para ti, soy amor o princesa o reina.
Escuché su risa antes de sentirlo sentarse junto a mí y abrazarme por la cintura, apoyando igualmente su cabeza en mi hombro y besando mi cuello hasta hacerme estremecer.
-Mi reina.
Fin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro