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🥀3🥀

Ken subía las escaleras apresurado, con una sonrisa maliciosa dibujada en el rostro. Al llegar al final del pasillo, encontró a Taemin recostado contra la pared, observando su teléfono.

—¡Taemin! —lo llamó Ken, respirando agitadamente.

Taemin alzó la mirada con indiferencia.
—¿Qué quieres ahora, Ken?

—¡Ya sé cómo vamos a separar a Namjoon y Yoongi de Jin y Jimin! —exclamó con emoción, como si hubiera descubierto un tesoro.

Taemin arqueó una ceja.
—¿Y cómo planeas hacerlo?

Ken sonrió, dejando entrever la maldad en su plan.
—Tendrás que acompañarme. Vamos a convencerlos de subir al piso de arriba.

—¿Qué hay ahí arriba? —preguntó Taemin, entre intrigado y receloso.

—Ya lo verás... pero créeme, por fin serán nuestros —respondió Ken con un brillo siniestro en los ojos.

Taemin soltó un suspiro, pero finalmente asintió.
—Bien. Vamos.

Ambos descendieron las escaleras con sigilo, sus pasos resonando suavemente en la casa. Llegaron a la cocina, donde Jin y Jimin charlaban animadamente.

—Hyung, siempre dices que yo exagero, pero de verdad creo que Yoongi está actuando raro últimamente —comentó Jimin, cruzando los brazos con frustración.

Jin dejó su taza de té sobre la mesa y lo miró con una sonrisa tranquila.
—A veces tú también actúas raro, Jimin. No siempre es malo. Tal vez solo necesita su espacio.

—¿Espacio? Hyung, siempre estamos juntos. Literalmente no hay más espacio que pueda necesitar. ¡Es Yoongi! —Jimin bufó, pero luego suspiró, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—¿Cómo haces para no volverte loco con Namjoon?

Jin rió suavemente.
—Bueno, no siempre es fácil, pero lo importante es recordar por qué lo amas. A veces eso basta para calmar las dudas.

—Tal vez tengas razón... —murmuró Jimin, levantando la cabeza justo cuando Ken apareció en la puerta con Taemin detrás.

—¡Jin! —llamó Ken con una sonrisa demasiado amplia.

Jin lo miró con curiosidad.
—Ah, hola Ken... ¿Pasa algo?

—Sí, bueno... creo que Namjoon te está llamando desde el piso de arriba. Parece importante.

Jin parpadeó, algo sorprendido.
—¿Namjoon? Está bien, voy a ver.

Jimin lo detuvo con un gesto.
—Espera, hyung. Te acompaño.

Jin negó con la cabeza, sonriendo suavemente.
—No es necesario, Jimin. Quédate aquí, estoy bien.

—Pero quiero ir —insistió Jimin, con un ligero puchero.

Fue entonces cuando Taemin intervino con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Tal vez deberías. Creo que Yoongi también está allá arriba.

Jimin evitó su mirada, incómodo.
—Está bien, ya voy...

Suspiró y siguió a Jin hacia las escaleras.

—¿Qué crees que quieran? —preguntó Jin mientras subían.

Jimin se encogió de hombros, con el ceño fruncido.
—No lo sé, pero algo no me cuadra.

Jin lo miró con una sonrisa para intentar tranquilizarlo.
—Por cierto, quería decirte algo, Jimin.

—¿Sí?

—Namjoon y yo... estamos mejor.

El rostro de Jimin se iluminó de inmediato.
—¡¿En serio?! Eso es increíble, hyung.

Jin asintió, complacido por la reacción de su amigo.
—¿Y tú? ¿Cómo vas con Yoongi?

Jimin sonrió enamorado.
—Yoongi y yo nunca hemos estado separados. Siempre estamos juntos, enamorados y uni…dos... —su voz se quebró cuando llegaron al piso de arriba y se encontraron con una escena que los dejó sin aliento.

En el centro del piso, Namjoon y Yoongi estaban besándose apasionadamente.

—¡Namjoon! —gritó Jin, horrorizado.

Namjoon se separó de golpe, tan sorprendido como ellos.
—¡SeokJ-Jin!

Jimin sintió su corazón romperse en mil pedazos.
—¡Yoongi!

Yoongi retrocedió, pálido.
—¡Jimin! Esto no es lo que parece...

—¿¡Qué está pasando aquí!? —exigió Jin, su voz temblando entre incredulidad y furia.

—¡Por favor, escúchame! —intentó Namjoon, acercándose.

—¡No te acerques! —gritó Jin, retrocediendo mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.

