«Extra drama»
«Extra drama»
Kylie Grayson
Poco a poco voy abriendo mis ojos para contemplar el hermoso ser que está a mi lado. Su cabello pardo oscuro siendo iluminando por el sol que pasa a través de la ventana, arruga sus perfectas cejas, viendo fijamente su celular.
Quizás no sabe que ya estoy despierta. Corté más la distancia entre nosotros y me pongo en su pecho a escuchar los serenos latidos de su corazón. Joseph me recibe sin ningún movimiento brusco o nervioso, solo acomoda su mejilla sobre mi cabeza y acaricia suavemente mi espalda.
Lo que puedo llegar a ver en su celular se me hace muy raro, son de esos sitios web para busca departamento y esas cosas.
¿Porque Joseph estaría buscando un departamento?
—¿Te vas a mudar?—Pregunté suavemente.
—Sip, Michelle y Jonh están planeando vivir juntos. Me voy del departamento para no incomodar. Jordan y Madison también van a vivir juntos.—Respondé él con su roca voz de recién levantado.
Wow, Michelle y Jonh, Madison y Jordan van muy enserio. Me alegra mucho que dos mis mejores amigas estén pasando un muy buen momento con el amor de sus vidas.
—¿Que te parece éste?—Me preguntá acercado el teléfono a mí.
—Es muy lindo. Tienes que buscar algo que te guste.
—Solo quiero que me des tu opinión, quiero que te sientas cómoda cuando vayas a visitarme.—Declará.—Me gustaría que te quedarás varios días para tenerte cerca.
Apretándome contra su pecho en un intento de abrazo, planta un beso en mi frente y sonríe. Una idea nace en mi cabeza. Pero, no sé si es muy temprano para eso.
—¿Y si vivimos juntos?—Cuestione lentamente con mucha cautela.
Él se aleja un poco para poder ver mejor mi rostro.
—¿Quieres que viva contigo?—Preguntó extrañado, la sorpresa es evidente en su rostro.
Encogí mis hombros.—Si tu quieres...
Una enorme sonrisa se esboza en sus carnosos y rosados labios, los mismo trozos de carne que se sellaron en mi rostro repetidas veces. Sus suaves manos estaban debajo de mi camiseta, haciéndome cosquillas.
—Te amo, te amo, te amo.—Dice entre cada beso que me da.
—Lo sé, lo sé, lo sé.—Conteste sin parar de reír.
—Toda la cuidad va a saber que te amo. Es más, el mundo entero va a escucharlo.—Dice él con entusiasmo.
—¿Ah sí?—Juego desafiante.
—Sí.
—Quiero verte.
Se acerca a mí y pega sus labios a mi oído.
—Te amo.—Susurrá, alterando cada uno de los nervios en mi ser.
—Pensé que se lo ibas a gritar al mundo entero.
—Tú eres mi mundo entero, Kylie Grayson.
Esas pocas frases calentaron mi pecho de amor.
Había algo dentro de mí que no me permitía contestarle que lo amaba, lo hacía con todo el corazón. Pero, hay un gran caos en mi interior lleno de dudas y miedo que no me permiten decirle lo mucho que lo amo.
Tengo miedo a que Joseph vuelva a lastimarme. Siendo honesta me estoy arriesgando demasiado ha salir herida nuevamente.
No debería de estar dándole una tercera, cuarta ¿Quinta oportunidad?... ¡Ni siquiera sé por qué número de oportunidades va Joseph! ¿Está vez será diferente?
Con una ancha sonrisa se deshizo de las sábanas blancas que cubrían su cuerpo, se levantó de la cama dándome un plena vista de su enorme y musculosa espalda descubierta, adornada con algunas marcas rojas hechas por mí.
Además, de un tremendo espectáculo de su hermoso trasero siendo abrazado por sus boxers Hollister.
Como si fuera un imán, me levanté de la cama y lo seguí hasta el baño. Él silbaba una canción algo vieja de una época dorada mientras abría la llave de la ducha.
Aún no me puedo creer todo ésto.
Joseph siempre se ha presentado ante los demás como un engreído, narcisista y presumido. Esas tres cosas son las tres predominantes que las personas dicen sobre Joseph Collins.
No voy a negar que quizás tiene esas cualidades. Pero, ¿Porque conmigo es tan diferente? Lo que veo en él es tan alejado de todo lo que dicen los demás o todo lo que los demás pueden ver.
Seguí admirando su cuerpo por mucho tiempo, retratando con detenimiento cada músculo y marca de su torso, viendo sus cicatrices casi invisibles. Eso hasta que él se dio cuenta. Me miró con confusión y sorpresa.
—¿Aún está en pie la oferta de bañarte?—Pregunté inocentemente sin ningún tipo de pudor.
