Hogar, dulce hogar.
«Hogar, dulce hogar.»
Miraba con entusiasmo a través de la pequeña ventana del avión, esperando impaciente por mí aterrizaje. Estaba tan concentrada en mi llegada que ni siquiera había abierto la cajita que me había dado Giovanni. En el moño rojo estaba un poquito trozo de papel.
«Para que nunca te olvides de mí.
—Giovanni Carpenteri.»
Rompí el papel que la envolvía dejándome ver una caja de cartón con Altoids WinterGreen y Peppermint. Sonreí de lado y abrí una de ellas, metí una a mi boca y aprecié su sabor.
Volví a mirar la ventana desesperada por mí aterrizaje, los chicos me estarían esperando en el aeropuerto. Estaba emocionada por verlos de nuevo, ver a Michelle, Madison, Jonh, Jordan, Leonard y...
Oh no.
¿Joseph estará con ellos?
Oh no, oh no, Yo no había planeado nada de ésto.
Mi tan esperada llegada me invadió de pavor al pensar eso, quizás no estaba lista, quizás no lo había superado.
Una luz roja a acompañada de un timbre nos avisó que ya era hora de desabrochar los cinturones. Nos levantamos de los asientos y salimos del avión. Caminando por un largo pasillo para llegar a las zona de la maletas, recogí mi equipaje me dirigí a la larga fila del detector de metales, luego me fui la la entrada.
Lo primero que vi fue la larga y ondulada cabellera de Michelle al lado de la lacia y oscura melena de Madison. Agradecí muy en mis adentros por qué solo estuvieran ellas, sin embargo, los agradecimientos duraron muy poco.
Cuatro chicos sumamente atractivos con la fachada de haber salido de una revista juvenil. Los cuatro mosqueteros de la conquista, los cuatro tenorios, casanovas, muchas palabras y términos más. Desfilando en nuestra pasarela iluminado y refrescando la vista de las ingenuas damiselas esperanzadas en una mirada rápida de sus coquetos ojos.
John portando su segura sonrisa socarrona, sus Jeans negros y camiseta blanca.
Jordan ostentado su orgullosa sonrisa torcida junto una camiseta negra y pantalón beige.
Leonard alardeando su cabello castaño con su impecable camiseta blanca y sus shorts azules.
Caminaban con ese desdén de engreimiento, sosteniendo dos vasos de café como si lo estuvieran promocionando.
¿Quién podía pensar que Jonh y Jordan, dos casanovas de "selectos" iban a enamorarse de dos chicas que conocían de toda la vida? Aún a Leonard nadie lo lograba domar y se mantenía intacto en eso.
Y luego estaba él...
De los cuatro parecía el más introvertido, pero eso no le quitaba lo atractivo, es más, lo hacía más encantador. Mostrando una atrayente y encantadora sonrisa de boca cerrada aprobando las bobadas y bromas de sus amigos, su oscuro cabello castaño peinado hacia atrás, con una camiseta azul de botones de mangas largas dobladas hasta los codos y un short de mezclilla pálida. Aún sigo caminando hacia ellos, fijándome plenamente en esa figura.
Sus ojos marrones se clavan en mi mirada.
¿A donde va esto?
Sea donde sea...
¡Ni se te ocurra sonreírme, Joseph Collins!
Tienes estrictamente prohibido sonreírme.
Las comisuras de sus labios se elevaron mostrando sus brillantes incisivos superiores.
Y es ahí donde sucede, el oxígeno abandona mi cuerpo, mis piernas se esfuerzan por seguir caminando hacia ellos, las palmas me empiezan a sudar, los latidos de mi corazón retumbaba en toda mi caja torácica. Ese sonido era la caída de los muros que inútilmente construí para apartar a Joseph de mí y para mi mala suerte no sirvieron para nada. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba frente a ellos.
—¡Bienvenida Kylie!—Michell es la primera en saludar y recibirme con un abrazo.
Sin antelación nos convertimos en un gran abrazo grupal.
—¡Te extrañamos tanto Kylie!—Expresa Madison aún en el abrazo.
—Sí, sí, sí yo también los extrañe. Pero, déjeme respirar.—Aclaré mi garganta para poder hablar entre ellos. Ellos rieron.
John le entrego un café a Michelle, Jordan uno a Madison y Joseph uno a mí. Otra vez nuestros ojos conectaron y me regaló una pequeña sonrisa cálida. Todos nos subimos a la Dodge journey de Jordan, era muy delicada e impecable.
No me podía esperar menos de alguien tan disciplinado y estructurado como Jordan. Para ser sincera, Jordan es aún más ordenado que Jonh. Íbamos a una cafetería cercana del aeropuerto la "Raven Coffe", entramos al local y pedimos platillos para almorzar. Yo pedí un filete de pollo en salsa, con ensalada y arroz.
—¿Que tal Milán?—Jonh es el primero en comentar sobre mi viaje.
Tomó un sorbo de mi soda y aclaró mi garganta.—Es muy lindo, quedé completo enamorada del sitio.
—¿Que hiciste en toda tu estancia allí?—Pregunta Jordan con interés.
—Coquetear con algún Italiano.—Bromeá Leonard, llevando su tenedor con un pedazo de carne a la boca. Como respuesta le doy una pequeña patada bajo la mesa.
—Claro que no, mi viaje fue de motivos turístico. No de romances de verano.—Acoté relajada, dejando mis cubiertos en la mesa.
