"Capítulo Único"
Bridgette observaba como el ocaso estaba en su apogeo cubriendo de un suave naranja la ciudad de París. La oscuridad ya se asomaba y en unos cuantos minutos la luna relevaría al sol e iluminaría el cielo junto con su manto de estrellas. Una belleza simple, que se resumía en aquel saludo y despedida tan cruel de dos amantes astrales destinados a estar separados eternamente.
Suspiró con desgana pellizcando en la inconsciencia la carta que yacía en su regazo. No eran más que palabras vacías e impersonales. Podría decirse que eran dignas de Félix Agreste, pero se quedaría corta en expresión.
Pestañeo repetitivamente para alejar algunas lágrimas que amenazan con salir. Sabía que sí permitía que alguna de ellas cruzara el umbral de sus ojos, no pararía hasta deshidratarse. Contuvo el aliento unos segundos para serenarse.
Llevaba tiempo lejos de su bellísima y apreciada París. Había extrañado la ciudad tanto cómo había añorado a cierto caballero de mirada gris plata.
Sin embargo, sentía que la ciudad ya no le pertenecía. O, más bien, que ella ya no pertenecía a París. Se sentía una forastera en el que había sido su hogar.
Sabía que ese sentimiento de desanparo podría deberse a la tristeza producto de otra promesa rota de Félix y la carta tan fría que aún tenía consigo o solo quizás, era la fantasía tan idealizada de un momento de felicidad que no se había cumplido. Cualquiera fuera el caso, se negaba a derramar lágrima alguna. Al menos no en público y no en ese momento.
Cerró los ojos un largo instante y respiró profundamente, antes de dejar que aire volviera abandonar sus pulmones. Cuando volvió abrirlos, la oscuridad había llegado. La luna hacia reemplazo y guiaba a los desamparados bajo el anochecer.
Se levantó del banquillo dónde se encontraba, sin importarle en lo absoluto de que la carta cayera al suelo y emprendió un paseo devuelta al hotel donde se hospedaba. Esperaba que el cálido aire primaveral de la ciudad, le ayudará dilucidar sus ideas y tomar una dolorosa decisión.
***
Las maletas que aguardaban en la sala de la habitación le parecieron vacías a pesar de estar llenas.
El entusiasmo de su llegada hace algunas horas se había esfumado y el reemplazo a su alegría era el amargo y doloroso silencio lleno de soledad.
Pronto la habitación en penumbras se le hizo demasiado pequeña en comparación a las toneladas de tristeza que le invadía.
La melodía de «beautiful life» en la habitación contigua llenaba el espacio. Llevaba sonando horas, en una repetición continúa e incesante.
Sabía exactamente cuántos tonos sonarían antes de que la melodía terminara y volviera a reanudarse.
No obstante, no le apetecía contestar.
Sabía quién llamaba.
Sabía quién la buscaba.
Pero su cansancio emocional no le permitía enfrentarlo y tampoco quería hacerlo.
La cobardía era parte de ella en ese momento y la coraza de su lastimado corazón se resquebraja cada vez que la melodía volvía a sonar.
Dejó escapar un enorme, pesado y profundo suspiro, mientras se dirigía a la puerta descalza.
No aguantaba estar un segundo más en la frialdad de aquella habitación y la soledad impuesta en esas cuatro paredes.
Cuando cerró, la puerta amortiguo los últimos recodos de melodía.
***
La cálida brisa acarició sus mejillas y revoloteo su cabello.
El soplo de aire fresco le sentó bien, sin embargo, no disminuyó ningún ápice el nudo en su garganta ni el dolor de su corazón.
La terraza superior del hotel se encontraba completamente vacía. La únicas luces que iluminaba el lugar era originaria de la ciudad a sus pies, la lucecitas en el dondo de la piscina que dominaba el sitio y la clara luna de aquella noche le hacía compañía.
Se recostó en una tumbona y se dedicó a mirar las constelaciones de estrellas. Se había perdido contando las primeras cien y luego las siguientes mil.
Llegó a muchos cientos y muchos miles, sin embargo, al final de cuentas, su mente regresaba a los mismos recuerdos. Aquellos dónde Félix Agreste era protagonista.
Dónde los besos, las sonrisas y los destellos de felicidad eran opacados por los silencios fríos y peleas hirientes.
Quizás su relación hubiera estado condenada desde el inicio o puede que, jamás debieron de estar juntos.
Tal vez, este era el final del camino junto a Félix y ahora debía de emprender uno totalmente sola.
