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Capítulo 65

Los gritos de dolor retunbaron por el lugar, seguía en shock hasta que solo pude dejar escapar un grito lleno de preocupación y horror.

-¡Alex!

Lo veía frente a mí, hincado sobre una rodilla mientras se sujebata su brazo izquierdo por el dolor que sentía. Levantó la cabeza para ver a Idalia quien sonreía después de todo. Alex se levanta agarrando su espada otra vez y se lanza sobre ella. Ambos caen al suelo, Alex encima, él actuó rápido y clavó su espada en el pecho de Idalia hasta que más de la mitad de la hoja metálica estuviera hundida en su cuerpo.

Idalia jadea y mira sorprendida a Alex mientras que de su boca empieza a derramarse la sangre. Ella voltea el rostro hasta verme, se veía agonizando y en shock. Trató de decir algo pero finalmente todo se detuvo, la agonía y los quejidos de dolor. Sus ojos se blanquean y ella deja esta vida finalmente.

Alex arranca la espada de su pecho y la lanza a un lado. Deja escapar un sollozo y se inclina hasta pegar su frente con la de su hermana. Él llora mientras yo solo podía mirar, veía su brazo goteando en sangre. La mitad del antebrazo había sido cortada y su mano estaba en el suelo a un lado cerca de mí.

-Hermana... -murmura él-. Lamento no haber podido ayudarte antes.

Finalmente conseguí reaccionar. Me levanté y caminé hasta Alex con tranquilidad, me arrodillé junto a él y apoyé mi mano en su espalda. Él voltea a verme de reojo, su rostro empapado en lágrimas me destruyó. Lo acerqué a mí y lo abracé, dejando que descansara su cabeza en mi pecho. Él me abrazó con fuerza, su mano se aferró a mí mientras seguía llorando. Lo consolé por un tiempo antes de separarnos solo un poco para ver su brazo, tenía náuseas pero las aguanté para arrancar un trozo de mi ropa y parar la hemorragia al atar su brazo.

-Se supone... que los reyes no lloran -comenta entre sollozos.

-¿Eso a quién le importa? -acaricie su cabello mientras sonreía y volvía a abrazarlo-. Acabas de ganar, pero ¿a qué costo? Esto es triste, muy triste... así que no tienes que reprimirte.

Alex no vuelve a decir nada y continúa llorando. Miré al cuerpo de Idalia, ya se veía un poco pálida. Dejé de mirar, me dediqué a consolarlo cuanto podía. Nos mantuvimos así un tiempo, pero esto aún no terminaba.

-¡Lícia! ¡Al frente! -grita Sadie.

Jadeé del susto cuando el rey ya estaba muy cerca nuestro con su espada en manos. Cubrí a Alex cuanto podía, no podría pelear en este estado.

-Viltarin ahora tendrá un nuevo rey, y no serás tú. Príncipe.

El rey sonríe levantando su espada pero repentinamente una flecha se le incrusta en el hombro. Miré atrás, Sadie se había bajado de su caballo para agarrar un arco y flecha de un soldado caído. Ella había disparado.

-Apártate de ellos -Sadie lo apunta con otra flecha mientras se acerca a nosotros.

-¿Sadie? ¿Qué es lo que estás haciendo?

-Protegiendo a los míos. Tú me enseñaste eso, ¿no? -ella estira más la flecha-. Ni se te ocurra acercarte o voy a dispararte.

-Sadie, tú no necesitas hacer eso... -hablé tratando de calmarla.

-Como futura reina es mi deber proteger a los inocentes. No importa de quién se trate.

-Matar a tu propio padre... Sadie, no lo hagas tú -insistí.

Ya he visto lo doloroso que es matar a alguien de tu propia familia. Alex seguía temblando en mis brazos y eso me preocupaba al igual que su herida. Ambos se miran entre ellos, Sadie tensa el arco, realmente estaba dispuesta a hacerlo. El rey la mira desafiante, pero entonces saca otra espada más pequeña y nos mira furioso. Corre con su caballo pero Sadie suelta la flecha.

-¡Sadie! -solté.

Su padre cae del caballo luego de recibir la flecha en el cuello. Sadie no se mueve y solo lo ve soltar su último suspiro.

-No te preocupes, Lícy -ella se voltea a verme.

Sonreía con tristeza y con lágrimas en los ojos.

-Estaré bien.

-Amiga... -murmuré preocupada por ella.

Resoplé cuando la vi empezando a derramar las lágrimas que ya me las esperaba venir. Alex y yo nos levantamos para poder ir hacia ella, la abracé con fuerza.

-Era lo que tenía que hacer -suelta en susurros-. No ayudaba al pueblo y se robaba el dinero. Papá nunca fue bueno, solo aparentó serlo.

-Pero no tuviste que ser tú quien lo haga.

-Lo prefiero así.

Suspiré y solo la abracé por un tiempo. Volteé a ver a Alex quien aún veía el cuerpo de su hermana en el suelo, pero los soldados reuniéndose a nuestro alrededor nos distrajeron. Viltarienses y adrestianos reunidos, esperando por nuevas órdenes. Alex y Sadie se miran un segundo, ambos asienten y miran a los demás.

-La guerra ha acabado. Esta enemistad entre nuestros reinos ha llegado a su fin -comienza Sadie.