Sus ojos se abrieron de sorpresa para luego reflejar una mirada picarona.
—Claro que sí, conejita.
Mordí inconsiente mis labios. Un leve rubor se posó en las mejillas de Joseph. Él caminó hasta la regadera y se metió debajo de los hilos de agua. Yo le seguí, mientras apreciaba detenidamente como el agua viajaba de su cabello hasta sus pies, mojando su pecho, abdomen y boxers.
Dios mío. Pero, que hombre.
Sin mucha dilación tomé la esponja llenada de jabón y la fui paseando por todo su cuerpo.
Estaba tan concentrada acariciando cada pequeña parta de su piel, llenándolo de jabón y aprovechando para tocar todo su cuerpo. Él está fijo en cada uno de los movimientos que yo hacía, sus preciosos ojos marrones no se despegaban ni un segundo de mis manos o de mí.
El calor en el pequeño lugar se empezó a intensificar. Por un momento sentí como mis piernas perdían fuerza de la "tención" entre nosotros dos. Y no era para menos, yo solo tenía una camiseta a modo de pijama y mi ropa interior.
Mientras que él conservaba sus Hollister. En un arrebato de control, suavemente Joseph se acercó a mí y me besó lentamente. Pero, con ferocidad y lujuria como es de nuestra costumbre últimamente. Él se deshizo de la ropa que cubría mi cuerpo. El agua mojaba suavemente nuestra piel mientras nos besábamos deseando mucho más del otro. Para nuestra desgracia Joseph tenía que ir temprano a organizar unos cosas a la empresa de su papá así que no nos podíamos emocionar mucho.
—J-Joseph, debemos parar o vas a llegar tarde.—Le recordé antes de que avanzara.
—Va a ser algo rápido.—Replicá él, besando mi cuello.
—Vas a llegar tarde.—Adviertó nuevamente.
Joseph resopla y apaga la llave de la ducha. Ambos salimos del baño y nos ponemos ropa.
—¿Que harás cuando yo me vaya?—Me pregunta Joseph antes de morder su pan.
—No lo sé, quizás dormir o salir.—Contesté mientras bebía mi café.
—¿Salir? ¿Salir con quién?—Vuelve a preguntar en un tono suave para esconder sus celos. Sé a quién se refiere cuando preguntá con quien saldré.
Encogí mis hombros para una actuación más creíble.—No sé. Madison, Michelle, Leonard... O Giovanni.
Sus hombros se pusieron tensos.
—Giovanni, el italiano besucón de novias ajenas.—Comentá en tono burlón.
Admito que eso mi hizo reír.
—Relájate, si salgo con él solo daremos un paseo.
Joseph no estaba tan convencido de mi respuesta. Pero, al parecer no quería seguir buscando detalles. Acariciaba mi cabello haciendo ondas con el dedo. Quería decirme algo.
—¿Kylie, aún me quieres?—Su preguntá rompió el Pacífico silencio.
Me quedé congelada unos cuantos segundos. ¿Cómo se supone que voy a contestar a eso? Me giró hacia él para verlo mejor. El miedo está presente en todo su lengua facial y corporal. Antes de que pudiera decir algo, su celular sonó.
—Contesta.—Insiste él.
—Es tu celular, no el mío.—Dije tratando de evitar la pregunta.
—Estoy hablando de la pregunta.
El celular volvió a sonar.
—Nos vemos más tarde.—Se despide rápidamente.
Al parecer alguien ya no va a vivir conmigo.
Joseph se va a la empresa del señor Michael y yo me quedo sola en la soledad de mi departamento planeando alguna cosa para después o algo similar. Luego de un par de capítulos de mi libro favorito, recibo un mensaje muy extraño de Madison.
Madison <3
Emergencia, código C.R.O
Su mensaje me aterra y me deja en shock. ¿Que les pasó ahora? Llamó a Madison para ver dónde está. Ahora la locación que ella me dice es aún más extraña. Bajó a toda velocidad del edificio y busco mi auto en el estacionamiento.
El código C.R.O es "Corazón roto, otra vez", eso me alarmó en sobremanera ya que por lo que me dijo Joseph ambas chicas estaban muy estables en la área del amor.
Algo que se mi hizo muy extraño fue el lugar donde mis dos mejores amigas estaban. El departamento de Leonard.
El portero ya me conocía, así que me dejo pasar. De todas formas era la casa de mi mejor amigo. Subo al elevador, me bajo en su piso, busco su departamento y tocó la puerta. Escucho un pasé y entró al lugar.
Leonard tiene un gusto muy elegante para las cosas, su departamento es como un club nocturno muy refinado. En la cocina es una especie de barra con muchas botellas de licor. Porque el pasatiempo favorito de Leonard es ser Bartender.