No obstante, cualquiera de esas afirmaciones le estremecía el corazón de forma dolorosa. Porque aunque le doliera seguía amándolo. Seguiría amándolo. Ahora y siempre. Hasta que diera su último respiro.
Félix Agreste, era el representante de un amor doloroso... Su propio amor lleno de aflicción.
Recordó su rostro.
El color metalizado de sus ojos llenos de secretos y rebosantes de sentimientos ocultos.
Recordó igual forma, el rectus de sus labios y aquella sonrisa suya que pocas veces avistaba y que siempre que lo hacía, le estremecía el corazón.
Se dio la libertad de perderse en otras cientos de estrellas y luego en mil estrellas más. Se resguardo en el silencio y buscó las respuestas desgarradoras que éste le daba. Aquella verdad rota por una perdida estrella caída, surcando el manto del cielo de París en la oscuridad del anochecer.
Cerró los ojos con fuerza y dejó que las ardientes lágrimas corrieran con libertad en sus mejillas.
Dejó que el corazón soltara todo aquella tristeza acumulada. Llenando de cristales rotos su interior que abría heridas que le escocían hasta el alma.
Se preguntó en medio de desgarradores sollozos, si alguna vez dejaría de doler. Si con el pasar del tiempo y los años podría olvidarse de él. De lo que su recuerdo conllevaba su recuerdo y si, tal vez, algún día podría encontrar la felicidad al lado de otro hombre.
Ni el silencio ni las estrellas, tenían respuesta a tantas interrogantes.
Más, aquél desgarrador dolor en su corazón: sí. Jamás lo olvidaría y nunca podría encontrar aquella dicha al lado de alguien más. Félix Agreste sería el único e irrevocable dueño de su corazón, por siempre. Pero también aquel dolor le hizo ver qué, aunque lo amara, este debía ser el final del camino a su lado.
Un pesado camino que empezaba a llenarla de tristeza y soledad, mucha más de la que la embargaba.
Llevó la palma de su mano al pecho y apretó con fuerza. Palmeó incluso un par de veces. Dolía como nunca nada lo había hecho, pero no se detendría.
Liberaría todo aquella madrugada y empezaría de nuevo al amanecer
No se repondría al instante, pero idearía la forma de convivir con la agonía del dolor de su corazón lleno de cristales que no hacían más que acrecentar su aflicción.
A pesar del desconsuelo, Bridgette, en medio de aquel infinito mar de sentimientos, pidió por él a aquella estrella caída.
«Deseo que él sea feliz »
Rogó con voz rota. Ahogadas en lágrimas y en medio de los sollozos que rompían el silencio.
Aquél último deseo, era por él.
Para él y también era una despedida.
Dolorosa, desgarradora y triste.
Sumamente triste.
Dejaría todo atrás.
Saldría de la vida de Félix Agreste, cuándo el sol decidiera aparecer en unas cuantas horas.
Tomaría sus maletas y se marcharía para siempre.
Por qué, aquella noche, en medio de la oscuridad y con las estrellas de testigo, Bridgette, estaba dando el paso más desolador de su vida y con aquél dolor abismal en su pecho daría por terminado el mar de amor que alguna vez le profesó a Félix Agreste.
Éste, era el inicio del final... Aunque doliera.
________________
One Shot temática, Feligette❤
Primera vez qué escribo de éste shipp y fue triste, pero me gustó el resultado.
Este relato está escrito para el concurso #MilagrosAntiCliché de MiraculousFanfics
Nota:
3 de Septiembre de 2019
Querido lector, gracias por darle una oportunidad a la historia.
Luego de muchísimo tiempo la he corregido a medias, si ves alguna anomalía dentro del texto no dudes en comentarla para poder corregirla y darte una mejor experiencia de lectura. Además, luego de mucho tiempo, me di cuenta que este relato 'anti cliché' es exactamente lo contrario. Sí. Esta historia es muy cliché. En realidad esta plagada de cliché corta cebolla.
Pero dado que fue mi primera historia dedicada a Feligette o más bien a Bridgette, me siento realmente bien en mantenerla en mi perfil.
Diría más, pero me extendería eternamente...
Asique lo resumiré en lo siguiente:
¡Gracias por estar aquí! y No fue mi intención romperte el corazón o sacarte bostezos de aburrimiento. Solo trataba de mostrar la decisión de salir de una relación tóxica y dolorosa. No caigan en eso. No hace bien.
Pero bueno... Mejor la dejo hasta aquí, no vaaya a hacer que me extienda aún más...
Eso es todo.
Con mucho cariño,
Sami
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro