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18. Viajes y más viajes

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El radiante sol iluminaba su perfecto rostro, estaba tan cerca de él que podía admirar cada detalle de sus facciones. Sus pestañas eran largas y oscura, a decir verdad intenté contarlas pero perdí la cuenta, sus labios seguían manchados de vino, al igual de que su camiseta. Lo admiré por un largo tiempo, derrepente una sonrisa apreció en su rostro ¿Que o con quién estás soñando, Collins? Ese pensamiento me lleno de...duda... paranoia. Con esa incógnita en la cabeza acaricié suavemente su mejilla con mi mano, minutos después abrió uno de sus ojos. 

—Buenos días.—Saludó Joseph, con la voz ronca mientas acomodaba mejor su pose y pasaba uno de sus brazos por mí cintura.

—Buenos días.—Saludé amablemente. Él volvió a cerrar su ojo y a recostar su cabeza en mi pecho. Yo jugaba animadamente con su cabello.—Ya deberíamos de levantarnos, tenemos que arreglar el equipaje.—Le susurré suavemente al oído.

—Cinco minutos más.—Musitó acercándose más a mí. Su respiración chocaba en mi cuello haciendo cosquillas en dicho lugar.

Al cabo de unos minutos Joseph y yo nos levantamos del suelo y fuimos a nuestras habitaciones, hoy era nuestro último día aquí, así que lo debíamos aprovechar al máximo. Lo primero que hice fue acomodar todo mi equipaje, luego me metí al baño a ducharme y después me vestí con pantalones de mezclilla, una camiseta negra y unos tenis, algo sencillo. Baje a desayunar y todos los chicos ya estaban en la mesa. Desayunamos panqueques, crepas, cereal entre otras cosas. 

—Bueno, ¿Que haremos en nuestro último día?—Pregunta Jordan limpiando su boca con una servilleta.

—Vamos a dar un paseo por la ciudad.—Contestó Michelle encogiéndose de hombros.

—Hoy hay una fiesta en el “Lois Garden” deberían de ir, las fiestas son una completa locura.—Siguiere Alessandro, quien desayunaba con nosotros. 

—No parece tan mala idea.—Opinó Jonh terminado su Jugo de naranja.

—Sí, deberíamos de ir.—Comenta Leonard.

—¿Y a que hora es la fiesta?—Cuestionó Madison.

—La fiesta comienza a las Siete, pero lo interesante comienza a las Ocho y treinta.—Respondé el pelinegro llevando un pedazo de panqueque a la boca.

Terminamos pacientemente de comer mientras discutíamos sobre lo que haríamos hoy. Pasado el tiempo nos dedicamos a hacer actividades dentro de la casa, Joseph fue a una barbería a recortar un poco su cabello, mientras tanto nosotros jugamos juegos de mesa, veíamos películas y todo eso a la espera de la mencionada fiesta. Yo me encontraba algo cansada, no me sentía cien porciento activada, me sentía algo débil. No le presté mucha atención, quizás es solo un mal dormir. El reloj marcaba las ocho en punto de la noche, todos nos dirigimos rápidamente a nuestras respectivas habitaciones. Elegí algo sencillo pero llamativo, una camiseta roja que dejaba al descubierto mi abdomen, junto con una falda negra pegada y unos tacones del mismo color. Apliqué un color rojizo en mis labios y un tono rosa sobre mis mejillas. Al final cepille mi cabello, tomé mi cartera de mano y salí de la habitación. Todos estaban abajo, me miraron sorprendidos, no soy una mujer usa mucho este tipo de cosas.

—¿Nos vamos?—Les pregunté para acabar con la escena.

—Claro, ya vámonos.—Oredenó Alessandro volviendo en sí.

Salimos de la casa y nos subimos a los autos. Joseph dirigía su vista sutilmente hacia mí, podía sentir su mira sobre mí con mucho esfuerzo para ocultarlo. Él usaba una camiseta azul de botones  y unos pantalones negros, algo muy típico en él. Al recortar su cabello habían desaparecido sus hermosos mechones castaños ondulados, simplemente su cabello estaba peinado hacia atrás dando un aspecto más serio e imponente con esa tonalidad oscura. Se veía muy diferente. Extrañaré mucho sus mechones castaños.

Llegamos a dicho centro nocturno, no era nada fuera de lo común, quizás algunas cosas deferentes como la esa típicas bandas de luz neón y mucha iluminación neón. La estábamos pasando sumamente divertido. Leonard y yo bailábamos entretenidos alguna canción electrónica mientras hablábamos de algunas cosas.

—Oh Kylie, no quiero irme de aquí.—Grito mi amigo cerca de mí. La música alta nos dificultaba llevar un diálogo fluido.

—Yo tampoco me quiero ir.—Dije de la misma manera.

Alessandro se acercó a nosotros y  susurró algo al oído de Leonard, me amigo se apartó y me guiñó el ojo pícaramente, Alessandro tomo su lugar. La canción era algo más lenta, más suave, como para bailar en pareja. 

—Se ve muy hermosa, señorita Kylie.—Dijo el pelinegro cerca de mi oído. Yo me limité a sonrojarme sin decir palabra.—Te voy a extrañar mucho.

—Yo también te voy a extrañar.—Dije y bese su mejilla.

—¿Solo un beso en la mejilla?—Dice él muy coqueto con una carita de cachorrito.

 Por más lindo que fuera no lo haría, no lo conozco exactamente bien y no me sentiría cómoda haciéndolo, pero fue muy tarde. Sus labios se abalanzaron sobre los míos y yo respondí, fue súper raro. Sus ojos estaban cerrados pero lo mis míos seguían abiertos, muy abiertos. Confundida me separé de él, me fui a la barra, pedí una sangría y me senté junto a Joseph. Cada quién tenía su conductor designado, Joseph era el mío, así que solo bebía jugo o agua.

—Parece que te estás divirtiendo.—Dijo él en un tono seco.

Una sola conclusión, vio la escena anterior. 

—Créeme, no tanto.—Le di un trago a mi sangría. Me sentía rara, nunca había besado a alguien con los ojos abiertos. Joseph me miró y sonrió de lado.

—Ven, vamos a bailar.—Tomo mi mano y me dirigió a la pista de baile.

Bailamos un rato que duró todo lo que estuvimos ahí, luego de unas horas nos devolvimos a la casa. Estaba cansada, a como pude entré al cuarto, me dirigí al baño y me puse la pijama, lave mis dientes y me desmaquillé.

.

A la mañana siguiente la alarma empezó a sonar marcando mi despertar, me senté en la cama y me sentía mareada y agotada, debe ser alcohol. Me metí al baño y tome una relajante ducha para contrarrestar los efectos de la resaca. Me vestí con un vestido blanco de manta con unos detalles en azul y una sandalias, le agregué un pequeño sombreo y salí de la habitación con mis maletas. En ese momento me encontré con el señor Collins. 

—Hola, Kylie.—Saludó el señor Collins.—Con todo respeto, te ves hermosa.—Expresó Maravillado viéndome sorprendído. 

—Muchas gracias, Señor Michael.—Agradecí completamente sonrojada. 

—No es nada, linda. Que tengan buen viaje.

Nos despedimos con un abrazo y baje las escaleras, a mitad de estas recordé que deje mi bolsa de mano en el buró de la habitación. Volví a subir, me metí al cuarto, la recogí y caminé hasta la puerta. Joseph estaba en el pasillo hablando con su padre, el señor Michael.

—¿Es impresión mía o Josephine se parecía mucho a Kylie?—Escuché la voz del señor Collins.

—Sí, Kylie se parece mucho a Mamá. A veces siento como si fuera ella.—Habló Joseph. 

—Un simple comentario: Ese tipo de chicas son una mina de oro.—Comentó el Señor Michael dándole palmadas a la espalda de su hijo. Salí después de no sentir la presencia de ambos. Bajé y me despedí de la señora Eleonor, Violet y de Alessandro.

—Espero volver a verte pronto, Kylie.—Dijo la señora Alberts abrazándome fuerte.

—Igualmente señora Alberts.—Dije respondiendo el gesto.

Todos nos dirigimos a los autos y emprendimos un largo viaje a la cuidad. Paramos en algunos lugares turísticos a tomarnos fotos y ese tipo de actividades, pasábamos por un campo de flores y nos paramos un rato. Joseph me tomo algunas fotos con su cámara en dicho lugar, me acerqué a verlas.