—A más de algún italiano de echaste el ojo.—Comentá Mitchell haciendo una sonrisa pícara.
—Es lo más probable, uno nunca sabe que sucede en eso clubes con galanes europeos.—Madison le sigue la corriente a Mitchell.
Sin razón alguna mi mente pensó en Giovanni y nuestro pequeño momento en el Club nocturno la otra noche.
—¿Galanes europeos? Les recuerdo par de hormonas locas que ustedes ya tienen novios.—Joseph interrumpe mis pensamientos y las alucinaciones de ambas chicas con los "galanes europeos".
—Joe tiene razón, ustedes ya nos tiene a nosotros.—Agrega Jonh de manera "indignada".
—¿Acaso ya no nos quieren?—Ahora es Jordan quien le sigue la corriente a Jonh.
Madison y Michelle ruedan los ojos con algo de irritación h diversión. Leonard y yo nos estábamos partiendo de la risa con la escena.
—Claro que no, Tomatito.—Madison tranquiliza a Jordan hablándole como si fuera un niño pequeño y apretando sus mejillas.
—Los queremos mucho, nunca duden eso.—Dijo Michelle para John.—Gracias, Joseph.—Michelle le agradece de forma sarcástica mientras le tira una bola de servilleta a Joseph.
—No hay de que.—Dice Joseph esquivando el golpe y tirándole una tira de lechuga.
—Calmense los dos.—Interrumpó enmedio de la pelea.
—Sí, mamá. No hay problema.—Dice Michelle de forma burlona. Mi respuesta más madura es sacarle la lengua.
—Ok, ya nos tenemos que calmar. Voy a entrar los regalos.
Me acomodé en el asiento y puse el bolso de los regalos en mis piernas. A Madison le traje un collar dorado con su inicial y a Michelle también, a Leonard le traía una gorra con la bandera de Italia bordada al frente, a Jonh una camiseta de “I ♥️ Italy", a Jordan un Llavero de la torre inclinada de Pisa y a Joseph un broche del coliseo romano.
—Muchas gracias, Kylie.—Dicen al unísono admirando con detenimiento los regalos.
Pasado el tiempo y las risas, recibí una notificación en mi iPhone, un mensaje de Mónica hace que se encienda la pantalla de dicho objeto.
—¿Quienes son ellos?—Interroga Joseph, quien estaba sentado a mi lado, viendo mi fondo de pantalla de bloqueo. El fondo era una foto que nos habíamos tomado Giovanni y yo haciendo caras graciosas en el Napoleón.
—Es su amante italiano.—Leonard contesta por mí.
—Déjame ver.—Michelle me arrebata el teléfono de las manos.
—Wow, no se mira nada mal.—Opiná Madison viendo la foto.
—¿Tiene algún hermano?—El tono enamoradizo se presenta en la pregunta de mi mejor amiga.
—Michelle...—Jonh llama la atención de la mencionada.
—Solo era un chiste, ¿desde cuándo te volviste tan amargado?—La castaña rueda los ojos y cruza los brazos.
—Desde que mi chica está interesada en otros.—Respondé Jonh pasando su brazo sobre los hombros de Michelle para luego besar su frente.
—Bajen tres rayas a su miel, ¿Quieren?—Leonard le da una sacudida rápida a su cuerpo como si algo le perturbará.—Ustes cuatro me elevan en azúcar en la sangre.—Dice apuntando a las dos parejas del grupo.
Sin importarles un poco el comentario de Leonard y para molestarlo un poco más, Michelle tomo el cuello de Jonh para besarlo apasionadamente, Madison hizo lo mismo con Jordan.
—Oh no ya basta.—Leonard tapaba sus ojos con ambas manos.
—Respeten a mis retinas un segundo.—Me quejó haciendo lo mismo que Leonard.
Joseph esta viendo fijamente un punto en la mesa, sin prestarle atención a las escenas de pareja. Leo y yo lo miramos con confusión y él no nota.
Joseph encoge los hombros.—Ya estoy acostumbrado.—Respondé bebiendo su vaso con agua.
—¿Como los soportas, hermano?—Cuestiona Leonard con admiración.
Joseph vuelve a encogelos hombros.—Es un don.—Nos guiña el ojo como en comercial de Colgate.
—Elizabeth te tiene muy bien entrenado.—Ahora las palabras de Leonard me empiezan a masacrar el orgullo a mí.
—Iré por una soda.—Joseph ignora el comentario de Leonard y se levanta de su asiento para dirigirse a la máquina expendedora.
Después de unas cuantas horas de papas fritas con queso cheddar derretido y trozos de tocino. Nachos con galapeños, sodas y algunas cervezas sin alcohol, contando anécdotas cuando yo no estuve y anécdotas viejas que nunca nos cansaremos de repetir, salimos del lugar con dirección a mi apartamento.
Me despedí de los chicos entre al lobby del edificio, saludé al portero y subí por el elevador hasta llegar a mi piso. Tomé las llaves del departamento y lo abrí, Respirar el aire de mi departamento fue algo muy reconfortante para mi cansado ser. Tomé una suave y relajante ducha, me puse una bata de baño blanca y me acosté en el sofá a ver la televisión en un idioma que si entendía.
¡Hogar, dulce hogar!
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Nota de autor:
Ufff, al menos ya sabemos que Kylie está en su apartamento, sana y salva.
¿Que pasará ahora?
Veámoslo en el siguiente capítulo!
—K.
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