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Capítulo 70

El orgullo que sentía en estos momentos no podía seguir cabiendo en mi cuerpo. Quería llorar de la alegría, saltar de la emoción, pero claro... debía contenerme hasta que la ceremonia terminase. No faltaba tanto, las palabras del sacerdote estaban por el final. Miraba a Alex feliz, él me vio de reojo y sonrió de lado, me guiñó el ojo antes de volver a cerrarlos y escuchar al sacerdote.

-Te concedo la corona que simbolizará tu autoridad como monarca de Viltarin. Que Dios te guíe por el camino de la justicia y la paz, que tus decisiones sean siempre las correctas; alargue tu vida, te de sabiduría y cuide tu gloria y honor como rey.

El sacerdote le coloca la corona sobre la cabeza a Alex y lo hace enderezarse.

-Toma la espada de la fortaleza y equidad, sé misericordioso y justo con tu reino. Vela por la seguridad de tu gente y haz que quienes ya no estén encuentren su tranquilidad al rezar por ellos.

Alexander sostiene el magnífico mango de oro de la espada que la traía un siervo sobre una funda sujeta en sus dos manos. La observa maravillado, parecía brillar en su rostro y más en sus ojos.

-Demuestra que eres digno de gobernar. Toma tu lugar en el trono que ahora... es tuyo.

El siervo y el sacerdote bajan la cabeza y se alejan de Alex. Él se da vuelta aún observando la espada y luego a su pueblo. No faltaba ni una sola persona en este lugar. El castillo estaba tan lleno que pareciera necesitarse más espacio. Alex da media vuelta para acercarse al trono y sentarse en este, apoyando la mano sobre el final del mango de la espada y la punta de esta contra el suelo entre sus pies. Justo en ese momento el sol cruza el gran ventanal atrás de Alex, dándole un aura más imponente y gloriosa.

Una gran campana se hace escuchar y todos los presentes se hincaron sobre una rodilla y bajaron la cabeza ante el nuevo rey. Me tomé mi tiempo, Alex me mira con una sonrisa divertida ya que se esperaba yo fuera la única que se mantuviera en pie. Me tiende la mano y yo me acerqué, subí los peldaños hasta estar frente a él. Pero esta vez, sin dejar de sonreír, me agaché hasta estar de rodillas y agachando la cabeza frente a él por un tiempo.

Los festejos iniciaron, el griterío comenzó a retumbar por todo el castillo y todo el reino hasta que el suelo comenzó a vibrar por ello. La mano de Alex va hasta mi barbilla, me hace levantar la cabeza y luego mi cuerpo. Ambos, ahora de pie, nos miramos con emoción. Vi su corona y la acomodé en su cabeza y luego su traje que estaba un poco mal acomodado.

-Tu sí que sabes lucir esta corona. Te queda bien -comenté sonriendo-. Se ve muy bien, Majestad...

Alexander ríe entre dientes antes de tomarme por la cintura y acercarme hasta pegar nuestros cuerpos.

-¿En serio? -asentí-. Entonces debo de sentirme honrado y agradecido. Después de todo, la mujer más hermosa de la historia me ha dicho apuesto.

Solté una risa leve por sus palabras que a la vez me hicieron sentir las mejillas sonrojadas. Vimos de reojo al sacerdote volviendo a acercarse con un sirvo y una corona diferente esta vez.

-Señorita, es hora.

Alex y yo nos miramos antes de tener que separarnos. Todos los presentes guardaron silencio en ese instante y prestar atención otra vez. Me posicioné y arrodillé frente a la corona, agaché la cabeza y traté de calmarme. El sacerdote sujeta la corona con ambas manos y la levanta al cielo volviendo a hablar y bendecir este momento. Vi de reojo a Alex y sonreí, pasé mi vista por donde podía hasta dar con mis padres y Sadie. Ellos se veían tan orgullosos como yo hace un momento por Alex, incluso puede que hasta más.

Volví a cerrar los ojos y escuchar, hasta que sentí la corona apoyarse sobre mi cabeza.

-Que tu gobierno sea en paz y en tranquilidad a lado de nuestro rey. Al aceptar esta corona, no solo aceptas el cargo como reina de Viltarin, sino también vivir entre nosotros como una de las nuestras y desposar a nuestro rey hasta que la muerte los separe.

Me levanté de nuevo y miré a Alex ya que encontraba tanta confianza y tranquilidad en él. Alex se levanta y se acerca a mí para tomar mi mano y voltear juntos hasta ver al reino.

-Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o que calle para siempre -nadie dice nada-. Entonces yo lo proclamo unidos en santo matrimonio. Rey y reina de Viltarin.

Nuevamente todo estalló en festejos. Los cañones lanzaron confeti sobre nosotros y las trompetas sonaron con fuerza iniciando la música. Alex y yo nos miramos con grandes sonrisas antes de que él me estirase para tomarme de la cintura, pegarme a él y besar mis labios con intensidad.