—Te pareces mucho a mi mamá.—Musitó viendo la foto para luego clavar su mira en la mía.

Las brillantes gemas de color ámbar que provocaba el sol era, en ese momento, lo más hermoso que había visto. Una sonrisa se ilustró en su rostro, yo copié su acción mientras apretaba su mano. Está de más describir las intensas ganas de besarlo que se apoderaron de mí en ese momento. Inconscientemente nuestros rostros de acercaron.

—¿Tienes ganas de besarme, Ky?—Murmuró como sí hubiese leído mi mente.—¿O te gusta besar más a Alessandro?—Ese comentario arruinó el momento por completo, entrecerré mis ojos, negué con la cabeza y me dirigí al Jeep.—Kylie esperá.

Sujetó mi mano impidiendo mi paso.

—¿Y qué si me gusta besar a Alessandro?—Pregunté desafiante viéndolo fijamente.

Frunció el ceño indignado y confundido, puso sus dos manos en mi cadera acercándome a él.  Yo giré mi rostro evitando su mirada. Sin embargo, Joseph buscaba mi mirada. En un movimiento rápido, de un momento a otro se apoderó de mis labios, dirigí mis manos hacia su nuca mientras él abrazaba mi cintura, profundizando el beso.

—¿S-sigues queriendo besar a Alessandro?—Cuestionó al separarnos. Reí por lo bajo ante su pregunta.

—No lo sé, talvez con otro cambie de opinión.—Bromeé mordiendo ligeramente su labio inferior.

Nos subimos al auto y retomamos nuestro camino, Joseph estacionó el auto enfrente de mi edificio.

—Con los chicos, Iremos a Mario's a cenar, ¿Quieres venir con nosotros?—Dijo Joseph bajando mi equipaje.

—Sí, por mí está bien.—Dije tomando la maleta. 

—Bien, pasaré por tí a las seis.—Nos vimos unos cuantos minutos, mire sobre su hombro a una figura peculiar, a decir verdad, me era muy familiar. En ese instante lo reconocí. Extendió su brazos y corrí hacia él. 

—Hey, Ty.—Dijo mientras me abrazaba.

—Hola, Tob.—Dije respondiendo el gesto.

—¿Kylie?—Pregunto Joseph mirando la escena.

—Joseph, él es Tobbias. Tob, él es Joseph.—Dije enmedio de ambos.

—Tobbias D'agostino, un gusto.—Dijo Tob extendiendo su mano hacia Joseph.

—Joseph Collins, el gusto es mío.—Dijo estrechando su mano.

Ambos tenían ese cierto tono y porte de arrogancia. 

—¿Que haces aquí, Tobbias?—Pregunté viendo sus maletas.

—¡Vengo de vista!—Contesto entusiasmado.

—Bien, Vamos a mi apartamento.

Joseph hizo una tos falsa que captó nuestra atención.

—Adiós, Joseph. Nos vemos a las seis.—Dije dándole un abrazo y un beso en la mejilla.

Tobbias y yo subimos al ascensor, bajamos en mi piso y nos metimos al apartamento. Dejo su chaqueta de cuero y se sentó en sofá.

—Es muy lindo...Es muy tú.—Musitó viendo su alrededor.

—Sí, yo lo decoré.—Le extendí una soda y luego me senté frente a él.

—Eres muy linda, no hubiera esperado menos de tu casa.—Dijo dándole un sorbo a la soda.

—¿Y a que se debe tu visita?

—Mónica me envió por tí.—Respondío mejorando su postura en el sofá.

¿Ustedes también tienen una tía solterona con mucho dinero? Porque si no la tienen deberían de tenerla. La talentosa Mónica Grayson, dueña de una agencia de modelaje, su propia casa de modas, maquillista y modelo profesional. Además de ser la tía solterona millonaria, MÍ tía solterona millonaria.

—¿Y que quiere Mónica?—Le di un sorbo a mi soda. 

—El miércoles es el desfile de modas de Mónica, así que nos vamos a Milán.

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Nota de la autora:

¿Joseph, estás celoso? ¿Que onda contigo, cariño?

Esas vacaciones están buenas, ojalá las mías hubieran estado así

#MalditoCoronavirus :(

Nos vemos en la próxima.

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