-No más peleas. Desde ahora, ambos reinos vivirán en paz. Los Adrestianos no son nuestros enemigos.

-La gente de Viltarin es mejor de lo que piensan. No son enemigos, sino aliados.

-Este es el comienzo de una nueva era -Alex mira a Sadie-. Viltarin estará dispuesto a servir y ayudar a Adrestia en lo que necesite.

Sadie sonríe y voltea completamente para verlo igual.

-Lo mismo digo.

Ambos se dan la mano como muestra de la nueva alianza entre ambos reinos. Aunque claro, este solo era el comienzo. Yo me acerqué a Alex y vi su brazo cortado, seguía goteando.

-Estás perdiendo mucha sangre -me preocupé.

-Lo sé... -él mira sobre mi cabeza y llama a alguien.

Esa persona corre hasta nosotros y mira a Alex esperando sus órdenes.

-Pon a calentar dos espadas y cauteriza esta herida.

-Sí, Majestad.

Se va rápidamente y agarra dos espadas para luego acercarse a uno de los grandes incendios en la zona.

-Los demás. Controlen las llamas, no dejen que el incendio siga propagándose -ordena Alex.

-Hagan lo mismo. Ayuden a los soldados viltarienses -le sigue Sadie.

-¡Sí!

Todos se van corriendo a hacer su labor. El soldado de antes regresa con dos espadas al rojo vivo. Hice acostar a Alex y recostar su cabeza sobre mi regazo.

-Solo... aguanta -mencioné.

-Princesa... lo haré, no te preocupes.

Me sonríe de lado. Lo sujeté con fuerza de la mano y el soldado pegó las espadas a la herida. Alex soltó quejidos y gritos ahogados por el dolor.

-¡Agh! -se retorció y apretó mi mano.

-Aguanta... -murmuré acariciando su frente con una mano.

Podía escuchar la sangre quemarse junto a la carne. El soldado separa las espadas y yo vi que la herida ya no sangraba. Alex suspira aliviado de que el calvario ya había pasado, me mira adolorido y agotado. El soldado se aleja a ayudar con el fuego a sus compañeros y nuevos aliados

-¿Estás mejor? -pregunté.

-Siempre que estés a mi lado, lo estaré.

Ambos sonreímos como idiotas. Me acerqué a él y junté nuestros labios tiernamente. Solo habían pasado pocos días desde la última vez que lo había besado y se sintió como una eternidad. Extrañaba su sabor. Ambos nos separamos cuando fue evidente la falta de aire, nos miramos un segundo.

-Hay que irnos de una vez -comenté.

Alex asiente estando de acuerdo conmigo. Nos levantamos del suelo, lo ayudé a hacerlo y nos acercamos a Koa. Alex, a pesar de ya no contar con su mano izquierda, tuvo la fuerza y agilidad suficiente para subirse en Koa, aunque lo vi hacer muecas de dolor.

-No te sobresfuerces -dije apoyando mis manos en él-. Estás herido, tienes que estar tranquilo.

Alex me observa sin responder, entonces extiende su mano hasta mi mejilla y limpia el rastro de sangre que caía de aquella cortada. Apoyé mi mano sobre la suya un momento, nos miramos a los ojos como si pudiéramos leer los pensamientos del otro. Reaccioné al igual que él. Me subí en Koa, delante de él y miré a todos lados. Los Adrestianos nos miraban, Sadie estaba al frente de ellos esperando por mí. Pero los Viltarienses también esperaban para irnos a casa.

Bajé la cabeza sin saber que dirección seguir. Alex estaba conmigo, no quisiera dejarlo en este estado... pero... ¿cuándo vería a mis padres? Están a tan solo unos cuantos pasos en caballo.

-Princesa... -Alex me abraza al saber en lo que pensaba-. Ve con ellos.

-No quiero dejarte -admití.

Volteé a verlo, una lágrima recorre mi mejilla pero él la aparta con tanta delicadeza que conseguía derretir mi corazón. Escuchamos pasos acercarse, Sadie nos sonríe pero mira a Alex.

-Si quieren, pueden ir a Adrestia a sanar sus heridas. Estaremos encantados de recibirlos.

-¿Está segura? -cuestiona Alex-. No es por ofender pero... mi reino ha querido la paz con ustedes pero siempre se han negado, ¿cómo podrán aceptarnos sin más?

-No se preocupe, no es una ofensa. Es verdad que mi reino es obstinado y sí, tiene razón, no los aceptarán tan rápido -hice una mueca sabiendo que es verdad-. Pero mientras yo no ordene atacarlos, ustedes estarán a salvo.

Miré a Alex de nuevo y tomé su rostro entre mis manos para hacerlo mirarme.

-Vamos, me preocupa que vayas estando así. Tu reino está más lejos que el mío, no quiero que te pase nada en el camino -hablé preocupada.

Alex me mira mientras analiza la situación. Ve a su alrededor y luego suspira antes de asentir.

-Está bien, acepto la oferta.

-Genial. Entonces... es momento de irnos.

Sadie se pone en marcha junto a sus soldados. Alex mira a su reino y les indica con la cabeza que tienen que ir con nosotros. Ellos se miran alarmados, jamás habían imaginado que entrarían a Adrestia en paz. Pero aún así no cuestionan a Alexander, nos siguen cuando empezamos a caminar.

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