Las cinco niñeras del mal.
«Las cinco niñeras del Mal»
Estaba sentada en el sofá del patio trasero de mis padres resolviendo un rompecabezas con mi papá mientas comíamos Planters Peanut.
Mi madre regaba sus amadas rosas rojas y sus otras plantas pasándose de un lado a otro del jardín.
Tenía bastante tiempo de no venir a la casa de mis padres, entre los viajes de vacaciones y otras cosas no he podido dedicarle tiempo a mis progenitores.
—Kylie, cariño. ¿Segura que esa pieza cabe ahí?—Pregunta mi padre algo exasperado.
Los rompecabezas a mi punto de vista son pasatiempos que requieren mucho tiempo y mucha paciencia. Lamentablemente mi padre y yo carecíamos del segundo requisito.
—Claro que cabe. Ya lo verás.—Declaré muy segura tratando de poner la pieza en el espacio.
Luche contra la pequeña pieza sin éxito. Mi padre junto a su sonora y grave carcajada le daba golpes al sofá como si mi equivocación fuera unos de esos chistes que hacen los comediantes de Stand Up.
—Oh Kylie, ¿Porque siempre tan testaruda?—Se burla mi papá mientras lanza un puño de maní a su boca.
Con mucha seguridad mi adorado padre toma una piensa y la coloca en el lugar donde yo había puesto la pieza errónea. Otro que lucha contra el espacio vacío sin éxito. Gruñe, tira la pieza a la mesa y cruza los brazos sobre su pecho.
—Oh papá, ¿Porque siempre tan testarudo?—Repetí en el mismo tono haciendo su misma acción.
Sus claros ojos azules con matices verdes me lanzaron una mirada asesina, frunció el ceño y giró el rostro. Mi madre de una forma muy callada tomo una pieza de la mesa y la puso con mucha facilidad y sin ningún problema en hueco. Mi padre y yo la miramos con confusión.
—¿Porque ustedes dos tienen que ser tan... ustedes?—Habla mi madre tomando una pequeña porción de maní y sentándome al lado de mí padre.
—¿Cómo somos nosotros?—Pregunté acomodándome mejor en el sofá.
—Juegan juegos que no pueden jugar por que son muy impacientes, competitivos, brusco y ciegos.—Contestá ella tomando de su limonada.
—De tal palo tal astilla. Somos un equipo invencible.—Opiná mi padre alzando su jugo de naranja.
—Toda la vida.—Afirmó chocando mi vaso con el suyo.
Una sonrisa triunfadora se tatúa en nuestro rostro. Mamá rueda los ojos y menea su vaso con limonada.
—Yo los cabo de vencer, equipo "invencible".—Habla mi mamá victoriosa. Ahora la mirada asesina de mi padre va en dirección a mi mamá.
Una sonrisa maliciosa se retrata en los labios de mi padre, deja su vaso en la mesa y se gira hacia mi madre.
—Hay algo en lo que nunca me vas a vencer.—Dice él levantándose del sofá y mirándonos a ambas.
—¿En qué?—Desafía mi madre viendo a mi papá.
—¡Guerra de Cosquillas!
Las grandes manos se mi papá de posiciones a los costados de mis costillas mientras sus dedos se empiezan a mover haciendo cosquillas.
La fina y casi inaudible risa de mi madre se empieza a apagar gracias a mis grandes carcajadas.
Papá tenía la gran capacidad de hacerme sentir una niña pequeña. Supongo, que cada padre tiene la misma capacidad. Pero, mi papá es único en esa área. Siempre me hace sentir como una niña consentida, soy su niña consentida. Creo que jamás afrontó el hecho de que su única princesita dejo de ser una princesita desde hace mucho tiempo porque nunca se lo deje saber.
Después de que todo el aire en nuestros pulmones desapareciera las cosquillas de mi padre cesaron. Mi mamá con muy poco aliento arreglo su cabello negro y se levantó muy "enojada" del sofá. Había olvidado que mamá no es exactamente una persona a la que le gusten las cosquillas.
—¡Hey, Jane!—Mi padre trata de llamar su atención parando su risa. No hay respuesta por parte de mi madre. Ante esto, él se levanta del sofá, corré hasta ella y la envuelve en un abrazo.—¿A donde vas?
—Déjame, Duncan.—Exige mi madre.—Ya sabes que no me gustan las cosquillas.
—Sí, sí, sí lo siento.—Se disculpa mi papá dándole un beso en la frente. Ella sonríe y planta un pequeño beso en sus labios.