Dejando de lado las habilidades y hobby de mi mejor amigo, me concentro en las chicas. Madison está al lado de Michelle y Michelle tiene una cara triste y ojos enrojecidos, como si hubiera estando llorando por horas.
—¿Que pasa chicas?—Me acerqué a ellas.
—Es sobre Jonh.—Articulá Madison acariciando el cabello de mi amiga.
—Y Elizabeth.—Hablá Leonard bebiendo de algo parecido al whisky en un vaso de calavera.
Al escuchar el nombre de la mencionada la sangre empezó a correr caliente por todo mi cuerpo. Apreté la mandíbula y los puños. Dos grandes lágrimas rodaron por las mejillas de Michelle.
Más que tristezas eran lágrimas de rabia, yo sabía las heridas que Michelle llevaba en el corazón. La última vez, Jonh intentó serle infiel con otras chicas, entre ellas estaba Elizabeth. Que ni corta ni perezosa iba a accedió.
Leonard me pasa el vaso, algo extrañada lo tomo y lo agitó circularmente. El hielo chocando contra las paredes del vaso me relaja. Quizás simplemente me lo paso para que yo bebiera. Pero, no me gusta el whisky, sabe a tierra.
—¿Que pasa entre Jonh y Elizabeth?—Pregunté relajando mis sentidos.
Madison me pasa su celular. Lo primero que veo es una historia de Instagram donde Elizabeth está besando la mejilla de Jonh. Tarántula... Espera, esa foto es vieja. Sin embargo, tiene que haber un motivo detrás de todo ésto. Me acercó a Michelle y la abrazó.
—¿Que pasa, Elle?—Cuestioné sutilmente, mientras acariciaba su cabello a manera de consuelo.
—Kylie, tengo miedo. Tengo miedo de qie Jonh me vuelva a romper el corazón.
Bienvenida al club de las personas que tenemos miedo a salie heridas otra vez. Le hago una señal a Leonard y a Madison para que me dejen sola con Michelle. Ellos obedecen y se van a la cocina.
—Elle, eso es normal. Comprendo muy bien tu miedo, salir herido por confiar es el miedo más grande cuando intentas nuevamente con una relación pasada. Pero, deberías hablarlo con Jonh. Que él sepa tus miedo, porque si de verdad te quiere tratará de solucionar esos problemas. ¿Tú le dijiste algo?
—Discutimos sobre eso. Fue una discusión algo histérica, ya sabes cómo me pongo a veces.
Yo la miro con cansancio y suspiró. Ese "ya sabes cómo me pongo" es que no escucho en lo absoluto a Jonh y se puso a hacer la ley del hielo.
—Debes hablar con él.—Le sugiero, dándole el celular para llamarlo.
—Kylie...
—Nada de Kylie. Solo llámalo y fin, caso cerrado.
Ella duda, toma el teléfono y marca su número. Habla por unos segundos y cuelga. Hablarán más tarde. Esperamos unos minutos mientras comíamos ChesseCake. En cuestión de unos quince minutos Joseph y Jordan aparecieron en el lugar.
—¿Estás bien?—Preguntan Joseph y Jonh mirando a Michelle.
—Sí, ya estoy mejor.—Contestá ella.
—¿Que va a pasar con ustedes?—pregunta su hermano mayor.
—Vamos a tratar de resolverlo.
Todos nos tranquilizando más ante sus palabras. Nos sentamos en el gran sofá rojo vívido que adornaba la sala para ver una película o cualquier cosa solo para olvidar el tema.
La situación de Michelle me hizo pensar en mi situación. ¿Debo decirle a Joseph mi miedo a salir lastimada? ¿Esto puede afectar nuestra relación?
Nuestras miradas se cruzan. Él me regala un de sus hermosas sonrisas ladeada. Yo le hago una señal para que dirija a la cocina. Él se levanta primero y después lo sigo yo. Sin ningún tipo de previo aviso, lo abrazó fuertemente. Joseph con un poco de confusión me corresponde el gesto. Sus lentos latidos retumbaba por su pecho, su serena respiración me relaja.
—¿Que pasa?—Susurrá en mi oído acariciando mi espalda.
—Nada, solo quería abrazarte.—Respondo sobre su pecho. Él me abraza más fuerte.
—¿Que va a pasar con la mudanza?—Me preguntá, sin separarse de mí.
—Hay que esperar a que Jonh y Michelle se arreglen. No voy a dejar sola a mi mejor amiga.
La felicidad de Michelle hace parte de la mía. Si ella no está cómoda o feliz, yo tampoco. Solo espero que ambos se arreglen y vuelvan a amarse.
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