Jimin miró a Yoongi, sus ojos llenos de dolor.
—Eres un idiota, Min Yoongi. ¡Todo este tiempo fui un estúpido por confiar en ti!

—¡No, Jimin! Por favor... —Yoongi intentó alcanzarlo, pero Jimin ya había salido corriendo, con las lágrimas mezclándose con la lluvia que comenzaba a caer.

Por otro lado, NamJoon bajó las escaleras apresuramente, tratando de encontrar a su prometido, pero antes de que pudiera dar más de dos pasos, YoonGi lo empujó contra la pared con fuerza.

—¡Eres un maldito traidor! —gritó Yoongi, con los ojos encendidos de ira. Su voz, habitualmente calmada, ahora era un rugido furioso.

Namjoon lo miró con ojos llenos de culpa, sin intentar defenderse.
—Yoongi, por favor... déjame explicarles.

—¿Explicar qué? —Yoongi le dio un puñetazo directo al rostro. Namjoon cayó hacia un lado, tambaleándose, pero logró mantenerse de pie.
—¡No hay explicación que valga! ¡Le rompiste el corazón a Jin! ¡Y destrozaste el de Jimin!

Namjoon se limpió la sangre que comenzaba a brotar de su labio. Su cuerpo temblaba, pero no solo por el golpe, sino por el peso de las palabras de Yoongi.

—Sé que lo arruiné... pero tú también fuiste parte de esto. ¡No actúes como si fueras inocente!

Yoongi no necesitó más provocación. Se lanzó contra Namjoon con una fuerza que no parecía posible para alguien de su complexión. Ambos cayeron al suelo, rodando mientras intercambiaban golpes. Namjoon logró golpear el costado de Yoongi, pero este respondió con un codazo que lo dejó sin aliento.

—¡Tú eras mi hermano, Namjoon! —Yoongi lo sujetó por el cuello de la camisa, levantándolo lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos.
—¡Sabías cuánto amo a Jimin! ¿¡Y aún así lo hiciste!?

Namjoon lo apartó con un empujón desesperado, respirando con dificultad.
—¡No planeé esto, Yoongi! ¡Lo nuestro comenzó hace mucho por un error y sin embargo, tú estuviste de acuerdo!

—¡Eres un maldito!—gritó Yoongi, lanzándole otro golpe que lo envió contra el suelo. Namjoon intentó levantarse, pero Yoongi lo sujetó de la chaqueta, acercándose lo suficiente como para que sus palabras fueran un susurro lleno de veneno.
—¿Sabes qué es lo peor? Que ambos perdimos a las personas que amamos por tu culpa.

Namjoon cerró los ojos, sintiendo cómo la culpa lo consumía. No intentó pelear más; sabía que Yoongi tenía razón.

Finalmente, Yoongi lo soltó con brusquedad, dándole una última mirada de desprecio.
—No puedo ni mirarte. —Se levantó, respirando con dificultad, y se dirigió hacia la puerta.

Namjoon lo siguió con la mirada, sin moverse del suelo.

—Yoongi... lo siento.

Yoongi no respondió. Salió de la casa y se dirigió directamente a su auto. Encendió el motor, apretando el volante con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Sin mirar atrás, se perdió en la oscuridad de la noche, dejando a Namjoon solo con sus pensamientos.

Namjoon se levantó con dificultad, tambaleándose mientras salía de la casa. Afuera, la lluvia caía con fuerza, empapándolo al instante. Caminó sin rumbo, sus pasos pesados y su cabeza baja.

—¿Por qué... por qué hice esto? —susurró, su voz ahogada por el sonido de la tormenta.

Las palabras de Jin y Yoongi resonaban en su mente, como si la lluvia las repitiera una y otra vez:
—“Sabía que nunca cambiarías...”
—“Solo me haces daño...”
—“Le rompiste el corazón a Jin y destrozaste el de JiMin”

Cada frase era un peso que lo hundía más en la desesperación. Se detuvo en medio de la calle desierta, mirando al cielo. La lluvia ocultaba sus lágrimas, pero no podía esconder la culpa que lo destrozaba por dentro.

—Jin... Yoongi... Jimin... —susurró, golpeándose el pecho con frustración.
—Lo siento... lo siento tanto...

Namjoon continuó caminando, la lluvia empapándolo hasta los huesos. La culpa era un dolor que no podía aliviar. Había perdido todo: su mejor amigo, el amor de su vida y, quizás, incluso su propia humanidad.

Caminó hasta que sus piernas no pudieron más. Se dejó caer sobre la acera fría y húmeda, sin importar la lluvia que caía sobre él. Allí permaneció, en silencio, esperando que de alguna manera el agua pudiera lavar todos sus pecados.

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