-Esto significa que ya no te llamaré "mi princesa" -comenta al separarse pero roza nuestros labios de nuevo-. Ahora eres mi reina...

-Y tú ahora eres mi mi amado rey.

Una sonrisa ladina se hace notar en sus labios, sus ojos no dejaban de mirar los míos.

-Que bien se escucha cuando lo dices tú.

Esta vez fui yo quien unió nuestros labios otra vez. Los aplausos no se detenían pero la gente sí dio espacio a los soldados que se formaron en dos filas enfrentadas en medio del gran salón del trono. Alex vuelve tomar mi mano, bajamos los peldaños a nuestro ritmo hasta estar frente a ambas filas.

-¡Espadas! -ordena el general.

Todos los soldados sacan sus espadas y las levantan hasta crear un techo sobre nosotros. Caminamos entre ellos con la cabeza en alto y las manos unidas. Salimos del castillo para encontrar a Anthas y Koa, listos para subirnos en ellos. Me acerqué a Koa y acaricié su cabeza.

-Que guapo, amigo -mencioné-. Te tengo un regalo, te encantará y lo sé. Si quiere... te doy un adelanto.

Miré a Anabella y sonreí, ella se acerca con una manzana verde y yo se lo agradecí antes de dársela a Koa quien relinchó y se la comió feliz. Pusieron una escalera a su lado para ayudarme a subir, el es que esta vez, al tener un vestido como el que traía ahora, se me haría más complicado subir.

-¿Lista, mi reina? -Alex me mira mientras acaricia a Anthas.

-Zaria... -escuchamos.

Ambos apartamos la mirada hasta ver a Darren acercarse a nosotros.

-Solo... dame un minuto-le dije a Alex quien asiente estando de acuerdo.

Me acerqué a Darren, ambos sonreímos al estar cerca.

-Darren... creí que no podrías venir -mencioné con una leve mueca al tratar de mantener la sonrisa.

Darren baja la mirada un segundo mientras mete sus manos en sus bolsillos y suspira.

-Fue difícil, pero no quería perderme tu día especial. Ambrose o Killian tampoco querían perdérselo -responde estando igual que yo.

-Ojalá Tanith también estuviera aquí...

Sin querer dejé escapar una lágrima que rápidamente Darren se encargó de limpiar.

-Arruinarás tu bello maquillaje.

-Lo siento, es que... ella quería estar aquí, y saber que lo que pasó me... me duele tanto.

-Oye... -Darren me toma por los hombros y me sonríe antes de abrazarme-. Lo sé, me duele que ya no esté... te entiendo... Pero sé que ella no querría que llorases ahora. Sonríe, sé feliz y sigue adelante. Hazlo por ella...

Asentí mientras mantenía mi rostro oculto en su cuello. Sorbí mi nariz y me separé de él. Oculté mi rostro como pude y sonreí nerviosa.

-Toma.

Darren me tiende un pañuelo que agarré para limpiar mi rostro cuanto pudiera.

-Gracias, y lamento esto.

Ambos sabíamos que no me disculpaba por llorar frente a él. Ya me había visto en peores momentos... Darren me sonríe con ternura y niega con la cabeza.

-No te disculpes... Si tú eres feliz yo también lo soy.

A pesar de todo, aún me sentía terrible por no poder corresponder a sus sentimientos por mí. Darren trataba de evitarlo para no lastimarme, pero sabía que estaba dolido. Lo abracé de nuevo como consuelo para ambos, él se aferra a mí por un instante antes de ser quien nos separe esta vez.

-Tu rey y esposo te espera, será mejor que vayas con él -menciona.

Vi el pañuelo en mis manos y llamé a una sirvienta para que lo mandara a lavar.

-Espero volvernos a ver, Darren.

-Que sea pronto. Majestad...

Él se acerca y se toma el atrevimiento de besar mi mejilla con dulzura y sin ninguna segunda intención o sobrepasarse siquiera un poco. Al apartarse unos pasos hace una reverencia a la que correspondí con un leve gesto de cabeza. Él se aleja hasta desaparecer de mi vista y yo volteé hacia Alex quien esperaba paciente por mí.

Me acerqué a él. Me tendió la mano, la cual sujeté, y nos colocamos junto a las escaleras a un lado de Koa.

-Me sorprende que no te hayas puesto celoso -comenté sonriendo.

-¿Quien dijo que no lo estoy? -él se acerca a mi oreja para susurrar cerca de ella-. Ese beso en la mejilla quedará corto con todo lo que tengo planeado para esta noche, mi reina.

Mi cuerpo se estremece. No pude responder porque él me hizo subir en Koa, agarré las riendas y lo vi subir en Anthas. Ambos nos miramos, mis mejillas estaban rojas, Alex sonríe de lado y es el primero en poner a andar a su caballo.

No sé si quiero que la noche llegue rápido o lento.

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