3 - Amelia
Ella quería acercarse a él.
Desde hace un par de años que se lo encontraba en los buses y de una u otra forma había terminado admirándolo. Santiago hablaba con todo tipo de personas con tanta facilidad que era impresionante. De una u otra manera, había terminado siendo una inspiración para ella, además de que a veces le parecía que la miraba. Como si supiera de su problema, como si estuviera animándola en silencio.
Sin embargo, su mundo era muy diferente. Fumaba, tomaba y salía a fiestas. Hacía tantas cosas que a ella le aterraban. Además tenía tantos amigos que la aturdía un poco. Era todo lo que ella no era. Era libre. No estaba encerrado por una maldición. No podía evitar envidiarlo de vez en cuando. Y quería hablarle, con mucha fuerza. Pero no sabía como hacerlo. Él ya la había notado en los buses y la había mirado raro un par de veces. No quería parecer una acosadora, pero por otro lado no quería ser una sombra por el resto de su vida.
Y en cierto modo lo odiaba, porque causaba en ella una dependencia emocional que la hacía sufrir.
Entonces odió su maldición, porque si no fuera por eso hace tiempo que habría hablado con él. Y definitivamente quería hacerlo. Quería ser una buena amiga para él... algún día. Antes de que acabara la universidad... y antes de que fuera demasiado tarde.
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