Supongo que hay algunos amores que nunca se extingue por más raros que sean. Mis padres son un contraste total.
Detrás de la fachada de serio y amargado que tiene el semblante de mi padre, se esconde el bromista y juguetón lado de él. Por otro lado mi madre es una persona muy tranquila y seria, nada comparada a ese lado de mi padre. Pero también supongo que los polos opuestos se atraen.
El tiempo con ellos se pasó volando, después de almorzar un rico filete de pollo en salsa me fui de la casa de mis padres para ir con los chicos a hacer algunas cosa.
Sin darnos cuenta nuestro último año de universidad había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Lo único que estábamos haciendo era organizar un evento de "despedida" de nuestro año universitario.
El que organizaba ésto era el señor Collins, él dijo que quería hacer una pequeña fiesta para los compañeros de sus hijos, nada fuera de lo común. Invitaría algunos profesores, alumnos importantes de otros salones, etcétera. Los encargados de todo esto íbamos a ser "Las cinco niñeras de Satán" o "Del mal" a como nos decía nuestro profesor de estadística cada vez que hacíamos grupos para algún proyecto.
Esos cinco éramos Leonard, Joseph, Michelle, Madison y yo. Teníamos que ver el asunto de las mesas, sillas, cubiertos, arreglos, comida, etcétera.
Al salir de la casa y poner en marcha mi auto llame a Michelle para ver dónde nos encontraríamos. Me dirigí a la dirección donde ella me dijo.
Era una pequeña "agencia" eventos festivos y esas cosas. Afuera del lugar ya se encontraban Madison, Michelle, Leonard y Joseph. Rápidamente busque un estacionamiento para dejar el auto e ir donde los chicos.
Me baje del auto y caminé hasta donde ellos se encontraba. La mirada de Joseph encuentra la mía y me regala una de esas preciosas sonrisas abiertas.
—Hola, Niñeras del mal.—Saludé sonriente al ver a mis amigos.
—Ja, niñeras del mal. Hace tiempo que no escuchaba ese apodo.—Comentá Leonard pensando en el apodo.
—Quien pensaría que Jobs iba ha ser tan creativo con los apodos.—Dice Madison refiriéndose al profesor Jobs, nuestro ex profesor de estadística.
—¿Y hacemos aquí?—Pregunté percatando que estábamos afuera del establecimiento.
—Tomar té con la reina Isabel.—Hablá Michelle en tono sarcástico.
Yo le regaló una hermosa mirada obvia mezclada con un poco de sarcasmo.
—Te estábamos esperando para poner ver las ofertas de la agencia de eventos.—Respondió Joseph ante mi pregunta.
—Bueno, vamos a entrar.—Dije caminando hasta la puerta de entrada.
Las ofertas y planes de el local eran muy buenas, la propuesta a la que accedimos era un paquete completo.
Música, cocineros, mesas, asientos, arreglos y salón era todo que incluían. Sin mucha dilatación nos trasladamos al salón donde iba a hacer el evento para acomodar todo, solo teníamos al menos veinticuatro horas para tener todo listo ya que toda la fiesta sería en la mañana.
La ceremonia de graduación sería en las nueve de la mañana y la fiesta sería a las seis.
.
El tiempo avanzó en ritmo acelerado, después de todo no éramos tan malo siendo organizadores de fiestas.
Estaba recostada sentada en una silla tomamos un descanso mientas veía a los chicos desde lejos trabajar, a mi lado estaba Joseph bebiendo un Sun Capri de Kiwi y Fresas.
En realidad todos estábamos haciendo lo mismo. Inocentemente tomo mi mano. Yo giré el rostro para poder verlo.
—Hola, Conejita.—Saludá en un tono casi inaudible.
—¿Porque me dice "conejita" así de bajo?—Pregunté, por alguna razón, en el mismo tono.
—No quiero que los chicos te molesten con eso. Solo yo te puedo decir conejita, porque eres MI conejita.—Declará autoritario.
Yo Arqué una ceja de manera desafiante.
—¿Desde cuándo eres así de posesivo?—Cuestioné divertida y algo burlona.
—Des que supe que no quería perderte.—Se acerca un poco más a mí y con mucha cautela y discreción nos damos un corto beso en los labios.
La noche empezó a caer, para nuestra fortuna ya habíamos terminado una gran parte del trabajo, sin ningún problema estaría lista la fiesta de mañana. Todos nos despedimos y no dirigimos a nuestros departamentos. Ha sido un largo día y merecemos descansar.
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